por Fernando Buen Abad Domínguez,
Rebelión/Universidad de la Filosofía / Resumen Latinoamericano/ 287 de enero
2017 .-
De entre todas las formas posibles de “sanción”,
“crítica” o “diciplinamiento” con que un imperio gusta de “castigar”, Donald
Trump escogió un Muro y no lo hizo por estúpido (como dicen algunos de sus
detractores) tampoco lo hizo sólo por “negocio”, como suponen algunas de las
constructoras que sueñan con el proyecto… se trata de una operación ideológica
que tiene raíces profundas en una disputa territorial de latifundistas, que es
también simbólica, por reafirmarse en la usurpación y delimitando “sus”
tierras. Trump sueña con un Muro de 1600 km. Lógica Old fashion como en China.
De los 3.200 kilómetros de frontera entre USA y México, casi un tercio ya tiene
tramos de concreto, rejas electrificadas y cámaras de vigilancia.
Poner un Muro en un territorio que tiene
historia de ocupación, corrupción y crimen sin límites, es coherente con la lógica
de la burguesía empeñada en convertir en amenaza todo lo que le es ajeno.
Especialmente si eso incluye color de piel, idioma y cultura hartos de la
humillación. En el Muro de Trump se coagulan todas las perversiones del racismo
y todas las locuras del imperialismo. Su prototipo más claro está en Israel.
Costará 25 000 millones de dólares. Y quieren que lo pague el pueblo mexicano.
Ahí está el verdadero “castigo”.
Es la lógica de los “barrios privados” que tanto
encantan a la pequeña burguesía. El magnate inmobiliario lo sabe bien. Ese Muro
da relieve a las ideas más acariciadas por la burguesía: “esto es mío”.
Reafirma la “propiedad privada” y el distanciamiento de “lo otro”. Configura la
caracterización de “lo distinto” como “peligroso” y se entroniza como
correctivo simbólico indeleble para que el mundo entienda de qué lado esta “el
poder”. Cuando el poder verdadero está del lado del pueblo… aunque los pueblos
(por ahora) eso no lo vean muy claro.
Parece una antigualla de magnate petulante,
parece un berrinche de “niño rico” empeñado en castigarnos con su ego
desaforado. Parece una idiotez… parece mil cosas en un mundo donde nada es lo
que parece. Aunque pudo tomar mil medidas arancelarias, impositivas,
tecnológicas… exhibir a sus “Rambo”, sus soldados y sus armas. Aunque pudo
sembrar paramilitares (como en Venezuela), pudo financiar Ku Klux Klanes,
drones, perros, rayos laser… pudo imponer leyes más “duras”, prensa más
amarillista, Border Patroll más fascista… pudo mil cosas pero eligió el Muro. Y
eso no es inocente.
El Muro de Trump es un bálsamo mediático para
las angustias endógenas del imperio. Es un bálsamo oportunista de larga
duración y de efectos incontables. Es un espejo ideológico de ladrillos y
concreto en el que se refleja, desde adentro, la monstruosidad del capitalismo
y su lógica del avasallamiento. Cada vez que Trump lo menciona, despliega un
drama histórico infestado con la humillación del saqueo y la esclavitud añejos
a que han sido sometidos los inmigrantes más desposeídos y maltratados.
Mientras tanto las jaurías neoliberales, serviles al imperio en México, no
hacen más que acarrear “another brick in the wall”. (Otro ladrillo al muro). El
Muro es una forma de la Guerra Ideológica.
Por ahora, la sola mención de completar el Muro
ya atrajo simpatías de clase y solidaridades ideológicas. En ambos lados del
Muro. Ya no somos tan ingenuos como para creer que la iniciativa de una
aberración así nació sólo en un lado. Se han edificado muros (comerciales,
políticos, raciales, educativos…) de igual o peor envergadura y siempre han
contado con la complicidad voluntarista de sectores serviles. Y así nos ha ido.
El muro es, pues, una forma de tortura como le gusta a Trump.
Mencionar al Muro (completar su construcción) ha
servido también para alebrestar corifeos intermediarios que se dicen capaces de
inspirar moral y método en la tarea de arrodillarse ante el muro. Con
argumentos como “la seguridad”, “la estabilidad económica”, “el bien común” y
bla bla bla a los “cuatro vientos” vociferan recetarios diplomáticos para
quedar bien entre ellos. Los pueblos no tienen lugar en la mesa de sus
repartijas. Unos ya tienen el presupuesto para completar el Muro, otros ya
tienen el discurso para inaugurarlo, algunos más tienen los “periodistas”
idóneos para desarrollar la crónica de la construcción, minuto a minuto… en
fin, todos quieren una tajada material y política con que ampliar sus negocios
y sus simpatías con el imperio.
El trabajo de los inmigrantes no es una dádiva
del imperio. Hay que poner bien clarito que cada dólar ganado es acumulación de
riqueza para los yanquis aprovechándose del trabajo esclavizado. Los
trabajadores pagan un precio muy alto (no sólo por lo que recolectan las
empresas parásitos que cobran por los envíos de las remesas) sino porque la
mayoría inmigrante pone el lomo a diario, y debe ahorrar, aunque viva con todas
las limitaciones, bajo el peso de la distancia, la soledad frecuente, la
condición de “ilegal, la marginación, el racismo, el miedo, las desconfianza
sistemática y el mal trato consuetudinario. Y todo eso en tierras que fueron
robadas por el imperio yanqui. Eso también lo hace visible el Muro que quieren
financiar también sobre las remesas de los paisanos.
Ese Muro es un acto de provocación inaceptable e
inhumano. Contiene la amenaza de matar y reprimir a miles de personas. Es un
Muro ideado para acentuar la injusticia que padecen los inmigrantes tratados
como “ilegales” y es una trampa contra todas esas personas que, para
sobrevivir, buscan cualquier fuente de “empleo”. La frontera con USA, y no
sólo, es fuente permanente de abusos, explotación e ignominia y el proyecto
para completar ese Muro es una afrenta de tal calibre que uno no puede no
prepararse para las consecuencias. Quienes provocan el desempleo, quienes generan
la miseria toman ahora medidas de “control” para poner “orden” en la frontera.
Sin dejar de beneficiarse con las remesas, ¡claro!
Lo que el Muro no tapará es el drama del
desempleo, la barbarie de la humillación, el infierno del hambre y la
monstruosidad del despojo. Todo lo contrario. Deja a la vista la barbarie, la
aberración y la bofetada auspiciadas por la burguesía que no tiene límites ni
frenos en la fase depredadora en que se encuentra el imperio. El Muro es su
espejo.
Ellos ponen el Muro para callarnos y para
acallar toda rebeldía, nosotros (todos) podemos poner el ejemplo y transformar
al mundo. Que reviente el Muro con las luchas indígenas, campesinas y obreras…
desde abajo y hasta el cielo. Que reviente el Muro antes, durante y después de
que lo completen. Que reviente el Muro por obra y gracia de los trabajadores,
de aquí́ de allá, inmigrantes y no inmigrantes… unidos esta vez para siempre.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Universidad de la Filosofía
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@FBuenAbadFuente: Resumen Latinoamericano