Resumen Latinoamericano / 15 de abril de 2018 /
German Gorraiz López
Siria sería tan sólo el cebo para atraer tanto a
Rusia como a China e Irán y tras desencadenar una concatenación de conflictos
locales (Yemen, Qatar, Gaza y Líbano, desembocar en un gran conflicto regional
que marcará el devenir de la zona en los próximos años.
Las bases del gran Próximo Oriente se
establecieron en el Pacto del Quincey (1.945) siguiendo la doctrina de los acuerdos
franco- británicos Sykes-Picot de 1.916 que favorecían la división regional del
poder en zonas de influencia y sustentada en el trípode EEUU-Egipto-Arabia
Saudí. Dicha doctrina consistía en la pervivencia endémica en Egipto de
gobiernos militares autocráticos pro-occidentales, lo que aseguraba la
supervivencia del Estado de Israel (1.948) y proporcionaba a la Marina de EEUU
de un acceso privilegiado al Canal de Suez, atajo crucial para el acceso
directo a los Emiratos Árabes, Irak y Afganistán, quedando como firme bastión
de los intereses geopolíticos de EEUU en la zona, máxime tras la caída del Sha
de Persia en 1980.
El otro pilar del acuerdo consistía en el acceso
privilegiado de EEUU al petróleo de Arabia Saudí a cambio de preservar su
régimen autocrático y favorecer la difusión del wahabismo (doctrina fundada por
Mohamed Abdel Wahab a mediados del siglo XVIII con el objetivo de convertirse
en una visión atractiva del islam y exportable al resto de países árabes), con
lo que la teocracia saudí se convirtió en una potencia regional que
proporcionaba a EEUU la llave del dominio energético al tiempo que servía de
muro de contención de las corrientes socialistas y panarabistas. Finalmente,
tras la Guerra de los Seis Días (1.967), el puzzle geoestratégico de Oriente
Medio-Próximo se completó con la instauración de regímenes autocráticos y
pro-occidentales en los países circundantes a Israel ( Libia, Siria, Jordania,
Arabia Saudí, Irak e Irán), quedando los palestinos confinados en los guetos de
Cisjordania y Gaza.
La teoría del “caos constructivo”
La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski
(1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del
llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al
emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de
un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización) y originar un
caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y
Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). Recordar que Oriente Medio y
Próximo presentan un paralelismo sorprendente con los Balcanes y la Europa
centro-oriental de los años que provocó la Primera Guerra Mundial, tras la que
los vencedores procedieron a rediseñar las inestables fronteras de de dicha
zona dibujando unas fronteras virtuales que provocaron un extenso periodo de
agitación, de violencia y de conflictos en la zona como consecuencia de los
conflictos étnicos derivadas de unas fronteras artificiales amén del choque de
intereses económicos de las principales potencias europeas en la zona.
Así, el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak,
(derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo
egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del
presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la
instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de
los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando
para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”, para lo cual ,EEUU
se serviría de los grupos takfiríes (especie de hidra cuya cabeza primigenia
sería Al Qaeda), para mediante sus acciones terroristas destruir la imagen
pacífica del Islam e impedir el enaltecimiento político del mundo musulmán.
Dicho proceso de balcanización de la zona estaría ya en marcha y tendría su
plasmación en países como Irak devenido en Estado fallido, en la endémica
división palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía
reinante en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras
grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior de
Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de Al Assad y
sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético habría convertido ya
al Líbano en un país dividido y presto para ser fagocitado por Israel, quedando
el régimen chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía
impermeable a la estrategia balcanizadora de EE.UU.
¿Partición de Siria?
