Zvi Bar'el 25/09/2016
Rusia y los EE.UU. han fracasado
estrepitosamente en la gestión del cese el fuego que orquestaron y son los
responsables de esta situación absurda que retrasa el asalto a la fortaleza de
ISIS.
Parece que la tecnología militar de vanguardia -
la que permite a los pilotos localizar la ventana de una casa particular y
darle a un gato ciego con un misil desde 2.000 pies - se quedó corta durante el
ataque a un convoy de ayuda con destino a Alepo el pasado lunes. De repente,
todo el sistema de luces de advertencia, los dispositivos de localización y
escucha, y otras medidas de control maravillosas, fallaron miserablemente.
Tanto es así que, incluso ahora, días después del ataque, ninguna de las partes
puede presentar pruebas de que la otra atacó a los 18 camiones y mató al menos
a 20 personas, en lo que ha sido interpretado como una acción intencionada para
acabar con el alto el fuego acordado.
Sin embargo, abundan las recriminaciones mutuas.
Parece que nadie, a excepción de los miembros de las familias, se acuerda de
que más o menos 60 soldados sirios fueron muertos el pasado sábado en un ataque
estadounidense cerca del aeropuerto de Deir el-Zour, en el este de Siria. Los
estadounidenses no se apresuraron a aceptar su responsabilidad, reconociendo
solo más tarde que sí, que se trataba efectivamente de un ataque de las fuerzas
estadounidenses, que sinceramente lo lamentaban porque no fue intencional.
¿Involuntario? ¿un fallo de instrumentos de
nuevo? Tal vez la culpa deba atribuirse a los fabricantes de estas tecnologías
avanzadas que no estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellas. No
sería la primera vez.
No debe contenerse la respiración a la espera de
que se conozca la verdad, ya sea sobre Deir el-Zour o el ataque del convoy de
ayuda cerca de Alepo. No habrá comisión internacional de investigación, ya que
ni los Estados Unidos ni Rusia permitirán que el Consejo de Seguridad de la ONU
analice los datos de las cajas negras de los aviones de combate.
No es
tampoco un asunto que competa al Consejo de Seguridad, ya que la guerra civil
de Siria no es global o internacional. Es un escenario en el que dos potencias
mundiales están luchando y los demás deben contentarse con comprar entradas y
ver el espectáculo asesino desde la barrera, un espectáculo sin fin.
Rusia y Estados Unidos fueron los que firmaron
el acuerdo de alto el fuego, no la ONU. Asumieron la responsabilidad de su
aplicación, y fueron ellos los que lo rompieron. Son ellos los que determinan
los movimientos diplomáticos y su ritmo, y ambos han fracasado estrepitosamente
en la gestión del alto el fuego.
Rusia no pudo impedir que las fuerzas aéreas y
terrestres sirias atacaran los barrios de Alepo y Homs que controlan las
milicias rebeldes, lo que hicieron el segundo o tercer día del alto el fuego.
Los estadounidenses, por su parte, no pudieron impedir que las fuerzas rebeldes
hicieran lo mismo en las afueras de Alepo y en el Distrito de Hama, Siria
occidental. También fueron incapaces de evitar los enfrentamientos violentos
entre milicias kurdas y el Ejército Libre de Siria, que opera en la zona de
Jarabulus, junto con el ejército turco, en un intento de tomar el control de la
zona fronteriza entre Turquía y Siria.
¿Cómo conciliar la afirmación de que Rusia y
Estados Unidos son los que mandan en Siria con la realidad, cuando son las
milicias rebeldes o el ejército del presidente Bashar Assad los que están
decidiendo la agenda? ¿Y dónde está Irán en todo esto?
Una explicación puede encontrarse en las
batallas que tienen lugar alrededor de Deir el-Zour, donde el control es
compartido entre el ejército sirio, el Estado Islámico y las milicias rebeldes.
El problema comienza con el uso del término
demasiado amplio "milicias rebeldes", que puede ser conveniente
cuando se describe una lista de milicias "legítimas" (aquellas que
pueden participar en el proceso político en Siria), pero que de ninguna manera
describe la complejidad sobre el terreno. Solo en Deir el-Zour, hay, entre
otras, las milicias chiítas llamadas las "brigadas de Zine al Abidine",
que apoyan al régimen de Assad y son financiadas por Irán. Pero no deben
confundirse con las milicias chiítas que operan en Irak, que probablemente
serán parte de las fuerzas que según los planes ocuparán Mosul. Las milicias de
Zine al Abidine están luchando principalmente contra otras milicias en Deir
el-Zour, además de contra el Estado Islámico.
Sin pérdidas inocentes
Cualquiera que quiera bombardear la zona debe
distinguir entre estas milicias, las fuerzas de ISIS y las del régimen de Assad
- y entre estas y los civiles inocentes. Es fácil equivocarse, pero todo este
lio da lugar a la interpretación local, ya que a ojos de las fuerzas sobre el
terreno no hay "inocentes".
Otro ejemplo es la lucha en torno a la sitiada
ciudad de Alepo, en el noroeste de Siria. Esta área crítica alberga a varias
fuerzas, que incluyen la milicia Ahrar al Sham (quizás la más grande de la región,
y que abarca una docena de milicias más pequeñas); las de Jabhat Fateh al-Sham
(anteriormente el Frente Nusra); el Ejército Libre de Siria; las fuerzas
kurdas; y el ejército sirio.
