Por Rodrigo Andreu
En 1932 el escritor británico Aldous Huxley
describió en su novela “Un mundo feliz” una sociedad que no necesita estar
amenazada para tolerar su sojuzgamiento, de hecho, esta feliz de ser esclava.
En el prólogo de una edición aniversario (20 años después), el autor escribía
lo siguiente:
…”no hay razón alguna para que el nuevo
totalitarismo se parezca al antiguo” ... “se ha comprobado que es ineficaz, y
en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el
Espíritu Santo. Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual
los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran
gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer
coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la
tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los Ministerios de
Propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela. Pero
sus métodos todavía son toscos y acientíficos...”
Huxley murió el 22 de noviembre de 1963,
cincuenta años después podemos corroborar que esos métodos han sido refinados a
niveles que ni él se hubiera imaginado.
Ya hemos paseado por el arte de la guerra[1] a
través de los tiempos hasta llegar a hoy, donde las batallas se producen,
principalmente, en nuestro cerebro. Hicimos entonces un reconocimiento de ese
nuevo campo de batalla. Creo que es momento de incursionar en el tipo de
armamento utilizado. No olvidemos que cualquier arma arrebatada al enemigo
puede empuñarse para ser usada en su contra.
Los medios de destrucc…comunicación masiva son
la herramienta más poderosa que pueda utilizarse para manipular a las masas[2].
Dan forma y moldea opiniones y actitudes, definen lo que es normal y aceptable.
Además, están diseñados para alcanzar la mayor cantidad de víctimas posible
simultáneamente. Los hay para todos los gustos: audiovisuales (radio, televisión,
cine), gráficos (diarios, revistas, libros carteles) y digitales (juegos de
vídeo, mails, chats, redes sociales).
PERO VAYAMOS AL GRANO…
Dentro de las nuevas ciencias mencionadas en la
nota anterior (si no lo leíste, te lo perdiste), hay un área que estudia al
mensaje y sus formas: las ciencias de la comunicación. Estas nacen a principios
del siglo XX como una rama de la sociología, en respuesta a los interrogantes
que se plantearon con la aparición del primero de estos monstruos sagrados: la
radiodifusión. Como la conquista de América a partir del siglo XV, la aparición
de esta “nueva oportunidad” impulsó la creación de “nuevas ciencias” destinadas
a buscar el mejor modo de aprovecharla, en este caso desarrollando y
perfeccionando técnicas de sometimiento a través de este nuevo chiche.
¿Cómo funciona?
Durante el proceso de la comunicación podemos
diferenciar claramente distintos factores:
El emisor: Es quien emite el mensaje. Puede ser
o no una persona y constituye la fuente y el origen de lo que se pretende
comunicar. En este caso “el enemigo”.
El receptor: Es usted, el que recibe la
información y la descifra o decodifica.
El canal: Es el medio físico por el que se
transmite el mensaje. La Internet, Los teléfonos inteligentes (smatphones), la
vieja y conocida charla de café, etc. son canales de comunicación.
El código: Constituye un conjunto de señales o
signos acordados previamente, que se usa para codificar y decodificar el
mensaje. El braille, las señales de tránsito y los idiomas son ejemplos de
códigos hoy utilizados.
El contexto: Es la situación o entorno que rodea
e interactúa con el proceso comunicativo. Lo podemos dividir en dos: El
contexto situacional que es la situación extralingüística que rodea al mensaje
(contexto político, económico, histórico, familiar, social, etc.) y el contexto
temático, que constituye el tema u objeto sobre el que se va a informar. Este
último puede ser real o no, referirse a objetos o hechos existentes o
virtuales. De este modo es posible comunicar lo que se desee, sea verdad,
mentira, honra, calumnia, hipótesis o fantasía.
El mensaje: Es lo que se desea transmitir,
constituye el contenido de lo que el emisor busca comunicar al receptor.
En criollo; Los “emisores” masivos que todo esto
lo conocen al dedillo, aprovechando los innumerables “canales” hoy día a su
disposición, generan “contextos” propicios que permitan ir subvirtiendo el
“código” a su conveniencia, para que el “mensaje” estalle como una bomba en las
mentes de los “receptores” ¿capisce?
¿CUÁLES SON SUS TÉCNICAS?
La propaganda:
Goebbels se jactaba de poder convertir un
circulo en un cuadrado… si lo repetía suficientes veces. El uso reiterado de un
eslogan a través del bombardeo constante de los medios va perforando la
capacidad de pensamiento crítico del individuo hasta llegar al punto en que
este no puede diferenciar si se trata de una idea propia o de una impuesta.
(“un PBI se robaron, un PBI se robaron, un PBI”…)
Toda propaganda que se precie de tal debe
respetar dos principios fundamentales:
Emocionalidad: Es condición sine qua non en toda
propaganda recurrir a las emociones más que a la razón. Al sumergir a la
audiencia o a los lectores en un maremágnum de emociones, se distorsiona su
capacidad de reflexión.
