Los peritados celulares de D'Alessio verificaron
los intercambios con el fiscal.
(Por Horacio Verbitski) Pese a la negativa del
fiscal Carlos Stornelli a entregar sus teléfonos celulares para que pudiera
determinarse la frecuencia y la índole de sus contactos con Marcelo D’Alessio,
el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, pudo verificar la existencia
de las comunicaciones entre ambos, dijeron fuentes de la Prefectura que
intervinieron en el peritaje. Se realizó en los celulares de D’Alessio, sobrino
del escribano general del gobierno, Carlos Marcelo D’Alessio. Allegados al
funcionario presidencial dijeron que repudia a su sobrino, quien extorsionó en
nombre de Stornelli al empresario rural Pedro Etchebest y cortó todo contacto
con él desde que se publicaron aquí los audios, las capturas de pantalla y las
fotografías reveladoras de la extorsión. Al mismo tiempo un tercer empresario
denunció a D’Alessio por extorsión e involucró al abogado Rodrigo González y al
operador judicial de Clarín, Daniel Santoro, quienes negaron la acusación. El
lugar de reunión era el restaurante El Obrero, decorado con fotos del
Presidente de la Nación. Su propietario es socio en otro emprendimiento de
Charly Liñani, quien fue denunciado por el ex secretario presidencial Pablo
Barreiro por haber intentado extorsionarlo junto con D’Alessio y González.
Los dos teléfonos iPhone que usa el aventurero
detenido en el barrio cerrado Saint Thomas, de Ezeiza, sólo pueden activarse
con los datos biométricos del rostro del titular o con autorización del
fabricante. En 2016, el FBI litigó con Apple porque la empresa de Cupertino se
negó a abrir el celular de uno de los autores de la masacre de San Bernardino
en diciembre de 2015. Apple se rehusó alegando el derecho a la privacidad de
sus clientes. Pero también pensó en la publicidad para la marca que significaba
que ni siquiera las autoridades pudieran acceder a sus secretos, cosa que no
ocurre con los modelos que corren el sistema Android. El entonces jefe del FBI
James Comey, relevado luego por el Presidente Donald Trump, reveló que había
pagado 900.000 dólares por el crackeo del aparato. Al caer la tarde del
viernes, Prefectura ya había descargado la información contenida en los dos
iPhone y quedó pendiente la apertura del Samsung que corre sobre el sistema
Android y otros aparatos electrónicos de D’Alessio. Las dificultades en este
caso no fueron técnicas, sino por falta de tiempo. El secretario del juzgado,
Leandro Labozzetta, tomó fotografías y certificó la actuación. Recién el lunes
habría un informe escrito que detalle las comunicaciones con Stornelli.
No, no, no y no
Al recibir la denuncia de Etchebest y consultar
el profuso material grabado, Ramos Padilla solicitó la entrega de los teléfonos
de Stornelli. El fiscal se negó y replicó con una denuncia por defraudación
contra D’Alessio, como forma de abrir una causa espejo en Inodoro Py. Siendo el
hecho uno solo, la apertura de otra causa calificando un delito distinto no
tiene otro objeto que el robo del expediente a su juez natural. La denuncia de
Stornelli recayó en el juez federal Julián Ercolini, un entusiasta de la
escudería Garavano, cuya esposa, María Julia Kenny, fue responsable de prensa
del ministro de Justicia. Ahora se encarga de la difusión de las actividades
del fiscal Eduardo Casal, quien está en forma interina a cargo de la
Procuración General.
Ercolini es el juez que sobreseyó a los
accionistas de Clarín y La Nación por la apropiación de Papel Prensa y que
impuso a CFK un embargo por la alucinante suma de 10.000 millones de pesos, que
la ex Presidente no posee. La titular del ministerio público, Alejandra Gils
Carbó, fue persuadida de renunciar bajo amenaza de abrirle causas penales, cosa
que igual ocurrió una vez obtenido su cargo. Pero además, el juez de Dolores
ordenó peritar por la Prefectura los aparatos secuestrados a D’Alessio, quien
urgido por conseguir la prisión domiciliaria y aduciendo que su vida corre
peligro, accedió a mirarlos de frente para que se desbloquearan. Aún no se
conoce el contenido de los mensajes intercambiados entre D’Alessio y Stornelli
pero si su existencia.
En su declaración indagatoria en Dolores,
D’Alessio se preocupó en aclarar que Stornelli no fue parte de la extorsión y que
actuó por órdenes de los comisarios de la policía bonaerense retirados Aníbal
De Gastaldi y Ricardo Bogoliuk, ahora en la Agencia Federal de Inteligencia.
Esta declaración ascendió de inmediato a la portada de la troika de la
desinformación, Clarín, La Nación e Infobae, que dieron por cerrada toda
sospecha sobre Stornelli. Nada en la causa indica ese alivio. La posible
intervención de dos funcionarios de la AFI, cuyo titular Gustavo Arribas es
íntimo amigo presidencial y pasó a la diputada Elisa Carrió las escuchas
ilegales a varios presos en la Colonia Carcelaria de Ezeiza, sólo ratifica la
relación promiscua entre jueces, fiscales, medios de comunicación y dirigentes
políticos.
Aportes truchos
El lunes también puede haber novedades en La
Plata, donde la Cámara de Apelaciones quitaría al juez Ernesto Kreplak la
investigación por los aportes truchos a las campañas oficiales en las
elecciones de 2015 y 2017. El gobierno trata de modificar la ley electoral, de
modo de legalizar los aportes patronales a los partidos políticos, con el
argumento de que es muy difícil controlarlos. Despenalizar todas las conductas
difíciles de controlar es una respuesta original al problema.
