Hasta tal punto estamos los seres humanos
alterando actualmente los procesos biogeofísicos y biogeoquímicos esenciales de
nuestro planeta que muchos investigadores sugieren que estamos ya inmersos en
una nueva unidad formal dentro de la escala temporal geológica de la Tierra: el
Antropoceno, una nueva época geológica dentro del periodo Cuaternario en la
cual los humanos estaríamos sobrepasando con nuestras actividades los umbrales de
seguridad de varios parámetros ambientales claves para el correcto
funcionamiento de la ecosfera.
Los altos niveles de polución han impulsado una
nueva era geológica
Pese a no haber sido aún reconocido formalmente
por la comunidad científica internacional, lo cierto es que la noción de
Antropoceno está penetrando con muchísima fuerza en la literatura científica de
todo el mundo. Según apuntan sus defensores, uno de los mayores éxitos de este
nuevo término radica, precisamente, en su capacidad para albergar
geológicamente y de forma satisfactoria la situación de excepción
ecológico-social en la que nuestro planeta se halla en los inciertos albores
del siglo XXI.
La primera de ellas, conocida como la teoría del
“Antropoceno temprano”, emplaza el inicio de esta nueva época geológica en el
Neolítico, con la domesticación de especies y el desarrollo de la agricultura y
la ganadería. Según apunta esta hipótesis, el cambio sociocultural que supuso
pasar de organizarse alrededor de pequeños grupos nómadas de
cazadores-recolectores a constituir asentamientos humanos basados en las
actividades agropecuarias conllevó una modificación del sistema biofísico
global (expresada fundamentalmente a través de los cambios de uso del suelo y
del aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera) que, según sostienen sus principales defensores, podría ser
considerado como el inicio del Antropoceno.
La segunda teoría sobre el comienzo del
Antropoceno sitúa su inicio hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX,
con el arranque de la Revolución Industrial. Esta hipótesis fue la que
originalmente defendieron los padres del término Antropoceno allá por el año
2000, argumentando que los efectos de las actividades humanas se hicieron
claramente perceptibles a escala global a partir de este momento (sobre todo
aquellos relacionados con las concentraciones atmosféricas de CO 2 y CH 4
detectadas en los testigos de hielo glaciar). Estudios recientes han puesto de
manifiesto como los productos asociados a las actividades extractivas -como los
materiales de construcción o los metales procesados- representarían otro
importante marcador estratigráfico que señalaría un cambio notorio en las
características de los depósitos antropogénicos durante el inicio de la
Revolución Industrial.
Por último, la tercera gran teoría sobre el
inicio del Antropoceno sostiene que éste comenzó a mediados del siglo XX, con
el fenómeno de rápidas e intensas transformaciones sociales, económicas,
científicas, tecnológicas y biofísicas que tuvieron lugar a escala planetaria
tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Según sus defensores, este
fenómeno, conocido como la Gran Aceleración, habría impulsado un fuerte
incremento poblacional y un potente aumento en el consumo per cápita de
recursos que, junto al posterior proceso de globalización económica, habrían
sumido al planeta Tierra en un nuevo estado de cambios drásticos
inequívocamente atribuible a las actividades humanas.
De entre estas tres grandes hipótesis, las
últimas investigaciones realizadas por el GTA se inclinan a ubicar el inicio
del Antropoceno hacia mediados del siglo pasado, es decir, con el comienzo de
la Gran Aceleración. Las razones principales que han llevado a estos
investigadores a descartar las opciones del Neolítico y de la Revolución
Industrial como el inicio formal del Antropoceno han sido, fundamentalmente,
que ambos acontecimientos sucedieron -cada uno de ellos por separado- de manera
diacrónica en todo el planeta, y, como es sabido, los límites
cronoestratigráficos en geología han de establecerse siempre en base a medidas
sincrónicas globales. Así, el proceso por el cual los seres humanos fuimos
desarrollando la agricultura y la ganadería durante el Neolítico no fue un
fenómeno que sucediese de forma simultánea en todas las regiones del planeta
sino que estuvo separado por miles de años. Estudios recientes desarrollados
sobre horizontes edáficos vinculados a las primeras prácticas agropecuarias así
lo sugieren. Del mismo modo, la Revolución Industrial, aun tratándose de un
proceso mucho más comprimido en el tiempo que la neolitización , fue también un
evento diacrónico en el espacio y en el tiempo que, para el caso de muchos
países, realmente no termina de producirse hasta mediados del pasado siglo.
