domingo, 31 de julio de 2016

El archivo del diario Crónica en peligro

EN PELIGRO está el archivo del diario “Crónica” alojado en la Biblioteca Nacional



Despedida de Horacio González de la Biblioteca Nacional

Muchas veces entre sueños pensé que al morir mereceré si no el cielo al menos si una cucarda por una de las obras más desconocidas que hice en esta tierra: haber dado la puntada inicial (y algunas otras después) para que el archivo del diario Crónica, ese aberbo insustituible de la historia de las pasadas décadas de los ’60, ’70, ’80 y ’90 del siglo pasado no fuera saqueado y/o comprado por monedas por algún fondo documental extranjero y por el contraio permaneciera en el país y en nuestra querida ciudad, abierto al público.Fue gracias a la intermediación Francisco “El Barba” Gutiérrez, un compañero que fue intendente de la Quilmes y es miembro del consejo directivo de la UOM. Primero intententamos con Carlos Lafforge, director ejecutivo del Archivo Nacional de la Memoria, que fuera recvibido por esta institución, pero el entonces secretario de de Derechos Humanos del que aquel depende, no estuvo a la altura de las circunstancias (ya saben, la “Operación Hijitus” fracasó… rotundamente), pero luego, por suerte y gracias al entonces director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, nuestro Malraux, conseguimos que fuera la Biblioteca la que alojara el archivo, y que el ANM se asociara en su digitalización.
Ojo. no se trata sólo del archivo de Crónica. Es también el de otras publicaciones de la Editorial Sarmiento, por ejemplo los de la revistas Así, Ocurrió y Esto! . Y otras.
Leo en Página/12 a Horacio, quien nos informa que semejante conquista está en peligro. Responsabiliza al actual director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, de impulsar la publicación de una tan caústica como estólida y malintencionada nota del diario electrónico parisino (diz que progre) Mediapart  en la que se critica precisamente “la incorporación del archivo de Crónica a la Biblioteca Nacional, con millones de fotografías desconocidas o inéditas de lo que se llamaron ‘hechos varios’ (la vasta flora y fauna del acontecer de en torno a las sensaciones, sean del horror, sean del goce). Lo cierto es que Alberto Manguel sabe que ese archivo tiene una importancia fundamental para documentar los hechos más graves de la historia argentina reciente. Como Borges, que escribió sus historias de la infamia en Crítica, en la década del 30, a su manera un antecedente más complejo de Crónica, las fotos del archivo de este diario permiten reconstruir una parte de las tragedias argentinas, las que se nutren de la infamia de la sangre. Deben saber los señores de Mediapart que se han modestamente conjurado para realizar ese contraste, que se hallan en una lamentable situación. Desdeñan el valor que en su momento los organismos de derechos humanos le dieron a ese archivo, por lo que deben ser respetados los términos del convenio que se ha firmado”.
Busco entonces en la red y encuentro en Mediapart, esto:

Manguel y Mediapart: la respuesta de Horacio González

índice
Héctor Ricardo García (de oficio, reportero gráfico) y la maqueta del edificio de su nuevo diario, fundado en 1962 y hoy alquilado a la administración de aeronavegación civil.
POR  CARLOS SCHMERKIN ( Le blog de Carlos Schmerkin)
El ex director de la Biblioteca Nacional de Argentina responde al artículo de Mediapart firmado por el periodista Philippe Riès en defensa de Alberto Manguel. Para demostrar que se trata de un verdadero « Teatro de operaciones de la impostura », Horacio González adjunta en su texto su intercambio de emails con Philippe Riès.

