El padre Carlos Junco fue otro de los
disertantes de la charla organizada por el IPyPP. Expresó que “el sistema acusa
a los pobres de ser responsables de su propia pobreza.
Padre Carlos Junco:” Los pobres se autoconvencen
de que no pueden, y hasta incluso dicen que Dios los ha castigado porque son
vagos o vienen de familia de vagos, naturalizando su situación”.
8 millones de pobres en Argentina. Baños sin
cadena o botón, pisos de tierra, fragilidad laboral, cohabitación y
hacinamiento: realidades de una ciudad donde las casas y terrenos sirven para
“hacer negocios” y no dar soluciones a la gente.
Un informe del Observatorio de la Deuda Social
Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) advirtió el mes
pasado que en el país hay 8 millones de personas que viven en situación de
pobreza estructural, es decir que tienen alguna Necesidad Básica Insatisfecha
(NBI). En nuestra ciudad, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del
cuarto trimestre de 2016, existen 1.162 hogares que residen en viviendas
precarias, y 2.766 hogares que residen en condición de cohabitación (no tienen
vivienda propia, y por lo tanto residen en la vivienda de otro hogar): sus
integrantes serían considerados pobres estructurales por la UCA.
La paradoja reside en que probablemente sean
vecinos de alguna de las 11.200 casas ociosas que según el censo 2010 existen
en nuestra ciudad o de alguno de los 2,49 millones de metros cuadrados baldíos,
sujetos a especulación inmobiliaria.
La pobreza estructural observada por la UCA, es
un concepto multidimensional que analiza variables relacionadas a las NBI de la
población, como lo son: condiciones de la vivienda (materiales de construcción
de piso, paredes y techo); hacinamiento (más de 3 personas por habitación);
servicios de saneamiento (baño con agua corrida o letrina; acceso al agua de
red); trabajo (condición de sus integrantes); y educación (niños de entre 6 y
12 años que no asistan a la escuela). Es la pobreza más dura, la que no solo se
soluciona solo con un mayor ingreso en la familia.
Existen, también, otras formas de medir la
pobreza. El último informe del Indec arrojó que el 40,5% de los cordobeses es
pobre, mientras que el 10,8% es indigente. Para la ciudad de Río Cuarto, los
datos son sensiblemente menores: 29,2% de pobreza y 7% la indigencia. El
organismo que conduce Jorge Todesca, sin embargo, solo mide el nivel de
ingresos y determina que son indigentes aquellos que no lleguen a cubrir los
precios de la Canasta Básica Alimentaria -para cubrir solo la necesidad
calórica de supervivencia- y pobres a aquellos que no cubran la Canasta Básica
Total -que incluye alimentos, otros productos y servicios básicos como ropa y
transporte-.
Dinero para más pobreza
Con ganar un poco más de dinero se soluciona la
pobreza, según esta metodología. Sin embargo, “el 70% de lo que los sectores
concentrados locales “invierten” financieramente no se reinvierte en la
producción local, según datos del propio Consejo Social Municipal, y eso es
dinero que no ayuda a disminuir la pobreza sino que aumenta la desigualdad”,
expresa Federico Giuliani, Secretario General de CTA Río Cuarto, organizador de
la actividad “Concentración vs Desigualdad Social y Pobreza”, organizada por el
Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), realizada este
miércoles.
Lo estructural y la vivienda
“Trabajamos con pibes que viven en barrios donde
la infraestructura de agua, cloacas, asfalto o alumbrado son inexistentes y a
menos de 1000 metros de sus casas hay barrios exclusivos, con todos los
servicios -y más-”, describe en la charla Juan Montoya, docente de Granja
Siquem.
Las estadísticas oficiales ratifican lo
expresado por Montoya. Según la EPH citada, en 8.299 hogares los riocuartenses
viven hacinados (con más de 3 personas por habitación), en 127 sobre piso de
tierra y 1856 bajo techo de chapa metálica o plástica sin revestimiento
interior.
En lo sanitario también puede verse otra de las
dimensiones de la pobreza que no se soluciona solo con la mejora individual de
los ingresos: el 13% de las viviendas no tiene acceso a la red de agua (lo que
equivale a unos 60 km nuevos de tendido de red), según datos de Ideario de
marzo 2016. La EPH muestra además la existencia de 2813 hogares con inodoro sin
botón o cadena, que funcionan con agua arrojada con un balde. Además existen
117 hogares con letrinas sin arrastre de agua y 386 tienen el baño afuera.
“Si uno camina cinco cuadras desde nuestras
casas, que son todas muy humildes, ve la desigualdad que hay y eso es algo muy
difícil de entender”, expresa Jesica Riviers del Merendero Nuevo Amanecer de
Barrio Valacco.
Lo estructural y el trabajo
El padre Carlos Junco fue otro de los
disertantes de la charla organizada por el IPyPP. Expresó que “el sistema acusa
a los pobres de ser responsables de su propia pobreza. Ello produce
consecuencias peores porque se autoconvencen de que no pueden, y hasta incluso
dicen que Dios los ha castigado porque son vagos o vienen de familia de vagos,
naturalizando su situación”.
Resulta que la capacidad de subsistencia del
hogar es una más de las variables que se utilizan a la hora de medir las NBI
para considerar la pobreza estructural de una persona. Según este método
utilizado por la UCA -a instancias de la CEPAL-, y con datos de la EPH, la
situación en Río Cuarto tendría una fragilidad alarmante: de las 81.617
personas demandantes de trabajo, solo 74.074 tienen trabajo. El resto, unos
7.543 está desocupados. “En Río Cuarto, el 9,1% de la población trabajadora
está desocupada, tasa que aumenta al 14,5% en el caso de las mujeres”, ratifica
Giuliani.
El panorama laboral riocuartense puede
completarse con más datos de la EPH. De los 74.074 ocupados, 6.233 buscaron
trabajar más horas -casi 1 de cada 10-, mientras que 3.425 no buscan más horas
pero sí están buscando cambiar de trabajo -1 de cada 20-.
Otro dato preocupante: dentro de los
asalariados, a solo 27.403 le hacen aportes jubilatorios en su trabajo, 2.964
aporta por sí mismo a algún sistema jubilatorio y los restantes 43.707 (59%) de
los ocupados no registra aportes según la EPH de fin de 2016.
Educación
“1 de cada 3 riocuartenses son pobres y la mitad
de esos pobres son menores de 12 años”, describe Giuliani. Montoya, también se
refirió a la pobreza estructural que sufren los jóvenes con los que trabajan en
Siquem: “el pibe tiene que poder planificar su vida, algo que probablemente sus
padres tampoco hayan podido hacer, porque las situaciones de desigualdad y
pobreza ya llevan generaciones en nuestra ciudad y país. Los chicos cada vez
vienen más chicos a la Granja y eso es debido al deterioro de las condiciones
en sus hogares”.
En este sentido, la EPH no muestra que en Río
Cuarto haya chicos entre 6 y 12 años que no estén yendo a la escuela. Esto no
quiere decir que no existan, pero al tomarse solo a los integrantes de los
hogares como muestra, puede haber menores sin hogar no abordados por la
muestra.
Montoya, de hecho, lo confirma “los chicos padecen violencia, se van de sus casas, andan de acá para allá, hasta que muchos de ellos encuentran en la Granja un espacio para aprender, rearmar su vida”.
Fuente: Nac & Pop