Arribo de ayuda procedente de China
Por Geraldina Colotti.- 02/04/2019
Mirando a Venezuela desde Italia, después de
pasar un mes compartiendo la verdadera realidad, parece enfrentarse a una
gigantesca alucinación, en la que es imposible distinguir lo verdadero de lo
falso. El bombardeo mediático, proveniente de una sola fuente, produce un
embotellamiento confuso y repulsivo, una nebulosa de la que emergen simbologías
distorsionadas que cambian las cartas sobre la mesa, desorientan y paralizan.
Por supuesto, sería suficiente ver de dónde
salen las palabras tales como "Democracia, Libertad, Humanitarismo"
para tomar una posición. ¿Qué credibilidad puede tener Trump, cuya xenofobia
contra los migrantes incluso mete a los niños en la cárcel cuando asigna ríos
de dólares para ayudar a los "migrantes venezolanos"? ¿Qué credibilidad
puede tener la Europa que transformó el Mediterráneo en un inmenso cementerio
marino? ¿Qué credibilidad pueden tener Macron o Salvini, que reprimen las
protestas en sus propios hogares y dejan a los fascistas libres, cuando piden
"democracia" en Venezuela? ¿Qué lección puede dar el Parlamento
Europeo que atribuye el Premio Sakarov a la libertad de expresión a un nazi
declarado como Lorent Saleh?
Sin embargo, el circo funciona. Funciona
especialmente cuando, con la hipocresía habitual, cierta izquierda
"respetable" no toma abiertamente el lado de Trump, pero ejerce sus
distinciones y críticas al legítimo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Al
hacerlo, la puerta queda abierta a la "solicitud de nuevas
elecciones", es decir, a la negación de todas las instituciones
bolivarianas. Incluso en este caso, sería suficiente recordar que el sistema
electoral que autentificó el segundo mandato presidencial de Maduro es el mismo
que reconoció la victoria de la oposición en las parlamentarias de 2015, y que
la solicitud de una Asamblea Nacional Constituyente ha sido durante mucho
tiempo un caballo de batalla de esta misma derecha que hoy rechaza la ANC, votada
el 30 de julio de 2017 por más de 8 millones de ciudadanos, incluidos los de la
oposición.
Los lentes del neocolonialismo, sin embargo,
miran solo a un lado, consideran solo un tipo de "democracia":
aquella en la que, desde EEUU hasta Europa, el pueblo vota pero no decide. La
“democracia” de quien reclama el papel de juez para evitar ser juzgado, se
autoproclama gendarme del mundo para ocultar las violaciones que perpetúa a
expensas de los más débiles. ¿Qué estado debería definirse como más "forajido"
que el norteamericano? Bastaría con examinar los parámetros a través de los
cuales EEUU decide sacar a algunos gobiernos indeseables de la legalidad
internacional: pena de muerte, tortura, represión de minorías, injerencia
externa, imposición obstinada de injusticia en detrimento de los más débiles,
etc. Y, sin embargo, precisamente autoproclamarse juez supremo para sancionar a
los "estados canallas", sirve para imponer una legalidad ficticia y
arbitraria, claramente contraria a la letra y al espíritu de las normas del
derecho internacional, del derecho humanitario, de los tratados firmados y
ratificados...
Una conducta funcional a la gigantesca guerra
contra los pobres que el capitalismo lleva al nivel global, también a través de
la imposición, concreta y simbólica, del caos. La enorme concentración
monopolística de los medios de comunicación, actores reales en las guerras
hibridas de nuevo tipo, sirve a este propósito. Pero los principales gendarmes
de este nuevo desorden del orden económico mundial son los partidos de las
antiguas izquierdas europeas, cuyo cambio gradual hacia el centro ha terminado
por hacer coincidir sus objetivos con los del capitalismo. Una tendencia que ha
hecho "escuela" también en América Latina, y que lleva, por ejemplo,
a Michelle Bachelet, víctima de la dictadura cívico-militar de Chile, exponente
del Partido Socialista en el que militaba Allende, a abrazar sin restricciones
al joven Nazi Saleh y apoyar a los golpistas venezolanos en nombre de la
"democracia". Lo mismo ocurre con aquellos "demócratas"
italianos, listos para ponerse de pie en el Parlamento en la entrada de la
"autoproclamada" delegación de Voluntad Popular, un partido de
extrema derecha empaquetado para parecer algo "democrático".
