Crónica de la cinematográfica salida de Bolivia
de Evo y García Linera
Por Martina Garbarz.
El Cohete a la Luna. Noviembre 17, 2019
El Grupo de Puebla realizó su II Cumbre en la
Ciudad de Buenos Aires. El movimiento internacional —impulsado por el chileno
Marco Enríquez-Ominami, el Presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, y
el ministro brasileño y fundador del PT, Aloizio Mercadante— reúne a líderes
políticos de centroizquierda de América Latina y de Europa. La cena del viernes
8 de noviembre en el Café Las Palabras fue el inicio de un encuentro que no
sólo se configuró como un espacio de debate, formulación y articulación
política, sino que en su ambición se asentó como un ámbito de acción en el que
se producen hechos políticos. Esto se vio materializado el día martes en la
máxima operación que logró el asilo del Presidente Evo Morales en Ciudad de
México, luego de que se produjera el golpe de Estado en Bolivia que forjó su
renuncia y la del Vicepresidente Álvaro García Linera.
El Hotel Emperador recibió el sábado a la ex
Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; a Alberto Fernández; al ex Presidente de
Colombia, Eduardo Samper; al ex Presidente de Panamá, Martín Torrijos; al ex
Presidente de Paraguay, Fernando Lugo; al ex Senador de Brasil, Aloizio
Mercadante Oliva; a Marco Enríquez-Ominami; al diputado Felipe Carlos Solá; al
ex Canciller de Ecuador, Guillaume Long; al Director General de Organismos y
Mecanismos Regionales Americanos de la cancillería mexicana, Efraín Guadarrama;
entre otras y otros dirigentes políticos. La apertura incluyó un video enviado
por Luiz Inácio “Lula” Da Silva, grabado la noche anterior ya en libertad. “Yo
les quiero decir a ustedes que finalmente estoy libre, que estoy con mucho
deseo de luchar. Tengo un objetivo en la vida de constituir una integración
regional latinoamericana muy fuerte (…) Estoy convencido que es importante que
tengamos coraje y enfrentarlos porque la elite latinoamericana es muy
conservadora y no acepta la idea de un pueblo pobre, subido a la escalera de
las conquistas sociales. Kirchner, Cristina, Lula, Evo Morales, Pepe Mujica,
Tabaré, Chávez, nosotros probamos que es posible. Entonces le agradezco a
Fernández haber ganado la elección, fue como si yo hubiera ganado aquí en
Brasil. Tal fue la alegría que tuve, tanto cariño le tengo al pueblo
argentino”, expresó con alivio desde la pantalla. A continuación se reunieron
las sesiones de trabajo.
En la mañana del domingo, integrantes del Grupo
de Puebla tuvieron una videoconferencia con Adriana Salvatierra, la Presidenta
del Senado boliviano y parlamentaria del Movimiento al Socialismo, a la que
este miércoles la policía le impidió el ingreso al Parlamento ya que por
sucesión constitucional debía asumir la Presidencia de Bolivia. La comunicación
con Bolivia sucedió antes de que se conociera el video en donde Evo Morales
anuncia su renuncia. La II Cumbre parecía estar llegando a su cierre y algunos
de sus miembros se reunieron para redactar el documento final, pero lo que no
sabían era que recién estaba por comenzar una jornada en la que iban a tener
que trabajar arduamente para salvaguardar la vida del Presidente del país
vecino. Al mediodía las y los líderes se encontraron para almorzar en un
restaurante en el barrio de Palermo. Los celulares comenzaban a sonar. El
primer llamado que se recibió provenía de la Embajada de Venezuela en Bolivia,
pedían asilo político anticipándose a lo que sucedería en los próximos minutos.
El segundo llamado lo recibió un observador del Grupo de Puebla que participaba
de la reunión en Buenos Aires: era Álvaro García Linera, adelantando la
necesidad del rescate de Morales. El golpe de Estado se había consumado. Evo
Morales difunde un video en el que se anuncia su renuncia y la del
Vicepresidente. “¿Por qué decidí esta renuncia? Para que Mesa y Camacho no
sigan persiguiendo a mis hermanos, a los dirigentes sindicales. Para que no
sigan quemando las casas de asambleístas, de concejales, para que Mesa y
Camacho no sigan secuestrando y maltratando a los familiares de nuestros dirigentes
sindicales. (…) Lamento mucho este golpe cívico y de algún sector de la policía
para atentar contra la democracia, contra la paz social, con violencia. Quiero
decirles, la lucha no termina acá. Los humildes, los pobres, los sectores
sociales, vamos a continuar por esta lucha por la igualdad, por la paz. Es mi
obligación como Presidente indígena y Presidente de todos los bolivianos,
buscar esta pacificación”, expresaba Evo mientras los dirigentes ya habían
empezado a planear la estrategia que lo sacaría del país. En el almuerzo
estaban presentes dos funcionarios de la Cancillería de México: el
Subsecretario para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes Zúñiga, y
Efraín Guadarrama, Director General de Organismos y Mecanismos Regionales
Americanos. Ellos recibían llamados de Ministros Bolivianos que solicitaban
asilo en la Embajada de México en La Paz. Inmersos en un clima de alta tensión,
comenzaron a llegar informaciones sobre una turba que pretendía incendiar la
Embajada de México, a la vez que les habían comunicado que habían dinamitado la
puerta y que un grupo de encapuchados tomaron y vandalizaron la Embajada de
Venezuela.
