Por Ángel Guerra Cabrera
Más de 26 muertos, cientos de heridos y daños
materiales estimados en 100 mil millones de bolívares es el saldo provisional
de la violencia generada por el demencial clima de odio y violencia desatado
por las protestas opositoras en abril.
¿Sus antecedentes inmediatos? Hace poco más de
un año la contrarrevolución obtuvo mayoría en la Asamblea Nacional(AN) y se
sentía más fuerte que nunca. Por primera vez desde 1998 había superado al
chavismo en unos comicios. No hizo más que instalarse el órgano legislativo e
inició un camino irracional hacia el golpe de Estado, que es lo suyo. El nuevo presidente del Legislativo manifestó
que en seis meses sacaría del cargo a Nicolás Maduro. Al continuar este en su
puesto pasado el plazo, los legisladores oposicionistas le hicieron un juicio
político en 24 horas y acordaron convocar elecciones en 30 días, decisiones
para las que la AN no está facultada por la Constitución. Para no hablar de la
ridícula “ausencia” del mandatario que declararon.
La AN se extralimitaba cada vez más en sus
competencias y atropellaba las de otros poderes del Estado, cuando decidió
juramentar a tres diputados cuya elección había sido anulada por el Consejo
Nacional Electoral, que la consideró fraudulenta. Ante el reiterado atropello
de la Constitución, es que el Tribunal Supremo, garante de su observancia,
decide declararla en desacato y en el ínterin asumir algunas de sus funciones
ante asuntos que requieren resolución urgente por interés social. Bastaría que
revocara la juramentación de los tres diputados para que cesara la situación de
desacato.
Pero no, prefiere acusar a Maduro de haber dado
un “autogolpe”, cuando en realidad es la mayoría opositora la que mantiene una
conducta golpista desde la misma instalación de la AN, que se retrotrae al
golpe del 11 de a abril de 2002, del cual son cómplices todos sus cabecillas
más connotados.
El autogolpe ha sido el pretexto para la nueva
ola de protestas violentas, siempre apegadas, al igual las de febrero de 2014,
al manual del asesor de la CIA Gene Sharp y a las directivas de la Operación
Venezuela Freedom 2 del Comando Sur yanqui. En concordancia con la violencia
opositora, sus exigencias son inaceptables por su carácter golpista: destituir
a los jueces del Tribunal Supremo, convocar elecciones de inmediato, liberar a
los presuntos presos políticos y abrir un canal “humanitario” para asistir a la
población. Puro cinismo.
Es también el caso de la marcha convocada para
el miércoles 26, cuyo supuesto objetivo era entregar una carta en la oficina
del Defensor del Pueblo para solicitarle que –bajo descaradas amenazas- declare
en falta grave a los jueces del Tribunal Supremo, requisito legal para que la
AN los destituya. El objetivo real era buscar derramamiento de sangre y una vez
más lo consiguieron. Tarek Williamn Saab, Defensor del Pueblo, ha dicho que la
misiva fue entregada ya 15 veces por personeros opositores y desestimada por
improcedente. Esta marcha, como siete anteriores que la oposición ha intentado
conducir al centro de Caracas no han sido autorizadas, como ocurre en otros
países, donde se impide marchar en determinadas áreas. Aquí una explicación de
por qué la
prohibición(http://www.albatv.org/Por-que-el-gobierno-venezolano-no.html).
Con el extremismo de derecha en el poder en
Washington, la contrarrevolución tiene cuatro objetivos: asaltar el poder no
importa el costo en vidas humanas y a la economía(otra Siria); impedir la
recuperación económica y política de la Revolución Bolivariana en pleno curso y
ocultar su hundimiento político en un momento en que el chavismo ha ganado
considerable fuerza, como lo demuestran sus movilizaciones de calle en comparación
con las de los adversarios.
La hostilidad de la OEA, de varios gobiernos de
derecha o atemorizados y la campaña mediática sin precedente contra Venezuela
han contribuido mucho a estimular la demencia opositora. Un individuo mediocre,
rencoroso y de baja estofa como Almagro, ha terminado de descalificar a la OEA
para tratar cualquier tema relacionado con la patria de Bolívar.
Al fin y al cabo, el organismo siempre ha sido
instrumento de la política injerencista y agresiva de Washington contra los
gobiernos soberanos de nuestra América.
El fin único de la oposición es derrocar el
orden constitucional para volver al infierno neoliberal y a la represión masiva
contra el pueblo. Mucho peor y más sangrienta que la ejercida después del
caracazo.
Fuente: La Pupila Insomne. Cuba