Teatro de Operaciones

POR HORACIO GONZÁLEZ
“Son falsos uno o dos nombres propios”
Borges, Emma Zunz
Un extraño artículo que desmerece a la Biblioteca Nacional, a su personal y paradójicamente, al propio director Alberto Manguel, ha sido publicado por la revista digital francesa Mediápart, escrito por el periodista Pilliphe Ries. Todo este escrito es un verdadero teatro de operaciones de la impostura. Con el señor Ries tuve un intercambio que adjunto por vía separada, por considerar  que ilustra bastante bien este debate.  Publicado su artículo, el asombro que me provoca creo que exige unas líneas adicionales, sine ira et studio. Ciertamente, no es un artículo sobre Manguel pues aparenta embanderarse en su defensa, pero en el opaco trasfondo de sus afirmaciones, sin querer es a Manguel a quien indirectamente infama, con inveraces elucubraciones y más indirectamente aun, arrojando un irresponsable desprecio sobre los trabajadores culturales argentinos. Desde luego, debemos aclarar que el ataque que comentamos no se realiza literalmente en contra de Manguel, sino contra el Director anterior (responsable de estas líneas), pero con tal bajeza y espíritu de grosería, que termina afectando a innumerables personas incluyendo a las que quiere proteger. Ries escribió lo que le fue encomendado que escriba, como lo demuestran los correos electrónicos que intercambiamos, y que pido que se lean atentamente como prueba de una grave defección periodística, nada desacostumbrada en el estado actual de los estilos comunicacionales mundiales. Lo inadmisible de este tipo de artículo, es que utiliza los peores recursos del periodismo de difamación, lo que no solo hace indigno al que lo escribió, sino que resulta chocante para sus lectores. En primer lugar, las imágenes que se presentan, aluden a un contraste entre el “mundo de la ilustración” (fotos de las carátulas de un libro de Manguel)  y “un mundo procaz”, representado por una muchacha “ligera de ropas” (que como diría Borges, nos “despacha con cómoda indignidad hacia ese módica delicia del pornógrafo”).
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Es la foto de un “desnudo popular” que fue catárticamente extraída de una de las tantas tapas de ese carácter del diario Crónica. Este es un diario “sensacionalista”, de estilo “amarillista”, de los muchos que existen en el mundo, pero en este caso, su archivo que contiene millones de fotografías referidas a la historia contemporánea argentina,  que se está digitalizando en la BN como fruto de un convenio con dicho diario. El convenio para realizar esa digitalización, cuestionado, al parecer, por Manguel, (si es que es así) sería un grosero error. Las fotografías de Crónica, precisamente por  ser un diario que ejercía su labor bajo el signo de “la vida desnuda” (Agamben, permítasenos irónicamente la cita) documentó como ninguno los años del terror militar, pues lo hacía con “indiferencia biopolítica”, por lo que el reservorio de imágenes de  su archivo es un auxiliar irremplazable para los investigadores de la dictadura militar de los años 70.
Quizás, sabiendo que los organismos de derechos humanos ya estaban trabajando sobre esas imágenes, en la indescifrable marcha que turbiamente sigue el artículo publicado en Mediapart, ¿se podría presuponer que se quiera coincidir con el gobierno que ha designado a Manguel Director de la BN? Este gobierno está realizando un gran borramiento histórico, una anulación historiográfica, un blanqueo de los pliegues contradictorios de la historia argentina, una tachadura de la memoria en tanto acontecimiento. El señor Manguel actúa de un modo curioso: compartimos con él sus preocupaciones sobre la cultura consumista (el “consumo cultural” que substituye la pregunta genuina sobre la sorpresa originaria que provoca la existencia, aunque él lo dice de otra forma), pero cuando tiene que definir una Biblioteca apela a los criterios más solemnes y superficiales, combatiendo imaginariamente a un enemigo inventado, que proviene de su falta de convivencia e incluso de su desconocimiento de la cultura argentina contemporánea y sus complejidades. Así, acepta que la militante propaganda oficial que se ha organizado a su alrededor y el esfuerzo para configurarle sus propios cuadros intelectuales, moldee artículos como el que se publicado en Francia, donde nos acusa de haber rechazado el software Aleph, cuyo nombre evoca a Borges, lo que hace que el articulista se sienta llamado a recordar que es el nombre  de la empresa israelí que lo fabrica.
¡Pues está muy mal informado, y recurre a innobles recursos que ni siquiera se admitirían en el estridente diario Crónica que tanto le disgusta! Quiere de este modo, que no osaríamos calificar con adjetivos que oscurezcan este escrito, sugerir un sesgo de antisemitismo en nuestras decisiones. Manguel y sus nuevos adjuntos culturales saben bien de qué se trata. Escritos de esta índole no lo favorecen a él ni a sus nuevos comensales e informantes. Ese software está implantado en la Biblioteca luego de un inventario, que con otro sistema informático, ha registrado todo su acervo (no cabe entonces la observación alarmista de que no hay catalogación completa, aunque no  tenga el mismo rigor catalográfico de la BNfr, que sin duda envidiamos) pero para nosotros tiene el inconveniente futuro de que es un software “propietario”, opción que aceptamos solo por no estar suficientemente desarrollados en el país los softwares libres, que hubiéramos preferido y a los que tarde o temprano la Biblioteca deberá aceptar. Pero importa menos esta cuestión técnica que el barbarismo periodístico que se ha cometido por parte del señor Ries.
Barbarismo es dejar flotando en el aire acusaciones que sabe falsas y que insinúa lanzando sospechas turbias, de un modo no menos turbio, propio de los “servicios de informaciones” que proliferan en todo el mundo. Solo queremos agregar que fuimos nosotros los que pusimos en la Biblioteca el monumento del célebre autor del Aleph (celebración inspirada en la complejidad de su obra, que posee tanto una metafísica como una anti-metafísica, y eso la hace fundamental, y no en el devocionismo pseudo intimista de Manguel y sus nuevos cuadros intelectuales). Y fuimos nosotros los que, no sin graves oposiciones de las derechas aúlicas argentinas, (el señor Ries probablemente no se considere bajo ese rubro, pero muy bien ha contribuido a engrosarlo) los que retiramos de una de las salas de lectura el nombre de uno de los antiguos directores antisemitas de la Biblioteca, que la dirigió durante casi dos décadas entre los años 40 y 50 del siglo anterior. Lo hicimos sin jactancia, sin bullicio y con la profunda convicción de encaminar  la Biblioteca hacia su destino cultural más abierto, que no excluía en ella la presencia de todas las manifestaciones culturales y políticas del país.
