Cambiemos alimenta la manía de llevar la platita
afuera
La información conservadora difundida por el
Indec da cuenta de que los fondos equivalentes al 44 por ciento del Producto
Bruto Interno están en el exterior. Los datos muestran un incremento del 7,6
por ciento frente al mismo período de 2016 y una escalada del 11,0 por ciento
desde finales de 2015.
Por Tomás Lukin
Los argentinos tienen 262.343 millones de
dólares en el exterior. La cifra correspondiente al tercer trimestre del año
equivale al 44 por ciento del PIB. Elaborada con los datos de la Posición de
Inversión Internacional (PII) difundida por el Indec, representa la estimación
más conservadora para la magnitud de la fuga de capitales. Los datos muestran
un incremento del 7,6 por ciento frente al mismo período de 2016 y una escalada
del 11,0 por ciento desde finales de 2015. El denominado “método de stock” no
contempla los ahorros en dólares por fuera del sistema financiero ni las
colocaciones canalizadas a través de la red global de servicios financieros
offshore expuestas con revelaciones como los Panamá Papers. Estimaciones
elaboradas por los ex investigadores del Cefid-Ar, el centro financiado por la
banca pública y cooperativa clausurado por el Gobierno, llevan el stock fugado
del país hasta los 500.000 millones de dólares, alrededor del 80 por ciento del
producto.
Los resultados de la Balanza de Pagos publicados
por el organismo estadístico evidencian que el proceso de fuga de capitales se
financia con el creciente endeudamiento externo. Entre enero y septiembre de
2017, la deuda externa creció 19 por ciento. Los pasivos en moneda extranjera
asumidos por el Gobierno de Mauricio Macri no cubren el déficit fiscal sino que
tapan los desequilibrios en la cuenta corriente y la cuenta financiera. Los
dólares que ingresan por esa vía se destinan a pagar las importaciones,
abastecer la remisión de utilidades y dividendos de las firmas extranjeras, financiar
viajes al exterior, cancelar los intereses de la deuda y alimentar la fuga de
capitales.
“La fuga
de capitales es el reverso de la ausencia de inversiones en la economía
argentina. La fuga resta capacidad de inversión. El crecimiento de la fuga es
ahorro interno que no se invierte pero además agrava las necesidades de
endeudamiento externo. En un contexto de déficit de la cuenta corriente la
deuda financia no solo las importaciones, el pago de los intereses y la
remisión de utilidades y dividendos sino que abastece la fuga de capitales.”,
apuntó el investigador del Area de Economía y Tecnología de Flacso, Andes
Wainer.
“La fuga es un rasgo estructural de la economía
argentina desde mediados de la década del setenta. No siempre tiene el mismo
origen ni volumen y tampoco las mismas causas. Durante el kirchnerismo la fuga
se financiaba con superávit comercial. Ahora se abastece con endeudamiento
externo. En ambos casos tiene efectos negativos pero ahora genera una bola de
nieve que incrementa la vulnerabilidad de la economía”, apuntó a Página/12 el
sociólogo del Conicet. La dependencia permanente del endeudamiento externo en
el esquema económico instalado por Cambiemos expone la economía a la
impredecible voluntad de los acreedores externos.