Por Jorge Cerletti
Varias voces convergen sosteniendo la pronta
aparición de una crisis financiera global
La de
Eric Toussaint es una de esas voces connotadas. “Ya se unieron todos los
ingredientes de una nueva e importante crisis financiera internacional. Los
dirigentes de los bancos centrales lo saben y también los dirigentes de
instituciones como el FMI, la OCDE Y el Banco de Pagos Internacional (BPI). Por
consiguiente, la prensa especializada le está dedicando numerosos artículos.
Uno de los factores que dirigen la economía hacia una nueva crisis
internacional de gran envergadura es la enorme acumulación de deudas de las
grandes empresas privadas y la utilización que se hace de las mismas”.
Yanis Varoufakis habla de la desesperanza que se
empeña en retornar. “El renacimiento del capitalismo en la posguerra y en
particular el ímpetu hacia la globalización financiarizada después de la Guerra
Fría resucitaron la fe en las capacidades autorreguladoras de los mercados.
Hoy, más de diez años después de la crisis financiera global de 2008, esta fe
conmovedora está otra vez hecha añicos, ahora que vuelve a afirmarse la
tendencia natural del capitalismo al estancamiento. El ascenso de la derecha
racista, la fragmentación del centro político y el aumento de tensiones
geopolíticas son meros síntomas de la descomposición del capitalismo”.
Raymond Goldsmith ha acuñado una definición de
crisis financiera: “un deterioro agudo, breve y ultra cíclico de todos o de la
mayoría de los grupos de indicadores financieros: tipos de interés a corto
plazo, precios de los activos (valores, propiedades inmobiliarias, terrenos),
insolvencia comercial y quiebras de las instituciones financieras”. Por su
parte Miguel Angel Ramos Estrada ha trazado una anatomía de las crisis
económicas financieras: “Expansión económica, relajación del crédito, aumento
del endeudamiento, importante aumento del valor de los activos (con la creación
de burbujas), inicio de una política monetaria más restrictiva, caída en el
precio de los activos y recesión económica.”
Mónica Peralta Ramos diseña un recorrido
paralelo transitado por crisis y endeudamiento. “Hacia 2008 el PIB global era
cercano a los 58 billones de dólares (trillions) y la deuda total ascendía a
los 100 billones de dólares (trillions). La crisis financiera produjo corridas
bancarias a nivel mundial. El peligro principal residía en la posible implosión
de los grandes bancos americanos y europeos fuertemente endeudados con activos
tóxicos, es decir irrecuperables. Para superar la crisis, la Reserva Federal y
la banca central de los principales países del mundo implementaron una política
de facilitación monetaria con tasas de interés cercanas a cero. Esta política
inundó el mundo de dólares baratos y permitió salvar a los grandes bancos, pero
a costa de incrementar los problemas que originaron la crisis financiera. Diez
años después la deuda global había crecido a 250 billones de dólares
(trillions) mientras el PBI global había ascendido a 80 billones de dólares”.
El capital es un sistema que es causa de sí
mismo, por ende, sus personificaciones cuando emprenden la tarea de encontrar
el paliativo perdido, al analizar la situación no van más allá de dar una
pretendida respuesta desde los efectos. “Desde 2010, aprovechándose de la
política de bajas tasas de interés adoptada por los bancos centrales de los
países más industrializados (Reserva Federal de los EEUU, Banco Central
Europeo, Banco de Inglaterra, Banco de Japón, Banco de Suiza….), las grandes
empresas privadas han aumentado masivamente su endeudamiento. En los EEUU, por
ejemplo, la deuda de las empresas privadas no financieras ha aumentado en 7 800
millardos de dólares entre 2010 y mediados de 2017”, sostiene Eric Toussaint.
El capital es un sistema que tiene una
determinación central: expansión guiada por la acumulación. El capital
monopólico globalizador no encuentra en la actualidad el nivel de acumulación
requerido en el ámbito productivo, ¿entonces qué destino le dieron las empresas
a los cuantiosos préstamos recibidos?
Compraron sus propias acciones en bolsa, con las
consiguientes ventajas especulativas; sube el precio de la empresa y remuneran
a sus accionistas sin pasar por la ventanilla donde se abonan los impuestos.
Compraron obligaciones emitidas por otras empresas privadas, así como títulos
públicos.La firma Apple tenía ella sola en 2017 créditos sobre otras empresas
por un montante de 156 millardos de dólares, lo que representa el 60% del total
de sus activos. Ford, General Motors y General Electric compraron igualmente
deudas de otras empresas. El 80% de los activos de Ebay y el 75% de los activos
de Oracle son créditos sobre otras empresas. Al menos la mitad de estos
créditos encuentran calor de hogar en paraísos fiscales.
Las crisis fiscales dejan en los pueblos huellas
de dolor, Argentina 2002 es una diáfana ilustración sobre el particular; la
economía se contrajo 11 %, la moneda se devaluó de un peso por dólar a cuatro;
la inflación alcanzó en ese año 41 %; los salarios cayeron 24 %; y la tasa de
pobreza llegó hasta 57 % . Se estimó que 4 de cada 10 argentinos llegaron a
vivir con un dólar o menos por día.
