En Finlandia, los estudiantes tienen pocas
evaluaciones.
Finlandia: cómo la igualdad de oportunidades
para ricos y pobres ayudó a que el país nórdico se convirtiera en referencia
mundial en educación
Claudia Wallin
Desde Estocolmo para BBC News. 21 septiembre 2018
Los finlandeses conocieron el asfalto en la
década de 1920. Hasta principios del siglo XX, lo que conocían era básicamente
la pobreza.
Como contraste, cuando en 1909 la avenida
Paulista se convirtió en la primera vía asfaltada en la ciudad brasileña de Sao
Paulo, en Finlandia predominaba una economía agraria y sus primeros 14 km de
autopista no se inaugurarían hasta 1963.
¿Cómo cambiaron estos países en los siguientes
años?
Por un lado, Finlandia se transformó con un
conjunto de políticas educativas y sociales que crearon uno de lo modelos más
celebrados de excelencia en educación pública en el mundo.
Mientras que en Brasil, como en la mayoría de
América Latina, reducir la inmensa desigualdad de oportunidades educativas
entre niños que nacen en familias pobres y los de familias ricas, sigue siendo
uno de los principales desafíos.
El "milagro" finlandés
El conocido milagro finlandés inició en la
década de los 70 y cobró fuerza en los años 90 con una serie de reformas
innovadoras.
En un lapso de 30 años, Finlandia transformó un
sistema educativo mediocre e ineficaz en una incubadora de talentos que
encabezó rankings mundiales de desempeño estudiantil y apalancó el nacimiento
de una economía sofisticada y altamente industrializada.
La moderna economía finlandesa tiene en su base
una excelente educación.
Se trata, a primera vista, de un enigma: los
finlandeses están haciendo exactamente lo contrario de lo que el resto del
mundo hace en la eterna búsqueda de mejores resultados escolares, y está bien.
El recetario finlandés incluye reducir el número
de horas de clase y limitar al mínimo los deberes de casa y las pruebas
escolares.
Educadores internacionales estudian el
paradójico modelo finlandés en busca de la fórmula milagrosa. Y la respuesta de
los finlandeses es esta: la educación pública de alta calidad no es el
resultado de políticas educativas por sí solas, sino también de políticas
sociales.
"El estado de bienestar social finlandés
desempeña un papel crucial para el éxito del modelo al garantizar a todos los
niños oportunidades y condiciones iguales para un aprendizaje gratuito y de
calidad", dice el educador Pasi Sahlberg, uno de los creadores de las
reformas políticas educativas de Finlandia en los años 90, en el libro Finish
Lessons ("Lecciones Finlandesas").
Iguales oportunidades
La preocupación por garantizar que todos los
finlandeses tengan oportunidades de desarrollo iguales es visible en las
instalaciones de la escuela Viikki, uno de los centros educativos de enseñanza
media más importantes en la capital finlandesa, Helsinki.
Como en todas las escuelas de Finlandia, ahí se
puede ver al hijo de un empresario estudiando junto al hijo de un obrero.
En las escuelas públicas finlandesas, todo es
gratuito. Incluyendo la comida.
En el amplio comedor, se sirven a diario comidas
saludables de manera abundante a los estudiantes, mientras que los servicios de
atención médica y odontológica cuidan de manera gratuita la salud de los 940
alumnos.
Todo el material escolar también es gratuito.
Los equipos de pedagogos y psicólogos acompañan cuidadosamente el desarrollo de
cada niño para identificar problemas como dislexia y proporcionar apoyo
inmediato. Y las matrículas escolares no existen.
Sahlberg destaca además el impacto del ejercicio
en la enseñanza en el modelo de igualdad y justicia social creado gradualmente
por los finlandeses a partir de la posguerra: salud, educación y vivienda para
todos, generosos permisos de paternidad para cuidar a los niños y guarderías
ampliamente subsidiadas o hasta gratuitas.
También hay una amplia y solidaria red de
protección a los ciudadanos.
"La desigualdad social, la pobreza infantil
y la ausencia de servicios básicos tienen un fuerte impacto negativo en el
desempeño del sistema educativo de un país", puntualiza Sahlberg.
La transformación
Hasta finales de los años 60, solo el 10% de los
finlandeses había terminado la enseñanza secundaria. Las oportunidades eran
limitadas y el acceso, desigual. Muchas familias no podían pagar las
instituciones privadas de enseñanza y las escuelas públicas eran insuficientes.
Un diploma universitario era considerado, en ese
entonces, un trofeo excepcional: solo el 7% de la población contaba con
educación superior. Y en todas las áreas de aprendizaje, Finlandia era símbolo
de retraso.
En todas las escuelas finlandesas, los hijos de
empresarios y obreros estudian juntos.