Nos avergüenza tener que redundar en estas aclaraciones pues no hay nadie que no conozca en el país los hechos a los que nos referimos, menos el apologista de Manguel, tan pobremente informado cono hinchado de prejuicios torpes, que como dijimos, en primer lugar desfavorecen al propio Manguel, al que seguramente no le han informado muy bien de estas cuestiones, y suelta opiniones rimbombantes sobre las bibliotecas (“no son canchas de fútbol”) que no se sabe a quienes la dirige. Deberían explicarle mejor cuál fue nuestra tarea en la recreación de la relación de la Biblioteca con una sociedad compleja, con exigencias críticas e intelectuales inéditas, que él prefirió reemplazar por pequeñas astucias de preservación de huecas reputaciones. Solo que mientras hubo numerosos despidos de empleados, esperó pacientemente varios meses para asumir la Dirección de la Biblioteca, como un tímido condottieri que aguarda en su cartuja que se despeje el campo de batalla mientras se entretiene hojeando distraídamente la Divina Comedia. Ciertamente, de los tantos despidos, hubo muchas reincorporaciones (luego del Inferno puede venir el Paradiso) lo que demuestra que no había excesos de personal, como sin mayor precaución, opina una dulce dama colombiana, pero ahora la figura del “reincorporado” surge como resultado de un acto vejatorio, vuelve vulnerada y temerosa a su puesto, ha sido atravesada por el abismo y perdonada por los grandes señores de la administración general de la supervivencia. Se llaman “Ceo’s”. Gobiernan con altos salarios la Biblioteca, entre el miedo y la botarate abjuración del pasado inmediato
Todo lo han tratado así, con tácticas negacionistas acompañadas por el pobre consuelo que les proporcionan sus informantes sobre lo que en nosotros era una política cultural explícita y de resonancias plurales bien declaradas y establecidas. Avasallando, deshonrando y lanzado injurias fáciles, que solo desmentimos ahora en homenaje a las tantas personas de  real autoridad intelectual que en todo el mundo (intelectuales europeos, argentinos y latinoamericanos) han creído en nosotros, y reflexionan sin redundancia sobre las bibliotecas. Nuestros amigos de todo el mundo son los que piensan que una Biblioteca nunca es igual a sí misma y siempre supera su magra identidad parmenídica. Sobre todo en Francia, donde nombres de relevancia, que son los de nuestros compañeros e inspirados filósofos, nos asistieron con sus preocupaciones (que sin duda son una pequeña parte en relación a las que hoy afligen al mundo) pero a los que les debemos estos rápidos esclarecimientos, pues es de un sector de la prensa digital francesa (y por un lamentable equívoco, de una publicación definida, al parecer, por los mismos sesgos progresistas que nosotros también predicamos) de dónde sale este panfleto que muestra como mínimo la grave irresponsabilidad de un periodista.
El daño que hace no es reparable, porque  quizás ningún daño lo sea, pero estas páginas que ahora escribimos quedan como testimonio para los resistentes de todo el mundo; esos que resisten a la calumnia y también a las necedades en un mundo cultural donde aún en las profesiones culturales más destacadas no se ausentan del todo las nuevas máscaras del fetichismo de la mercancía. Son tan gratuitas como peligrosas para el aire sutil de las democracias, que se resienten con los oscuros artilugios de la siembra sistemática de sospechas. Una democracia nunca es tautológica. Es siempre más que ella misma, pero en ésa sobre-extensión de sí, “no sabe lo que puede su cuerpo”. Por eso debe ser siempre una línea tendida hacia un futuro utópico más deseable que este agrio presente. Manguel, con toda su erudición (toda erudición siempre es acumulativa) decide por las tautologías cuando dice que “una biblioteca es una biblioteca”. ¿A = A? No, es claro que nada se origina y vive tan solo de su réplica mimética. Una Biblioteca, tal como el verdadero Borges lo vislumbró, es A= el infinito. No es este el Borges de Manguel, al que evoca en tanto conocimiento superficialmente idólatra. El idólatra cree que alguna cosa es siempre  ella misma, antes que ella misma más su doble, llena de noches y enigmas. Eso le falta a Manguel, pero pensamos que nada de eso le impide dirigir una Biblioteca. Lo que realmente debe preocuparlo son las penumbras embusteras que introduce en su nombre un periodista menguado y escaso. Y aunque quizás parezca que esto que decimos se encamina a cuidar nuestro propio nombre, en verdad es sobre el nombre de Manguel que nos sentimos ahora preocupados.
Intercambio de emails, ordenados cronológicamente, entre Philippe Riès y Horacio González (a los que adjuntamos, debajo de los de Riès, una traducción mecánica. N. del E. del PR)
El 07/06/2016 a las 11:57 a.m., Philippe Ries escribió:
Cher Monsieur Gonzalez,
Journaliste au journal en ligne français Médiapart (https://www.mediapart.fr/), je conduis actuellement une enquête sur l’affaire de la Bibliothèque Nationale Argentine, qui a pris une dimension internationale avec la pétition signée par plusieurs centaines de personnalités du monde de la culture dénonçant une menace de “démantèlement”, publiée dans sa version française par le quotidien Le Monde.
Les données, documents et témoignages dont je dispose posent, au contraire de ce texte, de sérieuses questions sur la gestion de cette grande institution pendant les dix années de votre mandat.
Comme il est de règle, je souhaiterais vous interroger avant de publier cette enquête.
Je lis et comprend le castillan mais ne le parle pas, malheureusement. Français ou anglais, je vous laisse le choix de la langue. Je peux soit vous appeler, au numéro de téléphone que vous voudrez bien me communiquer. Ou encore vous envoyer les questions par écrit.
Avec l’expression de ma considération distinguée
Philippe Riès