Si bien la atención de las mentes se ocupa
prioritariamente de la crisis financiera no se debe soslayar la crisis
sistémica sustrato de las amenazas a la continuidad de la humanidad. “La crisis
que se desarrolla con toda gravedad en nuestra época histórica es estructural
precisamente en el sentido de que no puede ser barrida del camino ni siquiera
gracias a los muchos billones de las operaciones de rescate del Estado
capitalista. Así, la crisis estructural del sistema cada vez más profunda,
junto con el fracaso demostrable de las medidas remediales intentadas en forma
de aventurerismo militar y financiero en una escala antes inimaginable, hacen
que el peligro de la autodestrucción de la humanidad resulte mayor que nunca”,
teoriza István Meszáros.
Cuando decimos estructural señalamos que afecta
a la totalidad de un complejo social, nada queda por fuera de ella. Se puede
argumentar que crisis y capital son viejos compañeros de ruta, que el capital
superó el escollo y salió fortalecido creando una situación que podríamos
llamar como la “existencia natural” del sistema. En efecto, el capital emergió
fortalecido luego de superar a cada una de ellas, sin embargo, como hemos dicho
la presente crisis tiene otras características.
La actual crisis estructural se evidencia bajo
cuatro aspectos:
- es de carácter universal, afecta a todas las
esferas del sistema. De cobertura global, no confinada a un conjunto de países
como sucedió en anteriores oportunidades;
- permanente, en su escala temporal. Se
desarrolla de forma reptante, sin que deban descartarse convulsiones
vehementes.
Una compleja maquinaria creada por las
personificaciones del capital procura desplazar las contradicciones; en el
pasado funcionó de manera exitosa y en la actualidad es cada vez más requerida
y con menores resultados. El Estado es parte central de esta maquinaria, como
se observó con toda claridad en el salvataje realizado por el gobierno de
EstadosUnidos a los bancos involucrados en la crisis hipotecaria inmobiliaria.
A diferencia de otros autores y corrientes, para
Marx-Mészáros la crisis anida en el interior del sistema y tiene repercusiones
en los límites y otras externalidades. Si observamos el desarrollo de la crisis
vemos que afecta tres dimensiones internas y centrales del sistema: producción,
consumo, circulación/distribución; estas dimensiones en el pasado reciente han
tendido a fortalecerse y expandirse mutuamente, dinamizando la reproducción del
capital; en el presente esas dimensiones han comenzado a ocluirse. Las
limitaciones inmediatas de cualquiera de estas dimensiones podían ser superadas
gracias a la interacción recíproca con las otras. Una barrera inmediata para la
producción podía ser superada mediante la expansión del consumo. Con el
carácter destructivo que reviste la producción capitalista, su expansión, que
requiere de mayores recursos materiales y humanos, agudiza las contradicciones.
Voceros del capital afirman que el sistema se
las arregló para superar anteriores crisis y que algo similar ocurrirá con la
presente; por supuesto, no respaldan con razones estos deseos. El colapso de algunos
mecanismos y determinaciones acentúan la crisis de control y dominación. Otro
aspecto que ilusiona a estos voceros es la inmensa fuerza represiva del
capital; olvidan que nada se resuelve con el uso exclusivo de la fuerza: el
nazismo, el estalinismo, a lo que se podría agregar las agresiones a Irak y
Afganistán, son una prueba de la esterilidad de la fuerza en el momento de
desplazar contradicciones.
En esa misma línea se encuadran las esperanzas
depositadas para refrenar las contradicciones en base a intentos políticos
autoritarios; se debe tener presente que el capital es eficiente movilizando
los recursos de una sociedad fragmentada, no es un sistema de unificación de la
emergencia, se requiere del sistema una intervención positiva, más aún cuando
el proceso productivo está perturbado, por ende la emergencia sólo puede tener
un carácter transitorio, jamás ser la condición permanente de una futura
normalidad. El capital configura una sociedad dividida por intereses
antagónicos y es dentro de esa fragmentación que el sistema encuentra sus
mejores cauces para la auto reproducción. Importantes contradicciones internas
de partes del sistema y sus mutuas relaciones crean vallas para el manejo de la
crisis:
Las contradicciones sociales/económicas del capital
avanzado: Crisis en EEUU y en la Unión Europea signadas por un elevado
desempleo, pérdida del hogar para un elevado número de trabajadores, recesión,
secesionismo, decadencia social y política, pobreza creciente.
Las dimensiones internas y las contradicciones
inherentes de la auto expansión del capital configuraron desde sus orígenes una
unidad contradictoria, ya que una tenía que sojuzgar a la otra; por ejemplo,
subordinar la producción al intercambio, en la medida en que la reproducción
ampliada de cada una pudiese realizarse sin perturbaciones, cada una de las
dimensiones se fortalecía y el conjunto funcionaba en armonía. Cuando las
perturbaciones no pueden ser superadas se tornan acumulativas, estructurales.
Otro aspecto alarmante de la crisis estructural
es el hecho de que las falencias de la sociedad civil (para la reproducción del
sistema) repercuten de forma ostensible en las instituciones políticas, se
requieren garantías políticas nuevas, que el estado capitalista se ve en graves
dificultades para proporcionar. Vivimos una auténtica crisis de dominación,
basta mirar la realidad desde los ángulos más diversos para comprobarlo.
