El 2 de julio de 1976 una bomba, según
versiones, colocada por un agente de policía militante de Montoneros, estallaba
en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, ocasionando la
muerte de 22 personas y heridas a más de 70.
El hecho fue el comienzo de una masacre que se
desató con una violencia demencial.
El jefe de la Policia Federal, Gral. De Brigada
Arturo Corbetta, tuvo que soportar la rebelión de la plana mayor por negarse a
que se tomaran represalias por el atentado.
Los grupos operativos del edificio siniestrado,
le envían un ultimatum: renuncia inmediatamente o una brigada de Seguridad
Federal será la encargada de ultimarlo. Su renuncia fue el preludio de la
masacre que se avecinaba.
Varios álbunes de fotos con las imágenes
terribles del personal muerto en la explosión (algunas de ellas pueden verse en
la página www.víctimasdeargentina.org) comenzó a circular profusamente entre
todo el personal de la superintendencia. Qué podía pensar el personal policial
mirando las imágenes de los cuerpos mutilados, quemados, destrozados de sus
camaradas de armas. Qué otra cosa que no fuera venganza.
El servicio de inteligencia interno había
comenzado a desplegar sus piezas, para cooptar y lograr que nadie pusiera
reparos en lo que sobrevendría de allí en adelante.
Un agente de la Guardia de Prevención de S.F se
suicidó angustiado por lo ocurrido. Algunos compañeros lo relacionaron también
con la violencia desatada contra los detenidos que iban sacando de la
dependencia para ultimarlos y que el agente no pudo soportar. Otros descreen de
que la muerte haya sido un suicidio.
Una de las brigadas operativas se presentó en su
domicilio para “buscar algún indicio”. Muchos indicaron que en realidad el
domicilio fue allanado.
La Masacre de San Patricio
Dos días después, el domingo 4 de julio de 1976,
un grupo de tareas ingresó a la parroquia de San Patricio en Belgrano R, y
masacró a 3 sacerdotes y 2 seminaristas. La Masacre de San Patricio, pasó a
constituirse en la mayor tragedia de los 400 años de historia de la Iglesia
Católica argentina.
El hijo del gobernador, Julio Víctor Martínez
que regresaba a su casa a la 1,30 junto a un amigo, notó que el oficial de
guardia no estaba en su puesto y que había dos Peugeot 504 con una persona en
cada uno,.que se hacían señas de luces. Creyendo que su casa corría peligro dio
aviso a la Comisaría 37º. Llegó un patrullero que al tocar la bocina hizo salir
al custodio que estaba en la casa de un vecino. Desde el patrullero le
informaron: “Si escuchás cohetazos no salgás porque vamos a reventar la casa de
unos zurdos. No te metás porque te pueden confundir”.
Otro grupo de los ocupantes de los vehiculos
sospechosos, cinco en total, habian ingresado a la parroquia, cortando las
líneas telefónicas, obligaron a los 3 padres (Alfredo Leaden, 57; Pedro Duffau,
67; y Alfredo Kelly, 43) y a los dos seminaristas (Salvador Barbeito, 29; y
Emilio Barletti, 23) a arrodillarse y los fusilaron. Kelly recibió 15 disparos,
Leaden nueve, Barletti 23 y Barbeito 18. Se usaron cinco armas diferentes:
cuatro semiautomáticas y una pistola tipo ametralladora. Los disparos fueron en
el tórax y en el cráneo. A continuación escribieron en la puerta: “Por los
camaradas dinamitados de Seguridad Federal”. Sobre el cuerpo de Salvador
pusieron un afiche de Mafalda señalando la cachiporra de un policía y diciendo:
¿Ven? Este es el palito de abollar ideologías.
