Mauricio Macri hizo una ceremonia a la
Pachamama. Milagro Sala espera salir de la prisión.
3 de Agosto 2017.- Milagro Sala habló con
PáginaI12 sobre la cautelar de la CIDH, que exigió que no continúe en prisión
Macri estuvo de campaña en Jujuy y el gobernador
Morales dijo que los miembros de la CIDH son “una facción de burócratas”.
Por Alejandra Dandan
¡Sala! ¡Sala! ¡Sala! El nieto de Milagro Sala
corre en el patio del penal. Busca a su abuela con el mismo grito que usan las
carceleras cuando a las dos de la tarde se abren las puertas de las visitas.
¡Sala! ¡Sala!, dice, corre y busca como en las escondidas, transformando en
juego la pesadilla. Milagro hablará poco más tarde de la noticia de la cautelar
de la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), la llave que tiene a
mano para abandonar este espacio. “La noticia fue una pequeña luz de justicia”,
dice. “Pero tampoco me voy muy contenta porque quedan mis compañeras acá”.
Cuenta que va a seguir peleando por esos compañeros y que en estos días cuando
todo todavía es confusión y rumores ante una decisión obligatoria para el
Estado, uno de los jefes del Servicio Penitenciario se le acercó a decirle que
el final de su estadía en el penal es “inminente”. En ese mismo momento le dijo
algo más: que al jefe del cuerpo del Servicio Penitenciario le hacía llegar un
mensaje: “Quiere venir a despedirte”.
Graciela López, su enorme compañera, también
detenida en el Alto Comedero, entonces dice una cosa: “La están reconociendo
como presa política”.
LEER MÁS: Con Sala y sus compañeras
Las escenas de estos días en Jujuy son varias
superpuestas. Milagro y lo que espera cada minuto del día: la confirmación de
la salida. También, las imágenes que transcurren dentro del aparato burocrático
con una cautelar que podría resolver cualquier estructura del Estado en
cuestión de horas, pero que ha quedado en manos de los dos jueces a cargo de
las causas penales. Y finalmente, la escena del aterrizaje del presidente
Mauricio Macri a las tres de la tarde, en medio de la campaña y el fondo de un
reclamo que recorre el mundo. Ese acto estuvo enmarcado en una estructura de
aparato, colectivos llevando personas en una provincia cuyo gobernador se ufana
con citas contra del clientelismo. Un acto con globos. Afiches. Personas que lograban escaparse y decían que
estaban allí “obligadas”. Y una plataforma en la que se escuchó a Gerardo
Morales, desatado, encarnizado con esa mujer a la que tiene atrapada en una
cárcel. Habló de la CIDH y de esa “mala noticia”: “Los he visto, he hablado con
ellos”, dijo y remató: “son una facción de burócratas que vive en Washington”.
La pesadilla
A las tres de la tarde cruzó el cielo del penal
el ruido de algo parecido a un aéreo. Macri estaba cerca. El acto se preparaba
a ocho minutos de ahí, en línea recta, en un galpón de la Federación gauchesca
que ya iba recibiendo micros. “¿Qué esperas de la presencia de Macri en Jujuy?,
le preguntó Cynthia García a Milagro. “¡Una desgracia!, dijo ella. “Cada vez
que viene a Jujuy hay un desastre por donde pasa él: pasó en Humahuaca, en el
Volcán, en Tilcara y en Purmamarca, donde se cayó un puente seis o siete meses
más tarde”. Ellos vienen, dice Milagro, y hacen ‘festivales’ a la Pachamama, y
eso es muy serio. No hacen ceremonias sino festivales. “Hacen por hacer”, dice.
“Y en un momento, eso se da vuelta: ellos vienen, hacen y se van: y la desgracia
la dejan acá”.
Alrededor escuchan sus compañeras, las cuatro
detenidas pero también delegadas de los barrios supervivientes del desastre. Su
esposo, su hermano, sus dos hijos, los nietos. “¿Qué pasa con la Flaca?–
pregunta Shakira, también detenida, apenas entran los que llegan. ¿Cuándo se
va? ¿Qué novedades? A nosotras no nos molesta la decisión: lo que queremos es
que se vaya”.