La reproducción ampliada del capital, a lo que
todo lo demás debe quedar subordinado, se alza como un obstáculo para la
satisfacción de las necesidades humanas. Los gastos militares de los EEUU
impuestos por la lógica de la “acumulación por el pillaje” se cuentan por
billones de dólares mientras mil millones de seres humanos sufren hambre. Los
millones de personas que padecen necesidades alimentarias en el mundo podrían
ser alimentados más de 50 veces con los presupuestos destinados al armamento.
La producción capitalista procurando su
reproducción ampliada ha entrado en una fase de destrucción sistemática de la
naturaleza; a su vez, el incremento e incorporación de la tecnología torna
devastador su preocupante poder de destrucción de la vida en el planeta,
Ha
quedado atrás la ilusión de Marx de ver en el desarrollo capitalista un aporte
civilizatorio, la destrucción es el sino de la producción capitalista. El alto
nivel de productividad alcanzado genera una contradicción insoluble del capital
expresada en un desempleo estructural, el sistema crea las condiciones
materiales para el desarrollo de los individuos para negarlas inmediatamente en
tiempo de crisis en interés de su propia supervivencia.
Todos estos fenómenos socioeconómicos deben ser
observados bajo la crispación generada por una latente y presente guerra
comercial.
- Contradicciones sociales, económicas y políticas
en Europa del Este; estados al borde de la desintegración.
- Rivalidades y tensiones entre los principales
países capitalistas, competencia intensificada por la crisis. En 1974 Alemania
Federal y Japón lanzaron al mercado productos industriales a un precio
notablemente inferior al que tenían los mismos productos fabricados en EEUU,
los costos de Norteamérica eran superiores. Desde entonces los salarios en EEUU
se hallan a la baja procurando las empresas mejorar su situación competitiva.
El dólar, la moneda que EEUU emite según sus necesidades, ha participado de
manera activa en la puja: cuando EEUU debe pagar desciende su cotización,
cuando EEUU es acreedor asciende el valor del dólar.
- Dificultades para mantener el sistema de
dominación neocolonial. La búsqueda de la tasa de ganancia en un “Tercer Mundo”
con elevada tasa de explotación llevó a la radicación de capitales del mundo
avanzado en países emergentes originando un desarrollo desnaturalizado, pero
desarrollo al fin y la desindustrialización en los países de origen. Esta
situación, más el fracaso de las políticas neoliberales (especialmente en
Latinoamérica y El Caribe.
- Por otra parte, como se ha sostenido líneas
atrás, el éxodo empresarial incrementó los problemas laborales y sociales en los
países centrales. En Detroit, que fue una ciudad industrial, alrededor del 50 %
de las viviendas carecen de moradores.
- Desde algunos círculos -con tintes
reformistas- del capital se ha alentado la ilusión de hallar los recursos para
una expansión económica en la reasignación de presupuestos destinados al gasto
militar. Los anhelos se frustraron por diversas cuestiones. Una de ellas es el
inmenso peso económico y por ende el poder político del complejo
militar/industrial, además el “complejo” desplaza una porción importante de la
economía de las azarosas sendas del mercado a las seguras y rentables finanzas
estatales y tanto o más importante, gran parte de la producción armamentística
tiene una tasa de utilización cero, lo cual contribuye a dinamizar la economía
formal.
- Desarrollar el Tercer Mundo apareció como una
alternativa apetecible; sin embargo, una vez más la realidad se encargó de
disipar las ilusiones, los países emergentes ya están integrados al capital y
cumplen dentro de él una función vital a través de la división internacional
del trabajo; se debe señalar que, si fuese posible la convivencia de un Tercer
Mundo desarrollado con los países capitalistas avanzados, lo único que se
lograría sería incrementar los problemas del capital. Entre otros factores cabe
señalar el deterioro del medio ambiente que provocaría la industrialización del
Tercer Mundo bajo los mismos parámetros que siguió el desarrollo en los países
metropolitanos.
Mirando desde Los Andes
La sociedad que estructura el capital es una
formación de antagonismos y contradicciones permanentes, en el marco de la
crisis estructural del sistema estos aspectos que inducen al individualismo han
sido analizados con mirada certera por cientistas sociales enrolados en la
cosmovisión del Buen Vivir, forjada por los pueblos andinos.
“Estamos ante la presencia de una gran crisis
global, que amenaza tanto a la vida comunitaria como al planeta mismo”,
sostienen desde el Buen Vivir y continúan. Responsable de este proceso que
amenaza la humanidad es la codicia de los grandes dueños del dinero, que han
expandido por todo el mundo sus empresas transnacionales, la cultura
occidental, el sistema capitalista.
Una crisis profunda está en desarrollo. Son cada
vez más evidentes determinadas tendencias que se interrelacionan y potencian
entre sí:
- El cambio climático, que se manifiesta en
sequías o inundaciones, olas de intenso calor o frío polar; huracanes y
tornados cada vez más frecuentes, que asolan especialmente a poblaciones
pauperizadas. En proyección, el cambio climático generará transformaciones en
el organismo de todos los seres vivos. La actividad humana es la principal
responsable del calentamiento detectado a partir de 1950, particularmente
ocasionado por los “patrones de consumo” implantados a partir de la revolución
industrial. Se estima que la emisión de dióxido de carbono proveniente de la
quema de combustibles fósiles era de 3 millones de toneladas en 1751: en 2006,
se emitieron a la atmósfera 8.379 millones de toneladas a la atmósfera. Desde
1860, Europa y Norteamérica han aportado el 70% de emisiones de CQ2, los países
empobrecidos sólo el 25%. Forman parte de la crónica periodística diaria las
noticias sobre la desaparición de las masas de hielo en el Ártico y en la
Antártida, o en las cumbres de montañas de Asia, África y Latinoamérica.
