sábado, 13 de mayo de 2017

El relato nacional y popular en tiempos de MacriTV


Por Laura Manfredi | 10 de Mayo de 2017
La encrucijada político-electoral 2017 vista desde el peronismo, aún más, desde el kirchnerismo posible. La guerra de relatos y el relato desarticulado de la TV. Cómo converger. Distintos estilos, mismos objetivos. Horacio y Dady. González y Brieva. “Digo cosas que, si no estuvieras, no me animaría”, dijo el sociólogo a su entrevistador. La noche en el Centro Cultural Chisperos se volvió una gran mesa de café político con la magia de las ideas y la lucidez inundando el ambiente. Bienvenidos al primer debate de los Encuentros del Pasaje. El debate está abierto. Y en Mi Voz de este portal de noticias tendremos nuestro foro.

El triunfo de la construcción social de la realidad, la post verdad y la televisión contemporánea. Los setenta, el peronismo y el macrismo “apropiador”. Las elecciones y el kirchnerismo posible. En el debate que inició el ciclo de Encuentros en el Pasaje del Centro Cultural Los Chisperos Horacio González abarcó varios temas para pensarnos en perspectiva. Pero no estuvo solo. Su anfitrión y entrevistador fue Dady Brieva. El resultado, revelador.

La retórica, la verdad y sobre cómo dejar de ver TV

“Hay muchas clases de lenguaje heredados de los grandes políticos de la antigüedad. Grandes oradores clásicos. Durante siglos el político era el que creía decir la verdad, tratar con el bien público y derramar un conjunto de virtudes que empezaba por tenerlas él. Era dueño de la palabra en el foro, se vinculaba con sacerdotes y hacía algo que se llamaba retórica que es, quizás, lo más interesante de la historia de la política y lo más combativo. En general se dice basta de retórica y eso sería un error porque la gran retórica tiene una astucia, acepta que la insulten, acepta que le digan basta, andate de aquí, quiero ir a lo concreto. La tradición retórica es la tradición del pensamiento de la política que más acepta que la destruyan, que la pisoteen, que digan aquí está el político que viene a decir lo concreto, aquí está el comunicador televisivo que no está haciendo retórica, que está hablando para que todos lo entiendan. Bueno, ese es el mundo retórico más complejo”, afirmó el sociólogo.
Cómo convencer, cómo persuadir inquirió Dady: para Horacio González el peronismo es una obra plagada de retórica y el tema de la persuasión -la virtud- está en el centro de lo que llamamos peronismo: “Qué lugar más importante para la retórica que el que dice Mejor que decir es hacer. Es una frase heredera de siglos de retórica que te dice que no tenés que tener nada de retórica para ser entendido. La televisión contemporánea es un milagro de la retórica. Existe un Fantino que te dice No, por favor, profesor, nos están viendo siete millones de personas, baje un poco. Y vos te quedás pensando en que si no te están entendiendo siete millones de personas estás al margen del mundo. Entonces intentás decirlo de otra manera, y te dicen Bueno, bueno está un poquito mejor, pero quedan cuatro millones sin entender. Hasta que se terminaron los tres minutos y te quedaste con tres millones que no te entendieron”.

“Esa clase de asesinato del lenguaje es el modo en el que procede la televisión contemporánea. Es un instrumento tecnológico basado en un uso del tiempo, en un nivel en donde se plantea que más allá de esto no se puede decir nada porque no se entiende ¿y quién dice que no se entiende? Personas que a veces las llaman gurús, es el sacerdote que dice:

-Más acá de esto no pase porque no se entiende.

-¿Y quién lo dice?

-Lo digo yo porque relaté 400 partidos de Boca Juniors, mirá si no voy a saber lo que la gente entiende.

-Bueno, eso es no es tan verdad. Porque un grito de gol tiene mil variaciones,

Y el sociólogo, que elige el relato futbolístico, responde: “Es una forma esencial de la lengua. Escuchado por Víctor Hugo tiene dramatismo, escuchado por Eroski eran tres letras la palabra gol, estando Cocorito que estiraba cinco minutos una palabra y José María Muñoz que inventó el gol largo que absorbía toda la realidad. En una simple palabra están todas las decisiones a las que lleva la tecnología en cuanto al uso del tiempo, a qué es lo que se entiende, hay un acuerdo general sobre lo que se entiende en la palabra gol”. Y Dady, que parecía nacido para que lo entendieran y se hipnotizaran por sus personajes y rieran todos los argentinos parece el entrevistador que hizo ese camino en la intimidad de esta noche todavía brumosa de San Telmo, con una centena de personas absortas ante el escenario de ideas que apaga cualquier pantalla cuando se enciende.

