Por Carlos Aznárez. Resumen Latinoamericano,
marzo 2018.-
Venezuela Bolivariana ha logrado generar en las
filas del internacionalismo un abrazo solidario tan especial y contundente como
los que ocurrieran en los momentos más álgidos de la lucha sandinista o lo que
sucedió siempre con la correntada de cariño que genera la Revolución cubana.
Esta vez, Caracas recibió a cientos de delegados de organizaciones sociales y
políticas que representan el sentir de diversos pueblos del mundo que no solo
simpatizan con la Revolución Bolivariana sino que entienden que frente a la
amenaza evidente del imperialismo, la guerra económica, mediática y hasta la
posibilidad de una intervención armada, es indispensable demostrar en la
práctica que “todos y todas somos Venezuela”.
En este segundo encuentro internacional los
anfitriones fueron los integrantes del más alto nivel de la Revolución,
encabezados por el presidente Nicolás Maduro, el canciller Jorge Arreaza, la
presidenta Delcy Rodríguez y el director de Relaciones Internacionales de la
Asamblea Constituyente y hermano del Comandante Eterno, Adán Chávez. Cada uno
de ellos se encargó de explicar en que instancia está el proceso revolucionario
y cuánto significa que en cada país se pueda seguir desmontando la campaña de
mentiras e infamias que la derecha internacional vierte día a día contra
Venezuela.
Fue Maduro quien alertó sobre la persistente
amenaza que el gobierno de Estados Unidos sigue gestando a través de sanciones
económicas que se han ido convirtiendo en un auténtico bloqueo, para lo cual el
imperio ha venido aleccionando a los amanuenses de cada uno de los países que
han sucumbido a posiciones de derecha. Destacó en ese sentido el triste papel
de uno de esos “perritos que le mueven la cola a Trump”, refiriéndose al
mandatario peruano Pedro Pablo Kuczinsky, quien días atrás se volvió a
arrodillar ante una llamada de su amo exigiéndole que le prohíba participar a
Venezuela en la próxima Cumbre de las Américas. También guardó un párrafo para
Mauricio Macri, sobre quien ironizó que antes de preocuparse de Venezuela,
debería atender lo que le gritan multitudes de argentinos indignados en los
estadios, recitales juveniles, transportes y hasta en teatros y cines. Se
refería claro está al “hit del verano”, que en versión más varonil recuerda a
la madre del Presidente y en clave 8M prefieren asociarlo a “la yuta que lo
parió”, mostrando su íntima relación con el estado policial que se vive hoy en
Argentina.
Maduro cerró la lista con “Marianito” Rajoy,
quien mientras la Revolución Bolivariana construyó 2 millones de viviendas en
España, “se dedicó a desahuciar y dejar sin vivienda a 600 mil familias”. O
ratificar la continuidad dictatorial franquista, anulando el referéndum
democrático de Catalunya, golpeando y encarcelando “democráticamente” a quienes
reclaman el derecho a la autodeterminación.
Pero el mandatario chavista también aprovechó la
reunión con más de 300 delegados de la solidaridad internacional para incitarlos
a llevar adelante una batalla comunicacional contundente, que en principio
apunte a las elecciones generales de mayo, pero que se convierta en arma
estratégica a futuro para desmontar el discurso infame de quienes quieren ver a
Venezuela en el infierno.
“Medios, redes, paredes” es la consigna lanzada
para lo que el Presidente define como “revolución comunicacional”. Y es
precisamente desde esas tres instancias que unifican lo tradicional (prensa
escrita, radios y TV), las nuevas tecnologías (desde el tweet hasta instagram)
y la “prensa de los de abajo” volcada en paredes y muros, que se prepara una
campaña nacional e internacional apuntando a demostrar que la Revolución no
solo resiste sino que está dispuesta a pasar a la ofensiva, mediáticamente hablando.
Se hace imprescindible desmontar la falsa
campaña alentada por Estados Unidos y el autodenominado Grupo de Lima, en la
que se habla de “crisis humanitaria” o “dictadura” y para ello, con un
funcionamiento de brigadas comunicacionales, hay que mostrar lo evidente que la
derecha oculta: en los países con régimen neoliberal cada vez es mayor la
cantidad de gente sin viviendas, familias que duermen en la calle, que se
alimentan hurgando los contenedores de basura, que no tiene acceso a la
educación o desertan de ella a nivel primario. O que a pesar de la existencias
de médicos y médicas solidarias, los hospitales están carentes de los insumos
imprescindibles, que la militarización y policialización es habitual en los
barrios humildes, así como se extiende cada vez más el “gatillo fácil” o el
tiro por la espalda a los más pobres. Esta es una realidad, desde Argentina
hasta México incluyendo a los propios Estados Unidos, Todos sus habitantes lo
saben pero los gobiernos tratan de edulcorar la realidad. Y es precisamente
desde esa instancia que los Macri, los Temer o los Kuczinsky denostan contra
Venezuela. Por lo tanto, la batalla debe librarse por doble vía: por un lado,
mostrar al mundo que los llamados “demócratas” son algo más que una dictadura,
aunque algunos de ellos sean elegidos en comicios irregulares o fraudulentos,
como ocurrió recientemente en Honduras.
En forma paralela, es necesario machacar un día
tras otro con las verdades de la Revolución bolivariana, que en materia de
educación, salud y vivienda está a años luz de cualquiera de los países con
gobierno derechista del continente. Para ambas instancias de ataque hay que
apelar a datos veraces y romper con los comportamientos obsecuentes. Es
evidente que en Venezuela, la situación de la franja más humilde de la
población e incluso la propia clase media, sufren carencias de medicamentos, o
que por la falta de circulante no se pueden comprar productos alimenticios
necesarios. Eso, más allá de errores de planificación y algunos pozos de
corrupción que ya están siendo castigados, no es culpa del gobierno como trata
de mostrar la campaña del terrorismo mediático, sino de la imposición de un
bloqueo durísimo, que recuerda el que sufre Cuba hace 58 años, y que
amenaza ir a más. Un bloqueo que la mayoría de los ciudadanos del mundo
desconocen o por lo menos minimizan las consecuencias. Se trata del impedimento
para comprar en el mercado internacional productos diversos, o la suspensión de
vuelos por parte de las líneas aéreas, y también el habitual desabastecimiento
que ya dura varios años, entre otros ataques.
Por ello, adquiere importancia aumentar el compromiso
solidario internacional sin condiciones por parte de quienes se definen como
gentes de izquierda. No son momentos para buscar el pelo en la sopa y entretenerse
con críticas livianas. Ahora se trata de defender la continuidad de la
Revolución, aplastando en primera instancia los intentos de Trump y la Unión
Europea de aislar al país, ganar la primera batalla imponiendo la voz de
Venezuela en la Cumbre de las Américas en Lima, en el mes de abril y reventar
las urnas de votos chavistas el 20 de mayo consagrando a Maduro presidente. Es
urgente cumplir con las directrices de la victoria: convertir los medios y las
redes en un muro donde se estrellen las mentiras del imperio, embadurnar las
paredes y los muros con frases que denuncien la crueldad del capitalismo,
y prepararse para defender el triunfo que sin duda llegará.