Acompañan esta información prospectivas sobre la subida del nivel de los mares,
inundaciones en zonas costeras, y sequías progresivas en África subsahariana,
regiones andinas de Sudamérica, o próximas al Himalaya. Las consecuencias son
conocidas o previsibles:
. La desaparición de especies vegetales y
animales, hambrunas, enfermedades, desplazamiento de poblaciones, conflictos
sociales, desertificación.
. El agotamiento de los recursos naturales del
planeta. La sobreexplotación que realizan las naciones más desarrolladas, que
consumen un 30% más de lo que la Tierra puede regenerar, amenaza la vida en el
planeta y la supervivencia de culturas que tradicionalmente han vivido en
equilibrio con la naturaleza.
- La crisis del agua. La urbanización y los
procesos industriales producen un mayor consumo de agua tanto de superficie
como subterránea, con su correlato en un 15 a 30% de insostenibilidad de las
extracciones para riego. Sin agua, la vida es imposible. Hemos interferido en
el ciclo hidrológico mismo, hemos destruido cuencas hidrográficas
imprescindibles para la reproducción de la vida. En EEUU la agricultura
industrial, y las plantas de generación de energía atómica consumen cuatro
quintas partes del agua que usa todo el país. En el sur del planeta se consume
con el riego el 85% del total del agua utilizada. Si le sumamos procesos
extractivos como la minería, la situación se define con rasgos sumamente
críticos. La presión sobre la Tierra se intensifica; implementamos seis formas
fundamentales de explotación: extrayendo el agua subterránea de los acuíferos
mediante equipos de tecnología reciente, con una rapidez que supera la
reposición natural de la misma; exportando “agua virtual” de las cuencas
hidrográficas, incorporada en las materias primas o en los productos
industriales; desviándola por tuberías, para abastecer grandes ciudades o para
cultivos en zonas semiáridas, desprotegiendo así el ecosistema de origen;
mediante la deforestación, que altera el ciclo del agua, creando “islas de
calor”.
- La crisis en la producción de alimentos,
incidida por el cambio climático y por la utilización de productos agrícolas
para la obtención de combustibles. Se reduce progresivamente la reserva mundial
de alimentos, encarecidos además por la utilización de agroquímicos en la
cadena de producción, y por los costos de transporte. El aumento de precios de
los alimentos fue constante en los últimos 50 años, tendencia que muy
probablemente se mantendrá. Una gestión inadecuada de los recursos hídricos
pone en riesgo la seguridad alimentaria mundial. Cuencas fluviales hasta hoy
potentes productoras de alimentos están al límite de la sobreexplotación. El
cambio climático incide en sequías y en inundaciones, sobre todo en regiones
tropicales áridas y semiáridas los agricultores no podrán prever cuál será el
flujo de agua disponible, agravando la situación de poblaciones que ya padecen
inseguridad alimentaria. La más afectada será la agricultura de secano, esta
comprende el 96 por ciento del total de la superficie agrícola en el África
subsahariana, el 87 por ciento en América del Sur y el 61 por ciento en Asia.
En zonas semiáridas de los márgenes, se pierden cosechas por la sequía;
especies animales se ven afectadas en sus posibilidades de vida por la misma
causa. Millones de productores y de consumidores se verán damnificados por la
disminución en el rendimiento de alimentos. A esto se suman los problemas
sanitarios generados por la utilización de agua contaminada - la única
disponible-en las regiones más pobres del mundo
- La crisis en la generación de energía, por el
fin de la era de energía barata - petróleo, gas. No han adquirido desarrollo
suficiente las energías alternativas, y se duda sobre las magnitudes que puedan
suministrar en relación con las energías tradicionales. Esto tendría como
correlato la incapacidad del actual sistema industrial para sobrevivir, y la
necesidad de un rediseño cualitativo y cuantitativo de la producción, cambios
en los modos de vida, y en los proyectos urbanísticos de las ciudades.
- La crisis financiera mundial, con la
consecuente reducción del crecimiento económico. Esta corriente lo atribuye al
estancamiento en la producción de petróleo desde 2005, sumado a la
desaceleración de la producción causada por el cambio climático. La posibilidad
de retomar la etapa de crecimiento se verá probablemente frustrada por el
estancamiento en la producción de petróleo, con el concomitante incremento de
su precio, por lo que la crisis puede prolongarse hacia el futuro.
- La crisis del tiempo: el tiempo global de la
producción industrial, del ciber espacio y las telecomunicaciones “chocan
brutalmente contra el tiempo de la vida, ocasionando una tremenda colisión de
tiempos entre el tiempo cíclico de la naturaleza y el tiempo lineal de la
historia, el tiempo del reloj”
Estas tendencias, combinadas, constituyen una
explosiva y amenazante amalgama que puede terminar con la vida, no sólo de la
civilización gestada por el occidente “desarrollado”, sino también de los
hombres y demás seres vivientes; los golpes más peligrosos e inmediatos caerán
primero en las regiones más indigentes. Los esfuerzos de los gobiernos por dar
respuesta a esta crisis global aparecen como inadecuados.
