A punto de hacer un año que Milagro Sala fuera
detenida, que sobre ella pese una acumulación de cargos y se encuentre en una
situación de privación de libertad que me hace sonrojar como profesional de la
justicia, el Tribunal Oral Federal de Jujuy, Argentina, donde se ve su proceso,
ha decidido que hasta el 28 de diciembre no se leerá la sentencia por la actual
causa juzgada, la supuesta organización de un escrache contra el gobernador
Morales.
El 28 de diciembre coincide en España con la
celebración del Día de los Inocentes, en conmemoración de aquellos cientos de
niños, apenas recién nacidos, que la historia bíblica relata que Herodes mandó
matar para evitar que alguno de ellos fuera el esperado Mesías y acabara con su
reinado.
No puedo evitar el paralelismo de esa orden
injusta y criminal con esta acción de la justicia argentina de la mano ¡ay!
como parece evidenciarse, del poder político que contraviene la sensatez, el
espíritu de la ley y hace temer por la independencia judicial y por ende por
los derechos de los ciudadanos de ese país.
Pase lo que pase el 28, el daño a la causa de la
justicia ya está hecho. Lo más grave es que se consiente esta situación por un
sector de la judicatura, de la política y de la sociedad, sin más argumentos
que la parcialidad y el sectarismo contra quien ha defendido valores
democráticos de una forma decidida y honesta, como Milagro Sala.
El modo en que fue detenida a petición de la
Fiscalía tras un primer rechazo del juez; la propia detención el 16 de enero de
este año con un importante despliegue policial para “capturarla” en su casa,
las excusas para rechazar el habeas corpus solicitado... antecedentes que
culminan con la orden de excarcelación del juez el 29 de enero automáticamente
anulada por un nuevo arresto basado en defraudación, extorsión y asociación
ilícita, demuestran la contaminación insubsanable de cualquier acción contra
Milagro, transformándose en una auténtica persecución política.
Leo, con perplejidad, esta relación de acontecimientos
no en una crónica periodística sino en un documento de redacción irrefutable
por su rigurosa documentación.
Me refiero a la opinión aprobada por el Grupo de
Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias que ha dedicado tiempo, indagaciones y
reflexión a este caso para concluir primero en marzo con un llamamiento urgente
al Gobierno del presidente Mauricio Macri para la puesta en libertad de la
detenida o, en caso contrario, presente una justificación por escrito.
Ya en octubre, el organismo de Naciones Unidas
reclamó la liberación inmediata de Milagro Sala.
Esta resolución, es de valor imperativo para
Argentina, derivado de la Carta de San Francisco de 26 de junio de 1945
(artículos 1, 56, 103) y de la Resolución 60/251 de la Asamblea General por la
que se aprobó la creación el Consejo de Derechos Humanos.
La sumisión expresa o tácita de los Estados a
los procedimientos de control de derechos humanos como el GTDA (Argentina votó
a favor de aquella Resolución) imponen el deber de cumplir, sin excusa alguna.
En caso contrario, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU tendrá que adoptar
algún tipo de decisión que el ejecutivo se vea obligado a asumir.
Sin embargo, impertérrito, el presidente Macri
desoye estas voces y estas normas, al igual que no le han hecho mella las
denuncias, peticiones y reclamaciones de organismos internacionales, de
entidades de Derechos Humanos de todo el mundo, de académicos, de
investigadores, de juristas, del Primer Ministro de Canadá, de Amnistía
Internacional, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o del propio
secretario general de la OEA, que
mediante un escrito abogaba por la inmediata liberación.
En el entreacto, un proceso a medida contra
Milagro Sala, en el que aparecen una serie de jueces situados ad hoc, e incluso
la posibilidad de remoción de un juez y un fiscal que no parecen encajar en lo
que dicta la voluntad política y una esperpéntica propuesta de ley sobre la
libertad o no de quien, a estas alturas, es claramente la víctima de todo este
despropósito.
¿Y todo esto para qué? ¿Por qué es merecedora de
tanta atención y de tan severo castigo esta mujer? Su delito parece ser
tremendo: Organizar a los excluidos, buscar herramientas para que trabajaran y
vivieran dignamente, aprovechar la oportunidad que el Gobierno de Kirchner
facilitó para cambiar una vida de miseria por una vida digna a miles de
personas. Y lo digo con conocimiento de causa, porque he estado allí, he
hablado con los afectados, he comprobado que se sentían protagonistas de su
propia historia, sin trampas, sin mentiras.
