N.R. de Utophia.- Es un artículo de octubre de 2016, pero que en estos momentos en que la Justicia actua con procedimientos de tipo mafiosos, ánimo de revanchismo y persecución hacia los funcionarios del gobierno de Cristina Fernández y contra ella misma, vale la pena recordar como Mauricio Macri comenzó y continuó su carrera empresarial, siempre tan ligada a la corrupción, la mafia, la dictadura militar, el contrabando, la fuga de capitales y las empresas offshore, para comprender el por qué de esta doble vara justiciera, para unos el escarnio, la condena pública y la prisión sin sentencia y para otros la absolución y el olvido.
Por Norberto Alayón*, La Tecl@ Eñe / Resumen
Latinoamericano /27 octubre 2016.-
Ramón Puerta, hoy embajador argentino en España,
le abrió a Mauricio Macri su estancia, sus consejos políticos y la obra pública
en Misiones. Mauricio puso a Puerta y la provincia en contacto con el magnate
Donald Trump, quien se hizo cargo del Casino, el primero privatizado del país.
Amigos en común, negocios inmobiliarios y vínculos con la Cosa Nostra
norteamericana, unen a Mauricio y Franco Macri con Donald Trump.
Según el testimonio de Gabriela Cerruti (en su
libro El Pibe del 2010) “Mauricio Macri y el misionero Ramón Puerta (actual
embajador argentino en España) se conocieron en la Universidad Católica de
finales de los setenta, cuando buscaban su título de ingeniero. Tenían la misma
edad y la misma pasión por las niñas jovencitas. Desde entonces se hicieron
buenos amigos y solían compartir desde viajes por el mundo a negocios fabulosos
en la provincia de la que Puerta fue tres veces gobernador.
Puerta fue bautizado por Carlos Menem como “el
alumno más aplicado del modelo” y tuvo el récord de haber privatizado el Banco
de la Provincia de Misiones, que su abuelo había fundado.
Ramón Puerta se dedicaba a disfrutar los
placeres de la vida en sus plantaciones cuando Mauricio Macri ya visitaba
Misiones con su padre para ver avanzar las obras de la represa Yacyretá. La
construcción de la represa fue decidida por el gobierno peronista en 1973, pero
su licitación se entregó en plena dictadura militar a un consorcio integrado,
entre otros, por IMPRESIT-SIDECO.
Yacyretá fue terminada recién en 1998 y acumuló
causas judiciales y comisiones investigadoras por los precios exorbitantes que
terminaron pagándose por sus obras; la utilización ilegal de mecanismos de
reembolso, como los de la promoción industrial, que fueron adjudicados a los
consorcios extranjeros mediante falsa documentación, y las denuncias de
ambientalistas y hasta el Banco Mundial por la afectación a la zona, a los
ríos, las Cataratas del Iguazú y el desplazamiento de más de cuatro mil
familias que vivían en la zona.
Los sobreprecios por Yacyretá y las maniobras de
dilación fueron tan exorbitantes, que tuvo la rara paradoja de ser nombrada por
el presidente Carlos Menem (que sí poseía buen conocimiento de estos temas)
como “el monumento a la corrupción”.
Mauricio Macri llegó a cambiar su domicilio y
fijarlo en Misiones para poder acceder tanto a votar a su amigo, como a participar
de todas las contrataciones del Estado que exigían residencia en la provincia.
En
algunos años, las empresas de Mauricio Macri se hicieron cargo de la
construcción del puente Posadas-Encarnación; la fábrica de Celulosa Puerto
Piray (que quedó a medio construir y fue adquirida así por el Citibank); el
asfaltado de la ruta 12 que accede a Cataratas del Iguazú; la pavimentación de
la ruta 103; y el asfaltado de la pista del Aeropuerto de Apóstoles.
El gran negocio para SIDECO fue la construcción
de la represa Urugua-í, que no sólo copió el modelo de generación eléctrica de
Yacyretá sino también el esquema de pagos y reembolsos. La obra presupuestada
en 80 millones de dólares costó finalmente 300 millones y terminó en una causa
por defraudación y estafa contra el gerente del emprendimiento, Néstor
Grindetti, quien iba a ser luego ministro de Hacienda de Mauricio Macri en la
ciudad de Buenos Aires. (Grindetti es actualmente el intendente de Lanús en la
provincia de Buenos Aires y titular de cuentas offshore no declaradas, en los
“paraísos fiscales” de Panamá).
Mauricio logró hacerse acreedor del contrato
para construir la costanera de Posadas, un paseo con vista al nuevo espejo de
agua de la ciudad, que formaba parte del plan de obras post-Yacyretá. La
costanera se convirtió en un lugar de paseo obligado de los misioneros y en un
chiste ineludible: “Cada metro de la costanera cuesta más que un metro de
subterráneo en París”.
