Usted, Almagro, se ha convertido,
lamentablemente, en la cabeza diplomática y política del golpismo que desde
hace mucho más de cuatro años azota a Venezuela.
Soy simplemente una mujer de América Latina,
periodista, escritora, y como tal lo conocí a Ud. cuando era canciller del
presidente José “Pepe” Mujica en Uruguay. No espero que lo recuerde.
¡Qué distintos aquellos momentos a lo que hoy
estamos viviendo! Ahora Ud. es secretario general de la Organización de Estados
Americanos (OEA), organismo que aún sigue siendo una especie de Ministerio de
Colonias. Y en estos momentos parece serlo más que nunca, aunque no todos
nuestros países son manejables como en otros tiempos.
Por eso, frente a lo que está viviendo nuestra
región, y en estas horas Venezuela, cuyo pueblo acaba de demostrar la verdad
que ocultan los monopolios mediáticos votando masivamente a los representantes
populares para las Asamblea Constituyente, decidí escribirle esta carta.
También ante la impotencia por la impunidad con que se está intentando destruir
el proyecto más avanzado de integración emancipatoria que habíamos logrado. Esa
gran esperanza de la unidad de Nuestra América que tanto nos ha costado: un genocidio
en el siglo XX, golpes de Estado, invasiones, saqueo y la dependencia eterna de
la potencia imperial que nos ha declarado su “patio trasero”.
En este siglo XXI estábamos dando pasos
gigantescos en el intento de recuperar nuestra independencia definitiva,
castrada a fines del siglo XIX por la expansión imperial, “el Destino
Manifiesto”, la doctrina Monroe, todos documentos coloniales que siguen siendo
básicos en los proyectos actuales de Estados Unidos contra nosotros. Los
siempre sumisos socios o aliados por intereses de todos los Gobiernos
estadounidenses, las derechas locales, acompañaron las dictaduras militares en
el continente y ahora siguen siendo el mismo batallón perdido del imperio.
Habíamos logrado un avance extraordinario,
nuestra voz sonaba alta y usted lo sabe. Teníamos la posibilidad, por primera
vez, de conformar unitariamente un bloque, no para dominar y atacar a nadie,
sino para defendernos juntos; declararnos finalmente libres de toda dependencia
y manejar nuestros grandes recursos en favor de nuestros castigados pueblos.
También significaba el rescate de identidades y culturas ocultadas por la
sobrevivencia colonial en nuestra vida cotidiana.
Estados Unidos, ante sus fracasos en lo actuado
contra el Gobierno y el pueblo venezolano con las estrategias y tácticas de la
guerra contrainsurgente en sus nuevos diseños, decidió golpear primero y al
mismo tiempo a los tres países claves en el diseño de la integración:
Venezuela, Argentina y Brasil.
Hubo esperanzas cuando Ud. fue elegido por el
consenso de 33 de los 34 países para ocupar la Secretaría de la OEA, cargo que
asumió en mayo de 2015. Había sido Ud. el canciller del Gobierno del presidente
“Pepe” Mujica, del Movimiento de Participación Popular y del Frente Amplio.
¿Cómo no iban a confiar en Ud., a pesar de que en los últimos tiempos en la
Cancillería comenzaron a advertir algunos cambios en sus acciones?
Un hombre de la tierra del héroe latinoamericano
José Gervasio de Artigas, de ese Frente Amplio que sobrevivió a la dictadura y
llegó finalmente al Gobierno vía electoral por primera vez imponiendo la
voluntad del pueblo. ¿Cómo no iba Ud. a defender a Nuestra América?
“A ustedes, como representantes de los pueblos
de las Américas, me debo, y les agradezco su voto de confianza. En mí
encontrarán un incansable luchador por la unidad americana, más preocupado en
buscar soluciones prácticas duraderas a los problemas de nuestra región que por
la retórica y la estridencia en las declaraciones guiadas por una u otra
ideología”, dijo Ud. al asumir su cargo.
Ahora estamos viendo al “otro” Almagro, el que
se ha convertido lamentablemente en la cabeza diplomática y política del
golpismo que desde hace mucho más de cuatro años azota a Venezuela.
Ud. conoce muy bien lo que los gobiernos del fallecido
presidente Hugo Chávez Frías y su seguidor, Nicolás Maduro, han logrado en ese
país, donde un 80% de los venezolanos vivía en la pobreza a principios de este
siglo. El Gobierno de Chávez produjo un profundo cambio revolucionario y sus
decisiones en lo económico, político y social fueron reconocidas por organismos
internacionales: eliminación de la extrema pobreza, derrota al analfabetismo,
acciones sociales inéditas en ese país petrolero, recuperación de los recursos
naturales, creación de “misiones” que hicieron un extraordinario trabajo en
favor de la población venezolana, escapando a la tragedia de las burocracias
sembradas por los viejos poderes dependientes, y una política exterior cuyo eje
esencial era y es la unidad regional, la solidaridad y el respeto a todos los
derechos de los países libres y soberanos.
