N.R. de Utophia.- El escritor Juan Salinas en su blog Pájaro Rojo nos interna en la nueva era donde la tecnología y la inteligencia artificial se asocian y nos permiten ver la otra cara de Macri, muy parecida a la del actor Bruno Ganz personificando a Adolf Hitler en La Caída.
POST VERDAD / El Face Swap inaugura el comienzo
del Fin
Si la imagen vale más de mil palabras, la unión
entre imagen y palabra resultó mucho más que la suma de las partes. En tiempos
de You Tube y los pequeños estudios de TV que casi todos llevamos en nuestros
bolsillos, el testimonio en video es el instrumento para dar y compartir la
propia verdad.
La llegada de la radio extendió la voz y con la
TV llegó la imagen. La emisión de ambas constituía una extensión de los
sentidos para los hombres y mujeres que estaban esperando, desde alguna parte
de sus vidas, algún testimonio de referencia para sus luchas cotidianas.
Proscripto el referente, hacía llegar cassetes desde el exilio, y a pesar del
artificio de la voz grabada su testimonio se tomaba por veraz y sus palabras,
por buenas. Luego todo se aceleró.
La edición de audio y video fue, más o menos,
siempre igual. Al principio se editaba en serie, con perillas y botones. Se vio
enormemente facilitada por la llegada de la tecnología digital, pero sus
lógicas se mantuvieron idénticas: ahora se podía alterar el orden de factores,
agregar pistas de imagen y sonido, impactar efectos, pero la alianza sagrada
entre una imagen y su respectiva pista sonora no se manchaba.
Podía existir una edición en el orden y duración
de las imágenes, y ahí la manipulación podía llegar a ser efectiva. Dependiendo
de las palabras elegidas y de la astucia del editor, la manipulación podía ser
más o menos creíble, y conseguir en cierta medida un efecto deseado.
Hasta ahora existía la posiiblidad de cortar y
pegar una imagen, voltearla, acelerarla o alentizarla, pero el vínculo entre
imagen y palabra seguía siendo sagrado. Una imagen modificada rompía el
vínculo, dejando en evidencia unos labios desincronizados. El artificio no se
aguantaba.
En los últimos meses, algunas páginas de la Red
Oscura (o Dark Net, páginas cuyos servidores no están catalogados ni regulados)
comenzaron a difundir una tecnología llamada Face Swap, basada en lo que se
conoce como redes de aprendizaje neuronal, algo parecido a la inteligencia
artificial. Estos programas pueden identificar a un personaje dentro de un
video, entender cómo se mueve su cara, aprender esos movimientos, y luego
reemplazar esas imágenes originales por otras, aprendidas a su vez de otra
serie de videos.
Originalmente, la tecnología se aplicaba en el
cine. Así se logró que Carrie Fisher, la actriz que personificó a la Princesa
Leia Organa en Star Wars, pudiera rejuvenecer su imagen en la reciente Rogue
One, precuela de los primeros films de George Lucas. O para escenas como la que
puede verse en Blade Runner 2049, también de reciente estreno, en la que un
Harrison Ford ya anciano vuelve a encontrarse con Rachel, su replicante amada,
que por su naturaleza androide estaba recién salida de fábrica. No se puede
evitar el paso del tiempo en actores y actrices, pero sí obligar a una
computadora a aprender sus movimientos faciales y reemplazarlos por la imagen
original de aquellas viejas películas.
El artificio, a la luz de los resultados, fue
sorprendente. Y extiende las posibilidades narrativas en sagas como éstas. Se
podrían agregar episodios a la trilogía de El Padrino, por ejemplo, sin
necesidad de hacer un casting para contar con un nuevo Vitto o Mickey Corleone,
que entonces fueron personificados con tanta altura.
Sin embargo, la reciente democratización del
Face Swap ha tirado todo por la borda. Las aplicaciones posibles en manos de
cualquiera son crueles. Ya comenzaron a circular falsos videos sexuales de
conocidas actrices de Hollywood, cuyas imágenes son regeneradas en otras
imágenes, tomadas de films porno. Con el nombre de Deepfakes, la circulación en
la red de estos videos falsos está creciendo de forma exponencial con el paso
de las semanas, no de los años, ya que cualquiera puede hacer esto en su casa,
con una computadora más o menos normal.
Las aplicaciones políticas de estas tecnologías
son nefastas y algunos ejemplos de su potencial empezaron a circular. El
siguiente video muestra un discurso de Barack Obana, que efectivamente realizó,
pero recreado con otras imágenes regeneradas por computadora. La comparación
entre original y remix aparece en el segundo 00:10. Hasta que no se señala el
artificio, no se hace evidente, y sólo en cierta medida.
En nuestro país, un bromista burdo decidió poner
la cara del actor Bruno Ganz, aquel que personificó a Adolf Hitler en La Caída,
sobre la cara de Mauricio Macri, haciendo promesas que ni el ex Canciller
alemán hubiera osado.
El siguiente paso, sobre el que ya están
experimentando quienes juegan con la Inteligencia Artificial como otros
entonces con el átomo, es la recreación de la voz, más allá de la imagen. En
base a discursos, entrevistas, audios y escuchas telefónicas, se podrá recrear
la voz de una persona diciendo cualquier otra cosa.
Estamos a poco de convertirnos en meros modelos
reales de una realidad virtual hegemónica que arrasará con todos los paradigmas
de realidad y verdad que tuvimos hasta ahora. Es hora de cambiar abruptamente y
de manera urgente nuestras costumbres de comunicación, o tendremos que
atenernos a las consecuencias.
Fuente: Juan Salinas Pájaro Rojo