Deconstruir la TV, reconstruir el relato

“La televisión tenía el modo de relato de fútbol heredado de la radio y rompió con algo importante: el no poder ver la jugada. Lo dicho por el relator era antes un mundo imaginario muy lindo y ahora no ocurre eso. Hay que reconstituir la forma pública de la lengua política: reconstruir su forma de verdad que incluye todos los movimientos que tiene la consciencia, la astucia, saber qué es el mal: quizás para evitarlo, pero para ello hay algo medio infalible, que es conocerlo. No digo haberlo cometido porque uno nunca sabe cuando hace el mal. La verdad ése es el mal: uno nunca sabe cuando lo está haciendo”.

Otra cosa es en la vida política. Por ejemplo los conductores – llamados así –  de los programas de la noche cuando hacen una pregunta insidiosa que está destinada a desarmar. Tienen una técnica: dejan hablar cinco minutos de algo aparentemente pacífico y después aclaran una pregunta más y ya termina el programa: ¿Cuánto robó del espacio público durante su paso por el Estado? Y en cinco minutos, donde creías que te invitaban a hablar de algo interesante, pasaste de la felicidad al cagazo sin darte cuenta y salís totalmente derrotado. En las próximas elecciones sacás cinco votos y no te explicaste por qué.

“Eso creo que es un motivo fundamental de la política: saber desarmar esa lógica que está en todos los programas: los que están de un lado y del otro menos en la fuerza que salió derrotada en las elecciones anteriores porque también cuando hacía televisión trataba de hacer una TV distinta, cometiendo errores conocidos, pero eran los errores que provenían del apuro de tratar de descentralizar el aparato comunicacional con una Ley que había sido aprobada por la Corte Suprema, y ahora el gran tema es: ¿Qué tipo de verdad hay en la Corte Suprema? ¿Qué verdad tiene Rosatti?¿Qué verdad tiene Highton de Nolasco? ¿Qué verdad tiene Lorenzetti, el presidente de la Corte, que no deja de serlo a todo esto?”.

“¿Cómo es la verdad? La verdad es una ciencia jurídica ya apelmazada, triturada, vaciada por dentro, tal como está en casi todas las sociedades mundiales por lo tanto la verdad queda en una forma de la consciencia o en un acuerdo entre los hombres. Triunfó lo que se enseña en las carreras de Ciencias de la Comunicación, la construcción de la realidad. A eso a algún ingenioso le puso la Post-verdad como para darle un aire académico y a la vez chistoso. ¿Cómo va a haber una post verdad?, ¿Qué significa? Ni más ni menos que tirate a la mentira viejo, diciendo la verdad no vas a ningún lado. Es necesario que el lenguaje político permita recuperar una gran mayoría que está en el país. Tiene que ser un lenguaje vinculado a la reconstrucción de la verdad y que a la vez ingrese no diría astutamente, sino con finura de caballeros antiguos en una gran espada relampagueante en el corazón, como están hablando hoy todos los masacradores de la televisión sectaria y monopólica”.

“Desesperanzadamente bien”

Así dijo Horacio González llevarse con la ilusión y la esperanza. “No es una palabra que se pueda abandonar. La compartimos con clérigos de todo tipo, de todas las religiones, con diversos prestidigitadores” y debemos ser un poco eso también, porque es una palabra basada en una espera, una espera mística. Entonces, ¿Cómo poder sacársela de encima? No hay nadie que pueda vivir sin esperanza”.

“Yo personalmente me siento muy ligado a un personaje que los tangos reconstruyen bien” dijo citando al tango Cómo querés que te quiera de Héctor Marcó en el que dice no fumas, no vas al cine, las carreras no te gustan. “Salvo el cine, que me gusta mucho, todo lo demás cumple rigurosamente”. También hay un samba brasileña muy importante que dice lo mismo: es el que está al margen de la vida, de Noel Rosa”.