Reiteración: La simple repetición de una idea
obtiene un poderoso efecto sobre las personas que no están al tanto del modo de
funcionamiento de este mecanismo. La víctima ni siquiera es consciente de la
manipulación a la que está siendo sometida.
El silencio:
El silencio comunica a través de la omisión, es
el elemento no marcado de la comunicación. El silencio en dosis adecuadas es un
excelente manipulador de masas. Es un manejo calculado de la comunicación que
tiene por objetivo controlar y debilitar determinadas situaciones. El ejemplo
más típico es la censura: Ocultar aquello que se considerado inconveniente por
quien emite el enunciado. Como la información se produce de forma vertical;
quienes ostentan el poder de la información, pueden limitar el acceso a ella.
La “agenda-setting”:
La denominada teoría de agenda es utilizada por
los medios de comunicación para establecer establecen cuáles son los temas
informativos que merecen ser tratados y dados a conocer a la sociedad y cuáles
no, decidiendo además el nivel de importancia con se tratará cada noticia y
cuando durará su cobertura. De ese modo, toda información que no entra dentro
de la agenda es silenciada y ocultada en los medios de comunicación. De este
modo, se condiciona a la audiencia sobre qué asuntos y cuestiones hay que
pensar y, por descarte, sobre cuáles no.
La sobreinformación:
Otro método muy utilizado en la actualidad es el
exceso de información. Hoy todo el mundo está informado de absolutamente todo.
Esto constituye excelente método de desinformación, generando silencio a través
del exceso de ruido informativo. Este método, también denominado
“infoxicación“, intenta desviar la atención a hechos secundarios, evitando así
reflexionar sobre los temas que en verdad importan. De este modo se logra que
el espectador se concentre en el árbol, dejando libre el camino para talar el
bosque
Las “fake news”:
La inmediatez de internet y la facilidad y
capacidad de propagación de cualquier noticia o hecho a través de las redes
sociales sin el debido chequeo, permite que informaciones no contrastadas,
erróneas o triviales se tornen más relevantes que aquellas realmente ciertas.
Para ello existen hoy día verdadera “usinas” de noticias falsas las cuales, al
ser fabricadas con una precisión de relojero, difícilmente pueden ser
identificadas de las reales. Estas noticias minan la credibilidad de toda la
información que se recibe[3].
La falacia:
La falacia es un argumento que, por su forma o
contenido, no es válido para fundamentar una idea… pero se le parece bastante.
Son muy utilizados por los medios de comunicación masiva para reforzar el
mensaje transmitido. Para muestra bastan tres:
Argumento ad hominem: Traducido del latín,
significa ‘Argumento contra el hombre’ y consiste en rebatir una postura o
denuncia descreditando al emisor de esta, en lugar de presentar argumentos que
sostenga la refutación. (“¿En qué te has convertido Daniel? Parecés un
panelista de 678”)
Argumento de prueba incompleta: También llamada
media verdad. Consiste en seleccionar deliberadamente determinados argumentos y
omitir otros con el fin se sostener una idea. También se conoce como “sesgo de
confirmación”. Un ejemplo: Muchos recordarán a Vanoli y la venta de dólar
futuro, pero pocos saben quién compró esos billetes y que hizo con ellos.
Argumento ad populum: Expresión latina que
significa “dirigido al pueblo”. Es lo que se conoce como generalización.
Consiste en calificar algo como verdadero en función de la postura de un
supuesto sentido común. La “gente” que le cuenta cosas a Mirtha Legrand, o las
explicaciones para “Doña Rosa” de Bernardo Neustadt son claros ejemplos de
esto.
Para entender cómo se cocina con todos estos
ingredientes, nada mejor que una buena película. Hay una[4], estrenada en 1996
y protagonizada por Robert de Niro y Dustin Hoffman, donde para tapar un escándalo
mayúsculo de la Casa Blanca en plena época de elecciones, no se les ocurre
mejor idea que invadir un país remoto. Cuento hasta ahí. Si ya la vieron no
cuenten nada, si no la vieron… No tiene desperdicio.
Existen muchas otras técnicas que pueden ser usadas
por los medios de comunicación (campañas políticas, activismo – y todos los
“ismos” que se les ocurran -, publicidad, marketing, etc.). Todas están
destinadas a un mismo objetivo: Controlar tu cabeza.
-Pero ¿cómo van a controlarme, si ni siquiera
saben quién soy?
-¿Estás seguro? En la próxima lo conversamos…
[1]¿Por qué lo llamarán así? No nada más lejano,
la guerra, del proceso creativo que representa el arte.
[2] El General estadounidense Tommy Franks,
durante la invasión de Irak, definió la prensa no como cuarto poder, sino como
“cuarto frente”.
[3] El espectador, al no poder identificar lo
verdadero de lo falso, carece de fundamentos para establecer una opinión firme
sobre ningún tema, de este modo va perdiendo su condición de sujeto político.
Fuente: Red Federal en Defensa de la Soberanía