Tanto Stornelli como su superior, el fiscal de
Cámara Germán Moldes, la diputada Cívica Libertadora Elisa Carrió y la prensa
adicta, sostienen que la denuncia contra Stornelli tiene el propósito de
ensuciar la causa que denominan de los cuadernos y que consideran la más
importante de la historia judicial argentina. Sin embargo, algunas de las
dificultades que enfrentan son consecuencia de su propia actividad. Dos ejemplos:
D’Alessio le dijo a Etchebest que el periodista
de La Nación Diego Cabot hizo certificar la identidad entre los cuadernos del
chofer grafómano y su digitalización realizada en el diario por un escribano
que designó su tío, el escribano de la presidencia. Hugo Alconada Mon escribió
en ese mismo diario que eso no era cierto. El parentesco es real, pero los
cuadernos no fueron certificados, lo cual ha dado lugar a serios
cuestionamientos a Cabot dentro del mismo diario, porque esa imprevisión les
resta valor probatorio y sólo sirven como indicios a corroborar por otros
medios.
En las conversaciones de D’Alessio con Etchebest
hay varias menciones al doctor Glock, a quien se nombra como Claudio o Bonadío.
D’Alessio justifica la elevada suma solicitada en la necesidad de adornar
también a Su Señoría. Pero se trata solo de dichos de terceros, sin ningún
elemento probatorio, por lo cual es imaginable que todas las denuncias
presentadas a partir de estos audios irán a un callejón sin salida. Lo mismo
ocurre con la reunión celebrada en el despacho del juez con los fiscales
Stornelli, Germán Moldes y Raúl Plee. Son conocidos como las viudas de Nisman,
por las movilizaciones a las que convocaran para que se reabriera la causa y se
considerara que el ex fiscal general fue asesinado. Pero mientras sólo se
conozca la reunión y no su contenido, sólo es posible verificar que hay
demasiada gente nerviosa en el serpentario de Retiro.
En cambio, la declaración del contador Víctor
Manzanares, ofrecido por Stornelli a Glock como imputado colaborador, coloca al
juez en una situación más que incómoda. Manzanares, quien ayudó a esconder
dinero en guaridas fiscales al ex secretario de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz,
implicó en sus actividades de sacar dinero negro del país a Sebastián Eskenazi,
un amigo personal de Bonadío. El Cohete a la Luna los sorprendió almorzando
juntos en el restaurante La Pecora Nera, y la Cámara de Apelaciones le ordenó
que profundizara la investigación sobre él, cosa que no hizo. No fue El Cohete
a la Luna, sino La Política on Line, la publicación que adelantó que Bonadío
podría ser apartado de la causa.
Otras denuncias
En su edición del viernes 22, el portal Perfil
recogió la nueva denuncia por extorsión contra D’Alessio presentada por el
empresario aduanero Víctor Palomino Zitta, quien estuvo detenido en una causa
con contenedores que instruía el juez Marcelo Aguinsky. La nota de Perfil dice
que D’Alessio fue denunciado por pedir medio millón de dólares a Palomino
Zitta, para repartir con el juez, el estudio jurídico de Rodrigo González a
quien también considera socio de D’Alessio, que según él sería abogado, y con
el operador de Clarín que lleva el mismo nombre que el pintor Daniel Santoro.
Mientras negociaban en el juzgado, D’Alessio les explicó en tono intimidatorio
que a los detenidos ricos les ponen las esposas hacia adelante y a los pobres
hacia atrás. Según Palomino también se hizo presente en el juzgado el operador
de Clarín, quien se saludó de “manera muy amena con D’ Alessio y los González”.
La denuncia agrega que el propio Santoro “les
refirió que el tema estaba controlado y que no iban a salir en los medios, por
la contratación de los servicios de ese estudio”. Santoro declaró que habían
usado su nombre sin permiso en una operación para ensuciar a Stornelli (sic),
pero minimizó su constante relación pública con D’Alessio, a quien presentó en
programas de televisión y ante el grupo FOPEA, como experto en narcotráfico y
terrorismo.
Según Stornelli, Santoro le presentó al
aventurero y le dijo que trabajaba para la DEA. Stornelli tampoco pudo dar
cuenta de su familiaridad con D’Alessio, a quien dijo haber visto muy pocas
veces y siempre en situaciones formales. Empezó hablando de dos veces y luego
admitió hasta cinco. Además, las reuniones también fueron informales, en el
balneario CR de Pinamar. Incluso permitió que D’Alessio filmara dentro de su
fiscalía la declaración del arrepentido gerente uruguayo de Pedevesa, a quien
D’Alessio se atribuyó haber quebrado para que declarara como colaborador. En
una de las grabaciones que Etchebest le hizo a D’Alessio, el extorsionador le
cuenta que salió a dar una larga vuelta en su camioneta de lujo Range Rover con
Stornelli, lo cual no había sido admitido por el fiscal. Según D’Alessio,
durante ese paseo llamaron a un ex relator de fútbol que conduce un servicial
programa de animales en la televisora de José Luis Manzano, un viejo amigo de
Bonadío. La intención era saludarlo e interesarse por la salud de su papá, que
había padecido una delicada operación. Dentro del laberinto de verdades y
mentiras que teje D’Alessio, el periodista Roberto Navarro llamó al conductor
del show de animales para preguntarle por ese contacto, y se lo confirmó
plenamente. Le dijo que Papá Fantino había estado muy grave con una enfermedad
que narró en detalle y que D’Alessio lo llamó y luego le pasó el teléfono a
Stornelli.
Fuente: En Orsai