EL AMOR EN MEDIO DEL HORROR
Las paredes de “Capuchita”, el altillo del
Casino de oficiales de la ex Escuela de Mecánica de la Armada, guarda las
huellas de muchos de los hombres y mujeres que estuvieron allí secuestrados
durante la última dictadura cívico militar: mensajes, nombres, dibujos,
esquemas que eternizaron en esos muros con lo que tuvieron a mano aquellos
días. Una cruz, iniciales, nombres. Hay un “H.A. Mónica te amo”, que Carlos
Loza, uno de los sobrevivientes del horror, está seguro de que fue calado por
Hernán Abriata, un joven estudiante de Arquitectura y militante de la Juventud
Peronista, en dedicatoria a su esposa, Mónica Dittman. “Quedé conmocionado.
Llamé a Mónica y fuimos a ver la pared, no podíamos creerlo”, contó a este
diario Carlos. Mónica reconoció la letra de su compañero, a quien una patota
comandada por Mario “Churrasco” Sandoval, que aún permanece a resguardo en
Francia, secuestró de la casa que compartían en 1976. “No fue reencontrar a
Hernán porque nunca dejamos de luchar por devolverle Justicia. Pero sí fue
encontrar un mensaje suyo, un mensaje con el que nos daba fuerzas y nos pedía
que no abandonemos”, interpretó Dittmar. El juzgado federal de Sergio Torres
aún trabaja en la confirmación de la autoría de esa y el resto de las
escrituras que persisten en ese ex centro clandestino de detención.
El secuestro y la desaparición de Hernán Abriata
es uno de los más de 700 casos revisados en el tercer juicio por los crímenes
de lesa humanidad que tuvieron lugar en la ESMA, que está llegando a su quinto
año consecutivo con audiencias extremadamente cortas y alegatos de abogados
defensores increíblemente extensos. El joven tenía 24 años, estudiaba
arquitectura y militaba en la Juventud Peronista cuando una patota irrumpió en
el departamento que compartía con su compañera Mónica. Era el 30 de octubre de
1976. Cuando Mónica preguntó por qué se lo llevaban, “Churrasco” Sandoval le
mostró su carnet y le dijo que al día siguiente tendría novedades. Sólo volvió
a saber de él a través de unas cartas escritas por él que un guardia de la ESMA
le acercó.
“La
letra es la misma, Hernán siempre escribía en mayúscula. Las cartas terminan
con la frase de la pared de ‘Capuchita’, ‘Mónica te amo’”, señaló Dittmar en
relación a la leyenda “H.A. Mónica te amo”, una de las tantas que resguardan los muros del altillo del
Casino de Oficiales de lo que fue el centro clandestino más grande de la Ciudad
de Buenos Aires.
El primero en enterarse de la existencia del
mensaje fue Loza, a quien contactó un miembro del equipo de investigadores que
están trabajando las marcas en las paredes de “Capuchita” con una corazonada:
“Nos habíamos conocido en el juicio. Esta persona sabe de memoria la historia de
Hernán y cuando vio el mensaje marcado con algo punzante, como si fuera un
clavo o algo así, fue Hernán en el primero en el que pensó. Y en Mónica”,
reconstruyó Loza en diálogo con este diario. Loza compartió unos días de
cautiverio con Abriata. Él “perdió” el 16 de diciembre del 76 y fue localizado
en el altillo seis días después. “Ahí conocí a Hernán. Me contó de su vida, de
Mónica, de su familia, de la farmacia que tenían en una esquina. Fue él quien
nos dijo que íbamos a sobrevivir, por que teníamos –él y las otras víctimas con
las que ‘subió’ a Capuchita– capuchas que tenían escrita la frase ‘posible
franco’. Él tenía la información de que los que tenían esa capucha salían de la
ESMA”, contó Loza. Y así fue. Loza y algunos otros secuestrados fueron liberados
el 6 de enero de 1977. Abriata había sido “trasladado” la noche anterior junto
al matrimonio compuesto por Bibiana Martini y Claudio Adur.
“Esta persona me llamó conmocionada y cuando vi
las escrituras quedé conmocionado yo también”, aseguró Loza. Las escrituras
pueden verse con la ayuda de un reflector o una linterna entre manos de pintura
color rosa y crema descascarada en la pared opuesta a la de la ubicación de
Abriata y Loza cuando compartieron Capuchita. “No nos permitían circular cuando
estábamos encerrados allí, pero nosotros compartimos solo unos días con Hernán
allí, que estaba desde antes. Quizá los días previos haya estado en el lugar en
donde se encontró el mensaje a Mónica, hay otros sobrevivientes que pueden
ayudar a dilucidar esto”, apuntó Loza. Por ese dato y otros es que la autoría
del mensaje calado en el muro debe aún ser confirmada por el juzgado que
comanda la causa judicial, a cargo de Sergio Torres.
Mientras el caso de Abriata sigue esperando
justicia en el marco del tercer debate oral que se desarrolla desde hace casi
un lustro en Comodoro Py por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la
ESMA, Dittmar, Loza y la familia del militante de la JUP batallan para que
quien lo secuestró sea finalmente extraditado de Francia. “Churrasco” Sandoval
era jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal cuando comandó el
secuestro de Abriata. En las postrimerías de la dictadura se fue a Francia,
donde trabajó en inteligencia. Nunca más volvió. Cuando siendo presidente de
Francia François Hollande llegó a Argentina, la familia de Abriata acudió a la
embajada de ese país para reclamar por el avance del expediente en el que
reclaman que sea extraditado y finalmente juzgado por los crímenes de lesa
humanidad que se le adjudican. A principios de junio pasado debía suceder una
nueva audiencia por el tema en París que fue pospuesta para mediados de
septiembre. Loza adjudicó la demora a “una maniobra del Gobierno francés que
está encubriendo a este genocida”. En ese sentido, Dittmar apuntó: “El mensaje
de Hernán no lo hace presente porque él siempre lo está en nuestras vidas, es
nuestra lucha. Su mensaje es un pedido de que no abandonemos la causa, de que
sigamos adelante, de que sigamos luchando para que Sandoval sea extraditado”.
Fuente: Página 12