El militante social le contestó al periodista
del Grupo Clarín, quien lo había acusado de exigirle al Gobierno subsidios a
cambio de menos piquetes.
En su columna de los sábados, Jorge Lanata
calificó de “extorsionador” a Juan Grabois. El periodista de Clarín acusó que
el militante de exigirle al Gobierno dinero a cambio de paz social. Según acusó
el conductor de PPT en el diario, “el amigo del Papa que extorsiona al Gobierno
pidiéndole subsidios a cambio de disminuir el número de cortes y piquetes”.
Ante esto, Grabois emitió una respuesta completa
titulada Solidaridad o intolerancia:
Desde hace un tiempo, Lanata se empeña en
demonizar a los sectores de la sociedad que sufren la vulneración de sus
derechos. Los niños pobres y los pueblos originarios han sido algunas de sus
víctimas. Su sofística utiliza la extrapolación hiperbólica de situaciones
particularmente desgraciadas para desarrollar falsas conclusiones generales y
atizar el miedo contra los excluidos y las organizaciones sociales, peligrosos
los primeros, delictivas las últimas. Se indigna con los que nos oponemos a la
baja de la edad de imputabilidad, reclamamos la prórroga de la ley indígena o
levantamos cualquiera de las banderas vinculadas a la defensa de los derechos
humanos y sociales. Con impostada irreverencia, Lananta apela a un extraño
clasismo para degradar a cualquiera que sostenga posiciones favorables a estas
causas. Hippies, clientes de OSDE, vecinos de Barrio Norte, snobs,
extorsionadores o niños ricos como el suscripto… todos hipócritas, corruptos u
oportunistas. Para Lanata, es inverosímil que haya personas motivadas por la
solidaridad y una conciencia que trascienda el individualismo. En el mejor de
los casos, somos progres estúpidos guiados por sentimientos de culpa.
Su último artículo en Clarín es una ensalada de
interpretaciones maliciosas, expresiones xenófobas y mentiras deliberadas, todo
con el altanero barniz de lo “políticamente incorrecto”. Tanta mala leche no se
explican sin una intencionalidad militante de cascotear los esforzados intentos
de muchas personas de buena voluntad, como el obispo brilochense Juan José
Chaparro, por resolver los conflictos mediante el dialogo para frenar el
espiral de intolerancia. Hay además un componente sádico en su psicología que
necesita castigar, humillar, ridiculizar, hacer sufrir para alimentar su ego,
como cuando obliga sus compañeros de trabajo a aspirar el humo de su cigarrillo
dentro de los escasos metros de un estudio de grabación. En el espacio que
tiene para ejercer el poder, lo ejerce despóticamente. Triste debe ser llegar a
esa altura de la vida con el corazón tan envenenado.
Subjetividades aparte, el artículo de Lanata
está lleno de adjetivos pero flojo de papeles. Los hechos dejaron de importarle
hace tiempo pues su rango de comisario mayor de la moral pública lo exime de
decir la verdad y respetar las más elementales normas éticas. Sin ir más lejos,
el artículo pretende demostrar la existencia de la RAM través de lo que
denomina un “reciente comunicado”. Se trata de una grosera mentira. Cualquier
internauta puede comprobar, Google mediante, que el texto que usa Lanata figura
en un dudoso blog desde el… ¡28 de noviembre de 2016! Tampoco cuenta que en la
Mesa de Dialogo que se logró instaurar recientemente en Bariloche, el conjunto
de las comunidades mapuche de Rio Negro y Neuquén desconocieron la existencia
de esta supuesta organización de la que Lanata parece el Ministro de
Propaganda.
Al final de su artículo, Lanata afirma que
“Saben lo que quieren. Nosotros no”. Ellos y nosotros, la lógica de la
exclusión y el descarte. Tal vez por eso desee tan fervientemente que el RAM
exista y hace semanas trabaja denodadamente para ello junto a Patricia Bullrich
y otros promotores de la violencia. Es que “Nosotros” necesita construir el
“ellos”, el enemigo interno que le permita reafirmarse y defenderse. El
“Nosotros” que excluye siempre se alimenta del miedo. Necesita el terrorismo,
lo fomenta y si no logra que surja, lo inventa. Cuando alguien pone en duda los
delirios paranoicos del militarismo militante, se busca una autoridad externa
que lo valide. En este sentido, vuelve a mentir Lanata cuando afirma que la
presidenta Bachelet declaró terrorista al grupo denominado CAM. Una y mil veces
el gobierno chileno ha sostenido lo que en septiembre reiteró su ministro de
Desarrollo Social, Marcos Barraza, con todas las letras “Chile no tiene
terrorismo”.