En las fotos tomadas en el lugar esa misma
mañana, se puede leer claramente la frase completa escrita en la puerta y no
una frase inconclusa: “Por... dinamitados...Federal” como dice el acta policial
firmada por el Jefe de la Comisaria 37a. de la Capital Federal, Rafael Fensore,
en un encubrimiento por demás evidente.Además en el acta consta que “siendo las
horas 7:55 de la fecha, se recibe por el aparato telefónico del estado 51-3333,
un llamado telefónico anónimo que dice: "En la finca de Estomba 1942, se
produjo un grave hecho de sangre", y no hacía mención sobre el llamado de
la 1,30 hs, realizado por el hijo del Gobernador Martínez y menos la conversación
sostenida por la dotación del patrullero arribado al lugar y el miembro de la
custodia respecto a que “reventarían a unos zurdos”. Todo lo ocurrido fue
relatado en el libro “La Masacre de San Patricio” de Eduardo Kimel.
4 de Julio. La Masacre de San Patricio. La película.
Al mes siguiente el abogado y periodista Mariano
Grondona fue secuestrado durante unas horas por un grupo armado “que lo liberó
con la condición que llevara un mensaje a los obispos sobre que si seguían
siendo condescendientes con sacerdotes de izquierda "proseguirían los
episodios como el de los palotinos y sufrirían una escalada hacia la jerarquía
eclesiástica". En su testimonio del 20 de noviembre de 1984 ante el Juez
Blondi expreso: "Que el grupo se manifesto perteneciente a las tres A” (?)
pero que “no se habían atribuido directamente el homicidio (de los monjes
palotinos)". (??) algún malintencionado habrá pensado “no sirve ni para
testigo”.o que “si lo eligieron para mensajero...por algo habrá sido”.
Ironías de la Justicia
Menos de un año después de ocurrido el crimen,
el 25 de Mayo de 1977 el Fiscal Federal Julio Cesar Strassera propuso al Juez
Rivarola el sobreseimiento provisorio de la causa, que terminó con un solo
condenado: el autor del citado libro que en el año 1991 fue querellado por el
mismo Rivarola por las supuestas difamaciones que el libro contenía sobre él. A
fines de 1995 fue condenado a un año de prisión en suspenso y al pago de una
indemnización de 20.000 pesos.
Durante las 72 horas posteriores al estallido en
el comedor policial, fueron ejecutadas 103 personas, incluidos los palotinos.
En los primeros días del mes de agosto un grupo
armado, cuyos integrantes se identificaron como policías, ingresaron al
departamento que el Gral. Cobetta tenía en
las calles Paraguay y Ecuador de la Capital, revisándolo y destrozando
el mobiliario.
Si alguien pensó que el hecho marcaba la
culminación de la venganza de los camaradas muertos en Seguridad Federal, unos
días después iba a quedar horrorizado.
La Masacre de Fátima
El 19 de agosto, un mes y medio después del
atentado, se produce la peor matanza de la dictadura militar, conocida como la
masacre de Fátima.
Las víctimas no corrieron la misma suerte de los
otros 30.000 desaparecidos. Ellos serian masacrados vilmente como escarmiento.
Eran el macabro ejemplo de lo que le sucedería a quien osare enfrentar al
régimen militar y sus aliados.
El 18 de agosto, son seleccionados 30 de los
detenidos que se hallaban en Seguridad Federal (20 hombres y 10 mujeres) se los
drogó y condujo al playón de estacionamiento donde fueron arrojados como si
fueran bolsas de papas sobre un camión militar.
Durante ese día la superintendencia tuvo
numerosas visitas: el Ministro del Interior, Gral. Albano Harguindeguy, el
Gral. Ojeda, nuevo jefe de la Policía Federal (relevante del legalista
Corbetta), los Jefes de los pisos operativos y gran parte de los componentes de
los GTO (Grupos de Tareas). Estos últimos, jefes y grupos de tareas lo hicieron hasta las primeras horas de la
madrugada.
La tétrica caravana compuesta por el camión que
trasladaba a los detenidos y cinco o seis autos de custodia enfilaron hacia la
localidad de Fátima, en Pilar. Allí, helicópteros del ejército sobrevolaban la
zona, mientras vehículos y soldados cortaban la ruta. Todo estaba preparado
para la masacre.
