El fiscal y su pareja. ¿Infiltrada?
El piloto Jorge Christian Castañón, ex marido de
Florencia Antonini, actual pareja del todavía fiscal Carlos Stornelli, al cual
éste mandó espiar, es ciudadano estadounidense e instructor de la Fuerza Aérea
de ese país, según pudo determinar la investigación llevada a cabo por el juez
Alejo Ramos Padilla, que no está bajo secreto de sumario a causa de una
exigencia del juez federal capitalino Julián Ercolini.
Nacido en Perú, Castañón se graduó como
licenciado en Ciencias de la Economía en la Academia Naval de los Estados
Unidos, y tras establecerse en Argentina completó un master en Finanzas
Corporativas en la Universidad Torcuato Di Tella, y se desempeñó como oficial
de enlace logístico de la Seguridad de la Embajada de los EUA en Buenos Aires.
Castañón fue, puntualmente, el encargado de
gestionar y coordinar con el gobierno argentino el aterrizaje de 18 aviones de
la US Air Force y el desembarco de un séquito de unos 300 funcionarios y
agentes de seguridad e inteligencia en octubre de 2017 cuando el presidente
Barak Obama visitó fugazmente nuestro país.
Esta información desmiente la hipótesis de que
se trataría solo de un peruano bagayero (que contrabandea todo tipo de mercancías
no ilícitas) a pesar de que esté muy claro que Florencia Antonini se
especializaba en la venta de los elementos por él contrabandeados ante la vista
gorda los agentes de la Aduana argentina, posiblemente por intercesión del
agente de la AFI (ex SIDE) Rolando Hugo
Barreiro, destacado en Ezeiza y antiguo enlace con la CIA en Miami, quien está
sospechado de integrar la asociación ilícita detectada por Ramos Padilla.
El dominio de Buenos Aires se fundó en el
contrabando. Antonini pasaba la aduana sin problemas, como a alambrado caída.
Posiblemente con ayuda de la AFI, ex SIDE.
Por el contrario Castañón aparece como un
agente estadounidense first class, como mínimo al mismo nivel que el
superagente Marcelo D’Alessio, un pluriempleado que realizaba trabajos para la
NSA, la CIA y la DEA, además de para la AFI y otros servicios de inteligencia
locales como los de las polícías bonarense y santafesina y los de la Prefectura
Naval Argentina.
Digresión: Lo que podría explicar la animosidad
de D’Alessio, que fue castigado por su fracaso en la introducción de armas,
drogas y equipos de comunicación no declarados en un avión de la US Air Force
que aterrizó en Ezeiza en febrero de 2011. El propio canciller Héctor Timerman
encabezó el procedimiento que abrió por la fuerza una voluminosa maleta
metálica luego de que se removiera por la fuerza a un corpulento militar yanqui
que se había sentado sobre ella. Al negarse el removido a proporcionar la clave
para abrirla, el canciller ordenó abrirla con una cizalla. Todo en presencia de
los fotógrafos lo que redundó en una inédita humillación de los militares
estadounidenses, acostumbrados a hacer tabla rasa con las leyes de los países
tercermundistas.
Según D’Alessio, la apertura de esa maleta
supuso que se estropearan sustancias no declaradas por valor de millones de
dólares. Y que ello supuso que fuera castigado por sus empleadores de la DEA,
que le ordenaron radicarse en Montevideo, donde purgó su protagonismo en el
descalabro.
Acaso la inquina de D’Alessio con Castañón tenga
relación con el rencor y la envidia que le produjo que Castañón saliera indemne
de aquel episodio, y a su sospecha de que Castañón no fue ajeno a su desenlace,
que luego atribuyó a su incontenible verborrea.
Lo cierto es que D’Alessio le propuso a
Stornelli poner subrepticiamente cocaína en su equipaje, y le preguntó su
prefería que lo “cortara” (detuviera) en Argentina o en los Estados Unidos.
Hay entre los investigadores hipótesis que a
priori parecen descaballedas pero que quizá no lo sean. Una sostiene que la
paranoia de Stornelli respecto a la fidelidad de su pareja no carecería de
razones más allá del sexo, pues Antonini sería una agente de la CIA o de la DEA
que que “levantó” a Stornelli como
parte de una operación de una de las centrales de esas agencia, tras llegar a la
conclusión que D’Alessio y sus socios (y entre ellos, de manera prominente, el
fiscal) extorsionaban por su cuenta a
empresarios al margen de las
instrucciones recibidas. para
detectar a todos los miembros de la gavilla.
Fuente: Pájaro Rojo