El escándalo de abusos sexuales a menores que involucró a Malcorra y avergonzó a Ban Ki-Moon
Por Marcelo Brignoni *
Pocas veces en la historia reciente de nuestro país, o tal
vez nunca, la política internacional de la República Argentina estuvo a merced
de las necesidades y pretensiones de una sola persona, a la que nadie votó.
Susana Malcorra lo ha logrado. Esta ciudadana argentina
nativa, no residente en nuestro país, y que ha pasado gran parte de sus últimos
años viviendo en el exterior, ha decidido candidatearse a la Secretaría General
de la ONU. Malcorra viaja por el mundo con viáticos y fondos del Estado, haciendo
promesas insólitas, a cambio de apoyo a su candidatura. Promesas que en algunos
casos son abiertamente contradictorias con la política internacional de nuestro
país, y con la defensa de sus intereses.
En la aspiración de que su candidatura no sea vetada por
ninguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de ONU,
situación imprescindible para llegar al pleno de la Asamblea con chances de ser
electa, le ha prometido a Estados Unidos la reproducción mecánica de sus
posiciones para la región. El caso de la copia del comunicado del Departamento
de Estado sobre la destitución de Dilma Rousseff, traducido al español en
tiempo récord y difundido por la Cancillería, tal vez sea la expresión más
grotesca de esta situación.
La aceptación del pedido francés de recibir 3 mil refugiados
sirios forma parte del intento de que Francia no vete la candidatura de
Malcorra. El límite de la vergüenza fue cruzado con el acuerdo de “cooperación”
con el Reino Unido, anunciado por Malcorra luego de reunirse con el
vicecanciller inglés, Alan Duncan.
La continuidad de la base de observación china en Neuquén y
la construcción de las represas en Santa Cruz, así como el acuerdo de
cooperación nuclear con Rusia, acuerdos demonizados en el pasado, son
ratificados ahora.
Inexplicablemente, Malcorra no renuncia a su cargo como
canciller de la República Argentina para abocarse a su campaña como candidata a
secretaria general de ONU, elección que se llevará a cabo en noviembre próximo,
sino que usa ese cargo en su propio beneficio de manera tan insólita como
cuestionable.
Hoy en la política internacional de Argentina, Macri es
apenas un promotor, un empleado de la “presidenta Malcorra”, quien permite que
la base de operaciones para el proyecto personal de la canciller sean nada
menos que los intereses estratégicos de la República Argentina.
Este uso electoral condenable de la historia y de las luchas
de nuestro país en el escenario internacional no merece opinión crítica del
presidente Macri. Tal vez ni siquiera sepa lo que realmente sucede.
Diputado de Santa
Fe (MC), presidente de la Fundación Encuentro por la Ciudadanía Social.
Fuente: Pájaro Rojo