Los intentos de las empresas e industria de
reformar sus políticas se encuentran imposibilitados por imposiciones
estructurales que sólo consideran la expansión y las ganancias.
Los modelos dominantes del capitalismo y del
socialismo priorizan el crecimiento económico rápido y la acumulación colectiva
e individual de la riqueza, para responder a un consumismo insaciable
demandante de la visión ocultando graves e insolubles problemas. Desencanto y
lucidez transitan el mismo camino. El ser humano para ser lo que es debe
cambiar siempre y la imposibilidad de cambio real muta en resistencia. A todo
esto, la tendencia conservadora cobra primacía en la sociedad, para que el yo
cobre certeza es preciso cerrarse a toda alternativa de cambio. Se persigue a
todos los que proyectan los cambios necesarios, el suicidio tiene rango
colectivo.
En la vida moderna la pérdida de sentido de la
vida genera un vacío cultural, la cultura, aunque sea muy “expresiva”, no
expresa nada, es cobertura de vaciedad. La dinámica del comercio cultural, la
gran producción, no son muestras de excelencia, sino de decadencia. Nada dura en
ese universo, salvo la insatisfacción que ni el consumismo logra atenuar.
Consumismo, adicción, pilares de un mercado que
digita, consagra y denosta. El ánimo de los seres humanos alberga indiferencia,
insensibilidad, sinsentido; se pretende cubrir el vacío con objetos. Un
sinnúmero de formas pretende conferir sentido a la existencia.
Reinan las apariencias, desaparece lo sustancial
y esencial. Ganan espacio en la consideración social lo frívolo y superfluo,
aunque sin explicitarse. Ese universo de frivolidad se puebla con cosas y
mercancías que postergan al ser humano, la fetichización impera en todos los
órdenes de la cotidianidad. La conciencia queda inmovilizada, su inercia
produce retraso mental. La voluntad, que es el poder real, no se manifiesta, ni
proyecta. Proyectarse significa exponerse, mostrar de lo que se es capaz,
persuadir, convencer. Todo lo contrario de la fuerza que clausurando a los
demás se clausura. La vida, el bienestar de todos es considerado imposible por
los poderosos.
Estos modelos de consumo exagerado no pueden
extenderse a toda la población mundial porque provocaría daños inmediatos
irreversibles. Son los principales causantes de la Crisis Global; ante las
evidencias del daño ambiental continúan con su expansión, con la explotación
irracional de los recursos aún en las regiones más lejanas del planeta, e
incluso buscan ganancias en acciones presuntamente medioambientalistas.
La crisis avanza y las amenazas a la paz mundial
se acrecientan. Las naciones- estado demandan recursos naturales escasos para
sobrevivir, las guerras por el petróleo ya han comenzado.
De acuerdo con Rafael Bautista (2011), 500 años
de Modernidad han derivado en un sistema socioeconómico que sume en la pobreza
al 80 % de los habitantes del planeta; mientras niega la capacidad regenerativa
de la propia naturaleza.
Las derivaciones sociales de la crisis sistémica
crean situaciones paradójicas; en efecto, en la era de las comunicaciones
deambulamos en una sociedad de sordos, no somos capaces de escucharnos. La
incomunicación devalúa las relaciones humanas, perdemos humanidad, las
relaciones se mercantilizan, todo pasa por el rasero individualista de los
intereses utilitarios. Con esas actitudes las personas contribuyen a la
destrucción de la vida. Como dice Rafael Bautista, “todos, al perseguir su
bienestar exclusivamente particular, colaboran en el malestar general”. Se
generaliza la competencia, las aspiraciones chocan entre sí, no existe la
comunidad, los seres humanos se atomizan.
La sociedad se sumerge en un continuo
desequilibrio, algo debe cambiar siempre para que nada cambie, la moda es el
reflejo de lo social, variaciones de lo mismo, la vida pierde sentido y el sin
sentido da origen al cambio superficial, lo sustancial es ignorado y las
apariencias cubren todo: no es factible cuando el tema concierne a la
posibilidad de mejorar la economía de los pobres, inviable, cuando se propone
ampliar el horizonte democrático. Es que el poder precisa relativizar la
importancia de los pueblos en la construcción de su propia vida “porque sólo
hay ejercicio del poder cuando hay sobre quien ejercerlo”, manifiesta Rafael
Bautista. La sempiterna dialéctica del amo y el esclavo.
La importancia de la acción personal se percibe
en toda su magnitud cuando se constata que la transformación real es
transformación del sujeto, desde allí se dinamiza el cambio estructural. La
historia se hace conciencia, condición insoslayable para proyectar futuro. Los
sueños perseguidos habitan nuestro interior, no proceden de afuera, se carece
del conocimiento que les otorga visibilidad; las respuestas a las preguntas que
nos acucian anidan en nuestros pechos. El resplandor moderno de las mercancías
ajenas nos coloniza la subjetividad. En ese contexto, nadie podía enseñar como
Buen Vivir, los que lo sabían soportaban el extenuante peso del sometimiento
estructural. “La estructura de las luchas indígenas se puede condensar en un
afán que manifiesta el deseo de vivir-de-otro-modo; esto quiere decir: vivir
como se vive ahora no es vida, vivir de modo digno no es posible en la forma de
vida actual”, sostiene Bautista. “No hay ningún paraíso para recuperar, se
trata de retomar una estructura ética que expresa un modo de vida más racional,
más humano, más digno. Recuperar recuperándonos como sujetos, viviendo una
buena vida con plenitud moral y rebosante de belleza”, sostienen desde los
Andes.