“Hay algo que se da en la alegría, en la esperanza, en saberse confesar con un amigo. Es el estado en los amargados, los que escupen el asado, que también es una expresión del Martín Fierro”. ¿Por qué pasa a la historia el viejo Vizcacha? Se pregunta y se responde: “Es el que escupe el asado, ninguno está exento de tener una mala noticia. Escupir el asado es un profanador, el profanador es así: a los más queridos les dice las palabras más inadecuadas por lo tanto nuestra vida tiene que tener una autocontención. No escupir el asado, no hacerlo de una manera deliberada. La esperanza es parte del azar, es una azar que busca su objetividad, busca cumplirse, busca un rastro de verdad. Por eso la verdad es movediza, está jugando a las escondidas con la esperanza”.

Los setenta, la disciplina y el macrismo

“Lo primero que te venga es lo que vale, según dice mi psicóloga” dijo Dady Brieva y con eso rompió el hielo. “Hablame de los setenta”.

“Una época linda, donde uno se hace responsable de acciones que después le cuesta toda la vida pensar qué es lo que estábamos haciendo. Eso me parece que son los setenta. En mí es un recuerdo que siempre aparece interrogándome y se presenta bajo varias máscaras. No es ya el niño que habla su geringosa, que encierra su futura poética – o su futura existencia, que puede ser también la anulación de su poética  -, sino un tramo más de la vera que es la adolescencia superada y la ansiedad de la política. Existía el reclamo de la forma más extrema de la lucha, que es la lucha a través de las armas. Tenías que decidir, era un momento muy drástico, oscuro. Donde quien decidía más directamente por las armas era necesariamente el que tenía el lenguaje más estricto, que es el lenguaje de la orden. Entonces estar inmerso en un mundo donde el lenguaje no es el de la promesa o la ironía, o lenguaje ambiguo sino que es el lenguaje de la orden es dificultoso, es una prueba magistral de si aguantás o no aguantás. El lenguaje de la orden que lleva a las armas y el lenguaje de las armas que lleva a la orden.  Eso no es un tema fácil porque los que decidimos a partir del descubrimiento titubeante de que entre las armas y el mundo de la orden, es decir el lenguaje cifrado que está en el mundo que implica el mundo de las armas, es el mundo de tu probable futura muerte y de la probable futura muerte del otro”.

“Eso nunca fue pensado así en ese momento, esa probabilidad de una mutua muerte, no fue pensado así porque todo estaba suspendido en un tramo de objetividad del pensamiento, era una revolución incluso mundial. Había que tomar una decisión de cambiar tu lenguaje, no tanto de pensar si te tocaba o no el momento supremo de la muerte propia o de la de otro por tu intermediación. Eso suponía que se abría tu consciencia en una escisión que aún hoy a mí me calcina: si te corrés un paso y decís este lenguaje de la orden no me gusta en sí mismo y me parece que la política tendría que tener otro lenguaje, te corriste también de un tipo de acción que te permitía más posibilidades de emerger indemne. Ahora te quedás pensando si te apartaste del lugar central de los acontecimientos que estaba al mundo de la orden – que era la visión objetiva de la historia –  porque no te gustaba esa objetividad, porque decías que la historia nunca es así, que tiene más quebraduras internas o porque realmente no supiste estar a la altura de tus responsabilidades históricas. Eso siempre te queda como duda”.

“Por ejemplo, es un hecho que de aquellas personas que en los años setenta tomaron las decisiones más drásticas la mayoría pasaron por campos de tortura y están desaparecidos y no ocurrió lo mismo con los que rozaron apenas el tema, que fue mi caso. La gran mayoría no estuvimos en las condiciones de los que se internaron más duramente en ese lenguaje. Ahora, ese lenguaje no es que exista sólo en las formaciones militarizadas en el ejército regular y en las demás acciones que se hacen bajo ese cuño, – porque hay muchos ejércitos irregulares que además los financian Estados – sino que también ocurre en el lenguaje empresarial, en el lenguaje del Estado”.

“El macrismo tiene ese lenguaje, es el lenguaje de la orden, de la disciplina, pero en la empresa y sí hay diferencia porque no se mata a nadie ni sos muerto por nadie, es una gran diferencia, sólo que si se desliza toda palabra literal a una cierta área más metafórica también es restringir mucho la vida de las personas. Incluso deja de ser una metáfora para llevar a muchos de una forma de vida muy parecida a una forma de muerte, por lo que evidentemente el lenguaje del orden es el lenguaje de la producción, del disciplinamiento”.

