lunes, 20 de noviembre de 2017

“Mi padre, un asesino”: la denuncia del hijo de un genocida




La última vez que Pablo Verna habló con su padre fue en el año 2013. Hasta ese entonces lo único que sabía de Julio Alejandro Verna era que había trabajado en el Ejército Argentino como médico anestesista durante la última dictadura militar. De chico había escuchado muchas veces cómo su progenitor se jactaba entre familiares y amigos de su accionar en los escuadrones de Campo de Mayo. Por eso sospechaba que podía estar involucrado en delitos de lesa humanidad. Pablo recuerda que fueron muchas veces las que lo increpó con tal de saber la verdad. La respuesta siempre fue la misma: la negación. Hasta que un día, mientras se realizaba uno de los juicios, Pablo volvió a preguntar y por primera vez llegó la confesión: “¿Quién te va creer si me denunciás?”.

¿Cómo es el proyecto?

En esa charla, Julio Alejandro Verna admitió haber participado de los "vuelos de la muerte", en los que militares arrojaron a los detenidos desaparecidos a las aguas del Río de la Plata. Los llevaban vivos, sedados, delirando. Después los mataban. El ex capitán trabajó como anestesista y traumatólogo en el Hospital dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio de Campo de Mayo desde el 1979 al 1980. "Mi papá participó en los vuelos de la muerte, inyectando a las personas que fueron arrojadas vivas al río o al mar", relató a Telefe Noticias Documenta.

Según el testimonio de Pablo, su padre confesó haber participado de los allanamientos y secuestros. También le dijo que inyectó a los detenidos desaparecidos antes de que fueran asesinados cuando los arrojaban al agua. Admitió que los subían al avión y reforzaban la dosis por si se despertaban antes de tiempo. Pero esas no fueron sus únicas tareas: atendió a los prisioneros heridos para que pudieran soportar nuevas sesiones de tortura.

Julio Verna Integraba el grupo de tareas de El Campito: el centro de exterminio donde desaparecieron alrededor de 5000 personas
"Mi mamá habla con otros familiares sobre la participación de mi papá. Después lo interpelo y se presentaban contradicciones". Luego de ello llegó la confesión: "No voy a dar nombres, ni lugares ni fechas, aunque me torturen o me maten". Así con esas palabras su progenitor reconoció haber participado de los delitos de lesa humanidad. "Me reúno con él, le cuento lo que había dicho mi mamá y me admite que había sido así. Tuve un alivio porque tenía una certeza. Hay un antes y después, empieza un proceso de empezar a atravesar el sufrimiento, dolor, porque participó de estos crimines tan terribles"

Después de escuchar la confesión de su padre, de escuchar las atrocidades que había cometido y de las que tanto tiempo se había enorgullecido, cortó toda relación y lo dejó de ver. El 23 de diciembre del 2013 Pablo se presentó en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y denunció a su progenitor. El Ministerio, a su vez, se presentó al juzgado con la intención de que Verna sea imputado, pero no fue posible: el Juzgado que lleva la causa de Campo de Mayo, “vuelos de la muerte”, TOF 1 DE SAN MARTIN, a cargo de la Jueza Alicia Vence, pidió que llevaran más pruebas y testigos del médico dentro del centro de detención y la denuncia quedó en suspenso.

Los “vuelos de la muerte” terminaron con la vida de miles de personas y fueron uno de los métodos de exterminio de Campo de Mayo y la ex ESMA. Allí funcionó El Campito, el centro clandestino más poblado del país donde se cree que fueron miles de detenidos desaparecidos lanzados al mar o al río en los vuelos también conocidos como "fantasmas o nocturnos".

En la Argentina hay en total 16 juicios abiertos por crímenes de lesa humanidad.
A partir de ese día Pablo empezó una lucha que tiene un objetivo: que se haga justicia. En un testimonio inédito a Telefe Noticias Documenta, el joven abogado asegura que su padre cometió delitos de lesa humanidad, pero explica que no puede denunciarlo ni testimoniar en su contra debido a que los artículos 178 y 242 Código Procesal Penal argentino prohíben que una persona denuncie o declare contra un familiar directo a menos que se trate de la víctima directa del delito. Por eso junto a otros hijos de genocidas argentinos, se agruparon bajo el colectivo “Historias Desobedientes” y buscan cambiar la legislación para poder declarar contra sus padres en juicios de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.

"Debemos lealtad al resto de la humanidad"

En el caso de Julio Verna no existen testimonios que lo impliquen en delitos de lesa humanidad. La denuncia de Pablo -que además denunció los hechos ante la Secretaría de Derechos Humanos y ofreció su testimonio a la querella que Pablo Llonto sigue en la megacausa conocida como la “Contraofensiva”- sería la primera. Son pocos los sobrevivientes de Campo de Mayo, hecho que vuelve más difícil la tarea de llevar a la Justicia a los responsables de los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, Pablo está decidido a llegar hasta el final, con tal de ver a su progenitor condenado por lo que hizo. Hoy el ex capitán del Ejército transita sus días en un departamento de Villa del Parque y entra y sale de su vivienda como si nada hubiera ocurrido.


El grupo que integra “Historias desobedientes” redactó el proyecto, que ya fue presentado en el Congreso y que propone modificar el Código Penal, para que así los hijos de personas sospechadas por cometer Delitos de Lesa Humanidad, pueden testificar y denunciar a sus padres. La iniciativa surgió luego de la exposición pública de la hija del represor Miguel Etchecolatz, que el pasado 10 de mayo después de un polémico fallo de la Justicia se movilizó contra el 2x1, para que su padre cumpla condena en la cárcel y no se le reduzca el tiempo de pena.

Fuente: Telefe Noticias

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