N.R. de
Utophia. Nosotros mismos pusimos en manos de los funcionarios de la embajada de
Israel, sin saber que nos metíamos en las fauces de los servicios que se
encargaron de encubrir el atentado, una copia de la grabación en la cual un
vecino de la mutual AMIA nos informaba que un helicóptero de la policía de la
provincia de Buenos Aires sobrevoló por más de 15 minutos sobre el edificio,
tal como lo denunció la ex ministra de Seguridad Nilda Garré.
Otra copia fue entregada al periodista Herman Schiller. Nunca nadie nos llamó para saber quien era el denunciante o corroborar la denuncia del audio.
Acabo de subir este hilo de tuits a mi cuenta:
Otra copia fue entregada al periodista Herman Schiller. Nunca nadie nos llamó para saber quien era el denunciante o corroborar la denuncia del audio.
Acabo de subir este hilo de tuits a mi cuenta:
No tengo el más mínimo respeto por mis reales o
supuestos colegas periodistas que a esta altura de los acontecimientos siguen
diciendo y escribiendo recurrentemente que a Nisman lo mataron.
No quiero que me suceda lo mismo con los que por
falta de información y creerle a algun supuesto especialista se suman ahora
¡después de un cuarto de siglo! a decir lo mas campantes y como si no tuvieran
dudas que las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA se ejecutaron con
vehículos-bomba.
Llevo más de dos décadas explicando que no hubo
ninguna F-100 que volara la sede diplomática (en «Caso Nisman: Secretos
inconfesables» describí quienes y cómo introdujeron el explosivo) y que no hubo
nadie que haya visto una blanca Trafic fantasma en la calle Pasteur el 18-J.
Y si, en cambio, que hubo multiples testigos que
estaban muy cerca del epicentro de las explosiones, e incluso quienes miraban
en ese momento hacia la puerta de la mutual, que negaron enfáticamente que
hubiera ningun vehiculo que la embistiera. o en las inmediaciones.
Para los apurados o a los que el asunto les
interesa solo tangencialmente, la demostración es sencilla: No hubo en todo el
mundo una explosión de vehículos-bomba en el que por más quemado y retorcido
que hubiera quedado éste, no se lo reconociera a simple vista.
Acá, los encubridores nos quieren convencer de
que en Buenos Aires los coches-bomba son evanescentes y se volatilizan en el
aire. Milagrosamente.
Aun en el caso del cruento atentado cometido en
Beirut contra el cuartel de los Marines, cometido con un camión en el que se calcula
había 5000 kilos de explosivos se veía perfectamente el piso o falso chasis,
los dos ejes y 3 de sus 4 puntas.
Nos quisieron convencer de que el falso chasis
de la Trafic debe encontrarse enterrado en el lugar donde estaba la puerta de
la mutual. Pero cuando Sergio Burnstein propuso cavar o utilizar un detector de
metales para corroborarlo o desecharlo, le negaron esa prueba.
Cuando Nilda Garré se propuso investigar si un
helicóptero que según muchos testigos casi se posó en la azotea de la AMIA esa
madrugada había «sembrado» alli piezas de Trafic, dirigentes de «la cole» y los
fiscales encubridores consiguieron que De la Rúa la echara.
Quien me convenció con sólidos argumentos de que
no había una sola Trafic en danza sino al menos dos y que ninguna de ellas
había sido vector de la voladura, sino apenas un fantasma, un señuelo cuyo
objetivo era desviar la atención, fue el finado Carlos De Nápoli.
Antes, Joe Goldman y Jorge Lanata se habían
burlado de quienes decían que en lo de la embajada había intervenido una
camioneta y puesto en duda que hubiera existido la mentada Trafic-bomba en el
caso de la AMIA.
Después, Gabriel Levinas escribió todo un libro
para demostrar que lo de la Trafic-bomba era un cuento chino. Otros
investigadores amateurs, variopintos y de distintas ideologías (por ejemplo,
José Petrosino) llegaron a la misma conclusión sin que se les hiciera mucho
caso.
Luego, Lanata y Levinas se pasaron con armas y
bagajes al otro lado de la trinchera, el de Magnetto y este gobierno cipayo y
vendepatria, y consecuentemente guardan silencio.
Y otros investigadores que se dieron cuenta de
la inexistencia de la Trafic, como Horacio Lutzky, no se animaron a decirlo en
voz alta.
Recomiendo enfáticamente que lean mis dos
últimos libros, en especial el último, «La infAMIA» porque creo haber
demostrado claramente en ellos la inexistencia de la supesta Trafic-bomba.
Y si no quieren darle crédito a Telleldín (que,
absurdadamente, está siendo nuevamente juzgado) que consulten a abogados que
cubrieron el juicio de la AMIA como Juan Carlos García Dietze o, mejor aún
aquel megajuicio y también el del encubrimiento como José Manuel Ubeira.
O a periodistas especilizados en asuntos de «la
cole» como Daniel Schnitman. Y en lo inmediato, si no quieren salir de la compu
o el smartphone, métanse en (link: http://pajarorojo.com.ar) pajarorojo.com.ar
donde hay no una sino muchas notas referidas a la inexistencia de la supuesta
Trafic-bomba.
Adviertan que hace 18 días que desafié ((link:
http://pajarorojo.com.ar/?p=43062) a quien diga
tener alguna prueba o mero indicio consistente de que en el atentado
participara algún iraní o libanés musulmán, a que lo explicite o calle para
siempre. Y que el silencio es atronador.
Pero si todavía le dan crédito al tunante que
por tener la cola sucia en este tema sostiene contra viento y marea el
protagonismo en la voladura de la Trafic fantasma, por favor permítanse la duda
y lean esto: (link: http://pajarorojo.com.ar/?p=31080)pajarorojo.com.ar/?p=31080 .
Ni a Nisman lo asesinó un «comando mixto
venezolano-iraní entrenado en Cuba» proveniente del Uruguay ni los atentados
fueron cometidos por camionetas invisibles conducidas por kamikazes libanes
teledirigidos desde Teherán por protervos ayatolás.
Pasa que a excepción de algunos familiares de
las víctimas y de algunos excéntricos investigadores, como quien escribe, a
nadie le interesa que la verdad resplandezca.
Y es que aunque hubo traficantes sirios metidos
porque habían sido estafados en el curso del ilegal tráfico de armas a Bosnia y
Croacia no hay pruebas y ni siquiera indicios de que el entonces presidente
Hafez al Assad aprobara los bombazos.
Y que aunque todo indica que los atentados
fueron cometidos por mercenarios locales contratados desde el círculo más íntimo
del presidente Menem, al igual que en el caso anterior también parece claro que
éste no tuvo absolutamente ninguna participación.
En cuanto a los asesinos materiales, está clara
su relación con varias dependencias de la Policía Federal, como que el jefe de
ésta, el comisario Passero no sólo fue ajeno sino que advirtió que en ambos
casos hubo explosiones adentro de los edificios que estaban en refacciones.
También hubo complicidad de agentes de inteligencia
israelíes opuestos a los planes de paz con Siria del primer ministro Rabin (al
que terminarían por asesinar) y deseosos de demonizar a Irán. Y la CIA sabía de
antemano lo que iba a pasar. Así las cosas, a todos los poderes fácticos les
conviene dejar las cosas como están.Fuente: Pájaro Rojo