Por Carlos Del Frade
(APe).- Por arriba, los negocios de los
delincuentes de guante blanco y la construcción de impunidad; por abajo, el
dolor de las vidas adolescentes en los barrios, donde la gendarmería golpea
simulando “luchar” contra el narcotráfico y la circulación de las armas. Un
clásico rosarino.
Que, por supuesto, se sigue con menos atención
que el de Central y Ñuls.
Once empresarios están imputados de lavado de
activos, entre ellos un gerente del poderoso diario “La Capital”, Pablo Abdala,
que ya quedó libre, demostrando cómo el trabajo de decenas y decenas de
periodistas es usado para generar negocios a favor de muy pocos. Sucede en casi
todos los grandes medios de comunicación de la provincia y del país.
Alguna vez, Ovidio Lagos, un urquicista
fervoroso, dijo que “las columnas de “La Capital” le pertenecen al pueblo”.
Desde hace años, esas columnas le pertenecen a los que hacen negocios a
costillas del pueblo.
Cuando la jueza que lleva adelante la causa,
Mónica Lamperti, sostuvo la necesidad de la prisión para nueve de los
imputados, dijo, entre otras cosas, el
“eventual despliegue de influencias… con
posibilidad de forjar relaciones económicas valiéndose de sus incumbencias
profesionales".
Son palabras que deben valorarse en toda su
dimensión política, social, cultural y económica.
Los delincuentes de guante blanco pueden
desplegar influencias y forjar relaciones económicas valiéndose de sus
incumbencias profesionales. Toda una definición conceptual de lo que pasa en la
alta sociedad rosarina, en la alta sociedad argentina.
Por abajo, en tanto, son las maestras, los
maestros y las pibas y los pibes los que lloran la muerte de un amigo y
explican el otro lado del clásico de una sociedad atravesada por el capitalismo
de forma feroz.
“Cachi, como lo llamaban sus amigos, tenía 18
años y era alumno de 4º año de la Escuela Madres de Plaza 25 de Mayo. En la
madrugada del 2 de octubre pasado fue baleado desde un auto blanco en barrio
Municipal. Allí se crió y pese a que desde hacía algunos años vivía con su
familia en barrio Triángulo, donde se encuentra la escuela, todas las semanas
regresaba al Fonavi de Grandoli y Gutiérrez, donde sigue viviendo su abuela,
para estar con sus amigos de la infancia. Por eso el dolor se multiplica por
dos: entre los pibes del barrio y los compañeros de la escuela. Dos barrios que
aún buscan una explicación para una joven vida apagada con el plomo de las
balas”, dice la excelente nota escrita por Marcela Isaías y Matías Loja.
“Uno de los chicos cuenta el temor que vivencian
cuando los paran los gendarmes: "Si no les hacés caso a lo que te dicen o
por ahí si no pusiste los pies así, juntos, te dan tremenda patada".
Otro de los adolescentes presente en las
escalinatas de Tribunales relata un violento episodio que le tocó vivir semanas
atrás, cuando regresaba de noche de trabajar. Cuando bajó del colectivo se topó
con un grupo de gendarmes que lo increparon. "¿De dónde venís?, ¿a dónde
vas?", le preguntaron. "Me pidieron los documentos, les dije que me
los había olvidado y me empezaron a pegar en las costillas". Otro de los
chicos agrega: "Por todo lo que está pasando ya no me pongo más la
gorrita", apunta el artículo.
“Marcela Albertossi es docente de matemática en
la Madres de Plaza 25 de Mayo, la escuela a la asistía Cachi. Lo tuvo en primer
año y lo describe como un chico "dulce, cariñoso, impecable y siempre con
una sonrisa". El día de la concentración frente a Tribunales lleva un
cartel escrito sobre cartulina verde que dice: "Queremos despedir a
nuestros alumnos porque egresan del secundario, no para dejarlos en el
cementerio". Rodeada por sus alumnos la profesora cuenta que dentro de la
escuela no hay violencia y que incluso desarrollan un proyecto de juegos que
por lo innovador también replican otras instituciones de la zona”, sostiene la
crónica.
El otro clásico rosarino se juega todos los
días.
Por arriba, los delincuentes de guante blanco
moviendo influencias para desbaratar una de las pocas causas que los pone en el
centro de la acción judicial; por abajo, en tanto, el dolor, la hipocresía de
las fuerzas de seguridad provinciales y nacionales y el extraordinario
compromiso de maestras y maestros que siguen intentando la esperanza a pesar de
tanta construcción de impunidad.
Fuente: Diario “La Capital”, de Rosario, sábado
22 de octubre de 2016.
Publicado por Agencia de Noticias Pelota de Trapo