Por Germán Saltrón Negretti
La historia del capitalismo comienza en el siglo
XVI, a partir de un proceso denominado acumulación originaria del capital que
desintegra a los pequeños productores de los medios de producción que eran de
su propiedad en el feudalismo, a los campesinos en la agricultura y a los
artesanos en los oficios urbanos y los convierte en obreros asalariados. Tras
alcanzar su apogeo entre los siglos XI y XIII el feudalismo entra en una
prolongada decadencia, el trabajo servil se torna improductivo, el hambre
invade las regiones rurales de Europa, el crecimiento de las ciudades erosiona
la posición privilegiada del campo. A ello se le une la conquista y
colonización del nuevo mundo y los avances en la navegación que en el siglo XVI
hacen posible la llegada de grandes masas de oro y plata procedentes de las
colonias.
Existen dos grandes fases del desarrollo de la
producción capitalista. El capitalismo de libre competencia, libre concurrencia
o premonopolista y el capitalismo monopolista o imperialismo. El imperialismo
ha transitado por tres estadios. El primero abarca desde las últimas décadas
del siglo XIX hasta inicios del siglo XX, periodo durante el cual los
monopolios niegan la libre concurrencia en un número creciente de ramas de la
economía nacional, pero aún no se han fundido con el Estado. En ese estadio el
imperialismo es capitalismo monopolista. El segundo es conceptualizado por
Lenin a raíz de la destrucción ocasionada en Europa por la Primera Guerra
Mundial -1914-1918- que opera como elemento de interconexión del poder
económico de los monopolios y el poder político de los Estados según Lenin. En
lo adelante, el Estado deja de responder a los intereses de toda la clase
burguesa y responde solo a los intereses de la élite monopolista., que manipula
el poder económico y político estadal para escapar de los efectos de la crisis
y las guerras y para imponer condiciones favorables para la valorización del
capital monopolista, la cual se refuerza durante la gran depresión de 1929-1933
y la segunda guerra mundial -1933-1945.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, el
Capitalismo mundial se encontró con un modelo económico alternativo que
cuestionaba su hegemonía, el socialismo. Esto hizo que intentara desarrollar un
capitalismo social, para así competir al modelo socialista que representaba la
Unión de Repúblicas Socialistas Sovieticas. Sistema económico que duro el periodo de 1919 Guerra Mundial hasta
la década de los ochenta, donde se produce la crisis del modelo socialista y
termina con la caída del muro de Berlín.
El tercer estadio es resultado del salto de la
concentración nacional a la concentración transnacional de la propiedad, la
producción y el poder político. Tras un proceso iniciado hacia el fin de la
Segunda Guerra Mundial, su despliegue comienza 1970, se produce una
metamorfosis del capitalismo monopolista de Estado en capitalismo monopolista
transnacional. Responde a las necesidades expansivas de los monopolios,
incentivadas por el desarrollo sin precedentes de las fuerzas productivas,
ocurrido durante la posguerra como resultado de la reconstrucción de Europa
Occidental y la carrera armamentista. Transcurrido más de cinco siglos que
comenzó a incubarse en las entrañas del feudalismo, el capitalismo conforma un
espacio transnacional de rotación del capital y precisa de un poder político
transnacional, que imponga condiciones uniformes para la reproducción del
capital en cualquier punto del planeta.
Bajo la hegemonía del imperialismos
norteamericano, que aglutina y subordina al resto de los centros de poder
imperialista, Estado y monopolio en conjunto, conducen el proceso de
concentración transnacional de la propiedad, la producción y el poder político.
Este proceso tiene como contrapartida la desnacionalización de los Estados
imperialistas más débiles y, de manera aún más aguda, de los Estados
subdesarrollados y dependientes. Como parte de este proceso, las potencias
imperialistas se atribuyen la facultad de adoptar decisiones que surten efectos
sobre, e incluso dentro, del resto de las naciones, mientras que estas últimas
se ven imposibilitadas de adoptar las suyas propias. Esta dominación
transnacional se complementa con la refuncionalización de las instituciones del
sistema internacional, entre ellas el Consejo de Seguridad de la ONU, el Fondo
Monetario Internacional –FMI- el Banco Mundial –BM- y la Organización del
Tratado del Atlántico Norte –OTAN-.
Podemos concluir, que la concentración
transnacional del poder político responde a que el imperialismo necesita contar
con un Estado mundial que rija todos los destinos de la humanidad. Sin embargo,
la conformación de un Estado mundial es imposible, tanto por la existencia de
insalvables contradicciones interimperialistas, como la resistencia popular,
representada por el denominado movimiento antiglobalización representado por
Rusia y China que puede devenir en una confrontación que ocasionaría una guerra
nuclear donde los seres humanos quedaríamos exterminados. Ver libro América
Latina entre siglos. De Roberto Regalado. Página 17.
Fuente: Barómetro Internacional