La historia del país, sin embargo, siempre se
caracterizó por la resiliencia de su pueblo, que logró su independencia hasta
1917, después de seis siglos bajo el dominio del reino de Suecia y más de cien
años como gran ducado del Imperio ruso y sus cinco zares.
En la década de los 70, la nación fue convocada
a cambiar. Una educación pública estelar pasó a ser percibida como la base
fundamental para la creación de un futuro menos mediocre y desarrollar el
capital humano del país se convirtió en la misión primordial del Estado
finlandés.
El principio de igualdad e inclusión social
marcó el desarrollo de los años 70 de la nueva peruskoulu (educación
obligatoria finlandesa), que abarca la enseñanza primaria y la media.
En una decisión histórica del Parlamento
finlandés, todos los niños, independientemente de contexto socioeconómico o
domicilio, pasaron a tener acceso igualitario y gratuitoa escuelas de calidad
para cumplir los nueve años de educación básica.
Los profesores son altamente valorados en
Finlandia.
El siguiente paso fundamental fue una valoración
sin precedentes del profesor.
Finlandia lanzó programas de formación de
excelencia para el magisterio en las universidades del país. Creó condiciones
notables de trabajo y amplia autonomía para tomar decisiones en las escuelas,
pagando razonablemente bien a sus profesores.
La profesión de maestro se convirtió en una de
las favoritas entre los jóvenes finlandeses, por encima de las profesiones en
medicina, derecho y arquitectura.
Participación de la sociedad
En los años 90, el país anunció una nueva revolución
de la enseñanza.
Las asociaciones de profesores, políticos,
padres, miembros de la academia y diferentes sectores de la sociedad fueron
llamados a participar en la creación de dos nuevos y revolucionarios paradigmas
de la educación en el país.
Y rechazaron la fórmula convencional aplicada en
la mayor parte del mundo como receta para mejorar el desempeño escolar.
La pista de patinaje de esta escuela fue
construida gracias a la idea sugerida por los alumnos, que ayudaron hasta
dibujarla
"Fue particularmente significativo el papel
que desempeñaron varias organizaciones de la sociedad civil", destaca
Sahlberg, quien también fue uno de los consejeros del Ministerio de Educación
finlandés en los años 90.
La transformación del sistema fue profunda. Y
rápida. Como resultado, a finales de la década de los 90 la peruskoulu
finlandesa se convirtió en líder mundial en matemáticas, ciencia e
interpretación.
Los primeros resultados del Programa
Internacional de Evaluación a Alumnos (PISA por sus siglas en inglés),
publicados en 2001, sorprendieron a los propios finlandeses: en todos los
ámbitos académicos, Finlandia empezó en la cima del ranking mundial.
Y permanece hasta hoy entre los más destacados
miembros del club.
En educación, Finlandia también ha sido una
ganadora.
Finlandia dice haber aprendido una lección: las
políticas de educación efectivas deben ir de la mano con políticas sociales.
"Las personas en Finlandia tienen un
profundo sentido de responsabilidad compartida sobre la importancia no solo de
la vida propia, sino del bienestar de los demás", observa Sahlberg en su
libro Finish lessons.
"Los cuidados al bienestar del niño
comienzan antes del nacimiento y se extienden hasta la edad adulta. Las
guarderías públicas son un derecho garantizado para todos los niños, quienes
también tienen acceso igualitario a todo tipo de servicio básico. La educación
se considera en nuestro país se considera un bien público. Y es, por lo tanto,
protegida en la constitución del país como un derecho humano básico",
añade.
La inversión finlandesa en la educación también
se considera uno de los motores centrales del desarrollo económico y para poner
fin a la pobreza en el país.
Ciudadanos altamente capacitados han aprovechado
el crecimiento de la producción y la transformación de Finlandia en uno de los
principales polos de innovación y tecnología en el mundo con el nacimiento de
empresas como el gigante de las telecomunicaciones Nokia.
Y las políticas educativas crecieron al lado de
las políticas sociales.
Igualdad desde la cuna
La vasta red de beneficios sociales en Finlandia
es el resultado de la construcción, a partir de los años 70, de un generoso
Estado de Bienestar social, financiado por una de las más altas cargas
tributarias en el mundo.
La tasa de impuestos sobre la renta individual
en el país es hoy del 51.6%, lo que no impidió a Finlandia aparecer este año en
la cima del ranking de los países más felices del mundo elaborado por la ONU
(World Happiness Report).
La entrega de la caja de cartón con artículos
para recién nacidos es una de las exitosas políticas sociales del país.
Pero ya desde finales de los años 30, Finlandia
ofrece a todas las mujeres embarazadas un kit de maternidad con unas 50 cosas
básicas para el bebé. El objetivo del regalo es proporcionar a todos un
comienzo de vida igual, independientemente de clase social.
