Para el fisco porteño, el ministro vive en un
descampado. Por ese motivo paga menos en impuestos y declara la propiedad a un
tercio de su valor real. Omisión, sospechas y detalles de lujo.
Por Adrián Murano con Nicolás Marsico, Sofía
Gonzalez y Gustavo Sosa
Nicolás Dujovne es un hombre afortunado. En
sentido literal. Según su última presentación patrimonial ante la Oficina
Anticorrupción, es el segundo ministro más rico en un Gabinete de ricos:
declaró una fortuna de 96,9 millones de pesos. Entre los bienes declarados se
encuentra la vivienda familiar, una lujosa mansión de tres plantas ubicada en
el Bajo Belgrano. Para el ente recaudador de la Ciudad de Buenos Aires, sin
embargo, el ministro de Hacienda vive en un baldío. Y eso le permite pagar
mucho menos de lo que debería al fisco porteño.
El dato consta en la partida 0342002 de la
Administración Gubernamental de Ingresos Públicos (AGIP), correspondiente a la
propiedad ubicada en Mendoza al 1100 (la dirección exacta se omite por
limitaciones legales). Según el último registro disponible, el ministro paga
2458,11 pesos por mes de ABL e impuesto inmobiliario por un "descampado de
332 m2, con 0 m2 de obra construida. La diferencia entre registro y realidad
implica varios miles de pesos de ahorro para el funcionario: en la Ciudad de
Buenos Aires, tasa y tributo se calculan en función de la ubicación, la
valuación y la cantidad de metros cuadrados cubiertos de la propiedad.
En el caso del ministro, la casa fantasma tiene
unos 280 m2 elevados en madera y hormigón. La construcción ocupa los 8,76
metros de frente del terreno, y se extiende hasta promediar los 38 metros que
posee de fondo. El resto es un parque de gramilla verde que culmina en una piscina
rectangular.
La ausencia de esa obra en los registros impacta
sobre la valuación fiscal, que apenas alcanza los $ 589.947,40. A la cotización
del viernes, unos 22 mil dólares. Menos de lo que cuesta un monoambiente en una
zona desfavorable de la Ciudad.
No es el caso del Bajo Belgrano, uno de los
barrios más exclusivos de Buenos Aires. De hecho, varias casas vecinas a la
vivienda de Dujovne están valuadas al triple y pagan tributos por más del doble
de lo que abona el titular de Hacienda. Por caso, un inmueble ubicado en la
misma manzana, y de dimensiones similares a la propiedad del ministro, está
valuado en 1,7 millones de pesos y desembolsa unos 5700 pesos mensuales en
concepto de impuesto y ABL. La diferencia radica en que el vecino tiene su "inmueble
declarado". La casa del ministro, en cambio, se mantuvo en el anonimato
fiscal, lo que le permitió reducir la carga impositiva.
Asuntos de familia
Dujovne y su mujer, Carolina Elizabeth Yellati,
compraron el terreno de la calle Mendoza el 30 de mayo de 2003. La arquitecta a
cargo de la obra fue Silvia Susana Hirsch, madre del ministro y socia de su
marido Berardo en uno de los estudios más reputados del país: Dujovne, Hirsch y
asociados.
Famoso por haber diseñado la Trump Tower de
Manhattan –el edificio emblema de la compañía que fundó el actual presidente de
Estados Unidos–, el estudio detalló en sitios especializados las
características de la obra que diseñó para el vástago Nicolás. "La casa
fue proyectada para un matrimonio con dos hijos" memorizaron para la
revista Summa, una de las publicaciones más reconocidas del rubro. "Se
priorizó la expansión del jardín y la comunicación vertical y espacial que
unificó toda la casa. Los materiales que se utilizaron fueron los tradicionales
y simples, como la madera y el hormigón visto", detallaron, y precisaron:
"La escalera fue pensada como un espacio en sí mismo. Se resolvió hasta el
último detalle constructivo (...) En el último piso, una terraza es utilizada
como expansión para el playroom y aprovecha las vistas de la ciudad". Para
las boletas que confecciona la AGIP, vale recordarlo, nada de esto existe.
Según consignó el estudio de arquitectura en la
publicación, el proyecto se inició en 2003. Para las autoridades tributarias
porteñas, sin embargo, la obra comenzó justo al año de la compra del terreno:
el 30 de mayo de 2004. Pero en su Declaración Jurada ante la OA, Dujovne dice
que incorporó la propiedad a su patrimonio recién un año más tarde, el 1 de
junio de 2005. Eso sí: la declara con la valuación fiscal de "baldío"
que todavía le otorga la AGIP.
