Se estima que uno de cada cuatro niños vive en hogares con necesidades básicas insatisfechas
Uno de cada cinco niños argentinos padece problemas de nutrición en su día a día en el país. Ese es quizás el dato más alarmante de un exhaustivo informe de la Universidad Católica Argentina sobre la niñez y la adolescencia.
El estudio denominado “Infancias con derechos postergados”, realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, que será presentado mañana en el Auditorio Santa Cecilia (15 hs. en el subsuelo del Edificio San Alberto Magno, Av. Alicia Moreau de Justo 1500), indagó desde todos los focos a los ciudadanos de entre 0 y 18 años durante el período entre 2010 y 2015, en coincidencia con el aniversario del Bicentenario.
El análisis evidenció cifras claras y alarmantes sobre la realidad de los niños en términos de alimentación, salud, hábitat, subsistencia, crianza y socialización, información, educación y trabajo infantil.
Según el informe, la inseguridad alimentaria afectó en 2015 al 19,5% de la población y el 7,7% en niveles graves.Si bien las situaciones más extremas fueron a la merma en el lapso de 2010-15, las cifras aún representan una preocupación muy grave, de cara al desarrollo de los chicos.
“Las cifras dan cuenta de un porcentaje muy grande de niños que se encuentran en condición de vulnerabilidad. Para realizar la evaluación de las condiciones alimenticias, se realizó un test de 12 preguntas, de las cuales muchas indagan sobre las experiencias de hambre de los niños”, aseguró Ianina Tuñón, la coordinadora de la investigación.
En tanto, se indicó que uno de cada cuatro niños (26,6%) recibía en ese mismo año la cobertura alimentaria diaria directa exclusivamente en los comedores escolares.
Uno de cada cinco estudiantes argentinos no recibe clases de música, plástica o educación física (NA)
Uno de cada cinco estudiantes argentinos no recibe clases de música, plástica o educación física (NA)
Para realizar el informe, la propia UCA reconoció la dificultad a la hora de recoger datos confiables y certeros sobre los indicadores de pobreza en el país durante los últimos cinco años.
“La evaluación y monitoreo de los progresos alcanzados en la Argentina, que responden indudablemente a múltiples factores, dependen de la disponibilidad de mediciones válidas, fiables, representativas y periódicas.
Este ha sido uno de los principales obstáculos en nuestro país; tan así es que existen metas sustantivas imposibles de evaluar en el tiempo, como las relacionadas con la dimensión de la nutrición cuyos últimos reportes datan de 2005″, rezó el estudio.
En tanto, los propios investigadores resaltaron el presente irregular económico del país como un escenario de alarma ante un posible empeoramiento en las condiciones de vida de los más jóvenes.
“El contexto macroeconómico argentino a fines de 2015 se caracteriza por un elevado déficit fiscal, una economía con indicadores claros de estancamiento, falta de inversiones, escasa capacidad de crear nuevos empleos e inflación creciente, además de una situación de indigencia económica sostenida y contenida a través de los programas de transferencia de ingresos y políticas de subsidios”, informó la UCA en su investigación.
La subsistencia
Si bien hubo mermas en el lapso de cinco años de los principales indicadores, la pobreza infantil todavía se mantiene en niveles muy elevados en la Argentina.
Se estima que en 2015, uno de cada cuatro niños (24,7%) pertenecía a hogares con las necesidades básicas insatisfechas (NBI). Eso representa un indicador de la pobreza de tipo estructural tradicional, que refleja las oportunidades existentes en una sociedad en aspectos clave del desarrollo humano y social de la infancia (hábitat de vida, inclusión educativa de los niños de entre 6 y 12 años y del jefe de hogar y la tasa de dependencia).
Respecto a las cifras de la pobreza estructural, la mayor merma se dio entre el 2009 y 2010, mientras que a partir de 2011 hasta el 2015 la cifra se mantuvo en pleno ascenso.
“En cuanto a los derechos a la crianza, salud e información, hay inequidades muy significativas. La inequidad social es muy evidente y tendría que estar entre los principales temas de atención para las políticas públicas”, añadió Tuñón.
Los comedores escolares representan la cobertura alimentaria diaria de uno de cada cuatro niños argentinos
Los comedores escolares representan la cobertura alimentaria diaria de uno de cada cuatro niños argentinos
Las 10 cifras más relevantes del informe:
1- Un 42% de la infancia y adolescencia reside en viviendas con problemas de saneamiento (no accede en su vivienda a cloacas, o a la red de agua corriente, y/o no tiene inodoro con descarga de agua).
2- El 48% de los chicos/as en la Argentina urbana tienen como única opción para la atención de su salud el sistema público.
3- El 23% de los adolescentes se encuentra en situación de déficit educativo (no asiste o lo hace con sobreedad). El déficit es del 40% en el estrato social muy bajo y del 35% en villas o asentamientos urbanos.
4- En 2015 el 49,9% de la infancia y adolescencia urbana en la Argentina vivía en un medio de vida insalubre, tanto por problemas de contaminación ambiental como a consecuencia de la cercanía de fábricas y/o basurales, proximidad a lugares de quema de basura o existencia de plagas.
5- La situación de inseguridad alimentaria afectaba en 2015 al 19,5% de la infancia y adolescencia urbana y al 7,7% en niveles graves.
6- En 2015, la calidad de la construcción de la vivienda resulta deficitaria para el 18,9% de la población de niños/as y adolescentes. La situación de hacinamiento afectaba al 18,5%.
7- El 12,8% de los chicos/as no festejaron su último cumpleaños, en el estrato social más bajo no lo hizo el 23% y en el medio alto, el 4,8%.
8- Se estima que el 25% de los estudiantes secundarios no tiene enseñanza de computación, y que el 12% carece de enseñanza de idioma extranjero.
9- El 12% de los chicos/as de 5 a 17 años trabajaba en actividades domésticas intensivas (4,3%) y/o en el mercado (9,5%).
10- Se estima que, en 2015, el 18,7% de los chicos/as compartía cama o colchón para dormir, y si bien dicha incidencia trepa al 30,5% en los hogares de estratos más bajos, también se presenta en el 10% de los chicos/as del estrato medio profesional o medio alto.