Cuando Macrì envió un mensaje de texto, Alberto
le respondió al terminar su clase en la Facultad. Hablaron por teléfono. Macrì
le pidió que lo ayudara a frenar la carrera del dólar y Alberto accedió. Él a
su vez le sugirió que hablara con el Fondo Monetario.
—Eso mejor que lo hagas vos— replicó Macrì.
—A mí me van a consultar y les daré mi opinión,
pero hasta diciembre vos sos el Presidente, y como han incumplido todo el
programa tenés que hablar con ellos.
—No incumplimos nada el programa.
—¿Qué me estás diciendo? No cumplieron la meta
de inflación, no cumplieron la meta cambiaria, cierran el año con 1,7% de
déficit fiscal.
—Hemos hecho todo lo que nos comprometimos.
—Hay dos posibilidades. Decile a Dujovne que no
te mienta más, o sentate a leer el acuerdo y después me decís qué cumplieron.
—Me alegro de que podamos hablar, valoro tu
gesto— dijo el Presidente que se va.
—Y estaré disponible en forma directa cada vez
que lo consideres necesario.
—Con tu compañera era difícil hablar.
A la segunda vez que Macrì se refirió a
Cristina, Alberto lo interrumpió:
—Te llamé porque querías pedirme un favor, no
para escucharte cuestionamientos a Cristina.
El diálogo siguió con el pedido de ayuda para
frenar el descontrol cambiario. Alberto accedió pero quiso puntualizar las
causas de lo que sucedía.
—El lunes dijiste que esto pasaba porque los
mercados estaban asustados por nosotros y culpaste a quienes nos votaron.
Ustedes son los responsables de lo que sucedió. De tanto insistir en que somos
Venezuela, parece que los mercados les creyeron.
—Pero yo no dije nada de eso.
—En estos tres días no dijiste, pero llevás seis
meses haciendo campaña con eso.
—Sí, pero Cristina es amiga de Chávez.
—¿Qué tiene que ver Chávez, que murió hace seis
años?
—Ella le pidió plata prestada.
Ya muy molesto, Fernández cortó este diálogo
absurdo con un Presidente alienado de la realidad:
—Pero, ¿qué estás diciendo? Cristina nunca le
pidió nada a Chávez. Fuimos Néstor y yo, y una sola vez, cuando se nos cerraron
todas las fuentes de financiamiento.
—Bueno, es lo mismo…
-No sabés lo que decís. Te puedo ayudar a calmar
el dólar. Para hablar de esto no tengo tiempo.
Macrì le propuso que se tomaran una foto juntos
en público. Alberto se negó. Le dijo que ni al propio Macrì le convendría.
Acordaron los puntos de la información que daría Macrì , quien tomó nota y
cumplió.
La declaración de Fernández efectivamente hizo bajar
la fiebre cambiaria. Los $ 60 que mencionó Fernández no eran una cifra deseada
ni fantasiosa, sino el nivel anterior más la devaluación sucedida. A despedirse
y ya en un tono más sereno, Macrì preguntó si Alberto quería pedirle algo.
—Que le hagas caso al presidente del Banco
Central y cuides las reservas. Que actúes como Presidente y no como candidato,
que los corras a Peña y Dujovne, porque aparte de que han perdido toda
credibilidad, tienen en pie de guerra a tu propio gabinete.
—Esto último no es fácil. ¿Quién querría hacerse
cargo en este momento?
Es comprensible. A la inversa, todos quieren
verse con Alberto. Por ejemplo, Marcos Galperín, quien hizo el contacto a
través de Wado de Pedro y al salir dijo que era muy positivo que lo hubieran
recibido. O el periodista más enardecido en la defensa de Macrì y la diatriba
contra la oposición, quien llegó a la sede de la calle México disfrazado, con
anteojos negros, gorra y bufanda. Cuando repitió por tercera vez sus
explicaciones, Fernández cortó esa autohumillación y le preguntó qué quería.
—Mantener el contacto abierto.
—Siempre lo tuviste, hasta que dejaste de llamar
porque empezaste a trabajar para Macrì. Llamá cuando quieras.
Más decorosa fue la cita del candidato con el
CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto. Habrá que seguir con atención las
páginas y las pantallas del Grupo para atisbar cómo fue ese diálogo, que
Cristina conoció con antelación.
Fuente: El cohete a la luna.