Y eso es muy peligroso. Una vez eliminada la Presidenta e incluso
cuestionada legalmente, Macri, en su objetivo de enterrar todos aquellos
avances y libertades duramente obtenidos por el pueblo argentino en los últimos
doce años, puso en la mira las cooperativas de Tupac Amaru, 15.000
cooperativistas de los cuales sólo un tercio se relaciona con la organización.
Me dicen que al día de hoy se están desmantelando instalaciones y actividades.
A esa iniciativa de indudable importancia por la
cohesión y fuerza social que implica, hay que sumar que Milagro Sala fundó el
partido de la Soberanía Popular. Fue en 2012 y un año después ya contaba con
cien mil afiliados. No, el Gobierno de Macri tiene claro el riesgo que suponen
Sala y sus acciones.
Como también siente ese miedo el gobernador
Morales, incapaz de defender políticamente lo que reprocha a aquélla.
La imputada se presentó, apenas hace unos días,
ante el tribunal, por la acusación de haber intervenido en una manifestación
contra el gobernador Morales en 2009 cuando era senador. Pese a que esté
demostrado que no se encontraba presente, los magistrados consideran que
protagonizaba la organización del escrache. Por ese motivo la juzgan por
amenazas coactivas, con una pena duplicada de cuatro años. Además de las dos
acusaciones de instigar a cometer delitos y tumulto en concurso real, tras su
detención, en plena orgía jurídica, se añadieron dos nuevos cargos, acción de
amenazas ante supuestos altercados con la policía y asociación ilícita
referidos a la gestión de recursos del Estado. Acusación esta última del propio
Morales que refiere que faltan 29 millones de pesos, habla de obras sin
realizar y demás temas económicos.
Mientras la vista se celebraba, en la calle la
policía reprimía de forma contundente a dirigentes del Frente para la Victoria
que deseaban acompañar a Sala. En fin, un espectáculo que escenifica el
descrédito evidente de la acción de la justicia.
Ella dijo ser víctima de una persecución
política, afirmación que a todas luces tiene indicios de ser correcta y añadió
algo más sobre tal escrache, que también creo, porque la conozco: “Si lo hubiera
organizado habría estado al frente”. Percibe por tanto su situación con
claridad y así lo ha expresado de forma irónica dirigiéndose a su principal
acusador: “Le pido perdón a Gerardo Morales por ser negra y coya (indígena)”.
Entre tanto, frente a la presión internacional y
el malestar de muchos ciudadanos argentinos Macri se remite a la acción de los tribunales. Pero en el fondo
no puede estar tranquilo. Lo quiera o no Argentina tiene la obligación de cumplir las resoluciones del Grupo de
Trabajo de la ONU. Olvida este dirigente el aserto que sabiamente expusiera el
canciller alemán Willy Brandt: “abrir la puerta a la primera injusticia es
hacerlo a todas las que le siguen”
Nunca dejará de maravillarme esa política del
avestruz de la que hacen gala algunos mandatarios de obviar lo evidente.
En este caso no querer ver el ejemplo de
politización de la justicia que está dando Argentina; el tremendo error que se
ha cometido al seguir ese camino y la esclerosis de un sistema que permite el
control político del sistema judicial.
Y ello sin que levante ampollas en un país en el
que la consolidación de los derechos humanos era una realidad y que ahora, por
beneficios oscuros e ideologías que confunden la defensa de los ciudadanos con
los intereses propios, conducen al descrédito y al señalamiento internacional.
Escribió el historiador Flavio Josefo que Herodes, el supuesto autor de la matanza de
los inocentes, estaba tan preocupado porque no se llorase su muerte, que dio
orden de que en el momento de su fallecimiento se ejecutase a un colectivo de
hombres ilustres para asegurarse así que en aquella hora fatídica hubiera
muestras de auténtico dolor.
La disposición no se cumplió y nadie se lamentó
en el funeral del monarca. La historia enseña pues que ése es el destino de
aquellos gobernantes que no miran por su pueblo.
* Magistrado juez
Fuente: Página 12