lunes, 20 de noviembre de 2017

El totalitarismo en democracia


Por Gabriela Cerruti

El gobierno de Mauricio Macri construyó un sistema totalitario que se mete en la vida privada de todos a través de las redes sociales y del control de los medios de comunicación. Todos tenemos miedo de algún poder arbitrario que puede castigarnos sin que sepamos por qué.

 

Hay una crisis general de los medios tradicionales en el mundo. Ya no pueden seguir existiendo tal como se los conocía hasta ahora. En la actualidad, las sociedades se comunican de otra manera, y esto no tiene que ver sólo con las redes sociales ni con las nuevas tecnologías sino también con una democratización de la palabra. Siempre en la historia, cada vez que apareció una nueva forma de comunicación, rápidamente algunos pocos se convirtieron en dueños y las grandes mayorías terminaron siendo espectadores. Pasó con la imprenta y pasó con la televisión.

 

Frente a esto tenemos un gran desafío: apropiarnos de esta nuevas formas de comunicación para que no ser sólo usuarios o lectores de las redes de otros. Para que podamos construir, sostener y difundir nuestras propias voces.

 

El gobierno de Mauricio Macri construyó un sistema totalitario que se mete en la vida privada de todos a través de las redes sociales y del control de los medios de comunicación.

 

El totalitarismo, tal como lo definió Hannah Arendt –que analizó el fascismo y el nazismo del siglo veinte– se metía en todos los espacio de la vida íntima, al punto de provocar miedo de lo dicho o de lo hecho incluso al estar con un amigo en la propia cocina de la casa.

 

Durante la última dictadura militar argentina lo más terrible fue la muerte y la desaparición de personas. Pero el método que se usó, que inyectó el miedo en toda la sociedad, fue la arbitrariedad. No se sabía por qué podías desaparecer. Entonces empezaban los mitos: era porque estabas en la agenda de alguien, o porque habías leído a Mafalda, o porque tenías en tu casa determinado libro. Cualquier cosa que hacías cotidianamente podían ser motivo de secuestro, tortura o desaparición

 

En algún sentido, eso es lo que está pasando hoy. Los casos más resonantes, como el de Amado Boudou –que fue detenido en su casa mientras dormía sin tener ni siquiera un pedido de indagatoria–, o el del chico que detuvieron por escribir un tuit contra Macri, son ejemplo de esto.

 

Todo se vuelve muy peligroso cuando empieza este nivel de arbitrariedad de la justicia, este nivel de control de los medios de comunicación y esta justificación ideológica y de valores de todo lo que está pasando: ‘por algo será’ que lo detienen, ‘por algo será’ que le dan la prisión preventiva.

 
En esta línea se inscribe también el argumento de que si no sos ellos, sos un delincuente. Todos tenemos que ir presos según esta lógica. En la Argentina de Macri ser pobre o ser kirchnerista son dos etiquetas que te ponen en riesgo y por las cuales puede pasarte cualquier cosa.


Fuente: Nuestras Voces

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