Dejar atrás la tolerancia represiva
La crisis estructural trae aparejada una crisis
de dominación para el capital. “En el transcurso del desarrollo humano, la función
del control social ha sido enajenada del cuerpo social y transferida al capital
que, por consiguiente, adquirió el poder de agrupar a las personas en un
esquema jerárquico estructural funcional, de acuerdo con el criterio de una
mayor o menor participación en el necesario control sobre la producción y la
distribución”, sostiene I. Meszáros.
En el marco del proceso de globalización,
concentración y expansión el poder de control asumido por el capital se va
retransfiriendo de facto al cuerpo social. Aflora una contradicción fundamental
entre una incipiente pérdida de control y la forma de control establecida. Si
miramos debajo de la superficie de los acontecimientos vemos que el control del
capital se va esfumando y el paisaje de las calles presenta como un hecho
habitual a movimientos sociales protestando por las consecuencias de las
políticas instrumentadas por los gobiernos. Poderosas presiones sociales
inciden en el cambio producido hasta en el vocabulario de políticos y el
surgimiento de corrientes identificadas a tientas con propuestas de cambio.
En EEUU, el gendarme del sistema se producen
fenómenos hasta hace poco tiempo impensados. Según un sondeo realizado por
Gallup en el 2018, solo un 45 % de los estadounidenses de entre 18 y 29 años de
edad está a favor del capitalismo y un 51% apoya el socialismo. Además, el
estudio GenForward, realizado por científicos de la Universidad de Chicago,
reveló que de los cuatro grandes grupos raciales, sólo los blancos eligen
mayoritariamente —un 54%— el sistema económico actual, mientras que los
ciudadanos de origen africano, asiático y latino simpatizan predominantemente
con el socialismo.
«Hemos encontrado una tendencia preocupante
hacia la normalización de la connotación positiva del ‘socialismo'», afirmó con
amargura la fundación Víctimas del Comunismo (VOC), comentando su propio
estudio, que corroboró, en general, los datos de Gallup.
Un socialismo que navega en ambigüedades, aún en
los conceptos y mentes de sus dirigentes. Bernie Sanders, precandidato a
presidente por el Partido Demócrata, ha dicho: «No creo que el Gobierno deba
poseer los medios de producción, pero sí creo que la clase media y las familias
trabajadoras, que producen la riqueza de EE.UU., merecen un trato justo. Creo
en las compañías privadas que prosperan, invierten y crecen en EE.UU. en lugar
de enviar sus trabajos y ganancias al extranjero». Julia Salazar, estrella en
ascenso del socialismo democrático elegida el año pasado en el Congreso del
estado de Nueva York, sostiene que el objetivo final del movimiento debe
consistir en la supresión del capitalismo: «Un socialista democrático reconoce
que el sistema capitalista es inherentemente opresivo y está trabajando
activamente para desmantelarlo y para empoderar a la clase obrera y a los
marginados en nuestra sociedad».
Suben a la superficie los límites del capital
tanto en lo militar como en lo ecológico, de cara al peligro de un
aniquilamiento nuclear y una marcada destrucción del medio ambiente, el sistema
colisiona con los propios límites de la existencia humana. El capital fiel a su
naturaleza procura obtener ganancias de esta situación.
Instituciones de relevante importancia en el
control social y el encasillamiento ideológico de las personas pierden el favor
de los pueblos con cada aparición del sol, nos referimos a la iglesia, la educación,
la familia.
En el capital, lo que hoy se incrusta en el
ámbito de la libertad, mañana se inserta en una de las tantas contradicciones.
En la década de los `60 del siglo pasado la píldora anticonceptiva era un
símbolo de libertad sexual, en especial en lo que concernía a la mujer. “…la
típica familia nuclear occidental, la pareja casada con hijos, se encontraba en
franca retirada. En los EEUU, estas familias cayeron del 44 por 100 del total
de hogares al 29 por 100 en veinte años (1960-1980 ); en Suecia, donde casi la
mitad de los niños nacidos a mediados de los años ochenta eran hijos de madres
solteras… En determinados casos, dejó de ser incluso típica. Así, por ejemplo,
en 1991 el 58 por 100 de todas las familias negras de los EEUU estaban encabezadas
por mujeres solteras, y el 70 por 100 de los niños eran hijos de madres
solteras”, decía Eric Hobsbawm. Aparecían fuertes indicadores de la pérdida de
vigencia de la familia nuclear, el gran reproductor ideológico del capital.
El presidente francés E. Macron estimó que podía
lograr una tregua con los movimientos sociales que vienen cuestionando su
gestión, refugiándose en el sentimiento religioso de los franceses que esperaba
estarían sensibilizados por la destrucción de la catedral de Notre-Dame. Desde
esa perspectiva postergó el discurso que debía pronunciar para comunicar los
resultados del llamado debate nacional. No hubo tregua y las ciudades francesas
volvieron a vestirse de amarillo.
