El gran salto atrás
El gobierno acelerará la regresión en Derechos
Humanos después de octubre. Clave en ese proyecto es Alfredo Mauricio Vítolo,
asesor de Avruj. Vítolo aboga por el perdón a los militares detenidos. En mayo
acompañó una visita a la EXMA de la decana de Derecho de Harvard, Martha Minow.
Allí se planteó modificar los planes de estudios sobre la década de los 70,
silenciar a los organismos y juzgar por crímenes de lesa humanidad a los
sobrevivientes de la dictadura para forzar una nueva amnistía.
Por Horacio Verbitsky
Vítolo, el ideólogo de la regresión, y su
extraña concepción de los Derechos Humanos.
Vítolo, el ideólogo de la regresión, y su
extraña concepción de los Derechos Humanos.
El gobierno nacional se propone acelerar la
regresión en materia de Derechos Humanos después de las elecciones de octubre.
Clave en ese proyecto es un asesor del Secretario de Derechos Humanos y
Pluralismo Cultural, Claudio Avruj, el abogado Alfredo Mauricio Vítolo.
Especialista en derecho corporativo y director él mismo de grandes empresas,
Vítolo propugna el perdón a los militares detenidos por crímenes de lesa
humanidad. Como consecuencia de sucesivas fusiones, es socio de Emilio J.
Cárdenas en uno de los mayores estudios del país, Nicholson y Cano Abogados.
Sus principales clientes son el Ingenio Ledesma (responsable de la detención
arbitraria de Milagro Sala), Centro Azucarero Argentino, la cámara de banqueros
ADEBA, Copal, Grupo HSBC, Cargill, Acindar, YPF, Shell, Whirlpool, Verizon,
Camuzzi, Mitsubishi, Panasonic, Adidas, Despegar, Chevrolet, Zurich, SCJ
Johnson, Boehringer y Petronas Lubricants. Además Vítolo preside la financiera
Ellerstina Inversiones, la comercializadora de combustibles Latin Energy
Argentina y fue director de Metrogas, Air BP Argentina y Central Costanera.
Los Vítolo
Por Horacio Verbitsky
Su socio Cárdenas es el inspirador de la serie
de editoriales del diario La Nación que postula juzgar también a los
sobrevivientes de la dictadura, que el diario llama terroristas, como forma de
forzar una nueva amnistía. Vítolo se refiere con insistencia en sus escritos a
la convivencia social pacífica. Pero en su muro de Facebook incluye una
fotografía en la que dos niños le apuntan con armas de fuego, con alta
probabilidad de juguete. Los tres sonríen en una feliz escena familiar. Para su
publicación en esta nota los rostros de los niños han sido pixelados, como
forma de protegerlos de la exposición a la que los sometió Vítolo, en una
manifestación insólita para un presunto defensor de los Derechos Humanos. En
otro post, incluyó un apoyo a la revuelta de las cámaras patronales
agropecuarias de 2008.
De izquierda a derecha: Avruj, Shapira
(semioculto), Kutschevatsky, Vítolo (de corbata), la intérprete oculta y Martha
Minow.
El plan y sus protagonistas
El 16 de mayo Vítolo acompañó durante una visita
al museo de sitio de la EXMA a la decana de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Harvard, Martha Minow. Antes, Minow y Vítolo se reunieron en el
Archivo Nacional de la Memoria con Avruj, el secretario ejecutivo del archivo,
Sergio Kutschevatsky, y el Subsecretario de Protección de Derechos Humanos,
José Brian Schapira. Vítolo es asesor jurídico de esa subsecretaría. Los
anfitriones acusaron a los organismos defensores de los Derechos Humanos de
tácticas intimidatorias contra quienquiera apartarse de la visión que sostienen
sobre lo sucedido en las décadas de 1970 y 1980, pero dijeron que el gobierno
los va a silenciar. También enunciaron un plan con ese propósito, que se
pondría en ejecución después de las elecciones de octubre y que incluye cambios
en los programas educativos y la apertura de juicios por crímenes de lesa
humanidad contra los sobrevivientes de la dictadura. El día anterior, 15 de
mayo, la decana de Harvard recibió un doctorado honoris causa de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires. También allí fue acompañada
por Vítolo, quien tiene un posgrado en derecho de Harvard y fue secretario del
club que reúne en la Argentina a los graduados de esa facultad. Durante la
ceremonia. Minow disertó sobre “Derecho, Justicia y Perdón”. Su registro se
aproxima al que aquí sostienen personas como el obispo católico Alcides Jorge
Pedro Casaretto y Graciela Fernández Meijide, que oponen verdad y justicia como
si fueran excluyentes.
En 1987, Vítolo coincidió en el Consejo de
Consolidación de la Democracia con Carlos Fernando Rosenkrantz, quien desde la
Corte Suprema de Justicia es otra pieza fundamental del mecanismo de regresión.
