Por Ramón Pedregal Casanova, Resumen
Latinoamericano, 9 de julio de 2018.-
Felicia Langer, en Berlín, en la 2ª Conferencia
en Defensa de los Prisioneros Palestinos.
“Sólo abandonaría la lucha si la injusticia un
día dejará de sorprenderme.” Así decía la abogada Felicia Langer, (09-12-1930 /
21-06-2018), judía comunista defensora del pueblo palestino.
Nos vimos en un Congreso en Berlín en defensa de
los prisioneros palestinos. La precedía su fama de mujer comprometida, que
sufrió campañas agresivas sionazis por su condición política en defensa del
pueblo que sufre el nuevo colonialismo. Le arrancaron la placa de la puerta de
su despacho en Jerusalén y pintaron insultos amenazantes en la fachada, y
amenazas tras amenazas y continuas vejaciones la llevaron a tener que trabajar
con medidas extremas de seguridad en su propia casa, y por la calle llevaba
guardaespaldas. Para los sionazis del ente israelí era una enemiga declarada de
sus planes genocidas.
Tras la Guerra de los 6 Días, viendo lo que
hacían las tropas ocupantes de Cisjordania con sus habitantes, sus casas, sus
tierras, … salió en su defensa sin ningún tipo de menoscabo. Con los tribunales
militares surgieron las mayores dificultades, pero defendía con tesón caso tras
caso que afectase a cualquier ciudadano o ciudadana palestina, no soportaba las
injusticias. En poco tiempo fue reconocida y acudían a pedir su ayuda para
salvar de la prisión al hijo, al marido, a la mujer, la buscaban para impedir
que los sionazis le quitasen la casa a la familia palestina que aún resistía a
los agresores, o la que éstos querían demoler, acudían a ella para que no les
robasen las tierras, para denunciar las palizas, las amenazas, los ataques a
las cosechas, para proteger a la gente herida, para enfrentarse en los
tribunales por los asesinados, … Tras la guerra de ocupación sionista de 1967
Felicia Langer fue la primera abogada que se opuso y se enfrentó a los
invasores, se dedicó a la defensa del pueblo oprimido de Palestina; su
conciencia, su empatía con los oprimidos la hizo la principal referencia en la
lucha por los Derechos Humanos. Los primeros detenidos y torturados que atendió
fueron el hijo de un jeque sospechoso de pertenecer a Al Fata y dos comunistas
a los que los sionazis habían aplicado la ley de “detención administrativa”,
esa fórmula colonial empleada por el imperio turco y luego el imperio inglés,
ley por la que detienen sin acusación ni juicio por periodos de 6 meses
pudiendo resultar indefinidos.
Felicia Langer resultó la voz que en todos los
tribunales acusaba a quienes ostentaban el poder de la entidad. Las campañas de
difamación la hicieron el blanco de todo tipo de agresiones, pero ella provenía
de una familia que había pasado por los campos de exterminio nazi y sus padres
consiguieron refugiarse en la Unión Soviética. Su madre y su padre,
sobrevivientes, nunca dejaron de luchar contra lo que representaba el terror.
Felicia había nacido en 1930 y llegó en 1950 a Israel desde la URSS, y en 1960
ingresó en la Universidad Hebrea de Tel Aviv para salir con el título de
abogada. Su afiliación comunista le cerró las puertas oficiales y debió
emprender su trabajo como una profesional independiente, pero las dificultades
no terminaron ahí, elegía los casos que tuviesen arraigo ideológico y llegó al
punto en que tras la Guerra de los 6 días, ante las persecuciones e injusticias
contra el pueblo palestino se decidió por ocuparse de su defensa completa. Las
víctimas del colonialismo sionista tuvieron desde entonces a una judía
comunista de su parte. Cuando en los años 90 del pasado siglo entendió que sus
denuncias eran utilizadas como muestra de la libertad de esa sociedad racista,
teológica, de apartheid, se exilió en Alemania para trabajar desde allí contra
los continuadores sionistas del nazismo. Entonces le fue concedido el Premio
Nobel Alternativo, al año siguiente recibió el Premio Bruno Kreski por la
Defensa de los Derechos Humanos. Felicia Langer demostraba que la sociedad
creada por el colonialismo era enemiga de los DDHH, y declaró que “el sistema
judicial israelí es una farsa.” En sus libros, entre los que se encuentra el de
sus memorias “Furia y esperanza”, donde recoge su lucha en los tribunales
sionistas, expone la realidad del régimen como ejemplo de persecución a los
seres humanos de modo sistemático, y que en forma de ley se descarga por los
sionistas sobre el pueblo palestino.
Felicia Langer es un faro para la defensa de los
Derechos Humanos y los Prisioneros de Palestina.
En los campos de refugiados al saber de su
fallecimiento se realizaron ceremonias en su honor, en las prisiones del ente
israelí los prisioneros palestinos, en las familias, en los centros de reunión,
ha habido un recuerdo entrañable para ella y muestras de respeto y admiración.
En Belén se instaló un monumento que hicieron llegar los refugiados del campo
de Deheishehe.
No pasó sus últimos años en residencias de
ancianos, ni viajando por el mundo a pesar de su edad y sus enfermedades, nunca
dejó de luchar, de gritar desde su puesto de honor de la Coalición Europea de
Apoyo a los Prisioneros Árabes y Palestinos en las cárceles sionistas. Su papel
no era sólo defender sino desenmascarar la actitud del torturador en el mundo,
su ir y venir llevando los corazones presos injustamente. Así lo hizo dentro
del monstruo llamado Israel y desde Alemania. Su ausencia es una gran pérdida,
pero su talento y sus escritos y experiencias seguirán latentes en los
corazones, en los libros y en las celdas.
Felicia Langer era compromiso puro con los
oprimidos, su vida estaba dentro del pueblo palestino, nombrar a Felicia Langer
era nombrar a Palestina. Mil rosas y un doloroso adiós. Siempre estarás con
nosotros.
Desde AMANE queremos manifestar nuestro
reconocimiento por quien ha entregado su vida por los desfavorecidos, por quien
ha sido disposición total a la consecución de los DDHH. Felicia Langer nos
reafirma en la causa a la que ella misma dedicó su vida.
Fuente: Resumen Latinoamericano