Resumen Latinoamericano/ 24 de Agosto 2016.-
La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de paz, agosto 24 de 2016
Hemos cerrado en el día de hoy en La Habana, Cuba, el Acuerdo
de Paz más anhelado de Colombia. Tierra, democracia, víctimas, política
sin armas, implementación de acuerdos con veeduría internacional, son,
entre otros, los elementos de un acuerdo que tendrá que ser convertido,
más temprano que tarde por el constituyente primario, en norma pétrea
que garantice el futuro de dignidad para todos y todas.
Podemos proclamar que termina la guerra con las armas y
comienza el debate de las ideas. Hemos concluido la más hermosa de todas
las batallas: la de sentar las bases para la paz y la convivencia.
El acuerdo de paz no es un punto de llegada, sino el punto de partida
para que un pueblo multiétnico y multicultural, unido bajo la bandera
de la inclusión, sea orfebre y escultor del cambio y la trasformación
social que claman las mayorías.
Hoy estamos entregando al pueblo colombiano la potencia
transformadora, que hemos construido durante más de medio siglo de
rebeldía, para que, con ella, y la fuerza de la unión, empiece a
edificar la sociedad del futuro, la de nuestro sueño colectivo, con un
santuario consagrado a la democracia, a la justicia social, a la
soberanía y a las relaciones de hermandad y de respeto con todo el
mundo.
Hemos suscrito compromisos sobre los seis puntos que integran la Agenda del Acuerdo General:
Acuerdo “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”,
que busca la transformación de las condiciones de miseria y desigualdad
que imperan en las zonas agrarias de nuestro país, llevando los planes y
programas para el buen vivir y el desarrollo a partir de la titulación
de las tierras en poder de las comunidades rurales.
Acuerdo “Participación política: apertura democrática para alcanzar
la paz”, en el que el énfasis está en la eliminación de la exclusión a
partir de la expansión de la democracia que permita la amplia
participación ciudadana en la definición de los destinos del país.
Acuerdo “Solución al problema de las drogas ilícitas”, que diseña una
nueva política de lucha contra las drogas de uso ilícito, mirando sus
connotaciones sociales y brindando un enfoque con énfasis en los
derechos humanos que supere las falencias de la fracasada “guerra contra
las drogas”.
Acuerdo sobre Víctimas, consistente en un “Sistema Integral de
Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”, una “Jurisdicción
Especial para la Paz”, una Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por
Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto, planes de
reparación integral, medidas de restitución de tierras y garantías de no
repetición, entre otras.
Acuerdos sobre el punto Fin del Conflicto: “1. El Cese al Fuego y de
Hostilidades Bilateral y Definitivo; 2. La Dejación de las Armas; 3. El
Mecanismo de Monitoreo y Verificación que Naciones Unidas puso en marcha
mediante el despliegue de observadores de países de la CELAC; 4. Se
definieron acuerdos sobre garantías de seguridad y desmonte del fenómeno
del paramilitarismo creando una Unidad de investigación y
desmantelamiento de las organizaciones criminales, incluyendo las que
hayan sido consideradas como sucesoras del paramilitarismo, y sus redes
de apoyo…, pero con una visión no militarista sino de búsqueda de
soluciones que eviten más derramamientos de sangre y dolor, y como
aspecto quinto, lo más reciente consensuado fueron los acuerdos sobre
Reincorporación de las FARC-EP a la vida civil, en lo económico, lo
social y lo político, lo cual a partir del indulto y la más amplia
amnistía política, abre el camino para nuestra conversión en partido o
movimiento político legal en el nuevo escenario social que surge del
conjunto de los Acuerdos de paz.
Finalmente, tenemos también un Acuerdo sobre Implementación,
Refrendación y Verificación, que dá las garantías para la planeación,
financiación y presupuesto, como para la realización de los cambios
normativos que permitan la materialización de los compromisos.
Durante el tratamiento de cada punto, en paralelo, trabajó la Sub
Comisión de Género sobre el análisis del conjunto de los textos
consensuados y los temas en debate, proveyendo insumos que abren paso a
la plena reivindicación del ser humano.
Hemos cumplido la tarea. En los próximos días estaremos en Colombia
realizando la Conferencia Nacional Guerrillera. Esa es nuestra máxima
instancia de autoridad, a la que debemos subordinación, para someter a
su veredicto la obra política que representa el Acuerdo Especial de Paz
de La Habana. Confesamos que ha sido una construcción dura y llena de
dificultades, con luces y tal vez con sombras, pero trabajada con el
corazón lleno de amor por la patria y los pobres de Colombia. Nos asiste
la convicción de que hemos interpretado fielmente el sentimiento de
nuestros compañeros y compañeras de armas y de ideas, que siempre
combatieron pensando en la solución política del conflicto, y, sobre
todo, en la posibilidad de una patria justa; sin esos abismos horrorosos
que hoy se interponen entre el desarrollo y la pobreza.
A los compañeros y compañeras recluidos en prisiones y calabozos del
país y fuera de las fronteras, va nuestro mensaje de amor con la
esperanza de tenerlos muy pronto construyendo en libertad la Nueva
Colombia soñada por nuestros padres fundadores.