Si Gregorio Chodos ofició de padrino y protector
en su vida privada y empresaria, y Nicolás Caputo de amigo todo terreno en las
buenas y en las malas, fue sin duda Ramón Puerta el gran jefe, compinche,
consejero, de Mauricio Macri en su carrera política. Tanto fue así que Macri
pensó seriamente en iniciar su carrera política como candidato a diputado
nacional por Misiones en el año 1999, acompañando la lista que llevaba a Ramón
Puerta de candidato a senador.
Si Puerta le abrió a Mauricio Macri su estancia,
sus consejos políticos y la obra pública en Misiones, Mauricio le llevó a la provincia
un contacto inestimable: el magnate Donald Trump se hizo cargo del Casino, el
primero privatizado del país. Trump se asoció para esto a Miguel Egea, ese
oscuro personaje del menemismo relacionado con ex represores de la Escuela de
Mecánica de la Armada”.
Rodrigo Lloret, en el diario Perfil, menciona
que “los empresarios Trump y Mauricio, devenidos en políticos, se conocieron
cuando el argentino tenía 24 años y el norteamericano 40. “Es una larga
historia, de hace mucho tiempo. Fue cuando tuve que cerrar un negocio familiar
en Nueva York”, le dijo Macri a la cadena estadounidense CBS, cuando le
preguntaron por sus vínculos comerciales con el republicano. En esa entrevista,
transmitida para los Estados Unidos, Macri reconoció que las gestiones que tuvo
que realizar con Trump representaron su debut en los emprendimientos
internacionales.
La
historia fue revelada en Estados Unidos en la biografía del magnate neoyorkino,
titulada Trump: The Deals and the Downfall (Trump: los negocios y la caída), escrita
por el periodista Wayne Barret, que realizó investigaciones para Newsweek y
también fue docente de periodismo en la Universidad de Columbia.
Desde 1979 hasta 1984, el Grupo Macri quiso
construir conjuntamente con el Grupo Trump un edificio de 150 pisos en Nueva
York, sobre una propiedad que Franco Macri había comprado en el lado oeste de
Manhattan. El Proyecto Lincoln West no prosperó, pero generó una muy buena
relación entre los empresarios y, con el tiempo, Trump empezó a visitar a sus
amigos argentinos para alojarse en la quinta Los Abrojos -el refugio que Macri
tiene en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas-, o en la mansión que la
familia del ex presidente de Boca tiene en Punta del Este
“Me
encanta Buenos Aires, es una hermosa ciudad. Conozco grandes hombres de
negocios en la región, como Macri. Es un buen tipo”, confesó Trump en 2012 al
diario La Nación, cuando anunció una inversión de 100 de millones de dólares en
la Trump Tower, construida, precisamente, en Punta del Este. “Conozco a los dos
(Macri), al padre y al hijo, que ahora es jefe de Gobierno de la ciudad de
Buenos Aires. Me caen bien y creo que son una gran familia.”
El 31/7/15 , Laura Cortés escribió en InfoBaires
24 “el periodista norteamericano Joe
Goldman, quien vive hace varios años en el país y se desempeña como
corresponsal y productor de ABC News, se refirió a la biografía no autorizada
del magnate ultraderechista Donald Trump, escrita por su amigo personal, Wayne
Barrett. Allí, Barrett revela los estrechos vínculos de Trump con la familia
Macri; tanto con Franco como con el ahora candidato presidencial por el PRO,
Mauricio.
“El grupo Macri intentó hacer negocios
construyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que
Franco había comprado en el lado oeste de Manhattan”, contó Goldman.
Efectivamente, a principios de los ’80, la
familia Macri, enriquecida durante la dictadura cívico-militar que se encargó
de estatizar su deuda, decidió globalizar su negocio comprando propiedades en
la ciudad de Nueva York. “Macri Group” adquirió el 65% de Lincoln West, el
predio más importante y caro de toda la isla de Manhattan.
El empresario estadounidense había sido su dueño
hasta 1979, cuando se desencadenaron una serie de protestas vecinales y quejas
de urbanistas por la insólita idea de erigir un edificio de semejante tamaño.
Por eso, Trump utilizó a los Macri como fachada, mientras él tramitaba los
cambios de ordenanzas, leyes de vivienda, medio ambiente y demás, que estaban
frenando su millonario negocio.
El pequeño hijo del empresario Macri, de por
entonces 21 años de edad, se involucró personalmente en el proyecto faraónico
que desarrollaron las empresas de manera conjunta. Por esa razón, cuando Trump
vino a la Argentina, en 1984, “Mauricio Macri fue el encargado de hacer el tour
para él, incluyendo un asado en el campo y golf con Donald Trump y su esposa
Ivanna”, precisó Goldman.