En tiempo de descuento, se aceleró un llamado al
Secretario General de las Naciones Unidas, António Manuel de Oliveira Guterres.
El pedido se basó en que se respete la Convención de Viena, y la plena
aplicación de inviolabilidad y protección a las casas diplomáticas. En no más
de veinte minutos, la ONU ya había vertido su comunicado donde instó “a todos
los actores relevantes a abstenerse de la violencia, reducir la tensión y
ejercer la máxima moderación”. Y advirtió a las autoridades bolivianas que
garanticen “la seguridad de todos los ciudadanos, funcionarios gubernamentales
y nacionales extranjeros y a respetar las instituciones tanto estatales como
locales, así como la inviolabilidad de las misiones diplomáticas”. La turba
nunca llegó a la Embajada de México ya que, según explican, era muy complejo el
acceso a la zona.
El reloj marcaba las 21, y hasta un rato antes
Evo Morales comunicaba que quería quedarse en su país. Pero su vida, la de sus
funcionarios y sus familias corrían riesgo. Morales sólo aceptaba ir a México,
nunca barajó la opción de ir a otro país —ni siquiera a la Argentina—, por lo
que se inició la Operación México. Diego Pary Rodríguez, el Canciller
boliviano, solicitó la protección del gobierno que conduce López Obrador. La
petición se la transmitió a Maximiliano Reyes, y este a Marcelo Ebrard,
Secretario de Relaciones Exteriores de México, quien habló directamente con el
Presidente mexicano que sin dudar aceptó el pedido de asilo. Alberto Fernández
llamó a distintos Presidentes de la región, e incluso habló con Mauricio Macri.
Mario Abdo Benítez, Presidente de Paraguay, ofreció total disposición y por
decisión de Cancillería y Presidencia de México se decidió enviar el avión. Los
encargados de las Relaciones Exteriores de México y Alberto Fernández se
comunicaron con el Presidente del Perú, Martín Vizcarra. Debían pedirle
autorización para sobrevolar el espacio aéreo y para la carga de combustible en
el país que gobierna. Vizcarra autorizó el procedimiento y a media noche del
lunes el avión de las Fuerzas Armadas inició su recorrido México-Lima.
Según lo acordado, la aeronave iba a sobrevolar
el Pacífico, haría una escala en Perú para la carga de combustible y desde ese
punto volaría a Chimoré, en Cochabamba. Allí se subirían Morales, García Linera
con su familia, la ministra de Salud Gabriela Montaño y Froylán Gámez, un
funcionario de Cancillería que decidieron incluir para garantizar la seguridad.
El avión arribó a Lima y cuando iban por la carga de combustible nadie en Perú
estaba dispuesto a venderlo y el único proveedor que aceptó exigía el pago de
cinco mil dólares en efectivo. Como pudo, el embajador mexicano en Perú, Víctor
Hugo Morales, consiguió el dinero, pero para ese momento el combustible ya no
estaba disponible. La delegación tenía que tomar una decisión, el tiempo corría
y la integridad del Presidente boliviano también. Partieron rumbo a Bolivia, pero
las Fuerzas Armadas les negaron el acceso al espacio aéreo ya que les requerían
una autorización del Congreso para ingresar al país. El avión volvió a Perú,
algo que estaba previsto pero luego suscitaron amenazas sobre las consecuencias
del despegue. Recién a las 18 del lunes el avión pudo llegar a Chimoré, donde
recogió a Morales y a quienes lo acompañaron en el vuelo. El momento de mayor
peligro, intranquilidad y preocupación era este. Con Morales y Linera arriba
del avión, el gobierno de Vizcarra se negó a que aterricen nuevamente en
tierras peruanas. El Presidente del Ecuador, Lenin Moreno, no se quedó atrás, y
en un acto de completa indiferencia negó el permiso para que realicen lo propio
en su país. Los funcionarios de Cancillería de México operaban desde la Ciudad
de Buenos Aires y decidieron que la única parada posible era en Asunción,
Paraguay. La desesperación por conseguir combustible, los llevó a que la
delegación aterrizara allí. El único pedido de Morales en ese momento, fue no
volver a atravesar Bolivia, por el peligro que conllevaba. Sorprendentemente,
la embajadora mexicana en La Paz, María Teresa Mercado, obtuvo la autorización
por parte del gobierno de Brasil para atravesar el territorio. Perú permitió el
sobrevuelo, Ecuador no y con esa ruta el avión logró salir al Océano Pacífico y
arribar a México.
Evo Morales respira, está a salvo. La operación
internacional del Grupo de Puebla desde la Argentina había funcionado.
Operativo finalizado. Eran las once de la mañana en Ciudad de México. Se abrió
la puerta del avión de la Fuerza Aérea Mexicana, Juan Evo Morales Ayma sonrió y
saludó, “el Presidente de México me salvó la vida”.