Al pueblo de Colombia lo abrazamos con toda la fuerza de nuestro
corazón, para reafirmarle que la lucha guerrillera que se escenificó en
todos los puntos de la geografía nacional no tuvo razón distinta a la
dignificación de la vida humana, en el marco del derecho universal que
asiste a todos los pueblos del mundo a alzarse en armas contra la
injusticia y la opresión. Lamentablemente, en toda guerra, pero
especialmente en las de larga duración, se cometen errores y se afecta
involuntariamente a la población. Con la firma del acuerdo de paz, que
lleva implícito el compromiso de No Repetición, esperamos alejar
definitivamente el riesgo de que las armas se vuelvan contra los
ciudadanos.
La paz es para todos y abraza todos los estratos de nuestra sociedad
llamándolos a la reflexión, a la solidaridad, y nos dice que es posible
sacar el país adelante. A los estratos que sobreviven en las catacumbas
de la desesperanza, el olvido y el abandono oficial, les decimos que es
posible, confiando en la fuerza interior y decisión que todos llevamos
por dentro, levantarnos de la miseria y de la pobreza.
Mientras tengamos vida, todo es posible, y mucho mejor si lo hacemos
organizadamente. Ahí están los jóvenes de Colombia, siempre generosos,
desde claustros y universidades, dispuestos a ayudar en la búsqueda
colectiva de soluciones a la problemática social.
A los campesinos, hombres y mujeres llenos de humildad y de pureza,
que buscan en el surco a través de su trabajo y sudor la soberanía
alimentaria de Colombia, les ofrecemos un puesto de lucha en la Reforma
Rural Integral acordada. A las comunidades afro de Colombia, a los
pueblos indígenas, los invitamos a mirar en la geografía de todo lo
acordado el enfoque étnico diferencial, ganado con su propia lucha. A
las mujeres, les decimos, que haremos valer el enfoque de género que
respira el Acuerdo Especial de Paz.
No será posible detener la poderosa fuerza del cambio originada en
los sueños y esperanzas de un pueblo que reclama sus derechos. Nada
podrá desviarnos del camino. El pueblo de Colombia exige respuestas a
sus inquietudes y el gobierno debe darlas con acciones tangibles.
Habrá veeduría internacional para los compromisos de las dos partes,
no sólo para la guerrilla como quisieran algunos, sino también para los
compromisos del Gobierno en temas fundamentales del fin del conflicto,
como la reincorporación en lo político, económico y social, en las
garantías de seguridad, y en el tránsito de la guerrilla a movimiento
político legal.
Nos suscita gran expectación el desarrollo del compromiso de las
reformas y ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los
retos de la construcción de la paz. Para ello, consideramos, debe
abrirse campo el GRAN ACUERDO POLÍTICO NACIONAL post plebiscito
propuesto por las partes, al que invitamos a las fuerzas vivas de la
nación para que en ese espacio pensemos en un nuevo marco de convivencia
político y social que garantice tranquilidad a las generaciones
venideras.
Tendremos paz si se respetan los acuerdos. El pueblo debe
constituirse en garante principal de su cumplimiento. Acuerdo Especial
de Paz y pueblo deben ser uno solo como mar y ola, donde los acuerdos
son el mar y el pueblo la ola persistente exigiendo cumplimiento.
En nombre de las FARC-EP me dirijo a las naciones del mundo
pidiéndole a los pueblos y a los gobiernos su solidaridad, su respaldo
en todo sentido para que el más dilatado conflicto del continente se
convierta en un referente y asunto del pasado que no debe repetir un
pueblo.
Al Gobierno de los Estados Unidos que durante tanto tiempo apoyó la
guerra del Estado contra la guerrilla y contra la inconformidad social,
le pedimos siga respaldando de manera diáfana los esfuerzos colombianos
por restablecer la paz, siempre esperando de Washington gestos
humanitarios que concuerden con la bondad que caracteriza a la mayoría
del pueblo norteamericano, amigo de la concordia y la solidaridad.
Quedamos a la espera de Simón Trinidad.
Esperamos que el ELN pueda encontrar un camino de aproximación para
que la paz que anhelamos sea completada con creces involucrando así a
todos los colombianos. Finamente las FARC-EP expresan su más profundo
agradecimiento al gobierno liderado por el General de Ejército Raúl
Castro Ruz y al pueblo de Cuba, todo lo que ha hecho por la paz de
Colombia, gratitud eterna a la patria de Martí. Gracias también al Reino
y al pueblo de Noruega por su contribución generosa y por su
acompañamiento como garante a los esfuerzos de la reconciliación del
país.
Nuestro reconocimiento y afecto a la República Bolivariana de
Venezuela, por su aliento permanente a su hermana Colombia en la
concreción del acuerdo de paz. Gracias Nicolás Maduro por continuar la
obra que le encomendara el Presidente Chávez. Un agradecimiento a la
Presidenta Michelle Bachelet y al pueblo de Chile por su acompañamiento
extraordinario a una paz que saben muy bien, es esencial para consolidar
la paz del continente.
Permítannos rendir el más sentido homenaje a los caídos en esta larga
confrontación fratricida. A las familias, madres, viudas, hermanos,
hijos y amigos nuestras condolencias por el luto y la tristeza de la
guerra. Unamos nuestras manos y nuestras voces para gritar NUNCA MÁS,
NUNCA MÁS.
Iván Márquez
Jefe de la Delegación de Paz de las FARC-EP
Fuente: Resumen Latinoamericano
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