En definitiva, ese fue el debut de Macri hijo en
los negocios familiares. El periodista norteamericano agregó, además, que Trump
“no es muy bien visto en los Estados Unidos por sus vínculos con gángsters y
con la mafia de Nueva York y Atlantic City”. Pero si hay algo que tienen en
común los dos candidatos a presidente, es su claro tinte xenófobo, su impronta
conservadora y neoliberal y su larga lista de turbias amistades”.
Juan Cruz Sanz, en Infobae del 27/9/16, hace
referencia al libro de Franco Macri del 2013 (Charlas con mis nietos), en donde
se puede leer: “Estábamos con Mauricio en Nueva York en medio de difíciles
negociaciones con Donald Trump por Lincoln West, un proyecto inmobiliario que
pretendimos realizar y que terminamos vendiendo a Trump por 95 millones de
dólares en diciembre de 1984”.
El 25/9/16, en la publicación Nuestras Voces,
Gabriela Cerruti escribe una nota titulada “Buenos Muchachos”, donde expresa
que “Mauricio Macri y Donald Trump prefieren no recordar sus años juveniles en
Nueva York, cuando compartieron negocios, relaciones con la Cosa Nostra y
megaproyectos inmobiliarios. Los vínculos de Trump con la mafia se colaron en
la campaña electoral, y Macri conoce bien el tema. Alguna vez recibió de manos
del hoy candidato republicano un cheque por ciento cincuenta millones de
dólares”.
El secreto mejor guardado entre Donald Trump,
Mauricio y Franco Macri es qué sucedió en aquella suite del Sherry Netherlands
Hotel en la que sellaron un acuerdo de negocios y silencio. Mauricio se quedó
con un cheque de 150 millones de dólares y la amistad perpetua del magnate de
la televisión norteamericana. Trump, con un negocio inmobiliario en West
Manhattan y la promesa de inversiones en la Argentina.
“Me acuerdo lo que me impactó ese cheque”,
recuerda el ahora Presidente argentino. “Me acuerdo que cuando vi esa cantidad
de ceros pensé: nunca más voy a ver un cheque así en mi vida”. Fue el primer
gran negocio de la Familia que quedó en manos de Mauricio y el intento de los
Macri por hacer pie en la intrincada Manhattan de los años ochenta. Pero Nueva
York, y en particular el negocio inmobiliario, el de la recolección de residuos
y el de los juegos de azar, estaba dominado en ese momento por las cinco
familias de La Cosa Nostra. De la mano del alcalde Edward Ed Koch, Trump
llevaba adelante en ese momento proyectos inmobiliarios y se quedaba con los
principales casinos de la ciudad.
Fue Koch, precisamente, uno de los nexos entre
Macri y Trump. Alentado por los millonarios negocios que hacía en la Argentina
durante la dictadura militar y con muchos dólares para sacar del país, los
Macri llegaron a Nueva York para asociarse con Waste Managment Inc y formar
Manliba, la empresa de recolección de residuos con la que se privatizó por
primera vez ese servicio en la ciudad de Buenos Aires durante la intendencia
militar del brigadier Orlando Cacciatore.
Waste Managament Inc y SIDECO también
incursionaron como sociedad en el negocio en Brasil, quedándose con ENTERPA
AMBIENTIAL SA de Brasil durante el mismo período en que FLEG TRADING ponía los
9,3 millones de dólares para adquirir la parte de SOCMA AMERICANA en OWNERS.
Waste Managment Inc. fue investigada por sus vínculos con las cinco familias de
La Cosa Nostra, principalmente los Genovese, y treinta y dos de sus principales
directivos terminaron en prisión.
El encargado de abrir las puertas a los Macri en
ese mundo ítalo neoyorkino fue Giorgio Nocella, un amigo que llegó de la mano
del Avvocato Giovanni Agnelli, uno de los hombres más poderosos de Italia en
los años ochenta. Agnelli, Capo de la Fiat, presentó a Nocella y Macri, y desde
entonces pasaron a formar una Familia en la que compartían cumpleaños, negocios
y sociedades offshore. Varias de esas sociedades son las que han aparecido
recientemente en los Panamá Papers y los Bahamas Leaks que han publicado
diarios de todo el mundo, como Página/12 y La Nación en la Argentina.
Nocella llevó a Sideco y los Macri a Venezuela,
para incursionar en el negocio del petróleo y las autopistas, y allí conocieron
a Diego Arría, intendente entonces de Caracas y hoy ferviente opositor al
gobierno de Hugo Chávez, y a Abraham Hirschfeld, un sofisticado personaje
centro de relaciones políticas, empresariales y mafiosas en los Estados Unidos.
