domingo, 19 de enero de 2020

Polémicas idiotas


Teodoro Boot
Para felicidad de una oposición cerril, amoral y corrompida, que se pasa por el cuarto los intereses nacionales y pretende condenar definitivamente a más de la mitad de la población a la marginalidad económica, política y social a la que la llevó en los últimos cuatro años, una irresponsable polémica –a primera vista bizantina y boba– amaga con desgarrar a la coalición gobernante: los ex funcionarios y dirigentes opositores al macrismo, debido a razones políticas primero estigmatizados por los medios de comunicación y después detenidos –y en algunos casos condenados– por distintas instancias judiciales, en la mayoría de los casos transgrediendo las normas del debido proceso ¿son o no son presos políticos?

El presidente aclara que técnicamente no lo son, en tanto no se encuentran a disposición del poder ejecutivo y no está en manos del poder político la facultad de liberarlos o desprocesarlos. Y, trascartón, la presidenta de una de las líneas de Madres de Plaza de Mayo, un senador nacional y nada menos que un miembro del gabinete salen a contradecirlo.

Estando, como uno cree (tal vez erróneamente), estar entre gente grande, que sabe o debería saber de qué se trata, que (vistas las consecuencias) ha aprendido de lo peligroso y perjudicial  que resulta el chamuyarse encima al divino botón, cuesta creer  que lo que se discute sea lo que se argumenta públicamente. Pero si se debate mediáticamente al estilo Wanda Nara, agarrémonos fuerte: es señal inequívoca de que muchas personas grandes y al parecer serias no han aprendido absolutamente nada, ni de lo ocurrido en los últimos 75 años ni del reciente desastre propiciado por errores y liviandades de similar naturaleza.

No estamos –ni lo estuvimos en la mayor parte de los años transcurridos desde el 17 de octubre de 1945 o, con mayor precisión, desde que un 12 de octubre de 1916 asumía el gobierno el primer presidente electo por el voto popular– frente a un conglomerado de poder que tenga algunos puntos de coincidencia, tanto en los aspectos económicos, como en los sociales, culturales o en lo que al interés nacional se refiere, con lo que, más que un partido político, debiéramos entender como un necesario movimiento nacional. Y, en los últimos tiempos, empezó a gestarse como un tímido frente electoral. Estamos –hoy más que nunca antes– frente a una banda de gángsters decididos a depredar un país que no les importa en lo más mínimo, infinitamente menos de lo que les preocupaba a los Duhau, Álzaga Unzué o Pereyra Iraola, quienes obtenían su renta del territorio, al que en consecuencia, se veían obligados a cuidar de alguna manera: estos gángsters tratan de apropiarse de todo cuanto puedan y al costo que sea: sus verdaderos y estratégicos intereses no están vinculados al territorio sino al sistema financiero internacional. Se trata –y ya lo han demostrado con claridad– de tipos dispuestos a acabar –de la forma que necesiten hacerlo, aun físicamente– con quien se les ponga delante, que cuentan con inmensos recursos mediáticos, judiciales, delictivos y –lo que no es menor–, en algunos casos por interés y en la mayoría por manipulación, con el apoyo o la simpatía de un significativo porcentaje de la ciudadanía.

Es suicida jugar –como alegremente se hizo en el 2015, con las consecuencias a la vista– con gente dispuesta a todo, sin pruritos ni prejuicios de ninguna naturaleza, y con el suficiente poder como para conseguir lo que quieren.

En un país partido desde sus mismo origen, organizado institucionalmente en contra del pueblo y los intereses nacionales, con poderes económicos ausentistas que han sido capaces de colonizar al poder judicial, manejar los medios de comunicación y “educar al soberano”, un país que después de décadas de violencia consiguió por fin estabilizar algo parecido a la democracia, lo primordial es siempre construir la mayoría suficiente para ganar las elecciones, y después –evitando la tentación de hablarse encima en la absurda creencia de que el palabrerío es capaz de transformar las cosas– ampliar esa mayoría –no de hacerla “mejor”, más pura y cristalina, sino más amplia, más gris y heterogénea– a fin de contar con alguna capacidad de gobernar. Y, dentro de lo posible, tener la calma y la sabiduría suficientes como para no propiciar la unidad de esa oposición que, en esencia, está dividida y a la que sólo han unido nuestros errores y nuestra propia estupidez.