Por otro lado, Lanata despotrica contra una
imaginaria doble vara que, dice sin sonrojarse, beneficia a los pueblos
originarios. “Ellos” no merecen nada y mucho menos la aplicación de un estándar
distinto para su situación. No entiende que es del todo legítimo reconocer que
existen sectores en la sociedad particularmente vulnerable o históricamente
postergadas cuya situación requiere un abordaje especial. Se llama acción
afirmativa y es un instrumento esencial de toda democracia social. Mal que le
pese a Lanata, los niños tienen derechos especiales. Mal que le pese a Lanata,
el reconocimiento de la preexistencia de los pueblos originarios en la
Argentina no es un relato k ni un panfleto RAM, está en nuestra Constitución
desde 1994. La Argentina como estado soberano ha suscripto diversos tratados
internacionales –en particular el Convenio 169 de la OIT ratificado por la
Argentina durante el gobierno de la Alianza del que Patricia Bullrich era
ministra- que receptan los derechos al territorio y la protección de "los
valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales
propios" de los pueblos indígenas. Desde luego, los niños y los indígenas
pobres sufren una doble vulneración de sus derechos y requieren un abordaje
prioritario, no sólo porque es lo correcto sino porque así lo establecen el
orden normativo del que Lanata se muestra cómo celoso defensor.
Tampoco se puede ningunear el debate histórico
sobre los crímenes de estado contra los pueblos originarios - que muchos
consideramos un terrible genocidio. Es cierto que existe la historiografía
oficial, el revisionismo histórico y una gran variedad de posiciones al
respecto. Nadie puede pretender el monopolio de la verdad ni de la memoria. Sin
embargo, cuando Lanata compara la conquista del desierto con la extinción de
los dinosaurios demuestra no sólo el nivel intelectual de una babosa sino una
crueldad supina y un negacionismo extremo. En el mismo sentido, su ignorancia
despectiva con respecto a las cultura mapuche lo llevan a afirmar falsamente
que los lonkos no se eligen (son, efectivamente, cargos electivos, que en la
actualidad se votan por procedimientos similares a los que utiliza una
asociación civil) o que la Machi es una bruja (argumento del que se alimentaban
las hogueras que quemaron a tantas mujeres mapuche).
Más adelante, además de la caricia de
calificarme de extorsionador (Lanata suele proyectar sus propias
características en los demás) pone como “mal ejemplo” al Barrio Intercultural y
me atribuye su manejo. Muy a mi pesar, debo reconocer que mi participación en
ese maravilloso proyecto ha sido ínfima. Sólo tengo palabras de agradecimiento
para con la Asociación de Vecinos Sin Techo y la Comunidad Mapuche Currhunica
–sus verdaderos mentores– que me permitieron colaborar con ellos mientras viví
en San Martín de los Andes. Con todo, vale decir que el Barrio Intercultural
que Lanata denosta tiene la particularidad de ser un ejemplo de dialogo
institucionalizado y representa todo lo contrario a la violencia: fue votado
por todos los bloques en el Congreso Nacional (Ley 26.725) y ha sido reconocido
por las Naciones Unidas.
Lanata, como todo intolerante, es cobarde. Se la
agarra con los débiles y promueve la violencia. Siente que su pasado rol de
opositor al poder formal lo legitima y se apoya en estructuras de poder real
para desarrollar su patética megalomanía. Como el ladrón, cree que somos todos
de su condición: Lanata sí extorsiona. Amenaza con el escarnio público a
quienes osamos desafiar los intereses que defiende pero no se anima a mirarnos
a los ojos sin una cámara de por medio. Tal vez por eso esquiva las citaciones
judiciales y las mediaciones. También le molesta mucho mis amigos. Tal vez él
no tenga ninguno. Yo, si de algo estoy orgulloso en la vida, es de mis amigos y
compañeros.
Fuente: El Destape