Venezuela nos legó el pensamiento
contrahegemónico del siglo XXI, que nos contiene a todos el bolivarismo. ¿Quién
ignora que Chávez fue el motor ardiente de la integración y la solidaridad? Ahora
ese país está sometido a una guerra contrainsurgente dirigida desde Estados
Unidos.
Ud. sabe perfectamente cómo sucedieron todos los
procesos de desestabilización golpista en Nuestra América. Es imposible que los
desconozca, ya que lo vivió en su país y sus alrededores. ¿O acaso hay
diferencias en el desabastecimiento programado por la ultraderecha fascista
chilena y la CIA estadounidense contra el Gobierno de Salvador Allende en Chile
en los años setenta, con lo que sucedió en Venezuela a partir de la muerte de
Chávez?
En esos momentos, se incentivó el golpismo –que
nunca dejó de estar en ese país después del fracasado golpe de abril de 2002,
derrotado en 48 horas por un pueblo en las calles y un sector patriota de las
fuerzas armadas–. Hubo una sucesión de sabotajes e intentos golpistas y una
permanente conspiración de Washington que además invirtió millones de dólares
para mantener organizada a la derecha fascista venezolana.
La participación de Estados Unidos no sólo está
documentada, sino que incluso ha sido admitida abiertamente por sus
gobernantes. El llamado “golpe eterno” se potenció con la muerte del presidente
Hugo Chávez en marzo de 2013. En Washington se pensaba que muriendo un líder de
esas características iba a ser muy fácil avanzar sobre su sucesor, en este caso
Nicolás Maduro, quien el 14 de abril de 2013 ganó las elecciones en medio de un
ataque masivo de guerra cibernética y de una campaña demoledora y mentirosa de
la prensa mayoritariamente en manos del sector privado y golpista.
Esa misma noche, el jefe de la Mesa de Unidad
Democrática (MUD) y excandidato presidencial, Henrique Capriles Radonsky, llamó
a sus seguidores a salir a las calles e incendiar Caracas, aduciendo fraude.
Aparecieron las fuerzas de choque, los motorizados que produjeron incendios,
ataques a instituciones, pero lo más doloroso fueron los trece muertos y
decenas de heridos.
Esto continuó a lo largo de 2014. El año 2015
comenzó con más sabotajes, asesinatos y ataques terroristas. El 12 de febrero
la exdiputada ultraderechista María Corina Machado acompañó al dirigente de
Voluntad Popular, Leopoldo López –ambos con conexiones con la CIA y los
sectores fundamentalistas de Estados Unidos– cuando se anunció en televisión la
toma de las calles de Caracas, con llamados a un alzamiento y un lenguaje de
extrema violencia para ejecutar el proyecto golpista “La Salida”.
López aseguró entonces que se quedarían en las
calles hasta el derrocamiento del presidente y esto significó un salto
cualitativo en las “guarimbas” en cuanto al uso de la violencia, tratando de
provocar muertes y los mayores daños posibles para llevar al caos y obligar a
una renuncia de Maduro. Contaban con un muy bien organizado apoyo externo y
mediático.
Ud. sabe perfectamente que los medios masivos de
comunicación manejados por el poder hegemónico en un 95%, para asegurar la
desinformación, la desculturización y la dominación de los pueblos, son hoy una
pieza clave para las guerras de baja intensidad y de cuarta generación que se
están escenificando en Venezuela y en Nuestra América, con la cooperación de la
OEA.
López ya había participado activamente en el
golpe de Estado de 2002. El Plan La Salida, utilizando ataques de extrema
violencia y francotiradores, en una alianza con paramilitares colombianos, dejó
43 muertos y 800 heridos –de los cuales unos 200 sufren algún tipo de
invalidez–, decenas de edificios incendiados, millonarios daños en el país.
¿Qué cree Ud., señor Almagro, que pasaría en
Washington si algo así sucediera? ¿Qué cree que haría el Gobierno de Estados
Unidos ante una situación semejante?
Ahora, desde hace más de noventa días, en
sectores claramente demarcados y no en todas las calles ni en todo el país,
como pretenden hacer creer los medios de desinformación masiva, se desarrollan
acciones de extrema violencia, con grupos de choques entre los que se
entremezclan jóvenes, incluso niños, “contratados” por dinero y drogas,
delincuentes comunes (“carne de cañón”, como se dice), y paramilitares
colombianos, cuyas acciones han producido más de cien muertos. Se trata de
llevar la violencia a sus extremos límites quemando edificios, centros de
salud, universidades, camiones con alimentos y remedios, y llevar a una guerra
civil. ¿Venezuela no tiene derecho a la defensa?