A la altura del kilómetro 62 de la ruta 8, en un
camino de tierra, los vehículos detuvieron la marcha, “bajaron a los moribundos, les dispararon un tiro a quemarropa y
los apilaron sobre una carga de dinamita. A las 4.30 la explosión hizo temblar
Fátima. El sumario policial detalló que tenían las manos atadas por la espalda
y los ojos tapados con cinta adhesiva”. Las treinta personas presentaban sus
cráneos “explotados y multifragmenta-dos” por balazos producidos a menos de un
metro de distancia antes de que sus cadáveres fueran dinamitados en una
explosión que esparció los cadáveres en un radio de 30 metros.
Entre los restos se encontró una tarjeta que
decía “30 x 1”, que hacía recordar las macabras técnicas nazis (por cada
soldado alemán muerto, seleccionaban 30 pobladores del lugar, a quienes les
hacían cavar sus propias fosas antes de ejecutarlos) para doblegar la
resistencia de las poblaciones europeas.
Pero ¿por qué Fátima fue el lugar elegido para
la matanza? ¿Por qué un sitio tan alejado del lugar donde las víctimas
estuvieron prisioneras?
Algunos afirman que la razón era que en
Mercedes, donde queda la localidad de Fátima, en esos momentos había una base
militar, el Regimiento 6 de Infantería de Mercedes, que fue desactivada en
1992.
La Policía Federal tenía allí una de sus tantas
delegaciones, que dependen de la Dirección del Interior ...de la
Superintendencia de Seguridad Federal.
Otros mencionan que la elección se dirigió a
Mercedes porque allí vivieron y fueron enterrados dos de los palotinos que
fueron asesinados en la Parroquia de San Patricio en cuyas paredes fue escrita
la frase : “Por los camaradas dinamitados de Seguridad Federal...”.
LEER MÁS: El hijo escondido de Videla por Miguel Bonasso.
Dos de esos monjes habían ejercido en la iglesia
mercedina donde comulgaba Videla.
Algunos mencionan que los sacerdotes en razón de
ese contacto religioso, habían conocido el secreto mejor guardado de la familia
Videla, la existencia de un hijo oculto, diagnosticado como “oligofrénico
profundo y epiléptico”, que fuera internado desde pequeño en la Colonia Montes de Oca de Torres, llamada la “Casa
de los Locos”, vivió durante años en el
pabellón 7 y murió en la Colonia.
Y como una gran ironía, un dato aparecido en el
libro El dictador, una biografía de Videla escrita por María Seoane y Vicente
Muleiro, daba una terrible vuelta de tuerca más sobre el genocidio argentino:
Léonie Duquet y su compañera Alice Domon las monjas francesas secuestradas y
asesinadas por la dictadura militar, no sólo eran conocidas de la familia
Videla, sino que cuidaron a Alejandro, el tercer hijo con problemas de Videla.
¿Qué fue lo que llevó a los genocidas a elegir
como primer objetivo para masacrar por el atentado a Seguridad Federal a los
monjes palotinos y luego a las monjas francesas?, ¿su actividad social
altamente esclarecedora o el secreto que ellos y sus congregaciones guardaban
del novel y desconocido dictador?.
Secreto que develado hubiera destrozado su
imagen de hombre de honor y altamente religioso. Puede sonar improbable que el militar
moderado, apoyado por un gran sector de la sociedad, hubiera tomado alguna
medida al respecto.
¿Improbable? En la nota “El hijo escondido de
Videla” realizada por el periodista Miguel Bonasso, se menciona el caso del suboficial mayor Santiago Sabino
Cañas que se retiró del Ejército y trabajó en el Instituto Montes de Oca. Él
también se enteró del secreto de Videla y guardó silencio. Era radical, pero
“toda su familia era peronista y muy activa. Su primera mujer, María Angélica
Blanca, era un referente del Partido Peronista Auténtico y sus hijos militaban
en la UES y en la JP que respondía a la conducción de Montoneros”.
