Por Sara Rosenberg/Resumen Latinoamericano, 21
de septiembre 2016.-Es importante tener memoria y relacionar los hechos para
comprender que nada sucede de una manera casual o por error como insisten en
hacernos creer los medios de desinformación occidentales. No es fácil aceptar
que el crimen sea el corazón del sistema capitalista llamado democrático. Y no
verlo o no querer verlo sólo posterga su hundimiento. Confundir y hacer olvidar
cómo actúa el imperio -y cómo ha actuado siempre- forma parte de la estrategia
de debilitamiento de los pueblos, tanto de aquellos que son agredidos de manera
directa como de las poblaciones de los países miembros de la OTAN que desconocen el alcance de las guerras en
que están involucrados.
Los pueblos con memoria son invencibles porque
son dueños de su historia y por lo tanto de su futuro.
Cuando pregunto a cualquier persona –en Europa-
si sabe en qué guerra está participando el gobierno de su país, a quien
supuestamente han votado -o no-, responden que son ciudadanos de países en paz,
donde la guerra ya pasó. Muy pocos saben que su trabajo y sus impuestos y sobre
todo su pasividad alimentan una maquinaria terrorista y criminal que no conoce
la legalidad ni los acuerdos de paz o de tregua. Una maquinaria de guerra que
se nutre con más guerra y que no acepta ni aceptará jamás una paz que
seguramente esos ciudadanos europeos suponen que existe cuando votan para ser
supuestamente representados en parlamentos que ocultan la guerra constante, la barbarie imperial y
colonial.
La estrategia imperialista se asienta sobre la
tergiversación y la falta de curiosidad y / o conocimiento sobre la guerra
actual que los gobiernos asociados en la OTAN llevan adelante. Y el discurso
del olvido –el blanqueamiento- necesita presentar cada acto de guerra separado
de sus causas y separado de las razones de otras guerras que son parte de la
misma y larga guerra que el imperio lleva adelante desde el fin de la segunda
guerra mundial. La justificación para crear la OTAN en 1949 fue la custodia de la paz. Pero la
guerra ha sido su objetivo real. La guerra contra la Unión soviética y contra
cualquier posibilidad de transformación del sistema capitalista.
La lista de agresiones es inmensa y constante
desde Hiroshima a la Siria de hoy, donde se está librando un guerra sin cuartel
contra el mismo enemigo de siempre: Estados Unidos, -comandante en jefe de la
OTAN- y sus aliados . Fuerzas militares y
financieras que hoy operan disfrazadas y a través de ejércitos
interpuestos, tal es el caso del Daesh, una hidra que tiene muchas cabezas en diversos territorios. Es
una estrategia de camuflaje que le permite violar la legalidad y actuar como el
cristal de la barbarie sin limite que el capitalismo produce y propagandiza a
través de su inmenso aparato ideológico; es un enemigo mutante y que cuenta con
la amnesia y la destrucción programada de cualquier resistencia ideológica
dentro de los países involucrados en la guerra.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos
define las operaciones psicológicas (PsyOp) orquestadas por las unidades
especiales y los servicios de inteligencia estadounidenses como «operaciones
planificadas para influir, mediante determinadas informaciones, sobre las
emociones y motivaciones y por consiguiente sobre el comportamiento de la
opinión pública, organizaciones y gobiernos extranjeros, para inducirlos o
fortalecer actitudes favorables a los objetivos previamente estipulados».
Por eso exactamente es urgente relacionar los
hechos y no olvidar para poder resistir esta avalancha informativa cuyo
objetivo es nuestro desarme a través del miedo. La guerra imperialista usa un
traje nuevo cada día, pero es el mismo traje ya podrido por la sangre
acumulada; un traje diseñado a medida –tal como la moda de temporada- para ocultar el mismo cuerpo del delito que el
pentágono y la banca llaman necesidad del sistema. El capitalismo actual es
financiero-militar, es capitalismo de guerra y desposesión. Y el camuflaje de
esta temporada es el de los “errores”.