Además, cuando un niño nace en Finlandia, la
madre tiene derecho a 105 días hábiles de permiso de maternidad. El padre
recibe otros 54 días de licencia. Y las parejas pueden dividir entre sí un periodo
adicional de más de cinco meses de permiso parental.
Esto significa que la mayoría de los niños
finlandeses pueden tener la atención de sus padres en casa durante el primer
año de vida.
Después del periodo de permiso de paternidad,
uno de los padres tiene derecho a permanecer en casa con el niño, si así lo
prefiere, y recibir un apoyo de cerca de 450 euros al mes (US$525). En estos
casos, el padre o la madre podrán volver al mismo empleo que tenían antes hasta
que el niño cumpla 3 años de edad.
Los padres tienen todavía la opción de regresar
al trabajo, pero con carga horaria reducida, y obtener un apoyo parcial del
Estado.
La mayoría de los padres y madres regresan
eventualmente al trabajo, y cuando deciden hacerlo, el Estado ofrece una red de
guarderías especializadas y altamente subsidiadas para cuidar de los niños.
Los niños finlandeses pueden pasar con sus
padres sus primeros años de vida
Por ley, todos los niños de 0 a 6 años tienen
derecho a un lugar en la guardería, ya sea tiempo parcial o completo. Las tasas
varían de acuerdo con la renta de los padres y la zona en la que reside la
familia. El valor máximo de la mensualidad es actualmente de 290 euros (cerca
de US$338).
Para familias de menores ingresos, las
guarderías son gratuitas.
Gratis hasta el final
Al cumplir los 6 años, todos los niños
finlandeses tienen derecho a la educación preescolar, que es completamente
gratuita. El objetivo de los centros preescolares es proporcionar a cada niño
el aprendizaje de habilidades y conocimientos básicos, con el fin de
prepararlos para la vida escolar.
Con el acceso gratuito a universidades e
instituciones de enseñanza técnica y profesional, la educación de nivel
superior también ha sido una oportunidad de igual acceso para todos. La
educación en Finlandia es gratuita para todos, desde el preescolar hasta el
doctorado.
El uso de tecnología y métodos alternativos
(como pelotas en lugar de sillas) se alientan en las escuelas en Finlandia.
Las estadísticas apuntan al éxito de la fórmula
de aliar políticas educativas con políticas sociales, dice Sahberg.
"Las sociedades igualitarias tienen
ciudadanos con el grado de educación más elevado, raros casos de evasión
escolar, menores tasas de obesidad, mejores indicadores de salud mental e
índices más reducidos de embarazos adolescentes, en relación con los países en
los que la brecha entre ricos y pobres es mayor", enfatiza el educador
finlandés.
Innovar, siempre, es importante, enseñan los
finlandeses. Ya en los años 90, la reforma educativa conducida por Finlandia
sorprendió al mundo académico con una teoría paradójica, que probaría ser
visionaria.
Paradoja 1: Los alumnos aprenden más cuando los
profesores enseñan menos
La experiencia finlandesa desafía la lógica
convencional, que prescribe más horas de clase y mayor cantidad de lecciones en
casa como fórmula para impulsar el desempeño estudiantil.
Los días son más cortos en las escuelas de
Finlandia, con menos horas de clase que en todas las demás naciones
industrializadas, según estadísticas de la OCDE, organización que reúne a los
países más ricos del mundo.
La escuela primaria es prácticamente una época
libre de evaluaciones
"Es importante que los niños tengan tiempo
para ser niños", dijo la profesora Erja Schunk, de la escuela Viikki,
situada en un campus de la Universidad de Helsinki. "Lo más importante es
la calidad del tiempo en el aula, y no la cantidad".
En los Estados Unidos, un profesor pasa
aproximadamente el doble del tiempo enseñando en el aula por semana, en
comparación con un profesor finlandés.
"Dar seis horas de clase al día es una
tarea ardua, que deja a los profesores demasiado cansados para dedicarse a
otras tareas importantes para el trabajo de un educador, cómo planificar,
renovarse y dar atención cuidadosa al alumno", dice Sahlberg.
En una típica escuela finlandesa, los profesores
dan unas cuatro clases al día.
"La preocupación central de la escuela
finlandesa no es alcanzar récords de desempeño escolar, sino ayudar a
desarrollar las aptitudes de un niño para formar individuos capaces de vivir
vidas felices, dentro y fuera del trabajo", añade Sahlberg.
En las escuelas de Finlandia, los niños tienen tiempo
para ser niños.
Los profesores finlandeses tampoco creen que
aumentar la carga de tareas a los estudiantes lleve necesariamente a un mejor
aprendizaje, especialmente si las lecciones son tediosos ejercicios que no
desafían la capacidad creativa del alumno.