«Los chalecos amarillos agradecen a todos los
generosos multimillonarios donantes para salvar a Notre-Dame y proponen que
ofrezcan lo mismo a los Miserables, publicó en su Facebook Jerôme Rodrigues,
referente de los “chalecos”. No hubo tregua y durante las marchas pudieron
escucharse a los chalecos gritar revolución en repetidas oportunidades. Un
cartel decía: «El capitalismo es el cáncer del planeta, Macron es un tumor y
los chalecos amarillos, el remedio», «No escuchan a la gente, y de repente,
sacan del bolsillo millones para las piedras», «La piedra tiene más valor que
el ser humano».
La escuela es uno de los mayores espacios de
socialización. “La enseñanza general básica, es decir la alfabetización
elemental, era, desde luego, algo a lo que aspiraba la práctica totalidad de
los gobiernos … La gran expansión económica mundial hizo posible que un
sinnúmero de familias humildes -oficinistas y funcionarios públicos, tenderos y
pequeños empresarios, agricultores, y en Occidente hasta obreros especializados
prósperos- pudiera permitirse que sus hijos estudiasen a tiempo completo”,
sostenía Eric Hobsbawm refiriéndose a los años dorados del capitalismo en el
Siglo XX. En la actualidad 264 millones de niños no concurren a la escuela, por
cierto, una institución muy criticada por los contenidos que imparte y por su
estructura de funcionamiento.
Los datos socioeconómicos que arroja la crisis
dificultan encontrar un calificativo para ellos: 821 millones de ciudadanos
pasan hambre (12,9% de la población mundial); 1.100 millones viven en
condiciones de extrema pobreza (14,5%), 2.800 viven en situación de pobreza
(36,8%). La nutrición deficiente es causa de muerte del 45% de los niños
menores de 5 años: 3,1 millones de niños mueren anualmente por esta causa
(8.500 por día); 66 millones de niños asisten a clase con hambre en los países
subdesarrollados. Cifras suministradas por Unicef. Además, 2.100 millones de
personas no tienen acceso a agua potable, 4.000 millones (más de la mitad de la
población mundial) carece de saneamiento seguro según la Organización Mundial
de la Salud. En el mundo hay alrededor de 350 millones de personas que “no
existen”, que no tienen ningún tipo de registro de su vida, que no son sujeto
de estadísticas.
Pisando este territorio los apologistas del
capital se esfuerzan en alimentar el pensamiento iluso con pretendidas e
infalibles tautologías sosteniendo que las contradicciones económicas y
sociales son sólo los efectos de “expectativas crecientes”. Se empeñan en
eludir las causas, un ejercicio frecuente realizado por los intelectuales de
derecha. Con la expresión “expectativas crecientes” hacen mención ínsita de la
pasada superioridad del capital sobre otros sistemas de reproducción
metabólica.
Meszáros recurre a una interesante metáfora para
ilustrar el presente del sistema. “Hubo una vez en que al desarrollo del
capitalismo le convenía dejar escapar de la botella al genio de la implacable
conversión de todas las cosas en mercancías mercadificables, aunque este acto
necesariamente acarrease el socavamiento y desintegración final de las
instituciones religiosas, políticas y educacionales que eran vitales para el
mecanismo de control de la sociedad de clases. Hoy, sin embargo, el status quo
quedaría mejor servido con una restauración de todas las instituciones de
control que fueron socavadas y desintegradas”.
El propio Meszáros señala que “cuando el sistema
no logra controlar las manifestaciones de disidencia y al mismo tiempo no es
capaz de entendérselas con sus causas originarias, en estos períodos de la
historia aparecen en escena no solamente figuras y remedios fantasiosos, sino
también los “realistas” del rechazo represivo de toda crítica.” Se pasa de la
“tolerancia represiva” a la defensa liberal de la represión.
Por su
parte el liberal en lo económico y neo fascista en lo político-social, el
presidente brasileño, Jair Bolsonaro, afirmó durante un discurso dirigido a
militares en la sede de la Marina, en Río de Janeiro, que la democracia y las
libertades existen “cuando las Fuerzas Armadas así lo quieren”
Whitney Webb, periodista de MintPress News y
residente en Chile, ha investigado lo concerniente a los peligros de fraude en
las próximas elecciones presidenciales argentinas. Se ponen de manifiesto
espurios esfuerzos para poner en consonancia a los órganos de control político
con las necesidades de articulación de la economía capitalista. Entre esos
esfuerzos se destacan las maniobras para darle continuidad a los proyectos más
retrógrados burlando hasta las propias leyes del sistema. El territorio argentino
sería el escenario de una de esas burdas maniobras, protagonista principal un
empresario con todas las características de esa profesión, Eduardo Elsztain, de
30 años, que cuando vivía en Nueva York tuvo una reunión con el rico financiero
húngaro-estadounidense George Soros. Aunque Elsztain no tenía experiencia y era
desconocido en ese momento, Soros vio algo que le gustaba en el ambicioso
argentino, tanto que le dio 10 millones de dólares sin pensarlo dos veces.