El 15 de abril de 1977, su hija María Angélica,
de 20 años, era secuestrada en las calles de la Plata por fuerzas militares.
Desesperado al ver que su hija no aparecía le envió una carta a Videla, “donde
podía leerse un párrafo muy extraño: ‘Mi General, apelo a sus sentimientos
humanos y cristianos y en memoria de ese hijo suyo que tenía internado en la
Colonia Montes de Oca de Torres, para que me dé una información sobre el
paradero de mi hija Angélica’ ”, ya era tarde, después de la carta el ejército
se lanzó sobre su familia, “le secuestraron dos hijos más y le asesinaron a su
mujer y otra hija”.
Fue acaso la bomba en Seguridad Federal, la
excusa que sirvió a Videla para inclinar la balanza en contra del legalista
Gral. Corbetta y darle luz verde a los carniceros de la Superintendencia y
aprovechar sus ansias de sangre para provecho propio.
El Juicio
32 años después, a comienzos del 2008 dio
comienzo el juicio por la Masacre de Fátima a cargo del Tribunal Oral Federal
Nº 5 (TOF 5). Una medida adoptada por el Tribunal limitaba fuertemente el
alcance del concepto de oral y público del juicio al prohibir el ingreso a las
audiencias de los medios audiovisuales y de determinadas simbologías, el uso de
los pañuelos blancos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, resultó para
muchos una medida sumamente irritante e innecesaria.
El abogado Ricardo Dios, integrante de la
Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires, señalaba en una nota
periodística que “la asistencia del público a los juicios penales es una
exigencia en un régimen democrático para proteger los derechos y las garantías
del imputado y, a su vez, para realizar un control ciudadano de la actuación de
los funcionarios públicos que intervienen en el procedimiento penal” pero
aclaraba que lo público no significaba la
presencia del público durante las audiencias, sino también lo que se
publicita de las audiencias y se hace público. Y daba a la presencia de la
televisión una influencia transformadora sobre el debate, agregando muy
certeramente “Estos juicios, por su relevancia histórica, deben hacerse
juntamente con la sociedad toda”,”(...) las caras y los dichos de los genocidas
deben ser expuestos, porque la sociedad tiene ese derecho. Y los genocidas
también”.
Los tribunales de Corrientes y Tucumán que
juzgaron a los responsables de la represión en esas provincias permitieron la
televisación y la gente no sólo pudo escuchar las encendidas reivindicaciones
de la “guerra antisubversiva” de parte de Antonio Bussi y Luciano Benjamin
Menendez, sino que pudieron ver sus puños crispados, las lágrimas en los ojos
de Bussi y la supuesta gravedad su salud. Y también, agregaba Ricardo Dios,
gracias a que había televisión, se pudo ver la cara desencajada, los gestos de
deguello y escuchar las amenazas de muerte que la procesista Cecilia Pando
dirigió al secretario de Derechos Humanos Eduardo Duhalde y a los integrantes
del Tribunal.
También destacaba la interpretación restrictiva
del TOF 5 sobre la simbología prohibida. “La normativa que regula el
comportamiento del público en las audiencias es similar en la ciudad de Buenos
Aires que en la provincia de Córdoba en sus respectivos códigos procesales
penales (art. 369 en el primer caso y art. 378 en el segundo). Sin embargo, las
decisiones de los Tribunales que juzgaron casos de las mismas características
fueron diametralmente opuesta”. “En la sala de audiencias del TOF 5 las Madres
de Plaza de Mayo, por ejemplo, no pueden entrar con su pañuelo blanco en la
cabeza (porque representa una opinión, una parcialidad)”, De acuerdo a esos
“estos términos restrictivos, de igual modo, no debería aceptarse un policía de
uniforme en la sala cuando esa fuerza participó en el secuestro y desaparición
de los hijos de las Madres con pañuelos. Entonces: ¿Qué es lo provocativo, lo
intimidatorio o lo parcial?”.
