El complejo entramado de intereses detrás del asesinato del
embajador ruso en Turquía
POR MARCELO RAMÍREZ / ASIA TV
La muerte del Embajador Andrei Karlov, un diplomático de
importante trayectoria y cercano a Vladimir Putin, significa un salto en la
escala de enfrentamiento entre el Occidente globalista, representado por los
grupos yihadistas y Rusia.
Si bien aún es temprano para saber las causas, a priori
existen algunos factores a tener en cuenta. En primer lugar el giro de Erdogán
hacia Rusia después de un fallido Golpe de Estado que fue abortado gracias a
informaciones que le dieron los servicios de inteligencia de Irán y Rusia.
Erdogán alimentó el terrorismo de Daesh y otros grupos
durante largo tiempo. Sus vínculos fueron muy evidentes cuando su hijo, Bilal
Erdogán, fue denunciado por Rusia de ser el responsable de la comercialización
del petróleo que sustraía Daesh de los territorios ocupados y exportaba a
través de largos convoyes de camiones, que fueron los primeros objetivos de las
Fuerzas Aeroespaciales Rusas para asfixiar económicamente a los yihadistas.
Con su imagen desgastada, Erdogán fue blanco de un complot
para destituirlo. Detrás del intento de golpe estaban grupos islamistas que
respondían a Fethullah Gulen, un clérigo turco residente en EE.UU. con
profundas influencias en sectores de la las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Resulta obvio que, para poder realizar un intento de golpe desde el territorio
estadounidense, se debe contar con el apoyo de la CIA.
Luego del fracaso del levantamiento, la represalia de
Erdogán fue cruenta. Purgó a miles de sospechosos de estar bajo la influencia
de Gulen en las fuerzas armadas y de seguridad, en los servicios de
inteligencia y en el poder judicial. Es difícil saber si el Golpe fue apurado
ante un posible giro del mandatario turco hacia Rusia e Irán, o si este giro
sucedió como consecuencia del golpe fallido. Sea cual fuere la razón, Erdogán
ha dado pasos significativos en dirección contraria a los deseos de Occidente y
eso tiene un costo que se traduce en los ataques suicidas cometidos en Turquía
en los últimos tiempos.
Luego del intento de golpe, Erdogán acusó a Gulen de haber
instigado el el derribo del SU 24 ruso en cielos de Siria. El piloto turco
responsable del ataque, aseguró, habría actuado por iniciativa propia. Si bien,
Erdogán carece de autoridad moral y habitualmente juega fuerte no está claro
cuál en que lo beneficiaría un enfrentamiento con una Rusia renaciente.
Erdogán se encuentra hoy con una situación compleja por los
vínculos que anteriormente había mantenido con el yihadismo auspiciado por las
monarquías del Golfo y los gobiernos de los EE.UU., Israel, el Reino Unido y
Francia. Las tensas relaciones con los kurdos tampoco fortalecen su posición,
como lo revelado por Damasco y Moscú el pasado fin de semana acerca de la
captura en Alepo de 14 oficiales de alto rango de países que integran la
Coalición encabezada por EE.UU., que pertenecen, no casualmente, además de a
EE.UU., a Turquía, Israel, Qatar, Jordania, Marruecos y Arabia Saudí.
Otro punto a tener en cuenta es que el martes 20 de
diciembre, el día posterior al ataque contra el embajador Karlov, se reunieron
los cancilleres de Irán, Turquía y Rusia para tratar la situación de Alepo. Hay
múltiples indicios –además de los muy explícitos gritos del asesino–, de que la
intención del crimen fue boicotear posibles acuerdos entre Rusia, Irán y
Turquía que sellarían la derrota de los terroristas en Siria, frenándola. Las
amenazas del grupo Fath Al Sham –nuevo nombre del Frente Al Nusra– de atacar
los ómnibus que evacuen refugiados de Alepo, confirman la intención de obstaculizar
la pacificación de que fuera la principal ciudad de Siria.
No es de extrañar entonces que Mevlüt Mert Altintas, el autor del asesinato, sea
indicado por el alcalde de la capital
turca, Melih Gökçek, como integrante de la organización terrorista FETO
(Organización de Terror Gulenista), grupo vinculado al Fethullah Gulen,
confirmando las sospechas de quién estaría detrás de este atentado y sus
intenciones. Mert Altintas pertenecía a una unidad especial de la Policía turca
y había sido despedido por Erdogán que, como sabemos, tiene adherentes a Gulan
entre sus componentes. El asesino buscaba un golpe promocional contra Erdogán
asesinando al embajador Karlov. Todo indica que el objetivo es romper con
cualquier acuerdo que se oponga a los intereses del eje
anglo-americano-israelí. Sería una torpeza creer que esto se ha hecho para
obstaculizar las relaciones entre Rusia y Turquía. Putin es un brillante
estratega geopolítico con pasado en el KGB y decodificó inmediatamente las
intenciones de los agresores.