“Quienes lo cambian también existen dentro del capitalismo, trabajo informal en Silicon valley: vienen con zapatillas, hasta pueden ir desnudos y son altos técnicos informáticos. Ahí también hay que hacer algo para acercar la idea de trabajo a una forma libre de trabajo y al mismo tiempo no buscar libertades aparentes que se puedan reflejar en indumentaria, en el lenguaje, etc. y que no son más que otras formas más sutiles de sumisión del aparato central del capitalismo.

Macrismo transpolítico

Dady Brieva: Yo me ponía el brazalete de la JP y dirigía el tránsito…

Horacio González contestó: Dirigir el tránsito con un brazalete político significa algo muy importante: la toma de la ciudad. Una ciudad con marchas, es una ciudad que vive el aire libre de la vinculación entre personas con intereses comunes aunque sea fugazmente. Yo creo que el gobierno ha percibido esto, quieren cambiar la ciudad con cosas que hay que discutirlas porque están bien. Por ejemplo, el metrobus te hace ahorrar tiempo: quince minutos, nueve minutos en la 9 de julio, el que venga de La Matanza media hora, ya es un tiempo porque la vida laboral del que tiene trabajo hoy está muy sometida a largos viajes con poco tiempo para la casa para entretenimiento, para cantar tangos…”

“Si ven el centro está lleno de rejas, de parantes, de alisadoras, de “gente trabajando”. Yo definiría que el macrismo está ahí, admitiendo que están haciendo cosas que puedan servir a la gente: Ahorrar viaje. Sin embargo, en la 9 de julio no. El metrobus arruina un gran paseo público. Una ciudad sin paseo público hace de la circulación un poco más rápida, igual que la circulacion de mercancía. Si uno viaja por el metrobus es un ente financiero viajando en una bolsa: Juancito iba a trabajar a Alpargatas desde Parque Patricios – un ejemplo antiguo porque no está más – ganó nueve minutos en el viaje. Esos nueve minutos que ganaste salen como una categoría bursátil. En el medio, se perdió algo que no es de circulación sino que es un gran paseo público”.

“Las ciudades se reforman en relación a las marchas. Paris en el siglo XIX se reformó en relación a las marchas. Todo el socialismo francés tuvo que cambiar por la construcción de los grandes bulevares y lo hizo un gran arquitecto. Tiene mucha belleza, pero todavía era una ciudad medieval con callejuelas que favorecían las barricadas. Estas barricadas modernas del macrismo son las obras de construcción. Es complejo el tema porque no quiere decir que no sean útiles después, pero nos debe llamar la atención que a la carpa docente la sacan porque alguien descubrió que era necesario, útil, indispensable y racional que ahora mismo se debían arreglar las veredas de la Plaza Congreso. El macrismo es transpolítico, está más allá de la política, hace política de intervención en todos los asuntos públicos. Así que éramos unos nenes de pecho pensando que tocando el pito con un brazalete teníamos un poder mayor que el que tiene el macrismo”.

Saber explorar el mal

“El mayo francés, los hippies, los movimientos latinoamericanos, todos queríamos cambiar el mundo, y estuvimos a nada de conseguirlo. ¿Saben qué nos faltó?”, dijo el actor y rápidamente se respondió ”Nos faltó maldad”. Así, dio lugar a que Horacio González explorara el término y trabaje sobre la idea del mal y los falsos buenos actos en aplicados a la política.

“La maldad es un ingrediente necesario en nuestras vidas. Es posible pensar en la maldad, hablar de la maldad, preguntarse por la maldad, pero después es difícil dar ese salto que implica lo que no sabemos: en qué consistiría hacer una maldad. La maldad tiene un gran privilegio como acción: no estamos seguros de cometerla y nunca estamos seguros de no estar haciéndola constantemente. La maldad es una cosa incierta en nuestras vidas”, afirmó Horacio González.

Minutos antes Dady Brieva se había preguntado “Qué tanto estamos dispuestos a cambiar para no ser una suma de voluntades, para no terminar como el barco de Greenpeace”. El sociólogo, con una sonrisa, contestó: “Podemos suponer que Greenpeace es una especie de bondad que no puede pensarse a sí misma, por lo tanto es una bondad un poco tonta. Hace una tarea aceptable, pero si pudiera ser pensada más a fondo debiera preguntarse qué intereses más oscuros la financian, qué grandes potencias promueven su acción que efectivamente en lo específico defiende aspectos totalmente compartibles de la acción contra la naturaleza, los pingüinos, la minería tal como se hace en todo el mundo con elementos altamente tóxicos y las formas de vida en general enlazadas por un capitalismo salvaje; pero lo cierto es que la financian grandes empresas y entre ellas hay un desacuerdo fundamental en los niveles de contaminación que Estados Unidos no reconoce y los demás países sí. Eso se llama los acuerdos de Kioto, respecto a cómo se contamina la atmósfera, Greenpeace, la paz verde, es una encarnación del bien y no pueden pensar en aquellos que son respaldo financiero de sus actividades, que reservan ciertas zonas del planeta para que estén más protegidas de los efectos de la industrialización”.

