Por Juan José Salinas.- Dice jocoso el Turco
Asís que visto lo que se ve, habría que organizarle un desagravio a Borocotó
Jr. La parábola de 180º del infame Diego Kravetz sólo encuentra comparación en
el pasado con la de la ministra que alguna vez fue la montonera “Carolina
Serrano” (se refiere a Patricia Bullrich), y supera holgadamente a la de otros
camiseteros/as que si no les queremos rotular como traidores, no cabe duda, sí,
de que son hombres y mujeres de lealtades sucesivas.
Modelo Kravetz: show, vista gorda y demagogia
punitiva
La escandalosa exhibición de un chico en el
programa de Lanata dejó expuestas las prácticas y estructuras policiales que
operan en Lanús.
Por Ricardo Ragendorfer / Tiempo argentino.- En la mañana del 19 de julio el intendente de
Lanús, Néstor Grindetti, se dejó ver con su secretario de Seguridad, Diego
Kravetz, en la inauguración de un curso avanzado sobre narcotráfico para
efectivos de la Policía Local. Ambos sonreían como si ninguna inclemencia del
mundo los rozara. Sin embargo, en ese mismo instante trascendían los detalles
de la infame extorsión a un niño de once años que luego confesaría crímenes
imaginarios en el programa televisivo de Jorge Lanata. El “productor” del
asunto no habría sido otro que Kravetz. Y ahora el intendente lo exhibía a su
lado en señal de respaldo. Una gran ocasión para explorar el vínculo entre
dichos personajes.
¿En qué extraño resorte de la política se cifra
la cohesión de esa dupla? Porque Kravetz ya había dado la nota al encabezar el
ataque policial del 30 de marzo a niños y adolescentes en el comedor Los
Cartoneritos, de Villa Caraza. Una memorable salvajada que puso en aprietos al
propio Grindetti. Pero la cabeza del secretario no rodó. A todas luces, un
milagro macrista.
Claro que hay una pregunta previa: ¿cómo llegó
ese sujeto a gestionar la seguridad de Lanús sin tener ningún antecedente en la
materia?
Al respecto cabe recordar que el 4 de noviembre
de 2015 Grindetti –ya como intendente electo del municipio– anunció el
nombramiento de Kravetz. Días después, el Ministerio de Hacienda porteño –aún
en sus manos– hizo dos pagos por un total de casi 2 millones de pesos a la
ignota consultora Signica SRL por presuntos estudios sobre “satisfacción de
contribuyentes”. ¿Acaso hubo algún nexo entre aquellos desembolsos y la
designación de Kravetz? Un dato lo sugiere: el socio gerente de Signica SRL es
él.
En realidad la campaña de Grindetti había
quedado sin fondos en la fase final de su carrera hacia la intendencia de
Lanús. Y ahí fue cuando apareció la mano salvadora de Kravetz, quien desde
entonces pasó a ser su recaudador de emergencia. Un gesto que a Grindetti no le
salió gratis.
De modo que la jura de Kravetz tuvo lugar el 9
de diciembre de ese año en el Concejo Deliberante de Lanús, bajo el tenue
vitoreo de un grupo reducido de adláteres. Lo cierto es que ese hombre con
mirada huidiza y sonrisa de roedor no es muy apreciado debido a su naturaleza
camaleónica.
El primer paso de su cambiante travesía política
fue durante la crisis del 2001 en el Movimiento Nacional de Empresas
Recuperadas (MNER). De esos días se lo recuerda por una presunta estafa a
integrantes de HIJOS, después de que él los convenciera de invertir el dinero
de sus indemnizaciones en un proyecto empresarial inexistente.
Luego encandiló a Miguel Bonasso, quien lo sumó
como candidato en la lista del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Aquello le valió una banca en la Legislatura durante dos períodos. Desde allí
intentó convertirse en figura del Frente para la Victoria (FpV). Pero su
carácter sinuoso hizo que Néstor Kirchner opinara: “Ojo con Kravetz, que
trabaja más para Macri que para nosotros.” Pero Macri tampoco confiaba en él.
De eso puede dar cuenta la exesposa de Kravetz, la actual ministra de Educación
porteña, Soledad Acuña, quien vio desplomarse su ilusión de conducir la cartera
de Desarrollo Social justamente por su cónyuge; incluso pese a que él –desde su
alianza electoral con Jorge Telerman en 2012– ya jugaba abiertamente a favor
del PRO. A continuación tuvo la ocurrencia de montar el Instituto de Políticas
de Pacificación, un sello que lo acercó al Frente Renovador. Aquella
pertenencia parecía ser definitiva. Gran sorpresa experimentó Sergio Massa tres
años después, al enterarse por los diarios que Kravetz asumía como funcionario
del PRO en Lanús.
Allí se produjo en él una notable metamorfosis:
de oportunista y módico amigo de lo ajeno se convirtió en represor de pibes y
jóvenes excluidos. Tal cambio se vio favorecido por la presencia de Daniel
Villoldo, el subsecretario de Seguridad que le impuso Grindetti. Un tipo ancho
y rozagante que no tardó en ser una pieza clave de su gestión: sabe del oficio
policial como ninguno y conoce hasta el último rincón de Lanús.
El “Gordo” Villoldo es un hombre de cuidado. Su
paso por La Bonaerense –era comisario en Esteban Echeverría– había cesado de
modo abrupto por orden del entonces ministro León Arslanian. Lo acusaron de
robarse 200 kilos de cocaína. Ahora, arraigado en Lanús, alterna tareas de
funcionario público con variados negocios. Entre ellos, un local de mala fama
en la esquina de Azamor y Cosquín.
Fue él quien rescató del ostracismo a Marcelo
González, el comisario a cargo de la Policía Local. Su prontuario contabiliza
una millonaria estafa en la DDI de Lanús con fondos de los servicios
adicionales. Y más tarde, en la Comisaría 4ª de Remedios de Escalada, el cobro
de 3000 dólares semanales en todos los kioscos de droga desparramados en la
jurisdicción.
A partir de 2016 la recaudación de la “gorra”
palpitó en Lanús con una intensidad notable. ¿A Kravetz entonces que le queda?
Su pasión por sacarse fotos con chaleco antibalas durante los “controles
poblacionales” en arrabales pobres es ya proverbial. ¿Acaso ignora la cara
oculta de su tropa o participa en sus ganancias? ¿Y Grindetti? Es improbable
que no practique la vieja fórmula duhaldista de la gobernabilidad: demagogia
punitiva a cambio de vista gorda con los negocios sucios.
Fuente: Pájaro Rojo
Fuente: Pájaro Rojo