Esto es un golpe de Estado en desarrollo, que es
presentado ante el mundo como “marchas pacíficas” de la oposición, que fue
convocada al diálogo permanentemente por el Gobierno y que obstaculizó todos
los caminos para sentarse en una mesa por la paz, porque Estados Unidos necesita
con urgencia quebrar a Venezuela después del golpe de Estado judicial,
parlamentario y mediático en Brasil.
La destitución de la presidente Dilma Rousseff
sin causa alguna, nada más que con la violencia de la mentira y falsas
acusaciones en agosto de 2016, evidenció la intervención de sectores de la
Justicia que en toda la región han sido cooptados por Washington, un parlamento
corrupto y la guerra mediática. Similar a los golpes en Honduras (2009) y
Paraguay (2012).
Para Ud. no existió este golpe en Brasil, y
ahora se apoya en el presidente ilegítimo Michel Temer para actuar contra
Venezuela, o en el argentino Mauricio Macri, que llegó al Gobierno por vía
electoral en diciembre de 2015, en elecciones marcadas por la injerencia
externa, la guerra mediática que no dio tregua y los millones de dólares que
fueron repartidos en ambos países vía fundaciones estadounidenses y su red de
Organizaciones No Gubernamentales (ONG). En Argentina se instaló una “fuerza de
tarea” del fondo buitre de Paul Singer, quien confesó abiertamente la necesidad
de deshacerse de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en las
elecciones de octubre de 2015 en este país. La mayoría de los ministros del
gabinete del presidente Macri, cuya Fundación Pensar depende directamente de la
Heritage de Estados Unidos, pertenecen a fundaciones similares y han
posibilitado que Washington sea el verdadero poder detrás del trono. Este
Gobierno está llevando totalitariamente al país a una severa crisis entregando
la soberanía nacional, destruyendo todos los programas sociales, culturales,
educativos, científicos y humanitarios, y desatando una persecución política,
judicial y también mediática.
Estos son los Gobiernos “democráticos” en los
que se apoya Ud. para tratar de derrocar a Nicolás Maduro, justificando
política y diplomáticamente la violencia criminal en Venezuela. Y además
México, donde desde 2006, cuando se instaló la falsa guerra contra el
narcotráfico que dirige Washington, se registran unos 200 mil muertos y por lo
menos 40 mil desaparecidos; o Colombia, donde se firmó el Acuerdo de Paz entre
el Gobierno y las antiguas guerrillas, pero cada día siguen asesinando a
líderes sociales, indígenas, defensores de pobres y de derechos humanos. ¿Qué
país puede ser verdaderamente independiente con bases militares de Estados
Unido en su territorio?
En Honduras continúa el golpe de junio de 2009 y
el terror encubierto en una falsa democracia, y lo mismo sucede en Paraguay
después del golpe. Esto es sólo un somero repaso de la realidad latinoamericana,
en momentos en que también el Gobierno de Estados Unidos enfila sus acciones
contra Cuba, donde se había comenzado un acercamiento diplomático con
Washington. Y también va sobre Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y
presiona a los países caribeños.
¿Puede ser que un secretario general de la OEA
no conozca estas situaciones y estas realidades?
La generosidad de Venezuela con todos, pero
especialmente con los países más pequeños de la región, para resolver las
asimetrías hacia una integración profunda, es otra realidad que parece
desconocer. Los pueblos caribeños, tan despreciados por los poderosos, y otras
naciones con dignidad rechazan la injerencia externa contra el Gobierno
venezolano. Su país, Uruguay, entre ellos.
Momento extraordinario fue el fin de año de
2011, cuando se consolidó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC). Todos juntos por primera vez en la historia. Esto es lo que aceleró
las acciones de Estados Unidos sobre nuestra región. Y el hecho de que hayan encontrado
tanta resistencia en Venezuela los ha obligado a actuar cada día con mayor
violencia e impunidad, calificando a quienes gobiernan para sus pueblos de
“dictadores” y transformando a las víctimas en victimarios, con la ayuda de los
medios masivos de desinformación.
El llamado “golpe blando” les está siendo
difícil de aplicar a estos latinoamericanos insumisos, que tienen una obstinada
decisión de liberarse al fin y que en la pasada década habíamos cometido el
sacrilegio de ponernos de pie y hablar con nuestra propia voz.
Ahora tiene Ud. la oportunidad de impedir que
triunfen los verdaderos terroristas que están asolando Venezuela y reconocer a
una Asamblea Constituyente democrática, cuyos representantes el pueblo eligió,
lo que significa un camino de paz, no de fragmentación, no de guerra. Pero
Estados Unidos sólo ve la enorme reserva petrolera venezolana y otros recursos,
que avivan su delirante sueño de controlar el mundo y recolonizar su “patio
trasero”. Es decir, nosotros. Ya es Ud. responsable de cada muerte en
Venezuela. ¿Cuántas vidas más cree, señor Almagro, que debemos pagar para ser
auténticamente libres e independientes? No traicione a su patria. Defienda el
derecho de los pueblos de Nuestra América a ser libres.Fuente: Diario Contexto