Estimado Sr. González,
Periodista francés del diario en línea Mediapart (https://www.mediapart.fr/), actualmente conduzco una investigación sobre el caso de la Biblioteca Nacional de Argentina, que tomó una dimensión internacional con la petición firmada por cientos de personalidades la cultura del mundo denunciando la amenaza de “desmantelamiento”, publicado en su versión francesa por el diario Le Monde.
Los datos, documentos y testimonios que he planteado, en contra del texto, hacen preguntas serias acerca de la gestión de esta gran institución durante los diez años de su gestión.
Como regla general, le pediría que antes de la publicación de esta entrevista (le enviaré una copia)
He leído y entiendo español, pero por desgracia no lo hablo. Francés o inglés, les dejo la elección de la lengua. Puedo responderle a cualquiera que llame por teléfono y se ponga en contacto conmigo. O envien sus respuestas por escrito.
Con la expresión de mi mayor consideración
Philippe Ries
Le 7 juin 2016 à 18:27, Horacio González <horagonzalez@ciudad.com.ar> escribió:
Estimado Philippe
Es lógico que tenga versiones contrapuestas, pues la cuestión de la Biblioteca Nacional es compleja, y hay tantas versiones y pruebas en juego, pues responden al gran debate por el que atraviesa el país. Con todo, la cuestión de la BN tiene una especificidad que origina una cuestión que merece un tratamiento especial. No tengo inconveniente en responder a sus preguntas. Mi teléfono celular es 154………, puede llamarme preferentemente de mañana, aunque si tiene cuestiones que me envíe por escrito, me parecería mejor. Afectuosamente. Horacio González
El 08/06/2016 a las 12:00 p.m., Philippe Ries escribió:
Cher Monsieur Gonzalez,
Voici les points sur lesquels je souhaite des éclaircissements.
  • les personnes qui critiquent votre action à la tête de la BN estiment que les 270 licenciements récents (dont la moitié annulés ensuite) sont en fait le résultat de la politique de gonflement des effectifs que vous avez conduite depuis 2005: de 300 personnes à votre arrivée à 1048 à votre départ.
  • ils dénoncent non seulement la quantité des recrutements mais leur qualité: embauches “politiques”, “syndicales” et même “familiales” (népotisme) et recrutement de personnes qui n’ont jamais effectué de travail effectif, ni même de présence au travail
  • ils affirment qu’une grande partie de ces recrutements s’est faite avec votre seule signature, sans respect pour les procédures en vigueur en Argentine pour pourvoir aux emplois publics
  • ils estiment que les dernières embauches de votre mandat (142 personnes) reproduisaient ce qui s’est passé, sur injonction de l’ancienne présidente de la République, dans d’autres entités publiques (institutions d’Etat et entreprises publiques), pour y placer des gens de confiance ou plus simplement de rendre plus difficile l’action du nouveau pouvoir démocratiquement élu.
  • ils comparent les effectifs de la BN à la fin de votre mandat avec ceux d’institutions comparables dans le monde : le double en moyenne
  • ils affirment que votre gestion a sacrifié la vocation première de la BN (un instrument de conservation du patrimoine écrit du pays et de travail pour les chercheurs et les étudiants) en une sorte de “maison de la culture”, avec des activités tout à fait respectables en elles-mêmes mais qui n’ont pas leur place dans une telle institution
  • ils accusent votre gestion de graves manquements aussi bien financiers que technologiques: depuis le paiement des travaux du Musée du Livre avant même la réception légale des installations jusqu’au refus d’installer un logiciel de catalogage réputé le meilleur au monde (et au demeurant baptisé Aleph en hommage à Borges) en raison de son origine (une entreprise privée israélienne).
A ces questions qui portent sur votre gestion, j’ajouterais personnellement les questions suivantes:
– la défense légitime de votre action justifiait-elle de mettre en cause, publiquement et internationalement (votre lettre au comité de l’Abinia)  la personnalité du successeur désigné par le nouveau gouvernement  ?