Tras la inanidad de la Administración Obama, la
Cuarta Rama del Gobierno de EEUU (verdadero poder en la sombra que controla ya
la Administración Trump), volvió a recurrir al holograma del ataque con armas
químicas por parte del Ejército sirio para perpetrar un ataque mediático contra
la base aérea siria de Al-Shairat, ataque que en realidad sería un aviso a
Rusia, Siria e Irán de que deberán contar con EEUU en la búsqueda de un acuerdo
internacional que se plasmaría en la Conferencia de Ginebra II sobre Siria (que
será aplazada “sine die” por EEUU hasta que se equilibre la situación militar y
que se englobaría en un escenario de solución global a los contenciosos
existentes en Oriente Medio (Siria, Palestina, Irak e Irán).
Las premisas de la Administración Trump serían
la defenestración de Al Asad y la posterior partición de Siria en tres partes.
Así tendremos la Siria alawita, protectorado ruso que abarcaría desde la costa
mediterránea hasta Alepo, el Kurdistán sirio tutelado por EEUU y la zona sunita
del sur sirio que se englobaría en el nuevo Sunistán sirio-iraquí, lo que unido
a la división de Irak consagraría el triunfo de los esfuerzos de Israel para la
balcanización de Siria e Irak. Asimismo, la OTAN asumirá próximamente el papel
de gendarme en los países árabes del arco mediterráneo con el objetivo
inequívoco de establecer un anillo de seguridad que impida la salida anual de
cerca de 150.000 personas rumbo a Europa. especialmente desde Libia, Estado
fallido en el que el llamado Gobierno de Unidad Nacional sería impotente para
controlar la anarquía reinante con el wahhabísmo salafista instaurado en
Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente
el interior.
Irak y el Plan Biden
El Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de
EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con
George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el
fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas
estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas,
bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de
la administración de los ingresos por el petróleo. Así, asistiríamos a la
aparición del Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en
Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado
por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y
Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria (excepto Hasaka y
Qamishli) ocupadas por la insurgencia kurda del BDP. El nuevo Kurdistán contará
con las bendiciones de EEUU y dispondría de autonomía financiera al poseer el
20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua
non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a
través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan .
De otra parte, el Sunistán que abarcaría las
ciudades suníes de Ramadi, Faluya, Mosul, Tal Afar y Baquba ( triángulo suní),
con fuertes conexiones con Arabia Saudí y Emiratos Árabes y que derivará posteriormente
hacia un radical movimiento panislamista que utilizará el arma del petróleo
para estrangular las economías occidentales en el horizonte del próximo
quinquenio. Finalmente, como tercera pata del trípode, tendríamos al Irak chíi
con capital en Bagdad que ejercería de contrapeso al wahabismo saudí y que
gravitaría en la órbita de influencia de Irán, lo que convertiría Irán en gran
potencia regional en clara pugna con sus enemigos acérrimos (Israel y Arabia
Saudí).
Siria sería tan sólo el cebo de EE.UU. para
atraer a Rusia e Irán
Irán adquirió una dimensión de potencia regional
gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía
política de la Administración Busch obsesionada con el Eje del Mal ) al
eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam
Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona, por lo que ha reafirmado
su derecho inalienable a la nuclearización, pero tras la elección de Hasan
Rowhani como nuevo Presidente electo de Irán se abrió un escenario nuevo y una
oportunidad para la resolución del contencioso nuclear EEUU-Israel-Irán. Así,
sería factible retomar el acuerdo de cooperación energética del 2010 entre
Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms que
conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo y permitiría la llegada del
gas iraní a la Unión Europea relativizando de paso la importancia estratégica
de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP) así como el
papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores de crudo
a Occidente, con lo que Obama se granjeaba la enemistad de Turquía, Arabia
Saudí, Emiratos Árabes e Israel.
En consecuencia, el Congreso y Senado de EEUU
aprobaron una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y
el demócrata Robert Menéndez que señalaba con rotundidad que “si Israel se ve
obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su
lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, previsiblemente, lo
que conllevará el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC)
para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos.
En consecuencia, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la
Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el
lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump ha ampliado las
sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles
balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 ,
conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en
inglés), aunque todo ello tan sólo serían simples fuegos de artificio para
distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía
en 1960.
Fuente: Resumen Latinoamericano