De este modo, las principales averiguaciones
científicas reunidas durante los últimos años parecen indicar que fue el
excepcional aumento de las actividades humanas acontecido desde mediados del
siglo XX lo que, definitivamente, habría sumido al planeta Tierra en una nueva
época de cambios rápidos, intensos y globalizantes que representaría el inicio
de la Gran Aceleración y, con ello, el comienzo del Antropoceno.
Lo interesante de todos estos cambios es que,
además de tener la capacidad global de modificar la dinámica “natural” del
planeta, habrían ido originando con el paso de los años diversos registros
estratigráficos reconocibles para la geología. Tal y como apuntan los trabajos
realizados por el GTA, entre l as principales transformaciones antropogénicas
asociadas a registros estratigráficos detectables encontraríamos: i) la
dispersión mundial de isótopos radiactivos procedentes de las pruebas nucleares
que se iniciaron a mediados de la década de los cuarenta ; ii)la alteración
global del ciclo del nitrógeno ocurrida a partir de la intensificación agrícola
facilitada por el uso masivo de fertilizantes artificiales; iii) la creación y
dispersión planetaria de nuevos materiales fabricados por el ser humano, como
los plásticos y las fibras sintéticas; iv) la difusión global de contaminantes
vinculados a las actividades industriales, incluidos los contaminantes
orgánicos persistentes y los metales pesados; v) la pérdida de biodiversidad y
el avance de especies invasoras en todo el planeta ; vi) la modificación humana
del sistema climático mundial debido al aumento acelerado de los niveles
atmosféricos de CO2 a partir, fundamentalmente, de mediados del siglo XX ; y
vii) la alteración de los depósitos y flujos de materiales pétreos granulados
correspondiente tanto al transporte deliberado de materiales (minería,
construcción, urbanización) como al efecto indirecto producido por las grandes
presas fluviales.
De entre todas estas transformaciones
antropogénicas, son varias las que habrían logrado imprimir, según los
geólogos, un sello estratigráfico detectable sobre el planeta; sellos todos
ellos que podrían ser utilizados formalmente como pistoletazo de salida del
Antropoceno. Sin embargo, y tal y como apuntan las últimas investigaciones del
GTA, el evento más apropiado para situar el nacimiento oficial del Antropoceno
sería la primera detonación nuclear, llevada a cabo en el desierto de
Alamogordo, en Nuevo México, el 16 de julio de 1945. Según argumentan estos
científicos, los isótopos radiactivos liberados a partir de los primeros
ensayos nucleares (ensayos que alcanzaron su máximo de emisiones a comienzos de
la década de los sesenta ) habrían modificado para siempre, y de un modo
sincrónico, el registro químico-estratigráfico global de nuestro planeta,
siendo de este modo el candidato idóneo para representar geológicamente el
comienzo del Antropoceno.
Las evidencias científicas que respaldan la teoría
del Antropoceno son cada día más robustas y contundentes, y probablemente sea
cuestión de tiempo que el término acabe siendo formalmente aceptado por la
comunidad científica internacional. Hasta entonces, no cabe duda de que se
trata de un concepto útil y consistente cuyo enorme potencial
mediático-reflexivo puede contribuir positivamente -tanto desde el punto de
vista político como cultural- a una mayor toma de conciencia global sobre la
delicada situación socio-ecológica en la que se encuentra nuestro planeta y
nuestra especie en los albores del nuevo milenio.
Este artículo fue publicado en http://www.eldiario.es/ultima-llamada/amanecer-nueva-epoca-bienvenidos-Antropoceno_6_607249283.html
Fuente: Telesurtv