  • même en faisant abstraction de la tradition de “spoil system” pratiqué en Argentine, à tort ou à raison, trouvez-vous illégitime votre remplacement à la tête de la BN après plus de dix années de pouvoir ?
  • aviez-vous un ou une candidate à qui vous auriez souhaité transmettre cette responsabilité ?
  • dans votre allocution de départ devant une partie du personnel de la BN, vous affirmez avoir été souvent critique de certaines actions du gouvernement de Christina Kirchner. Que pensez-vous personnellement de son attitude au moment de la passation de pouvoir à son successeur démocratiquement élu ?
  • Enfin et d’une manière plus générale ne pensez-vous pas que des institutions nationales comme la BN (mais aussi la Banque centrale ou l’Institut national de la statistique) devraient échapper aux rivalités et instrumentations politiques (même dans un pays aussi polarisé que l’Argentine), au nom de l’intérêt général du pays et de ces institutions elles-mêmes ? Dans l’attente de vous lire et avec mes remerciements
    Philippe Riès

    Estimado Sr. González,
    Estos son los puntos que me gustaría aclarar.
    • Las personas que critican su labor al frente de la BN estiman que 270 despidos recientes (la mitad luego canceladas) son en realidad el resultado de la política de la inflación de la fuerza de trabajo que ha llevado a cabo desde el año 2005: 300 personas a su llegada y 1048 a su salida.