Ahora eso sería compatible con que nuestros países nunca se industrialicen, por ejemplo declarar el Amazonas como un lugar protegido, en donde el capitalismo no entraria, es como declararlo un país imaginario llamado República Ecológica del Amazonas y no tendría derecho Brasil a decir que el Amazonas es un lugar en donde podría cruzarse una carretera. De hecho hay una gran carretera y Greenpeace está en contra de ella. Sé que todo esto es una gran discusión, pero es una discusión sobre qué parte del bien nos puede pesar el mal y que parte del mal es consecuencia de acciones que parecen buenas. El gran problema (de las palabras de Dady) es que queremos hacer el bien y sin darnos cuenta aparece el mal. El mal es algo que no sabemos describir muy bien y que no quisiéramos tener en nuestras vidas.

En el ejemplo de Greenpeace “habría que preguntarse cómo podríamos hacer para proteger la naturaleza – que eso estaría bien – y al mismo tiempo aceptar las cartas que tiene la vida, que a veces te llevar a tener que tomar decisiones bruscas y cuando las tomás evidentemente hay que aceptar que estás en medio de una historia llena de luto, de fragor y de tragedia. Por ejemplo, hay que industrializar los países, no puede ser que Greenpeace lo impida en nombre de los países que ya están industrializados, en nombre de un bien abstracto, tenemos que ser buenos en concreto y ese ser buenos en concreto implicaría aceptar que hay una oscura zona en nuestra alma que tenemos que saber explorar a veces llamándola el mal”.

El amor político

“El amor es una palabra perfecta. Tiene su misterio, no puede ser descrito con facilidad. Ocurre cuando uno no se da cuenta y se escapa cuando uno cree estar en él. Esa foto de mayo del 68 donde dos chicos se besan debajo de una bandera recorrió el mundo, si la foto se mantiene es porque es algo que se sigue buscando. Suponía que el amor estaba protegido por una historia en movimiento, no así en la tradición lírica que no la protege ninguna historia sino que vale por sí misma y los que se enamoran lo hacen fuera de toda consideración histórica: son como Paolo y Francesca en La Divina Comedia castigados, la historia los castiga, los hace suicidar o los manda al infierno en el Dante”.
 
“Otra cosa es el amor inspirado en compartir ideales y el amor como un ideal más. De ahí el amor dentro de la revolución francesa, el amor entre dos militantes, el amor en la comuna de París o en el París del 68. El amor tiene esas dos significaciones. El amor bajo el emblema de redención, incluso el amor cristiano es así, y el amor más doméstico, el amor que se descubre más allá de la historia que incluso eso lleva a la lucha entre familias. El amor traspone eso, el amor entre el macrista y el peronista. Bueno, eso ya lo demostró el Momo Venegas que es posible. Montescos y Capuletos es un modelo de conflicto radical, no lo resuelve nadie. Ahí Shakespeare lo que quería decir es que el amor traspasa fronteras, como muchas veces se dice, es el ente creador por excelencia, el ombligo de la creación. Y otros dirían, no, te enamoras de afinidades, y te arrastra la historia en medio de un enamoramiento y aparecen las banderas de la historia para amparar un amor entre personas”.

“A mi me pasa con todos los amores políticos que tuve desde los 20 años en adelante concretamente con Perón – que lo tengo bajo revisión –  en general sale bien parado pero… a mi me gustaba mucho. No sé si llamarlo amor. Cómo se relaciona uno con una figura que da el nombre, Perón y el peronismo que dio el nombre a millones de personas. Ocurre de una manera persistente. Hoy vivimos un momento difícil porque sin abandonar el nombre están en el macrismo entonces el macrismo es algo parecido al peronismo, por un nombre de nombres, hay de todos pero peronistas son todos, decía Perón.

Fuente: Nuestras Voces

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