Según estadísticas de la OCDE, los estudiantes
finlandeses pasan menos tiempo haciendo tareas que los estudiantes de todos los
demás países: cerca de media hora al día.
"Los alumnos aprenden lo que necesitan
saber en el aula, y muchos hacen el deber de casa aquí mismo, en la propia
escuela, así que tienen tiempo para convivir con sus amigos y dedicarse a las
cosas que les gusta hacer fuera de la escuela, lo que también es importante
", dijo el profesor Martti Mery en la escuela Viikki.
En la fase preescolar, la prioridad es
desarrollar la autoconfianza de los niños. Los días en la escuela se cumplen
con tareas como aprender a orientarse sin compañía en un bosque, o atar solos
sus patines de hielo.
Paradoja 2: Los alumnos aprenden más cuando
tienen menos exámenes y evaluaciones
Los estudiantes finlandeses no necesitan
preocuparse por evaluaciones: su sistema educativo no cree en la eficacia de
una alta frecuencia de exámenes, por lo que se aplican con poca regularidad.
A pesar de eso, Finlandia brilla en los rankings
globales de educación, al lado de los países con mejor desempeño escolar del
mundo.
Los alumnos finlandeses tampoco tienen que
preocuparse tanto de los exámenes.
¿Milagro? La filosofía finlandesa es que el
objetivo principal de los profesores debe ser ayudar a los alumnos a aprender
sin ansiedad, a crear y desarrollar la curiosidad natural, y no simplemente a
pasar evaluaciones.
"La presión del modelo tradicional de
enseñanza trae consecuencias dramáticas para los alumnos, como el miedo, el
aburrimiento y el temor a correr riesgos", afirma el educador Sahlberg.
Los informes del PISA indican que sólo el 7% de
los alumnos finlandeses se siente ansioso al estudiar matemáticas. Mientras
tanto, en el rígido sistema de enseñanza de Japón, que ostenta altos niveles de
desempeño escolar, se registran récords de suicidio entre estudiantes, con un
índice que llega al 52%.
Y en las aulas de la escuela Viikki, el ambiente
es tranquilo y relajado. No hay uniformes escolares, y los alumnos estudian
descalzos - reflejando el clima de las casas escandinavas, donde nadie usa
zapatos.
La escuela primaria es prácticamente un periodo
libre de evaluaciones. Con el fin de evitar que los niños se clasifiquen de
acuerdo con su rendimiento, el sistema finlandés virtualmente abolió la
evaluación por notas escolares en los cinco primeros años de la peruskoulu.
En los años siguientes, la evaluación se realiza
con base en pruebas elaboradas por el profesor y en el desempeño del alumno en
el aula, además de una amplia evaluación de cada estudiante realizada
colectivamente por los profesores al final de cada semestre.
Los que necesitan mayor asistencia en la
enseñanza reciben atención particular: la filosofía finlandesa aprecia la
creencia de que todos los niños tienen el potencial de aprender, si tienen
apoyo y oportunidades adecuadas.
Cada año miles de jóvenes postulan al
magisterio.
El magisterio en Finlandia se convirtió además
en una carrera de prestigio.
Cada primavera, miles de jóvenes solicitan un
espacio para estudiar en los departamentos de formación de profesores de las
universidades de Finlandia.
Pero sólo los mejores y más preparados
estudiantes pueden convertirse en profesores: en el exigente sistema finlandés,
sólo cerca del 10% de los candidatos suelen ser aprobados para cursar la
maestría obligatoria en la universidad.
El grado de maestría se ha convertido en el
requisito básico y obligatorio de un profesor para poder enseñar en las
escuelas finlandesas, incluso para la educación preescolar.
Y las innovaciones continúan: el currículo
escolar adoptado en 2016 creó, por ejemplo, la enseñanza basada en fenómenos o
proyectos, que actualiza la tradicional división por materias y da más espacio
para que determinados temas (como la Segunda Guerra Mundial) sean trabajados
conjuntamente por profesores de diferentes disciplinas.
Finlandia sigue innovando en materia de
educación.
Todos los aspectos detrás del éxito finlandés
parecen ser, por lo tanto, lo opuesto de lo que se hace en la mayor parte del
mundo, donde la competencia, la alta carga de pruebas y clases, la uniformidad
de la enseñanza y la privatización son por regla general los principios
dominantes.
"Ejercer controles rígidos sobre las
escuelas y los alumnos, pagar a los profesores en base al desempeño de los
estudiantes, entregar el liderazgo de las escuelas a especialistas en gestión o
convertir escuelas públicas en privadas son ideas que no tienen lugar en el
repertorio finlandés de desarrollo de la educación" , dice el educador
Sahlberg.
Sahlberg resume así el pensamiento finlandés
sobre la educación pública de calidad:
Fuente: BBC