Irak fue invadida y destrozada con la excusa de
que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva; un millón y medio de
muertos, cientos de miles de heridos y un país arrasado, son el resultado de la
gran mentira por la que un cínico Blair se disculpó y se atrevió a decir que
“fue un error”. Bush y Aznar, que completan el trío criminal de las Azores que
declaró la guerra, ni siquiera se han disculpado y lo que es peor aún, no han
sido juzgados por crímenes contra la humanidad.
No hay errores, ni los hubo en Yugoslavia,
Afganistán, Libia, Sudan, Palestina, Mali, y ahora en la larga guerra contra
Siria. No son casos aislados, es una estrategia muy articulada para una guerra
cuyo objetivo final es China, y que necesita aniquilar a Rusia y a aquellos
países aliados a otro bloque económico que desde hace tiempo está poniendo en
cuestión la economía unipolar dirigida por Estados Unidos, cuya crisis
estructural solo puede solventarse con la extensión de la guerra.
Esta guerra constante y abierta, me refiero a la
guerra convencional, tiene también otra cabeza de hidra y otro método. Es la
guerra que el imperio desarrolla sin pausa contra Cuba y contra los gobiernos
progresistas de América Latina. Usa
otras armas y otros trajes pero forma parte de la misma estrategia del capitalismo
internacional que sólo puede sobrevivir a través de la extensión de estos
conflictos.
No hay errores, hay una estrategia de guerra
mundial continuada, solapada, oscura y que se
invisibiliza en los países que
participan en ella como potencias agresoras. Amparados en una democracia
inexistente pero que les sirve para
perpetuar el crimen, los señores de la guerra son maestros del discurso sobre
la libertad mientras ejercen el más feroz totalitarismo.
Las fronteras de Europa están valladas, las
fábricas de alambre y de cuchillas crecen, los muros son cada vez más extensos
y los campos de concentración, las cárceles y los sistemas de seguridad, la
explotación esclavista y la trata de personas ya son parte del PIB. La tragedia
es que los ciudadanos de Europa y
Estados Unidos han terminado por confundir libertad con consumo. Vida con
muerte. La estrategia del miedo ha dado resultado. La desmemoria y la barbarie han echado raíces. Y por eso nadie ha
salido a la calle cuando esta semana Estados Unidos bombardeó una vez más “por
error” al pueblo sirio, después de haber firmado este 9 de septiembre una
tregua en Siria. Cinco días después, el 17,
el gobierno de Washington bombardea al ejercito sirio, asesina a 83 militares y deja un tendal de heridos. Es una operación clásica de pinza de la
guerra convencional, ya que el ejercito sirio apoyado por Rusia está
combatiendo al Estado islámico, aliado y financiado por Estados Unidos.
La justificación de Estados Unidos es la misma
que en otras muchas ocasiones que no podemos olvidar: es un “error no
intencional.” Pero esto sólo prueba una
vez más que el derecho internacional, las treguas o los acuerdos de paz no existen si los firma el gobierno
de Estados Unidos.
El representante permanente de Rusia ante la
ONU, Vitaly Churquin señaló que este
bombardeo violó, además, dos compromisos asumidos por Washington “el primero,
acordado con nosotros en febrero del 2016 y confirmado en los últimos días, fue
cesar acciones militares, y el segundo compromiso dado a Damasco a inicios de
la operación aérea en el cielo de Siria fue de que los estadounidenses no
atacarían al Ejército sirio”.
También la visita de Obama a Cuba estuvo llena
de promesas falsas y de propaganda abierta contra el pueblo y el gobierno
soberano de Cuba. Una vez más se discutió el fin del bloqueo y el cierre del
campo de torturas de Guantánamo, entre otras cosas. Un sonriente y cínico Obama
agitó las banderas de la libertad y de la paz, pero ninguna de las promesas que
hizo se cumplieron, ni se cumplirán.
