(Por
Oscar Castelnovo/APL).- La masacre de pueblos originarios jamás concluyó desde
de la llegada de Colón estás tierras que él confundió con la “India” y otros,
más imbéciles todavía, la llamaron “América” en homenaje a Américo Vespucio,
ambos genocidas. Si no lo creen pregunten a los indígenas de las provincias del
Norte o a los mapuches en el Sur. “Morir de hambre, sin derecho a la salud,
pibxs que no conocen el agua potable, en pleno Siglo 21 son parte de un
genocidio lento, silencioso pero genocidio al fin que sufren los aborígenes.
Detrás de este genocidio esta el negocio del desmonte y la “expansión de la
frontera agrícola”. Y a todo eso sumale la represión”, me dijo un gran
luchador.
Por otra parte, los desaparecidos como Julio
López, los asesinadxs por gatillo fácil o torturas engayoladas como Luciano
Arruga, Fabián Gorosito o la China Cuellar o los 7 pibes en Pergamino, las
pibas desaparecidas para la prostitución como Jhoana y otras miles, lxs chiquitxs
secuestradxs como la pequeña Sofía, los ejecutados por luchar como Darío
Santillán o Santiago Maldonado, o los que sucumbieron por hambre según lo
requirió la tasa de ganancia que ambicionó el neoliberalismo en la etapa dizque
constitucional, superan en número a los 30 mil revolucionarixs desaparecidxs
por la dictadura cívico-militar, precisamente para fundar este neoliberalismo,
tal como lo entreviera Rodolfo Walsh.
Se trata de los más vulnerables, martirizados y
diezmados para evitar su organización. Pero, increíblemente, las grandes
mayorías siguen llamando “democracia” a este genocidio encubierto con un
fastuoso decorado electoralero, entre otros ornamentos.
Sólo una gran derrota axiológica puede nombrar
de manera tan embustera lo que está a ojos vista. Se sabe, tanto la verdad como
la belleza se hallan en los ojos de quien observa, en su mirada, en lo que
puede ver y valorar.
Cuando
escucho alabanzas a esta “democracia”, cuyas masacres las formas y los medios
encubren, la rabia me gana el alma y me pregunto: ¡¿Qué carajo están diciendo?!
Fuente: Agencia para la libertad