Medios de desinformación masiva: el periodismo argentino entre los seis
peores del mundo
“La manipulación mediática hace más daño que la
bomba atómica, porque destruye los cerebros”. Noam Chomsky
No hace falta ser un iluminado para advertir la
perversidad con la que los medios de comunicación inoculan falsedades al
espectador idiotizado, a sabiendas de que éste repetirá como un loro cada una
de las mentiras que se le exhibirán como realidades irrefutables. Sin embargo,
a diferencia del loro, la víctima de las maniobras de desinformación masiva
creerá poseer una opinión, sin sospechar siquiera que no es dueño de criterio
alguno, sino un repetidor serial de criterios ajenos.
La hegemonía construida por la omnipresente
corporación mediática Clarín, cuyo imperio representa el 98% de los medios de
comunicación, tiene a la “verdad” bajo control. Con semejante poder, la
manipulación es un sencillo arte que durante 24 horas practica desde la
pantalla a través de las voces de los periodistas que presentan -con la
seriedad que requiere la difusión de una verdad auténtica- las falsedades que
forman parte de su agenda.
El periodismo argentino ha hecho bandera de la
práctica de manipulación, dando a luz a una generación de malinformados que no
consiguen advertir que la realidad es opuesta a lo que la pantalla les muestra
a la hora de la cena. El batallón de comunicadores que representa al
establishment ya no disimula las argucias mediante las cuales pretende instalar
una verdad que represente y resguarde a los intereses de sus mandamases. Desde
programas de entretenimiento hasta informativos en continuado, las voces de
quienes han prostituido la digna profesión del Periodismo aplastan el casi
inaudible murmullo de pequeños medios que, aunque se acerquen a la auténtica
verdad, no consiguen el eco para su difusión.
No es casual que la prensa argentina se ubique
se haya hecho su lugar entre las seis peores prensas del mundo. “Los argentinos
emiten un veredicto condenatorio sobre sus medios de comunicación”, señala
Jacob Meschke, pasante de la Universidad de Chicago, y responsable del último
informe mundial sobre periodismo del Pew Research de Estados Unidos, el mayor centro
de investigación sobre tendencias de opinión pública. El informe demuestra que
Argentina está entre los seis peores países en cuanto a la confianza de sus
habitantes en el periodismo. Solo el 37% aprueba a los medios, cuando el
promedio mundial es 52%, y llega al 77% en los países mejor considerados.
Abundan los ejemplos de falsas noticias en
medios tradicionales, considerados “serios”. Las operaciones mediáticas
impulsadas por el Grupo Clarín, con el objetivo de moldear la realidad a su
antojo, han sido desmentidas una tras otra; sin embargo la repetición de
titulares en grandes caracteres y los programas destinados a manipular a la
opinión pública, han calado hondo en quienes aún desconocen qué
intencionalidades se esconden detrás de lo que se presenta como primicia y se
promociona como “verdad”.
La táctica de desinformación masiva que
sistemáticamente practica el autodenominado Gran Diario argentino (Clarín), se
ajusta a la que figura en los más básicos y elementales manuales de dominio
psicológico y manipulación que cualquier ciudadano común y corriente puede
consultar en una biblioteca. No hace falta ser un superdotado para comprender
el trasfondo de cada una de las noticias que Clarín publica como verdades
absolutas, aunque basadas en ningún hecho concreto y sin pruebas que aporten la
mínima credibilidad. A quienes conocen la historia de este medio simpatizante
de los procesos militares, no le sorprenderá la estratagema persistente que
ensaya en cada una de sus ediciones. A nadie que sepa qué es Clarín y cómo
funciona podrá sorprenderle que este medio explote elementos tan insostenibles
como estrategia, con el fin de intervenir en el esquema político e
invisibilizar las consecuencias de este nuevo y nefasto período neoliberal
impulsado por Mauricio Macri.
Por estas razones el periodismo argentino
asciende en la escala de los menos creíbles; un logro merecido mediante el
cotidiano esfuerzo de quienes abogan por la construcción de una única verdad,
tan falaz como calificar de periodistas a sus voceros, simples mercenarios de
la información.
VIDEO: TN (Grupo Clarín) muestra un video de la toma de la
Casa de Gobierno de la ciudad de La Plata de 2001, pretendiendo que eso estaba
sucediendo durante la protesta legítima de trabajadores del Astillero Río Santiago
sucedida esta semana.
Fuente: Pájaro Rojo