Redacción de Utophia: Nuestro lector y amigo
Teodoro Boot nos envió el siguiente correo y nos apresuramos a publicarlo para
que nos nos ganen la primicia.
Cristina Kirchner y Daniel Scioli juntos en el Universidad de Quilmes donde la presidenta recibió dos títulos de Doctora Honoris Causa.
Entré al gmail con el propósito de mandar este
mensaje y me encontré con el elogioso comentario de un amigo al discurso de
Cristina en la universidad de Quilmes. Yo también acababa de escucharlo y mi
primer o segunda reacción fue alegrarme de haber declinado el ofrecimiento que
me hicieron unos (irresponsables) amigos de participar en un congreso en el
que, junto a otros, me tocaba hablar de colonización pedagógica y semiótica de
construcción de sentido o algo así. Les agradecí, pero dije que difícilmente
podía hablar del tema siendo que desconozco hasta lo que quiere decir semiótica.
La verdad de la milanesa, es que sé de qué cosas no sé y no me gusta ser chanta
metiéndome donde no debo.
Y me alegré de haber declinado la invitación,
porque esa mesa, la de colonización y semiótica y todo eso, debería ser
eliminada del congreso: se me hace que nadie podrá entrarle al tema con mayor
claridad y perspicacia que lo que Cristina hizo hoy.
Como todos sabrán, no soy muy afecto a Cristina:
muchos aspectos de sus gobiernos y muy especialmente sus manierismos los
critiqué mucho, ganándome las broncas de demasiada gente. Y sigo pensando
exactamente lo mismo de esos mismos temas que pensé durante estos años.
Obviamente, manteniendo todas las críticas, voté (y no disciplinadamente,
porque eso es algo que no soy) al FPV convencido de que si llegábamos al
balotaje íbamos a perder y que perder sería lo peor que nos podría ocurrir, no
a nosotros, no sólo a mí y a mis coetáneos, que ya estamos casi para conserva,
sino a los argentinos.
Por ejemplo, yo no sé si esta no habrá sido la
última oportunidad, que perdimos como perdemos todas las cosas, por ser
demasiado vivos, por pasarlos de piolas, por saberlas todas. Como comentábamos
hoy con otro amigo, por tener cerebros demasiado grandes y pensar demasiado.
El de hoy fue el segundo discurso de Cristina
que escuché en los últimos días. El anterior, que me gustó realmente mucho, fue
en Atlanta a propósito de Yrigoyen y los cien años de su asunción.
Es evidentemente, de lejos, la única dirigente
política que tiene hoy la Argentina. Y lamento decir, en especial a quienes a
mi juicio leyendo mal la realidad, creen que podrá ser reemplazada o que será
posible reconstruir el movimiento nacional sin ella en un lugar muy relevante.
Sé que para muchos sonará a herejía, pero cada
día que pasa estos tiempos se me hacen más y más parecidos a los posteriores al
55, casi en todos los planos y aspectos.
Cristina no es Perón, me dicen. Pero Perón
tampoco era Perón.
No quiero decir con esto que todo vaya a
resultar igual (espero que no, porque hubo una mínima y complicada posibilidad
recién 18 años después), pues puede haber muchos errores y finalmente, no hay
nada escrito en términos históricos y humanos. Pero, muy especialmente viendo
las vacilaciones del triunvirato de la CGT y el triste destino que va tocando a
los Bossio y Esmeraldas, se me hace que hoy, como ayer, lo que terminará dando
más réditos es la intransigencia.
Pero en este punto hay que mirar a Yrigoyen: la
intransigencia no supone ni intemperancia ni sectarismo. Es de procedimientos,
principios y objetivos.
Pero el que cree que Cristina ya fue o está
completamente ciego o anda tomando demasiada Ferro Quina Bisleri.