Por Julio César Centeno. Rebelión
375 de los científicos más prominentes en la
materia, incluyendo 30 premios Nobel, advierten sobre la inacción política ante
el calentamiento global en su pronunciamiento del 20 de septiembre 2016.
El calentamiento global es consecuencia de la
actividad humana. No es una creencia, ni una teoría; no es un fraude o una
conspiración. Es una realidad física.
El consumo de combustibles fósiles motorizó la
revolución industrial. Pero también provocó aumentos en la concentración de
gases de efecto invernadero en la atmósfera, provocando cambios significativos
en el clima del planeta.
Las huellas del calentamiento global son
visibles por todas partes: aumenta el nivel del mar, se calientan los océanos,
se calienta la atmósfera y la superficie terrestre, se derriten las capas de
hielo en el Ártico, en la Antártida, en los glaciares; se alteran los patrones
de las lluvias, se acidifican los océanos, se propagan enfermedades, se
extinguen especies, se amenaza el suministro de agua y alimentos a la población
mundial.
El cambio climático provocado por la actividad
humana no es algo alejado de nuestras experiencias diarias, afectando sólo
lugares remotos. Es algo presente, aquí y ahora, en nuestro país, en nuestras
comunidades. Es posiblemente la mayor amenaza actual para la humanidad,
erosionando nuestra habilidad para construir un mejor futuro.
La ciencia del calentamiento global es conocida
desde hace más de un siglo. Las evidencias, cada vez más fuertes, claras y
contundentes, condujeron a todos los gobiernos del mundo a suscribir elAcuerdo
de París en diciembre 2015. Participaron todos los países, a pesar de sus
pronunciadas diferencias en sistemas de gobierno, en intereses nacionales, en
responsabilidad por las emisiones acumuladas, en vulnerabilidad ante las crecientes
consecuencias de los cambios climáticos en gestación. Los líderes de 193 países
reconocieron que el calentamiento global es una amenaza real para las
generaciones presentes y futuras de todo el planeta.
Las evidencias son incuestionables. Ningún científico
con reputación las disputa. Es simplemente la verdad.
Sin embargo, a pesar del Acuerdo de París,
corremos el riesgo de cruzar puntos sin retorno, como alteraciones en la
circulación oceánica, la pérdida de enormes masas de hielo y la extinción de especies.
Tales riesgos provocarían modificaciones dramáticas durante miles de años. No
debemos asumir los riesgos de cruzar estos límites.
En la campaña presidencial de los Estados Unidos
se vociferan dudas sobre el calentamiento global, o se insinúa que es sólo un
proceso natural, o se afirma que el calentamiento global es un fraude. Estos
señalamientos son falsos.
No son señalamientos nuevos. Se presentan en
cada elección. Para el partido republicano es una condición electoral. Es
realmente lamentable que el partido de Abraham Lincoln, el presidente que
inició la Academia Nacional de las Ciencias, sea ahora cuestionado por la
Academia Nacional de las Ciencias de hoy. Es igualmente lamentable que el
partido de Richard Nixon, quien estableció laAgencia de Protección Ambiental,
trate ahora de eliminarla. Más lamentable aún es que el partido que presume
promover una visión fiscalmente conservadora, con su insostenible posición
sobre el calentamiento global provoque costos económicos y sociales muchos más
altos para todos los ciudadanos.
Los científicos hemos advertido por décadas
sobre los peligros del calentamiento global para todo el mundo. Vemos como
tales predicciones se han venido corroborando. Ya no hay científicos de
reputación en desacuerdo sobre los factores fundamentales que modifican el
clima.
A pesar de este progreso, no faltan quienes
pretendan conducirnos al pasado, quienes se ciegan ante las contundentes
evidencias científicas. Para aquellos ciudadanos que voten por políticos que
niegan la ciencia, que arremeten contra los científicos en lugar de arremeter
contra las causas del calentamiento global, su legado será el calentamiento
global que pudieron haber contribuido a evitar.
¿Qué le dirán a sus hijos?
Firmado por :
Benjamin D.
Santer, Member, National Academy of Sciences^
Kerry A. Emanuel,
Massachusetts Institute of Technology^
George B. Field,
Harvard University^
Ray Weymann,
Carnegie Institution for Science Emeritus^
Peter C. Agre,
Johns Hopkina Malaria Research Institute
Bruce Alberts,
University of California San Francisco
Thomas D.
Albright, The Salk institute for Biological Studies
Richard M.
Amasino, University of Wisconsin-Madison
Jim Anderson,
Harvard University
Phillip W.
Anderson, Princeton University
Roger Angel,
University of Arizona
Luc E. Anselin,
University of Chicago
Continúan las firmas
Fuente: Rebelión