Con total desvergüenza el representante de las
corporaciones financiero-militares
habló de presos políticos y de derechos humanos y libertad que son
violados permanentemente en Estados Unidos, donde cárceles están llenas de víctimas de la desigualdad social y
donde cada día se asesina impunemente a un negro o a un pobre, que son casi lo
mismo. Un país donde la violencia no conoce límite mientras el presidente hace
luz de gas al mundo en nombre de una democracia maltrecha que no puede dar
ninguna lección y menos una lección de decencia.
Para eso tienen un aparato cultural capaz de
trastocar los valores, alienar y generar millones de espectadores pasivos del
producto estrella: la violencia. Lo han naturalizado de tal forma que las masas
aplauden la muerte por capítulos y esperan ansiosas su dosis de adrenalina
virtual cotidiana.
La guerra es su negocio más boyante. Y para eso,
ya naturalizada la violencia a través del inmenso aparato ideológico, venden
protección contra el terrorismo y venden además seguridad. El negocio es
redondo. La fusión Monsanto-Bayer- Blackwater / Academie son un paradigma
empresarial. Un retrato de época.
Pero los muros y los campos de concentración
crecen proporcionalmente a la extensión de las operaciones militares abiertas,
encubiertas o por “error”. El control dentro de los muros de la “sociedad
democrática” crece en una proporción parecida. El muro tiene dos caras y ambas
son útiles al imperialismo que gracias a un aparato ideológico y mediático de
gran precisión separa las dos caras del muro e impide la unidad de los pueblos
en contra de la guerra que es una guerra de clase, ni religiosa ni étnica, ni
sexual ni diversa, ni de especies ni de razas, es guerra de desposesión como
única alternativa de supervivencia del sistema de explotación y control que la
gran empresa bélica necesita.
El miedo y el desconocimiento del carácter
constante e internacional de esta guerra que hunde sus raíces en la hegemonía
estadounidense lograda después de la segunda guerra mundial favorece al terrorismo
dirigido y financiado por el pentágono y el gobierno de Estados Unidos y sus
aliados.
Por eso ahora más que nunca es necesario
construir un gran movimiento internacional contra la guerra imperialista, en
cada rincón del planeta hemos de ser capaces de detener esta monstruosa
maquinaria de muerte y hemos de hacerlo sabiendo que de nuestra acción depende
ya no sólo la vida de los pueblos que hoy sufren la barbarie imperial de manera
directa, como es el caso del pueblo Sirio que resiste heroicamente, sino que de
esa gran unidad antiimperialista depende la vida entera de la especie humana en
este planeta.
Mientras los señores de la guerra, los que han
hecho de la guerra el negocio más rentable sigan manejando nuestras vidas y
pudriendo nuestra razón de existir estaremos condenados a obedecer al
totalitarismo que los medios llaman cínicamente democracia y libertad.
Si los ciudadanos satisfechos e hiper explotados
de una Europa que se derrumba no despiertan, el muro que están construyendo en
las fronteras en nombre de la seguridad caerá sobre ellos mismos y será tarde para recoger de los escombros
la urgente necesidad de unidad entre los explotados del mundo. La avalancha
negra y árabe a la que tanto temen y con la que tanto trafica el poder es el
resultado de esta guerra constante que se sostiene con el silencio y el trabajo
de los que están adentro de los muros.
Construir un movimiento internacional y
antiimperialista contra la guerra –la misma guerra contra la humanidad- es
urgente, es ahora, porque si somos capaces de detenerlos y horadar su cínico
discurso, seremos capaces de construir
otro tipo de sociedad, más justa y más humana. El miedo sólo engendra
monstruos. O como escribió Goya al pie de un dibujo, apelando a la necesidad de
la razón, o el conocimiento, o la conciencia: “el sueño de la razón engendra
monstruos”. Y en Europa el monstruo –la
sin razón- camina con los pies de un renovado fascismo, aunque pretenda
disfrazarse de democracia parlamentaria.
Fuente: Resumen Latinoamericano