¿Cuánto tiempo lleva Dujovne viviendo en una
casa fantasma? El detalle es clave, porque permitiría establecer cuánto se
"ahorró" el ministro en impuestos que no pagó. Los vecinos dicen que
lo ven pasear por el barrio desde hace más de una década, y que la casa lleva
el mismo lapso emplazada en la parcela 13 de la manzana 92 de la sección 35 de
la circunscripción 16. Pero en los papeles, la mansión se terminó de construir
hace apenas cinco meses.
En enero pasado, 14 años después de iniciada la
construcción y en coincidencia con el primer aniversario de su hijo como
titular de Hacienda, mamá Hirsch presentó el final de obra ante la AGIP. En la
Declaración Jurada de Empadronamiento Inmobiliario, la arquitecta afirmó que
las tareas se iniciaron en mayo de 2004 y concluyeron el 30 de enero de 2018.
Reconoce, además, que el edificio cuenta con 282 metros cuadrados cubiertos. La
declaración, sin embargo, todavía no impacta en las boletas de ABL que abona
Dujovne: hasta el cierre de esta edición, la propiedad aún cotizaba como
baldío.
El trámite que la arquitecta hizo en enero es
una obligación legal del propietario, pero también atañe al constructor. De
acuerdo a lo establecido en el Código Fiscal vigente, cualquier modificación
que se produzca en una construcción requiere de una declaración jurada de
empadronamiento inmobiliario, "ya que es obligación del contribuyente
declarar cualquier acción que produzca una diferencia valuatoria respecto de la
existente", detalla en su página la AGIP.
¿Acaso el ministro vivió más de una década en un
obrador? ¿Fue un oportuno olvido involuntario? ¿O se eludió el trámite para
evitar pagar cientos de miles de pesos en impuestos? Dujovne posee las
respuestas a esas y otras incógnitas. A través de su vocero, Tiempo consultó al
ministro. Pero no hubo respuestas.
Números en la mira
No es la primera vez que el patrimonio de
Dujovne queda en el ojo de las sospechas. En abril pasado la revista Noticias
reveló que el ministro había blanqueado unos $ 20 millones en el último
"sinceramiento fiscal". La operación se habría concretado poco antes
de que el excolumnista del TN y La Nación reemplazara a Alfonso Prat- Gay al
frente del Palacio de Hacienda, a través de la sociedad extranjera Florentine
Global.
Según su declaración jurada, la firma posee
buena parte del patrimonio que Dujovne mantiene en el exterior. Que no es poco:
el ministro tiene 74 millones de pesos –de los 97 millones que declara– fuera
del país. De ese dinero fugado, Dujovne juró que unos 20 millones son
administrados por Florentine Global, una firma cuya radicación se desconoce.
Según los sitios especializados en información
societaria, hay dos compañías homónimas radicadas en paraísos offshore.
Florentine Global LLC se encuentra en Delaware, un estado que funciona como
guarida fiscal en Estados Unidos. Florentine Global Investment Limited, por su
parte, posee domicilios en Panamá, uno de los destinos más escogidos por los
evasores y lavadores de dinero sucio de la Argentina y la región.
En su declaración jurada ante la OA, Dujovne no
aporta más datos que el nombre de fantasía de la firma, y que la misma fue
incorporada a su patrimonio en julio de 2016. Es decir, pocos meses antes de
que asumiera como ministro.
La Oficina Anticorrupción podría despejar dudas
reclamando a Dujovne que aporte las precisiones que faltan en su DD JJ. Pero
los antecedentes de la titular del organismo, Laura Alonso, no invitan a
ilusionarse. De hecho, cuando las sospechas de presunta evasión se hicieron
públicas, la politóloga ultramacrista declaró que el asunto no era de su
incumbencia.
Quizá para la funcionaria no resulte relevante
que las elites argentinas –hoy en el gobierno– ejecuten maniobras de elusión y
evasión fiscal, pero esa sangría resulta crucial para una economía que se
encamina a un nuevo proceso de ajuste, recesión y mayor exclusión social.
Para decirlo en los términos que el propio
macrismo utilizaba tiempo atrás: los impuestos que no se pagan implican menos
plata para obras, salud o educación.
De hecho, la fuga de capitales y la evasión
están en la base de la crisis económica y cambiaria que, según el gobierno, lo
obligó a volver a contraer deuda con el Fondo Monetario Internacional. También
gravitó el déficit fiscal, con el cual el ministro contribuyó cargando al
Estado gastos personales como la compra de chocoarroz para la merienda, vuelos
privados y hasta un almuerzo para diez comensales en su mansión fantasma de la
calle Mendoza.
Fuente: Tiempoar