Milagro está cambiada desde el viernes pasado.
“Tiene el mismo estado de ánimo las 24 horas del día –dice Graciela–: está contenta”.
El cuerpo extremadamente flaco. El pelo negro. Su raya al medio, la trenza
larga. Recién termina de hacer ahí dentro, donde ha revolucionado todas las
formas, su ceremonia a la Pachamama. Hicieron como pudieron. Prendieron algo de
fuego en un costado del patio. Y Milagro le pidió a una detenida de Bolivia que
organice la segunda parte de la ceremonia que debe hacerse a fin de mes. Porque
espera irse.
“Yo les quiero decir algo importante”, dice y se
sienta. “En Jujuy todos los medios, radio, televisión y diarios, me estuvieron
golpeando un año y siete meses, pero ¿por qué? Porque los medios también son
víctimas de Gerardo Morales, porque si no me pegan, los castiga y les sacan la
pauta publicitaria”. Los meses que “estoy acá fueron muy duros”, dice en
pasado, y corrige: son muy duros. “No sólo para los que estamos en la cárcel
sino para muchos compañeros de las organizaciones sociales y de la Tupac Amaru
donde Gerardo Morales se dedicó a destruirnos, a perseguirlos, a armar causas,
a encarcelarlos”. Enumera la destrucción. Como lo hace desde hace un año y
siete meses: Las fábricas del Alto Comedero, el barrio, las casas, ese lugar
pensado como hábitat ciudadano que ahora describe como zona liberada, un
territorio sin Estado donde se ha metido el mal como “en un caño de agua”. “Hay
mucho dolor por lo ocurrido, por lo que pasa con los compañeros encerradas y
sentimiento de injusticia, donde uno se pregunta por qué estoy acá”.
Entonces llega la pregunta. Y, Milagro, la CIDH
¿qué?
“Cuando lo supe no podía creerlo”, dice. Hacía
días estaba sin fuerzas. “Estoy acostumbrada, tengo experiencia, sé que cuando
no se pronuncian sobre algo y estiran y estiran los tiempos, después dicen:
no”. Por eso el viernes pasado, cuando una de las celadoras le anunció una
llamaba de su abogada, no tenía ni fuerzas para atender. Ya había tenido tres
de las cuatro llamadas de teléfono permitidas al día. Reservaba la cuarta para
las nueve de la noche, la hora que todos los días se comunica con su esposo para
recordarle de una medicina. El llamado de Elizabeth Gómez Alcorta era el número
cuarto. Milagro descansaba.
–¡Que llame más tarde! –le dijo a la celadora.
La celadora insistió: “dice que es urgente”. “Elizabeth insistió tanto que al
final fui. Ahí me contó la noticia. Fue una sensación muy bonita. Pero tampoco
estoy muy contenta porque mis compañeras quedan acá”. No dice mucho más. Pero
insiste en el pedido de libertad. Aguarda la decisión pendiente de la Corte
Suprema de Justicia, donde hay dos recursos pendientes. Mientras tanto también
considera que la decisión de la cautelar es importante.
El lunes, un jefe del penal se acercó a Graciela
López. Le dijo que la cosa sería “inminente”. Y que quieren hacer una
despedida. Pero como la cárcel sigue siendo la cárcel, Graciela dice que no
duerme. Ahora piensa que pueden llegar a llevarse a Milagro de madrugada. Y que
ella no va a poder despedirla. Está convencida de que el gobierno para no va
mostrar la derrota, y puede sacarla a medianoche, cuando todas las presas estén
en sus celdas y no haya ni luces ni cámaras.
–¡¡Milagro!! –se oye a lo lejos. Es una práctica
habitual: un auto que pasa a lo lejos y saluda.