En el caso Fontevecchia, la Corte contradijo una larga jurisprudencia, anterior
incluso a la reforma constitucional de 1994, y sostuvo que los fallos de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos no son obligatorios para la Corte argentina,
que se reserva la última palabra. La aplicación de la derogada ley del 2x1 al
represor Luis Muiña provocó una imponente respuesta social, con la mayor
movilización que se recuerde en defensa del proceso de Memoria, Verdad y
Justicia, a la que Avruj se refirió en el diálogo con la decana de Harvard.
Según el Secretario, la reacción de los organismos de Derechos Humanos fue tan
fuerte “que nos obligó a retirar el apoyo oficial al fallo de la Corte Suprema
para calmarlos”. No mencionó la gigantesca marcha de repudio, cuya asistencia
se estimó en medio millón de personas, ni la ley que por unanimidad menos un
diputado esclavista interpretó que el 2x1 era inaplicable a crímenes de lesa
humanidad. Según le dijo Avruj a Minow, “esta gente [por los organismos] no
comprende la institucionalidad y la democracia, ni respeta la división de
poderes”.
Vítolo es uno de los propagandistas del fallo
Fontevecchia. El 3 de mayo celebró su impacto en la Universidad Católica
Plácido Marín, de San Isidro, una institución creada por el obispo Alcides
Jorge Pedro Casaretto y el almirante Horacio Florencio Reyser, padre del
principal asesor internacional del presidente
Maurizio Macrì, Forencio Reyser Travers. Casaretto es uno de los principales
impulsores de la denominada reconciliación y el guía espiritual del diputado
Eduardo Amadeo, quien llevó esa idea al ridículo al celebrar la visita de
Angela Merkel a la sinagoga de la calle Libertad, como si simbolizara el
reencuentro entre los criminales nazis y sus víctimas judías. Vítolo es
directivo de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, cuyo presidente
es otro firmante de los fallos Fontevecchia y 2x1, Horacio Rosatti. El mandato
de Rosatti vence en agosto y Vítolo aspira a sucederlo, pero al no ser titular
de cátedra ni doctor en derecho, tiene pocas chances frente a Daniel Sabsay,
pese al apoyo del Opus Dei.
Tres fallos en cuestión
El desconocimiento de las obligaciones
internacionales del Estado no puede plantearse sin consecuencias complicadas
para el gobierno, que el jueves debió soportar que Merkel recorriera el Parque
de la Memoria en compañía de Vera Jarach, quien perdió a su abuelo en Auschwitz
y a su hija Franca arrojada al Río de la Plata por el terrorismo de Estado en
la Argentina. Alemania ha hecho un extraordinario trabajo de arrepentimiento y
reparación por los crímenes de su dictadura de 1933 a 1945 y hasta hoy
prosiguen los juicios contra los pocos perpetradores aún vivos, que se acercan
a los cien años. Vítolo escribió un trabajo titulado “La posibilidad de
perdonar a los responsables de cometer crímenes de lesa humanidad”, que publicó
la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Allí afirmó que “los
estados, sin renunciar a la idea de justicia, tienen la potestad, conforme a
sus derechos nacionales y sin violar obligaciones de derecho internacional, de
indultar o amnistiar a los responsables de haber cometido crímenes de lesa
humanidad”. Vítolo cuestiona la incorporación de tres fallos de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Barrios Altos y La Cantuta, del Perú, y
Almonacid, de Chile) por la Corte Argentina a partir del fallo Simón, de 2005.
“Los siete votos concurrentes de los miembros de la Corte Suprema en el caso
Simón se fundan esencialmente en una interpretación parcial, extensiva y
descontextualizada de lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos”, dice.
El apoyo de Vítolo a la revuelta de las cámaras
patronales de 2008.
El perfil de Rosenkratz y Vítolo es similar en
algunos aspectos al del también mendocino Carlos Horacio De Casas, propuesto
por el Poder Ejecutivo para integrar la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos: los tres son abogados de grandes empresas locales e internacionales
que se interesaron en el derecho internacional de los Derechos Humanos durante
la presidencia de Raúl Alfonsín, pero no lo acompañaron más allá del dictado de
la ley de obediencia debida. Rosenkrantz y Vítolo veneran a Carlos Nino, De
Casas a Santo Tomás de Aquino. Avalados por el monje negro de humo del
radicalismo, Ernesto Sanz, pueden vestir la regresión con ropajes del
liberalismo jurídico, sin los exabruptos contraproducentes de activistas como
Cecilia Pando. De Casas suma a esto posiciones cavernícolas sobre otros temas,
como las políticas de género y diversidad sexual y la libertad de expresión.
Vítolo reprodujo en su muro de Facebook la exposición que De Casas hizo ante el
comité de expertos de la CIDH. Pero omitió que fue el único candidato objetado
por ese panel porque “no demuestra una reconocida competencia en derechos
humanos”. Sus dos actuaciones conocidas en la materia fueron la defensa de un
militar imputado por crímenes de lesa humanidad y de dos banqueros del Opus Dei
procesados por insolvencia fraudulenta.
Antes de comenzar la visita al museo, Avruj
entregó un par de folletos explicativos. Pero lejos de ponderar su contenido,
afirmó sin dudar:
–Todo lo que leerá aquí es la versión parcial de
un bando. Lo mismo comprobará en la visita al Museo, pero lo vamos a cambiar.