Las declaraciones de Putin y Erdogán fueron coincidentes
respecto en afirmar que este acto no dañará las relaciones entre ambas
naciones, objetivo del atentado, y apuntan a desanimar cualquier ofensiva en
esa dirección.
Es importante detenernos en este punto, observando el video
se puede apreciar que en una situación tan compleja desde el punto de vista de
la seguridad, el asesino sortea los controles de policiales y accede a una
posición tan cercana al Embajador, sin levantar sospechas. ¿Es posible sortear
las medidas de seguridad imaginables en un país que está interviniendo en
varios frentes de guerra, con antecedentes cercanos de un intento de golpe y
varios y cruentos atentados recientes con explosivos? Pensar en lobo solitario
es absurdo. Todo parece indicar que, para poder llegar a donde llegó, fue
necesaria la colaboración de algún servicio de inteligencia eficiente. No es
aceptable pensar en un lobo solitario.
Por ello debemos prestar atención a las declaraciones de un
relevante miembro del gobierno ruso. El senador Frantz Klintsevich,
vicepresidente del Comité de Defensa y Seguridad de la Cámara Alta y miembro
del Consejo de Rusia Unida, el Partido de Putin, dijo: “Fue una acción
planeada. Todo el mundo sabía que iba a asistir a esta exposición fotográfica.
(…) Puede ser ISIS, o el ejército kurdo que intentan herir a Erdogán. Pero
puede ser – y es muy probable – que los representantes de los servicios
extranjeros secretos de la OTAN están detrás del atentado. (…) Lo que ha
sucedido es una verdadera provocación, un desafío. Es un reto para Rusia“.
La porosidad de la frontera turca con países en guerra en
las que Ankara interviene activamente; la presencia en las propias fuerzas
turcas de simpatizantes yihadistas sobrevivientes de la purga; un territorio
donde el yihadismo ha creado redes de apoyo fruto en enorme medida de la
presencia de la inteligencia occidental durante décadas, hacen que Turquía sea
el eslabón más débil del Eje Ankara-Moscú-Teherán, que gana influencia día a
día en la región a despecho de los países liderados por EE.UU. e Israel.
La situación interna de EE.UU. con la victoria de un Donald
Trump, cuya política exterior real aún no está clara, pero que ha dado señales
que producen inquietud en sectores del poder real, como sus promesas de retirar
tropas del exterior para reducir gastos y revisar la permanencia en la OTAN,
han catalizado dando lugar a una situación geopolítica explosiva. A partir de
derrota de la línea globalista que encabezaba Hillary Clinton, Obama ha
comenzado un juego peligroso para impedir un giro en la política exterior,
empantanando la situación en Siria y enrareciendo el clima con Rusia, pero
Putin ha preferido soslayar esta actitud a la espera de que comience a
funcionar la nueva presidencia.
Turquía, con un Erdogán prorruso, presentará un enorme
desafío a la OTAN cuando se incorpore como todo indica que hará a una
Organización de Cooperación de Shanghai liderada por Rusia y China. Turquía es
la punta de lanza de la OTAN sobre Medio Oriente y tiene decenas de bombas
nucleares en la base de Incirlick, que la alianza intentó retirar
subrepticiamente, lo que provocó una gran tensión de la aliaza atlántica con
Ankara.
Cansada de esperar durante años que la Unión Europea le
permita entrar (una UE que hoy tiene en duda su propio futuro), Turquía está
poniendo rumbo para salir de la OTAN, lo que sería un golpe demoledor para la
alianza atlántica. Pero eso no es lo peor, el diario británico The Times
advierte que Turquía está intentando reemplazar sus altos oficiales
pro-atlantista por otros pro-rusos. Turquía, como miembro pleno de la OTAN,
tiene acceso a armamentos, estrategias tácticas, información confidencial de
todo tipo que sería muy valiosa en manos rusas.
El asesinato del embajador ruso en Turquía es una muestra de
la situación límite que han llegado los sectores globalistas que vienen
sufriendo serios contratiempos. La derrota de Hillary Clinton, el Brexit, el
crecimiento de líderes europeos como Marine Le Pen, opuestos a la globalización
y a la OTAN, la consolidación de Rusia y China, la inminente derrota del Daesh,
son muchas las señales de que las cosas no van bien. La situación geopolítica, que hace poco tiempo parecía sonreírles con una tendencia irreversible, comienza a volcarse velozmente en contra de sus proyectos. Los nervios y la desesperación pueden hacer que se tomen decisiones impensadas.
El asesinato de Karlov tiene el objetivo de provocar una reacción rusa que justifique una escalada militar antes de que la correlación de fuerzas se invierta. Putin lo sabe y espera su tiempo.
Fuente: Pájaro Rojo/Juan José Salinas