Ahrar al-Sham es una organización religiosa
encabezada por comandantes militares y el Consejo de la Shura, desde el que los
clérigos sunitas proporcionan apoyo religioso a los combatientes. Hace poco
estalló una seria disputa en el Consejo, cuando un miembro, Ayman Haroush,
dictó una fatwa declarando que el grupo debe cooperar con los turcos en su
lucha contra los kurdos y el Estado Islámico. Ello dio lugar a críticas dentro
de la organización, principalmente debido a la oposición a "colaborar con
los elementos [turcos] laicos a fin de establecer un gobierno provisional."
Un pretexto más para oponerse a la decisión
reside en el hecho de que Ahrar al Sham cooperó con los kurdos y el Ejército
Libre de Siria en la batalla por Jarabulus, que fue invadida por las fuerzas
turcas en agosto. Esto significa que el edicto religioso que permite actuar
contra los kurdos provocará una ruptura con aliados locales.
El problema es que Ahrar al-Sham está financiado
en parte por Turquía y en parte por Qatar (además de otros donantes). Controla
la mayor parte de los pasos de frontera entre Siria y Turquía. Su dilema no es
si apoya a Rusia o los Estados Unidos, sino decidir si se une a la alianza
anti-kurda de Turquía o de trabaja con los kurdos y otras milicias contra el
régimen de Assad.
Este dilema tiene ramificaciones
internacionales, porque Rusia - a pesar de sus renovados los lazos con Turquía
- sigue apoyando a los kurdos sirios. Los Estados Unidos, por su parte,
anunciaron que está considerando la posibilidad de proporcionar ayuda militar
directa a los kurdos, mientras que Turquía está presionando a las milicias para
actuar contra los kurdos.
El dilema se vuelve aún más tóxico ya que
Estados Unidos trata de apaciguar a Turquía y no parece que esté apoyando a los
kurdos, pero no quiere dejar a los kurdos bajo la tutela de Rusia.
El resultado es que, con el fin de contentar a
Turquía, Washington hace la vista gorda a la continuación de la ocupación turca
de territorio sirio, y que pueda llegar tan lejos como a las afueras de Alepo.
El secretario de estado estadounidense, John Kerry declaró esta semana que los
ataques aéreos deben parar en ciertas áreas, con el fin de evitar que los
convoyes de ayuda sean destruidos. Sin embargo, los convoyes de ayuda no son la
única preocupación de Kerry. Su propuesta - que suena a intento desesperado antes
de la ruptura formal del alto el fuego – es interpretado por Turquía en el
sentido de que Estados Unidos no se opondrá a la creación de otra zona de
exclusión aérea en Siria. A partir de ahí, hay muy poco trecho a la creación de
‘zonas de protección seguras’, algo a lo que Washington se ha opuesto hasta
ahora.
Posponer el asalto a Raqqa
Mientras que los ataques de la semana pasada en
Deir el-Zour y cerca de Alepo fueron secundarios en el interés internacional,
no está del todo claro cuál sea la causa del retraso en el asalto a Raqqa (la
capital de facto de ISIS), que constituye la razón principal declarada para la
intervención militar de la coalición occidental en Siria.
Turquía ya ha informado a Washington que está
dispuesta a unirse a la guerra contra Raqqa, pero emitió un ultimátum en el
sentido de que los kurdos no deben participar. Rusia no se opone a atacar
Raqqa, en tanto que socio en la guerra contra ISIS. Y, naturalmente, Irán
también apoya la eliminación de ISIS en Siria.
En teoría, no puede haber una coalición más
eficaz. El problema es que una coalición de este tipo, que podría acabar con
relativa facilidad con el control del Estado Islámico sobre Raqqa, puede hacer
estallar toda una serie de paquetes bomba geopolíticos.
Rusia, por ejemplo, teme que las fuerzas turcas y
estadounidenses se hagan con el control de Raqqa, evitando el posible control
del régimen sirio. Irán, por su parte, teme que Estados Unidos y Turquía
limiten significativamente su influencia sobre cualquier régimen sirio futuro.
Al mismo tiempo, Teherán ve con preocupación cualquier implicación de Rusia en
Siria, porque ya ha empujado a Irán a una esquina.
Los Estados Unidos, por su parte, prevén un
escenario peligroso según el cual Estados Unidos y Turquía entran juntos en Raqqa,
junto con las milicias no-kurdas, empujando a rusos e iraníes a ayudar a las
milicias kurdas. Sólo un golpe de suerte evitaría una guerra de todos contra
todos en la que participarían directamente fuerzas rusas, estadounidenses,
iraníes, kurdas y turcas, y no entre milicias locales. Vale la pena señalar
que, en medio de todos estos cálculos, la fuerza de ISIS y su capacidad de
resistencia se han convertido en temas marginales.
Paradójicamente, se puede concluir que la guerra
contra ISIS en Raqqa se está retrasando porque ninguna de las partes puede
garantizar lo que sucederá una vez que la ciudad sea reconquistada. Y si
queremos empujar el absurdo aún más, podríamos argumentar que ISIS es menos
peligroso en su situación actual que después de su expulsión de Siria
Zvi Bar'el
Historiador israeli. Profesor del Sapir Academic
College e investigador en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Analista de Medio
Oriente para el diario israelí Haaretz.
Fuente:
http://www.haaretz.com/middle-east-news/isis/.premium-1.743910
Traducción:
Enrique García