En público, Avruj siempre se ha expresado en
forma respetuosa a las víctimas del terrorismo de Estado. Pero en el diálogo
con la jurista estadounidense invirtió los términos: llegó a llamar terroristas
a las víctimas de la dictadura y víctimas a los familiares de los detenidos por
crímenes de lesa humanidad. Tal vez algo o alguien le hizo pensar que
encontraría oídos receptivos. Durante la visita, Minow destacó la importancia
de la verdad contra el silencio y de un sitio de memoria como el de la EXMA
para enfrentar a la negación. Ante una consulta para esta nota, acerca de los
conceptos expresados por Avruj sobre nuestra historia y la forma en que es
expuesta en el Museo, la decana de Harvard respondió en forma diplomática que
necesita tiempo para reflexionar sobre su visita y que se propone escribir al
respecto más adelante.
Minow se ocupó extensamente de la denominada
cultura transicional. En 1998 publicó el libro “Between Vengeance and
Forgiveness: Facing History After Genocide and Mass Violence” (“Entre la
Venganza y el Perdón: cómo enfrentar la Historia luego del Genocidio y la
Violencia Masiva”). Allí sostiene que cuando la sociedad prioriza la curación y
la reparación de la dignidad humana, las comisiones de la verdad pueden ser más
útiles que los juicios, y pondera la importancia de los monumentos públicos,
los programas educativos y las leyes de amnistía. En 2002 fue coeditora con
Nancy Rosemblum del libro “Breaking the Cycles of Hatred: Memory, Law, and
Repair” (“Romper los ciclos del odio: Memoria, Justicia y Reparación”). En uno
de los tres ensayos que preparó para ese libro, se pregunta si es posible dar
respuestas legales a la violencia que no desaten una escalada de venganza y
afirma que las comisiones de la verdad y los juicios civiles por daños suelen
dar mejor resultado que los juicios penales.
Una de sus pocas preguntas fue si se enseñaba a
los jóvenes el periodo de la dictadura.
–Si, pero en forma sesgada. Sólo la versión de
un bando. Pero vamos a cambiar eso. Hemos formado un equipo conjunto con el
Ministerio de Educación que está trabajando en los nuevos programas– respondió
Avruj.
Agregó que “si queremos contar la verdad, eso es
considerado criminal”. Puso como ejemplo la ley de la provincia de Buenos Aires
que obliga a su gobierno a mencionar a la dictadura como cívico-militar y a
cifrar en 30.000 el número de detenidos desaparecidos. Dijo que le parecía
aberrante. Se indignó por la comparación con el Holocausto (sin reparar que
también en ese caso existe un negacionismo que comienza por cuestionar el
número de víctimas).
–Tenemos los datos precisos, no pasaron de
9.000, pero los organismos de Derechos Humanos hacen tanto escándalo que nos
obligan a repetir la mentira de los 30.000.
Añadió que el gobierno tenía encuestas según las
cuales la sociedad lo apoya y quiere “que se cuenten las dos partes de la
historia”. Ante un gesto de Minow, Avruj agregó que comprendía el valor
simbólico de los 30.000, “pero hay que hablar en serio, no se puede vivir en la
mentira”.
Añadió que “la sociedad quiere mirar hacia
adelante, pero un grupo pequeño que grita mucho, tira hacia atrás”. Luego de
una pausa, anunció:
–Pero los vamos a silenciar.
Como explicación para la posición crítica de los
organismos hacia el gobierno dijo que “están furiosos porque no les consulta su
política de derechos humanos. Están mal acostumbrados”. Contó el enojo de los
organismos por su reunión con las que llamó “víctimas del terrorismo” y
comentó:
–No quieren que las víctimas entren a este
lugar. ¿A usted le parece?
La decana no contestó. Luego de una parrafada
contra el “gobierno populista” que a su juicio “cooptó a los organismos de
Derechos Humanos y les hizo perder independencia”, Avruj le entregó un ejemplar
de la edición 2016 del “Nunca Más”, la guió hasta el salón de actos en el que
una gigantografía muestra el momento en que Ernesto Sábato entregó el informe a
Raúl Alfonsín y explicó que había respetado el prólogo original y suprimido el
que agregó la gestión anterior. La semana pasada Avruj prosiguió la tarea mediante
una audiencia con el obispo castrense, Santiago Olivera, que antes había sido
recibido por el propio Macrì, para que nadie pueda dudar que se trata de una
política oficial. Avruj publicó una foto suya con el obispo y la leyenda “Para
avanzar en un diálogo conjunto y en la cultura del encuentro”. En marzo, Avruj
pidió a la CIDH que durante su visita a la Argentina recibiera a los familiares
de los militares y al nuncio apostólico. La CIDH no lo aceptó. En cambio el
viernes próximo su presidente Francisco Eguiguren visitará en la cárcel de Alto
Sufridero a la presa política Milagro Sala, cuya vida e integridad física
corren peligro.
Avruj con Olivera. La Iglesia Católica no desiste.
Fuente: Página 12