La inversión de Soros no sólo cambió el destino
de Elsztain, sino también el de Argentina. Con esos 10 millones en fondos
recién asegurados, Elsztain y su socio cercano Marcelo Mindlin transformaron la
empresa de los abuelos de Elsztain -Inversiones y Representaciones SA
(«Investments and Brokerage, Inc.», más conocida por su acrónimo en español
IRSA)- en el imperio comercial más grande de Argentina. De hecho, a través de
IRSA, Elsztain se ha convertido no sólo en el mayor propietario de tierras y
desarrollador de bienes raíces, sino también en la fuerza dominante en la
masiva industria agrícola y de carne de res, su industria de extracción de oro
y su sistema bancario. Como resultado ha sido llamado por sectores de la prensa
argentina simplemente «El terrateniente».
“A medida que la influencia de Elsztain, Mindlin
y sus asociados se ha expandido tanto en Argentina como en Israel, este pequeño
y unido grupo de poderosos multimillonarios se ha fijado ahora en consolidar
para ellos y para sus partidarios aún más poderosos el poder político en
Argentina. Aunque la presidencia de Macri ha visto crecer su influencia en
formas nuevas y preocupantes, nuevas evidencias muestran que Elsztain, con el
respaldo de la familia bancaria Rothschild, se ha fijado en el sistema de
votación de Argentina. Durante los últimos años, el Gobierno de Macri ha estado
promoviendo en gran medida la necesidad de sistemas de votación electrónica en
Argentina, que -argumenta- son necesarios para modernizar el actual sistema de
boletas electorales del país. Sin embargo, como se ha visto en otros países,
incluido EE.UU., donde se han implementado tales sistemas, los resultados de
las elecciones realizadas en sistemas de votación electrónica pueden
manipularse fácilmente y tales manipulaciones son, de hecho, imposibles de
detectar”, manifiesta Whitney Webb.
El especialista informático en elecciones
Jonathan Simon dijo sobre la vulnerabilidad a la interferencia de tales
sistemas de votación: “A menudo se apresuran a usar esos sistemas de votación
con grandes promesas de velocidad, conveniencia y precisión, pero estos son
completamente computarizados, particularmente aquellos que no proporcionan un
registro en papel de los votos emitidos, y han resultado ser problemáticos, por
decir lo menos, en todas partes donde se han empleado, incluyendo los EEUU y
varios países europeos. De hecho, la tendencia ahora es deshacerse de ellos en
favor del retorno a los sistemas basados en papel. Irlanda literalmente
convirtió sus computadoras de votación en vertederos; Noruega, Alemania, los
Países Bajos y, gradualmente, EEUU los han dejado fuera de servicio.
La razón es simple: como las computadoras, este
equipo de votación es vulnerable no sólo a la piratería externa, sino a la
manipulación interna. Es trivial programarlos para sumar, restar, cambiar votos,
y esto es cierto ya sea que estén conectados a Internet o no. La peor parte es
que no hay absolutamente ninguna forma de verificar o validar los resultados de
las elecciones que se emiten con este equipo. Todo el hardware y software fue
considerado como ‘propiedad’ corporativa y está prohibida su inspección por
parte de cualquier persona, incluidos los gobiernos».
Mónica Peralta Ramos ha realizado un comentario
sobre esta acción en la que se procura controlar los resultados del acto
eleccionario con los proyectos y ambiciones del capital. “Hoy los objetivos del
FMI son múltiples. No sólo busca condicionar al próximo gobierno, cualquiera
sea su signo político, creando las condiciones que reproducen un endeudamiento
permanente y asegurando así una permanente succión del excedente, los ingresos
y la riqueza del país por parte del capital financiero internacional. Busca
también maximizar la presencia del capital extranjero en la estructura
productiva del país y en las áreas de recursos no renovables. Esto implica,
entre otras cosas, desarmar el tinglado de la patria contratista y desarticular
todas las prebendas y subsidios que les otorga el Estado. En Vaca Muerta
podemos encontrar un pequeño ejemplo de lo que se busca. Como hemos visto en
notas pasadas, hoy existe un enfrentamiento entre el gobierno y el grupo
Techint por la apropiación de los subsidios estatales para la producción de gas
no convencional. El FMI ha impuesto restricciones a su otorgamiento y busca
sustituir los subsidios con más privatización y desregulación de la actividad
privada. En los últimos tiempos el gobierno ha dado impulso a la conexión
directa entre las empresas petroleras con inversiones en Vaca Muerta y las
grandes corporaciones en Houston, Texas. Para ello se han impulsado vuelos directos
y mensuales desde el aeropuerto de Neuquén, supuestamente fiscalizados por el
gobierno provincial. Así, en lugar de subsidios estatales tenemos
potenciamiento de lazos entre corporaciones petroleras en ambos países en un
ámbito que asegura poca fiscalización del gobierno nacional. En este contexto,
las próximas elecciones plantean alternativas que van más allá de un mero
cambio de gobierno.”
Tiempos vendrán en que para salir de la crisis
se planteen transformaciones radicales que afecten de manera irreversible los
parámetros sistémicos del capital. Para hacer realidad estos deseos, es
imprescindible la creación de un movimiento radical de masas que entre otros
aspectos desarrolle una labor de educación política del pueblo.
Fuente: La Haine