En la rueda se habla del mes de agosto. El mes
más fértil del año. “Anoche estuvieron los hermanos en casa preparando el lugar
para la ceremonia”, le dice Raúl Noro a Milagro. Noro le habla de los
“amautas”, los encargados de la ceremonia a la Pachamama que estuvieron un día
antes en la sede de la Tupac. “Pero no vamos a hacer nada hasta que vengas”,
vuelve a decir. “Ellos van a estar ahí: esperando a que salgas”.
Los globos
A pocos kilómetros, la colectora de una
autopista se va llenado de micros y policías. Un camión de Ejesa, la empresa de
electricidad del estado provincial, estaciona con tres trabajadores adentro.
Todos se bajan, cable en mano, y alimentan la conexión de energía para el
festival. Macri y Morales terminan su ritual a la Pachamama, en clave de
fiesta, como dice Milagro. Una señora sale de escena con su hija y el nieto.
Caminan en dirección contraria aprovechando que los controles bajaron.
–¿Por
qué vino?
–Porque me obligan –dice.
Su hija cobra un “plan” a través de una
cooperativa que ya no genera trabajo como ocurrió hasta diciembre de 2015, sino
un plan de 1800 pesos al mes. Ella dice que el acto es parte de sus
contraprestaciones. “Yo lo voté –dice–, pero no volvería a votarlo”. Camino al
galpón de la fiesta vuelve un matrimonio con sus hijos. El hombre lleva un
cartel en el pecho que dice: Yo te voté y me arrepiento. “Lo voté porque
esperamos una revolución productiva, pero como es un empresario gobierna para
empresarios y no para el pueblo”.
Adentro, Morales preparaba su presentación. Un
texto que adelantó dos horas antes un diario digital de la provincia, Jujuy al
Momento o, como dicen los militantes de la Tupac, “Morales al Momento”.
“Acabamos de pedirle a la Pacha que nos ilumine para sostener la paz lograda,
para que exista justicia en Jujuy”, gritó. “Para que se termine la violencia”.
Y dijo: “Es el cambio propuesto como pueblo, a pesar de las malas noticias de
los últimos tiempos”. Y ahí se desató: “A pesar de la mala noticia de aquella
resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (sic), de ese
organismo que está desprestigiando el sistema interamericano. Son, los he visto
y he hablado con ellos, se han terminado convirtiendo en una facción de
burócratas que vive en Washington y que no sabe como vivimos en Jujuy. Y no
conocen nuestros desafíos. Hay ahí un desafío nacional e internacional. Habrá
que re-discutir hacia donde van estos organismos que se han convertido en una
facción política”.
Macri todavía no había empezado a hablar.
Morales euforizado. “He visto esa resolución, que es más es una proclama
política que algo que tiene que ver con derechos, pero a pesar e esto no vamos
a bajar los brazos porque hemos tomado la decisión de vivir en paz”.
Macri apareció poco después como en su rol de
pastor electrónico. Papelitos. Globos. Besos. Y otros besos más. Habló del
nuevo aeropuerto. Recordó que en Humahuaca arrancó el Sí se puede. Hizo que
todo el mundo repita sí se puede. Dijo que Jujuy era un pueblo lleno de amor. Y
que porque habrá un aeropuerto nuevo todos podrán viajar y recibir a muchos
turistas que es una fábrica de producir trabajo y fortuna. “Maravilloso”, se
oyó. “Es difícil encontrar en el mundo un pueblo con tanta alegría de vivir,
con tanta buena energía”. Los parlantes instalados afuera propalaron la voz.
Los laburantes de Ejesa trabajaba con una media sonrisa.
El lunes pasado, Morales escribió un tuit. Allí
decía que no estaba de acuerdo con el contenido de la cautelar de la CIDH, pero
que de todos modos entendía que era de cumplimiento obligatorio. El tono del
acto de ayer fue opuesta. Pero
alrededor del gobernador dicen que el tuit fue un mensaje dirigido a los
jueces. Ayer, a las tres de la tarde el juez Gastón Mercau recibió oficialmente
el comunicado de la resolución de la CIDH. Y se dispuso a comenzar con el
trámite. Todavía hay que esperar.
Fuente: Página 12