No vamos aquí a sumar nuestro palabrerío al palabrerío al divino botón y –viejos y cascoteados como estamos– ni se nos ocurrirá ponernos en tiquismiquis y especular sobre quién tiene la razón acerca de si los detenidos, procesados y hasta condenados judicialmente por pertenecer a un movimiento político son o no son presos políticos. ¿Qué importancia tiene esto finalmente? Lo que interesa es saber que su liberación no está en manos del Poder Ejecutivo sino de quien los ha procesado y detenido ilegalmente: el poder judicial. Y muy especialmente de la Corte Suprema, que de una vez por todas debe hacer cumplir su propia acordada. Es ahí donde hay que mirar y exigir la solución de un estado de cosas que no sólo viola la ley sino que vulnera los derechos humanos y agravia el más elemental sentido de la decencia.

En suma, al menos por una vez dejemos de estar mirando a los lados y miremos hacia donde hay que mirar: al frente.

martes, 14 de enero de 2020

Osvaldo Bazán, este es el peor gobierno en 50 años


Lo dijo el periodista Osvaldo Bazán en referencia al flamante gobierno de Alberto Fernández en diálogo con Ernesto Tenembaun.

El periodista Bazán que es panelista en TN, momentos antes había hecho referencia a María Eugenia Vidal, expresando que le pareció revolucionario que ella hable de cloacas, y enalteciendo también la gestión de Mauricio Macri.

Continuando con su ataque al presidente Fernández, expresó que no se bancan que hicieron una devaluación al 30% y le llaman dólar solidario.

Explosión de memes por la vida amorosa de Vidal y Sacco
Bazán afirmo categóricamente que el gobierno está cumpliendo con las 3 cosas que se propuso, venganza, impunidad y choreo.

Fuente: Periódico Argentino

sábado, 4 de enero de 2020

"Caos controlado" como herramienta de estrategia geopolítica


Escrito por el Prof. Dr. Vladimir Prav para Southfront

Hoy en día, están siendo utilizados una variedad de medios en la lucha geopolítica con el fin de poner en práctica y ampliar el "caos controlado" en las economías y las sociedades nacionales. El actor que usa la herramienta mantiene el "caos controlado" dentro del país contrario.

Steven Mann, experto en política exterior de los Estados Unidos, que participó en el desarrollo de muchos de los actuales puntos calientes de "caos controlado" en varias partes del mundo, habla abiertamente de la necesidad de utilizar "el aumento del nivel de la crítica en términos muy firmes", causando "caos controlado" para asegurar y promover los intereses nacionales de los Estados Unidos.

Steven Mann es una figura clave detrás del desarrollo de la teoría del "caos controlado" como medio para promover los intereses nacionales de los EEUU. Mann nació en 1951 y se graduó en el Oberlin College en 1973 con una licenciatura en alemán. En 1974, obtuvo un Máster en Literatura Alemana de la Universidad de Cornell y ha sido miembro del Servicio Exterior desde 1976. Recibió una beca Harriman del Institute for Advanced Soviet Studies para obtener un Máster en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia en 1985-86. Se graduó en la National Defense University en Washington, DC.

Comenzó su carrera como miembro del personal de la embajada de Estados Unidos en Jamaica. Más tarde trabajó en Moscú, en la oficina del Departamento de Estado en la URSS, y en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado (un centro de crisis 24 horas). Sirvió como jefe en funciones de la misión en Micronesia (1986-1988), Mongolia (1988) y Armenia (1992). Entre 1991 y 1992 trabajó en el Departamento de Defensa de Estados Unidos en relacción a Rusia y Europa del Este, y en 1992-1994 fue asignado a Sri Lanka como embajador adjunto. Entre 1995 y 1998, fue contratado como jefe del Departamento de Estado en la India, Nepal y Sri Lanka. Desde 2001, Mann ha sido representante especial presidencial para los países del Mar Caspio, actuando como portavoz principal de los intereses energéticos de los Estados Unidos en esa región y como lobbysta en el oleoducto Aktau-Bakú-Tbilisi-Jeikhan.