Otro periodista Ricardo Canaletti, refiriéndose
al caso del padre Grassi, hacia una justa apreciación sobre la realizació de
los juicios: “el juicio debe ser oral y público siempre” a pesar de las
restricciones que puedan aparecer en los casos de “ delitos sexuales o cuando
hay chicos involucrados. Pero si yo lo cierro completamente al juicio lo
convierto en un juicio medieval, lo convierto en un juicio con capucha”.
En definitiva los habitantes de la ciudad de
Buenos Aires, pudieron ver todo lo que sucedía en los juicios realizados en las
provincias de Córdoba, Corrientes y Tucumán y fueron prohibidos de conocer los
rostros de los acusados de la Masacre de Fátima, que tenían sus cárceles
clandestinas, algunos de ellos verdaderos campos de concentración, en plena
Capital Federal y una de las más importantes, secreta y tenebrosa a menos de 10
cuadras del obelisco, a 1 cuadra del Departamento Central de la Policía
Federal: la superintendencia de Seguridad Federal. Cueva por la cual pasaron
los mas sangrientos represores de la dictadura.
Sólo tres de los imputados estuvieron presentes,
los comisarios inspectores Lapuyol (a) “el francés”, que sólo estuvo al final
del juicio durante el veredicto, Guillermo Timarchi y Carlos “el Pavo” Gallone.
De los otros, dos habían fallecido ( los
comisarios inspectores “Lobo” Marcote y Carlos De La Llave) y uno estaba
prófugo (el “japonés” Martínez).
De los tres primeros, dos dijeron que en el
momento del suceso se hallaban en Mar del Plata y el restante que debido a un
atentado se hallaba recluido en su dormitorio.
Es decir que los máximos jefes de los sectores
Operativos y el de Inteligencia (Marcote y Lapujol) y dos de los principales
jefes de las brigadas (Timarchi y Gallone) negaron antes y durante el juicio
haber estado presentes en el momento en que se realizaba uno de los operativos
más trascendentales y sangrientos llevados a cabo por el personal de la
superintendencia, que se constituyó en la peor masacre perpetrada por la
dictadura militar.
Lapuyole estaba de vacaciones, Gallone estaba en
Mar del Plata llevando a su padre a visitar un prostíbulo. Para despegarse de
toda culpa dijo que nunca había disparado un tiro. Extraña confesión de uno de
los cruzados de la “guerra contra la subversión”. Su defensor dijo, “Este
proceso es desastroso”. Se juzga a “tres chivos expiatorios”. A Gallone “por
haber estado a los abrazos con las Madres, por evitar que las cagarán a palos,
por eso es un traidor de los represores” (sic).
Esquizofrénicos, delirantes, con una granada en el bolsillo.
Timarchi echó a mano de un certificado médico y
de las declaraciones del psicólogo que lo había atendido 33 años antes y que
recordaba no solo lo relacionado con el acusado sino la situación en que se
presentaban los policias a atenderse al hospital Churruca: “Recibíamos a
esquizofrénicos, delirantes, que venían con una granada en el bolsillo. Era
evidente que iba a pasar algo”.
Con referencia a Timarchi resumió su primer
diagnóstico: “problemas auditivos, neurológicos y psiquiátricos”.y sus apuntes
en el legajo de Timarchi señalaban “insomnio, descontrol, irritabilidad”.
Explicó además, que el antipsicótico que le prescribió en mayo de 1977 era “un
tranquilizante mayor para casos de urgencia, para plancharlo”. Sobre los
cócteles que el imputado admitió haber recibido en 1976 y 1977 dijo que eran
“para bajar casos de enorme agresividad, de excitación psicomotriz”.
Extrañamente otro testigo, amigo de la infancia
del comisario inspector, decía todo lo contrario: “a partir del accidente de
1975 su actitud fue de ‘autismo’, ‘locura’, ‘una persona extraviada’. Durante
‘más de dos años’ no tenía ‘ni voluntad de ser agresivo’ ”.