Ese grupo de negocios es el que desembarcó en Nueva York para intentar el sueño
americano aliados con Donald Trump.
Alentados por haberse quedado con el negocio de
la basura, Franco envió a Mauricio Macri a instalarse en los Estados Unidos
para llevar adelante su proyecto inmobiliario. Se trataba de un complejo de
torres en Penn Station, una vieja playa de maniobras de ferrocarriles en la
zona Noroeste de Manhattan. Las tierras habían sido adquiridas por Trump y
Hirschfeld en un principio, pero era necesaria una ardua negociación con la
política local para conseguir la rezonificación del lugar y el crédito para
financiarlo.
Trump
le vendió entonces su parte a los Macri que se asociaron con Hirschfeld,
conocido como “el señor garaje” porque había adquirido todos los terrenos
fiscales y baldíos de Nueva York para convertirlos en playas de
estacionamiento. En el final de la década del 90, Hirschfeld terminó finalmente
en prisión, condenado por haber contratado un sicario para asesinar a un socio,
y desde allí mandó matar también a la jueza que seguía su causa. Un poco
después, fue el primero en proponer a Donald Trump como candidato a presidente.
Macri
llevó como asesor para el emprendimiento a José Alfredo Martínez de Hoz. Debían
armar una ingeniería financiera que permitiera obtener un préstamo del Chase
Manhattan. Al mismo tiempo, trataban de convencer a la opinión pública
progresista de la ciudad para que no se opusiera a la construcción de torres y
para despegarse de la imagen del grupo argentino cercano a los militares que se
había instalado en la prensa del lugar como el Village Voice, que publicaba
permanentemente artículos en contra de la incursión macrista.
Un personaje inesperado se sumó al grupo: de la
mano de José López Rega y su vínculo con Licio Gelli, el ex secretario de
Vivienda de Isabel Perón, Juan Carlos Basile, comenzó a oficiar de nexo con los
sindicatos de la construcción y las Familias. “Mauricio me llamó a Buenos
Aires, nos encontramos en el edifico Catalinas y le dije: ustedes creen que
porque conocen las Familias italianas tienen todo cerrado. Pero Nueva York es
distinto, son cinco grupos y tienen repartidos los negocios”.
Con la ayuda del alcalde Koch y muchos millones
distribuidos en prensa, propaganda, sindicatos y concejales, el proyecto
finalmente fue aprobado. Pero el Chase Manhattan, que tenía que otorgar el
crédito para la financiación, exigió que se sumara un “emprendedor reconocido”
y allí volvió Trump a escena. Fueron meses de negociaciones en los que Mauricio
terminó haciéndose íntimo amigo.
“Yo creo que me ayudó en esa negociación la
audacia de mis veintipico. Trump era loco, caprichoso, y yo llegaba tarde a las
reuniones, se las cambiaba de horario. No, Donald, salgamos con chicas esta
noche y mañana reunámonos a la tarde…”, cuenta Mauricio. Trump vino varias
veces a Buenos Aires, donde se alojaba en la quinta Los Abrojos de los Macri en
Malvinas Argentinas, y en Terrazas de Manantiales. También recorrió Misiones,
donde años más tarde lograría de la mano del actual embajador en España, Ramón
Puerta, quedarse con la privatización del primer Casino privado de la
Argentina.
En algún momento, la negociación fracasó. Trump
no se sumó al proyecto sino que volvió a comprar la parte de Macri con ese
cheque en esa reunión. Franco siempre creyó que había un acuerdo entre Mauricio
y Trump para que ellos llevaran adelante todo el trabajo y la inversión para
conseguir la aprobación del proyecto y la rezonificación y devolvérselo al
ahora candidato republicano.
Junto a la publicación de The Washington Post
también un libro en Buenos Aires vuelve sobre la oscura relación de Trump con
Mauricio Macri. A veinte años de su secuestro, Natasha Niebieskikwiat sostiene
que Franco Macri estaba convencido que era una venganza de Trump. Tanto que así
se lo dijo al entonces embajador de Estados Unidos en la Argentina, Terence
Todman, que le sugirió que contratara a un investigador ligado a la CIA, Mike
Akerman. El ex “topo” de la Central de inteligencia americana es desde entonces
el hombre encargado del espionaje y la seguridad de Socma, y estuvo implicado
en la causa de las escuchas ilegales cuando Mauricio Macri era jefe de
gobierno”,
Gabriela Cerruti, Rodrigo Lloret, Laura Cortés y
Juan Cruz Sanz dan cuenta inequívoca acerca de los estrechos vínculos entre
estos oscuros personajes, empresarios millonarios, norteamericano uno y
argentino el otro, volcados a la política, asumiendo proyectos marcadamente
anti-populares.
Buenos Aires, 27 de octubre de 2016
*Profesor en la Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires