Monseñor León Kalenga Badikebele, embajador del Papa Francisco
Por primera vez un embajador vaticano de origen
africano en el país del Papa. Es recibido en el contexto de grandes diferencias
entre la jerarquía de la Iglesia y los gobernantes. Se perfila cercano, activo
y no sólo en los encuentros de palacio. Ya conectó con migrantes y
organizaciones amigas del Papa Argentino.
“Con mi
bendición”. Es la firma de la inconfundible pequeñísima letra del Papa
Francisco en la estampita que lleva su rostro. En el reverso, el mensaje
directo del Santo Padre. La que siempre deja para el saludo final. Pero esta
vez fue lo principal. “Les pido por favor: que ustedes recen para que el señor
me bendiga; es la oración del pueblo, pidiendo la bendición para su obispo, la
oración de ustedes por mí...”.
Todos los que participaron de la misa en la
catedral de la Ciudad de Buenos Aires, el viernes 29 de julio pasado se
llevaron una copia de regalo de la estampita. Se celebraba el día del pontífice
que fue elegido como el momento propicio para recibir en público al nuevo
embajador del Papa Francisco en su patria desde la catedral donde fue arzobispo
y cardenal.
Monseñor León Kalenga Badikebele, nacido en la
República Democrática del Congo, ingresó a la catedral porteña acompañado por
unos 30 sacerdotes y luego una decenas de obispos, los más cercanos eran el
cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, y el titular de la
Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea. Unos pocos metros adelante
uno de los obispos que en este momento se encuentra en boca de los medios,
funcionarios, y la Iglesia, el jesuita Jorge Lugones, titular de la Pastoral
Social Nacional, quien brindó junto a Ojea unas duras palabras públicas delante
de funcionarios de importante rango pidiendo que el ajuste económico no lo
paguen los trabajadores y pobres.
El diálogo de los obispos y los funcionarios del
poder Ejecutivo se encuentran en su momento de mayores diferencias. No meras
discusiones mediáticas. Por el contrario. Las posiciones son doctrinariamente
opuestas.
Desde la nueva configuración de la Conferencia
Episcopal local, en noviembre pasado, los obispos han confrontando públicamente
por las reformas laborales, previsionales, judiciales hasta pasando por el
reciente acuerdo de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI)
como iniciativas de gobierno de impulsar el sistema de extracción de petróleo y
gas no convencional fracking o la reforma a la ley que protege Glaciares, y por
supuesto el impulso a la ley del aborto.
En estos momentos de oleada de despidos son los
obispos que reciben a los trabajadores y claman por su trabajo. Asimismo ocurre
con los excluidos que sobreviven con subsidios que se ven pulverizados en su
poder adquisitivo por la imparable suba de la inflación muy ligada a la suba de
la divisa estadounidense a la que está atada la economía nacional. La inflación
y la caída del consumo generan más pobreza visualizada por las estadísticas de
la propia Universidad Católica Argentina (UCA) y por los poderosos sindicato
argentinos que hace una semana atrás realizaron la tercer huelga general sobre
esta gestión, que paralizó al país pero que no logró cambiar el plan económico
tecnocrático de la alianza gobernante conocida como Cambiemos.
Pese al contexto de mayor confrontación pública
de los obispos, en primeras filas estuvieron las autoridades de gobierno como
la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, hasta embajadores,
militares, jefes policiales y otros referentes religiosos. No así líderes
sindicales y movimiento sociales. No hubo tampoco cobertura de los medios de
comunicación masivos, quizás porque la propia nunciatura carece de oficina de
prensa.
Mientras que a lo largo de la catedral se podía
visualizar algunos migrantes de Senegal, Brasil, Cuba, Bolivia, sin acceso a la
curia ni a la nunciatura apostólica, también hicieron acto de presencia algunos
referentes de organizaciones amigas de Jorge Bergoglio, como la Fundación
Alameda que encabeza Gustavo Vera o el Observatorio de la Riqueza Padre Pedro
Arrupe.
Monseñor Kalenga Badikebele leyó en español su
homilía. Dos veces habló de “misión” y destacó que “es ante todo un pastor que
muestran su cercanía” y agregó “un buen pastor, un padre educador, no es un
frío funcionario administrativo, sino que toma en serio a cada persona, dedica
tiempo a escucharla, porque se interesa por ella”.
Esto no fue mero discurso. Unos minutos antes de
comenzar la misa el nuncio saludó personalmente a los feligreses en la
Catedral. A la salida de la misa, cumpliendo el protocolo seguramente, se
retiró sin saludar a los presentes pero fue alcanzado en la vereda por una
joven brasileña. Lo esperaba con una carta. El nuncio recibió con una sonrisa y
le respondió en portugués que está interesado en conocer la situación de los
afros en Argentina. Fue tan cordial que hasta aceptó sacarse una foto.
La misiva alcanzada por esta joven migrante fue
redactada por la Comisión Organizadora del Día Nacional de los
Afroargentinos/as y la Cultura Afro. Este colectivo es conocido como 8 de
noviembre. Ellos buscan visibilizar y velar por los derechos humanos de los
afrodesecendientes o africanos en Argentina. Le han pedido audiencia para
contarle en detalle por ejemplo como los migrantes sobre todo senegaleses que
se dedican a la venta ambulante están siendo reprimidos con violencia policial
y perseguidos penalmente en la Ciudad de Buenos Aires, como las grandes
deficiencias del Gobierno nacional para recibir como sucedía años atrás
documentación de radicación precaria o definitiva.
“En sus cinco años de pontificado, Francisco ha demostrado que es el Papa para estos tiempos y sigue llamando la atención de muchos, dentro y fuera de la Iglesia, por su sencillez, desprendimiento, audacia, cercanía”, fueron las palabras más potentes en la homilía brindada por el embajador papal. Luego reivindicó del pontífice “su diálogo interreligioso, ecuménico” y su dura crítica al sistema económico que genera en el mundo una “cultura del descarte”.
Monseñor Kalenga Badikebele citó dos encíclicas
del Papa (“Evangelii Gaudium” y “Laudato Si”) y marcó las directrices franciscanas
“de una iglesia pobre y para los pobres” sin dejar de resaltar su figura
internacional por su defensa “de la paz, justicia, la solidaridad, la
ocupación, los pobres, migrantes, las victimas violencia y trata de personas”.
El diplomático congoleño fue implacable al
señalar que “la globalización no nos hace felices, la sociedad del consumo no
nos hace felices, la posesión materiales exagerados no nos hace felices”.
Es evidente que el nuevo nuncio tendrá un gran
protagonismo. Ya participó de la cena por el Día de la Independencia de Estados
Unidos y está comprometido en acompañar la celebración de dos nuevos arzobispos
que el viernes pasado recibieron el Palio Arzobispal en el Vaticano. Estará la
semana que viene con el arzobispo argentino más cercano al Papa jesuita que es
Víctor Manuel “Tucho” Fernández, designado para peregrinar en la Ciudad de la
provincia más grande la Argentina, que es Buenos Aires. Y para el mes de agosto
el embajador papal estará junto al obispo Marcelo Colombo que llega a la
provincia de Mendoza donde la disputa por el cuidado de la Casa Común ha
movilizado a miles en pequeños pueblos que se oponen a la contaminación del
fracking que tanto tienta a los gobernantes por las divisas extranjeras.
Fuente: La Stampa