Hombres de Negro
Las dudas de los abogados de Timarchi de poder
salvarlo de la condena, eran tantas que uno de ellos, según señalaba Pagina/12 “dio por sentado que Luchina
(testigo principal de la querella) vio a Timarchi, pero cuestionó que no supo
describir qué tipo de órdenes daba”.
Y a pesar de que buscaron impugnar su
testimonio, descalificándolo con apreciaciones irónicas o mordaces: “Luchina no
ve de día con la luz prendida”, o mencionándolo como “el testigo
estrella”, con anterioridad, durante la
jornada en que brindó testimonio, lo tenían como un verdadero agente 007, al
sostener que realidad no era un suboficial de seguridad sino un agente de
inteligencia. Gallone llegó al extremo de pedir al tribunal que ordenara su
inmediato procesamiento por falso testimonio. Acto seguido sugirieron la
existencia de una conspiración con ramificaciones mundiales y que “Luchina era
parte de un plan de acción premeditado”, afirmaron sin ruborizarse. Y sin
ruborizarse, por la posible condena que parecía venírsele encima, se ve que en
sus cálculos más optimistas no existía ni por asomo la absolución que les cayó
como regalo del cielo, los abogados de Timarchi afirmaron que su defendido era
inimputable y aclararon que por su estado psíquico era “incapaz de actuar
conforme a su voluntad”. Un axioma dice que “ningún abogado hace nada que su
defendido no quiera”, y, podríamos agregar, hace todo lo que pueda salvarlo.
Los problemas neurológicos y psiquiátricos, su
enorme agresividad y excitación psicomotriz que lo transformaron en un caso de
urgencia, que requería plancharlo con cócteles de tranquilizantes, parecieron
decrecer con el tiempo: Timarchi pasó a dirigir una Agencia de Investigaciones
(un hobby que parecieron adoptar la mayoria de los jefes e integrantes de los
Grupos de Tareas aprovechando la excesiva mano de obra desocupada que se
produjo con la llegada de la democracia) que se encargaba de la custodia de la Biblioteca Nacional, entre otros
objetivos.
El Fallo
Finalmente el martillo de la Justicia cayó sobre
Gallone y Lapuyol con sendas prisiones perpetuas. El reo Timarchi, por las
dudas, fue absuelto (nos referimos a las dudas que deben resultar a favor del
reo conforme al aforismo latino: “in dubio pro reo”).
Los abogados defensores de Timarchi festejaron
su absolución, saltando como quienes festejan un gol, gritando “¡Vamos
todavía!”, lo que impulsó a los jueces a denunciarlos ante el Colegio Público
de Abogados por considerar el festejo como una “falta de respeto” hacia el
tribunal y a los familiares de las víctimas.
Epílogo
Así como la frase que pronunció el fiscal
Strassera en su alegato final del Juicio a las
Juntas Militares, el “Nunca
Más”, se hizo carne en los familiares de las víctimas de la represión y en el
cuerpo social, hoy la frase que otros argentinos desplegaron como una consigna
y emblema luego que sufrieran el mayor atentado terrorista de la historia de la
Argentina, que destruyó el edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita
Argentina), "Justicia, justicia perseguirás", golpea con fuerza en la
sociedad y junto con el Nunca Más, son ya propiedad de todo el pueblo para luchar por su Memoria.
Mientras tanto los familiares y amigos de las
víctimas lamen las heridas que el fallo les ha abierto, para curarse y estar
listos para continuar su lucha interminable.
Armando Luchina
Testigo en el Juicio
de la Masacre de Fátima
Bibliografia:
La Masacre de San Patricio de Eduardo Kimel.
El Honor de Dios de Gabriel Seisdedos.
Diarios Página/12
El Barrio Periodico de Noticias.Publicada en Pájaro Rojo el 30 de agosto de 2010