Al graduarse en la NDU en 1992, Mann escribió un artículo titulado "Chaos Theory and Strategic Thought // Parameters" [Teoría del Caos y Pensamiento Estratégico // Parámetros] (US Army War College Quarterly, Vol. XXII, Autumn 1992, pp. 54-68). En este artículo, se exponen las siguientes tesis: "Podemos aprender mucho si vemos el caos y la reorganización como oportunidades, y no perseguir la estabilidad como una meta ilusoria...". "El entorno internacional es un excelente ejemplo de un sistema caótico, con un "carácter crítico auto-organizativo", siendo una herramienta analítica útil. El mundo está condenado a ser caótico, debido a que los muchos actores humanos en la política tienen diferentes objetivos y valores". "Cada actor en los sistemas políticamente críticos crea energía de conflicto,... lo que provoca un cambio en el status quo participando así en la creación de una situación crítica... y cualquier curso de acción lleva el estado de cosas a una reorganización cataclísmica inevitable".

La idea principal que se deriva de los pensamientos de Mann es llevar el sistema a un estado de "criticidad política". Entonces, el sistema, dadas ciertas condiciones, entrará inevitablemente en el caos y la "transformación". Mann también escribe que "Dada la ventaja de los Estados Unidos en las comunicaciones y la creciente capacidad de movilidad global, el virus (en el sentido de una infección ideológica) será auto-replicante y se expandirá de forma caótica. Por lo tanto, nuestra seguridad nacional será preservada". Y más adelante: "Esta es la única manera de establecer un orden mundial a largo plazo. Si no podemos lograr un cambio ideológico en el mundo entero, tendremos solamente períodos esporádicos de calma entre transformaciones catastróficas". Las palabras de Mann sobre el "orden mundial" están ahí en aras de la corrección política. Porque su artículo sólo habla del caos que, a juzgar por las palabras de Mann, será la "mejor garantía de la seguridad nacional de los Estados Unidos", siendo los únicos capaces de preservarse a sí mismos como una "isla de orden" en un océano de "criticidad controlada" o caos global.

De acuerdo a la "teoría", el desmantelamiento de los estados-nación ya existentes, las culturas tradicionales, y las civilizaciones se puede lograr mediante:

- La des-ideologización de la población.
- Desechando el "lastre" de los valores ya existentes, y su sustitución por un conjunto propio.
- El aumento de las expectativas materiales, especialmente entre la élite.
- La pérdida de control sobre la economía y su destrucción final.
- Actos ilegales de movimientos supuestamente espontáneos que a menudo tienen carácter étnico o religioso.

Una vez aplicadas, estas políticas clave conducen a las "revoluciones de color".

La teoría del "caos controlado" se basa en la reforma de la conciencia de las masas, las visiones del mundo, y la esfera espiritual mediante el sometimiento de los individuos a modernos medios de manipulación. Equivale a una operación psicológica global que es parte de la globalización y que destruye la cultura de la solidaridad y la sustituye por el culto al dinero y los estereotipos sociales-darwinistas sobre el papel del individuo en la sociedad. La capacidad de las masas para ofrecer resistencia a través de la auto-organización se reduce en consecuencia.

Teniendo en cuenta los efectos de dichas técnicas, los actores del "caos controlado" persiguen dos objetivos:

- La reducción del tamaño de la población eliminando a los que no son de utilidad para los arquitectos del nuevo orden mundial. Las reformas neoliberales provocan una catástrofe demográfica mediante la reducción de las tasas de natalidad y el aumento de las tasas de mortalidad. La revolución sexual, la propaganda del hedonismo, el individualismo, y el consumismo, reducen las tasas de natalidad. El darwinismo social y la indiferencia hacia el sufrimiento de los más cercanos privan a las personas de su voluntad de vivir y aumentan las tasas de mortalidad. El gran número de personas pobres y sin hogar se convierte en un mecanismo eutanásico de facto, ya que la gente de estas categorías muere rápidamente, a pesar de que más personas son empujadas hacia abajo para reemplazarlos.

- El objetivo de destruir una nación establece que la imposición del control sobre la misma es interceptado por las corporaciones transnacionales, las organizaciones criminales, las organizaciones e instituciones supranacionales, que responden a quienes emplean las tecnologías del caos controlado. Esta tarea combina "poder blando" con bárbaras agresiones militares (Yugoslavia, Irak y Libia). Este proceso facilita el control de los agresores sobre los recursos globales financieros, militares, y de información.