¿Es "democrático" quemar vivos
muchachos porque tienen la piel oscura y una camisa roja? ¿Qué hay de
"democrático" en la autoproclamación de un Guaidó que nadie ha
elegido, en atacar la vida de toda una población dejándola sin agua o robando
dinero público en una gigantesca operación de piratería internacional?
Nada, pero para ser legítimo, para evitar
cualquier regla de control, basta con estar protegido por quienes imponen las
reglas porque se han autoproclamado gendarmes mundiales.
Después de numerosos llamamientos al golpe y
tantos fracasos, el autoproclamado minor (Juan Guaido), ha lanzado un nuevo
ultimátum para el 6 de abril. La revolución bolivariana ha respondido como de
costumbre: mostrando el "arma" principal que tiene, el pueblo
organizado y consciente, decidido a resistir y a vencer pero sin caer en
provocaciones. "Somos una revolución pacífica pero armada", recordó
siempre Chávez.
Y las armas en este momento también son las de
la respuesta tecnológica, para rechazar el ataque electromagnético, negado por
la campaña de los medios de guerra que acepta su existencia solo cuando la
administración de los Estados Unidos se queja que fue golpeada por este tipo de
ataque.
En los planes del Pentágono, debe establecerse
un estado paralelo en Venezuela, en el modelo sirio: con o sin respaldo
internacional. El títere Guaidó, que está tratando de obtener el consentimiento
de traidores antiguos y nuevos, incluso en el área de aquellos
“críticos-críticos” que les gustan tanto a los "demócratas
formalistas" italianos y europeos, debe cumplir con este propósito. Y
cuando ya no sirve, se buscarán otro.
Para ocultar la intervención militar externa, el
pretexto de la llamada "ayuda humanitaria" vuelve a aparecer. Para
Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de Sociedades de la
Cruz Roja y de la Media Luna Roja, será "una operación sin precedentes,
muy similar a lo que está sucediendo en Siria". El plan, acordado con la
Conferencia Episcopal Venezolana (un verdadero partido político, desplegado
abiertamente a favor de la extrema derecha), con los Estados Unidos y – según
Roca - con el autoproclamado "presidente interino", ha sido
presentado por el autoproclamado como un fracaso del gobierno bolivariano, que
por el contrario nunca ha cambiado de opinión sobre el tema. “Si eso ayuda para
que la locura de esta gente se le vaya del cerebro y entre en razón está bien.
Eso ha sido así porque el Gobierno Bolivariano lo está permitiendo”, señaló el
presidente de la ANC Diosdado Cabello durante la marcha antimperialista en
apoyo al gobierno Maduro.
Una nueva operación de propaganda para ocultar,
tanto los acuerdos concluidos por el gobierno bolivariano con algunas instituciones
de la ONU para comprar alimentos y medicinas por medios legales, rompiendo
parcialmente el bloqueo criminal económico-financiero decidido por los EEUU y
la UE, como la llegada al país del primer lote de 75 toneladas de medicamentos
y material médico-quirúrgico, procedentes de China.
Para Guaidó, a quien la ANC podría quitar la
inmunidad parlamentaria a petición del Tribunal Supremo de Justicia, que lo
acusa de numerosos delitos y que ya lleva 15 años deshabilitado para todos los
cargos políticos, "la ayuda humanitaria ya es un hecho". Lo mismo que
declaró el pasado 23 de febrero. Luego, la derecha había organizado la entrada
de paramilitares en la frontera colombiana disfrazándola de "ayuda
humanitaria".
Una operación rechazada por la acción inteligente
y organizada del pueblo bolivariano, que el 6 de abril volverá a las calles
para apoyar las medidas aprobadas por Maduro. El presidente ha puesto al frente
del Ministerio de Electricidad y de la compañía nacional Corpoelec, al
ingeniero Igor Gavidia, "un trabajador del sector eléctrico con 25 años de
experiencia". Además, hizo que el Ministerio de Ciencia y Tecnología fuera
independiente, designando a otro técnico especializado: Freddy Brito Maestre.
Con un decreto, luego reactivó al Estado Mayor de Electricidad, presidido por
la Vicepresidenta Delcy Rodríguez y por los gobernadores y protectores de los
estados. En este marco, se crea la Secretaría Ejecutiva para la Seguridad del
Estado Mayor, dirigida por el Ministro del Interior Justicia y Paz, Néstor
Reverol, quien tendrá que "trabajar las 24 horas del día". Sin
descanso y hasta que triunfe la paz.
Fuente: Alainet