Debemos tener en cuenta que las economías de la UE y de los Estados Unidos no crecen incrementando su producción, sino reasignando la riqueza entre los estados fuertes y los débiles. Esto se logra mediante el debilitamiento del Estado-nación (por lo general mediante la elaboración de la trampa de la deuda), la privatización y la compra de todo tipo de bienes nacionales, incluidos los naturales.

Bajo la presión de las instituciones financieras, el Estado-nación se convierte en una herramienta de este tipo de globalización mediante la privatización y la reducción de los gastos en las necesidades sociales o en el mantenimiento de la ciencia y de la cultura. Precisa también organizar migraciones laborales ilegales masivas que hacen a los trabajadores individuales mucho más baratos, privándoles de derechos. En combinación, las dos operaciones privan al estado objetivo de su capacidad de funcionar como un actor internacional. Es una forma encubierta de eliminar competidores económicos. Los principales síntomas de la pérdida de la soberanía de uno incluyen la incapacidad para percibir e interpretar la situación, elevarse por encima de ella, afirmar la propia identidad y la capacidad para poner en práctica ideas innovadoras y audaces.

Como resultado:

- El estado ya no es autónomo, no tiene una estrategia de desarrollo, y no puede garantizar unas condiciones de vida dignas a sus ciudadanos y garantizar los derechos constitucionales.
- Los funcionarios corruptos juegan un papel clave en el control de la economía y la sociedad.
- La clase media va desapareciendo, se va desorganizando, y alienando.
- Los partidos y movimientos políticos son meras fachadas.
- Los movimientos sociales no tienen ningún efecto real en la política.
- Los ciudadanos son pasivos y sufren los principales problemas de identidad (estatales, étnicos, familiares).

Veamos algunos ejemplos de aplicación del caos controlado dirigido a privar de los fundamentos de la independencia nacional.

1. La neutralización del impulso para el desarrollo.

- Destrucción del aparato de política estatal, sembrándolo con agentes de influencia.

- Infección a través de la corrupción, promoviendo el culto al dinero.

- Burocratización del gobierno.

- Eliminación de la comunidad científica de la influencia en las políticas del país.

- Creando mitos: "el mercado lo va a arreglar todo."

2. Bloqueo de los reflejos de reacción

- Exportación masiva de organizaciones de culto.

- Uso de tecnologías políticas en las campañas electorales.

- Transformación de los medios de comunicación en agentes del mercado.

- Promoción de una cultura de masas primitiva.

3. Destrucción de los lazos de comunicaciones.

- Individualización a través del neoliberalismo, la atomización de la sociedad.

- Destrucción de los lazos comunitarios.

- Destrucción de las redes de transporte.

- Promoción de los conflictos étnicos y religiosos.

- Fragmentación de clases en clase rica y clase pobre.

- Conflicto generacional.

4. Reducción de la capacidad de influir en los acontecimientos.

- Uso de técnicas de manipulación en las campañas electorales.

- Promoción de las ideologías neoliberales, tales como el individualismo y la atomización.

- Promover el culto al dinero y un sistema de valores primitivo.

- Cierre de medios de comunicación independientes.

- Promoción de la corrupción y la criminalización.

5. Reducción de la capacidad de lograr el desarrollo:

- Destrucción de la economía doméstica y del progreso educativo.

- Promoción de la desindustrialización través de la privatización, la quiebra, y la destrucción del sistema de formación profesional.

- Eliminación de los controles de capital.

- Dependencia del crédito de los sistemas financieros internacionales.

- Incapacidad para resistirse a la dependencia de las importaciones.

- Rrevención de la participación activa de la sociedad en el desarrollo del país.

En conclusión:

Los EE.UU. son actualmente el principal actor que usa herramientas de "caos controlado" con el objetivo de tomar el control de un país o región e impedir que logre su propio desarrollo. El caos controlado es de-facto neocolonialismo que transforma a los países en proveedores de recursos para el primer mundo. Implica relaciones depredadoras en el comercio y en la adquisición de la propiedad.

El uso de tecnologías de caos controlado va en contra de las normas internacionales de no intervención en los asuntos internos. Esto significa que hay una base para la prohibición y la supervisión internacional de las tecnologías de caos controlado. Durante las últimas décadas, varios países estuvieron a favor de garantizar la seguridad de la información internacional a través de acuerdos legales, ahora también podrían emprender acciones similares en lo que se refiere a las tecnologías de caos controlado.
Fuente: Southfront

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