  • Denuncian no sólo la cantidad sino la calidad de la contratación: contratación de “política”, “unión” e incluso “familia” (nepotismo) y el reclutamiento de personas que nunca han hecho un trabajo real o incluso el trabajo de asistencia.- Ellos argumentan que gran parte de esta contratación se hizo con su sola firma, sin el respeto de los procedimientos vigentes en Argentina para proveer a un cargo público.
  • Ellos creen que los recientes contrataciones de su término (142 personas) reproducen lo que sucedió, a instancias de la ex Presidente de la República, en otras entidades públicas (estatales y empresas públicas) a la colocación de la gente de confianza o simplemente hacen que sea más difícil para el nuevo gobierno elegido democráticamente.
  • Comparan la nómina de la BN al final de su mandato con los de instituciones comparables en el mundo: el promedio es el doble para la BN.
  • Afirman que su gestión ha sacrificado la primera vocación de la BN (una herramienta para la conservación del patrimonio escrito del país y el trabajo de los investigadores y estudiantes) en una especie de “casa de la cultura”, con actividades respetables en sí mismas, pero que no tienen que nada que ver con una biblioteca pública.
  • Acusan a su gestión de violaciones graves tanto en aspectos financieros como tecnologicos: desde el pago de la obra del Museo del libro antes de la aceptación legal de las instalaciones, de rechazo a la instalación de un software de catalogación de buena reputación de los mejores del mundo (y, además, bautizado aleph en homenaje a Borges), debido a su origen (una compañía privada israelí).
  • Personalmente me gustaría añadir lo siguiente:
    • ¿La legítima defensa de su acción se limita a cuestionar pública e internacionalmente (su carta al comité de ABINIA) la personalidad del sucesor designado por el nuevo gobierno?

  • Incluso aparte de la tradición del “tráfico de influencias” que se practica en Argentina, con razón o sin ella, vuelve ilegítimo su reemplazo a la cabeza de la BN después de diez años de dirigirla?- ¿Ha tenido algún candidato al que le hubiera gustado transmitir esta responsabilidad?-
  • En su dirección inicial a una parte del personal de NL (sic), usted afirma que han sido a menudo crítico de ciertas acciones del gobierno de Cristina Kirchner. ¿Qué piensa personalmente de su actitud en el momento de la entrega del poder a su sucesor elegido democráticamente? Por último, y de manera más general ¿no cree que las instituciones nacionales como el BN (pero también el Banco Central o el Instituto Nacional de Estadísticas) deben evitar las rivalidades e instrumentaciones políticas (incluso en un país tan polarizado como Argentina), en nombre de los intereses del país y de las propias instituciones?
    A la espera de leer, gracias
    Philippe Ries
    El 08/06/2016 a las 07:39 p.m., Horacio González escribió:
    Estimado Monsieur Philippe, he leído su cuestionario y tendré el placer de responderlo mañana o pasado mañana, de modo que el fin de semana esté en sus manos. Desde ya le anticipo que las preguntas que usted formula son el más exquisito resumen de las posiciones oficiales del actual gobierno argentino, pero veo que también de otras instancias oscuras cuyo origen ignoro y lamento escuchar, ahora por primera vez, de un periodista de Francia. Trataré de responderle de la mejor manera posible, incluso ante afirmaciones tan rudimentarias y absurdas en torno a la existencia de un “spoil system” o directamente ofensivas como la supuesta razón del rechazo al sistema Aleph, que a pesar de ser un “software propietario” nunca fue rechazado, antes bien, fue acogido con satisfacción, a pesar de la discusión en curso en el país sobre la necesidad de diseminar el “software libre”. La otra cuestión que insinúa en la pregunta sobre el origen del software es directamente una infamia que descalifica a su fuente, que ignora a este respecto cuales son mis opiniones sobre ese y otros temas. Espero que usted no quede preso de esa misma y (para mí) sorprendente ignorancia. Igualmente considero legítimo preguntarme, dada la gran cantidad de información pública existente sobre este tema (emanada del gobierno actual como de numerosas personas partícipes de este debate) si un periodista, residente o no en este país, debe hacerse eco tan agresivamente de ellas, haciéndose cargo de transmitirlas sin las mínimas prevenciones sobre su inverosimilitud.  En poco días, pues, recibirá mis respuestas a este cuestionario que, sinceramente,  me asombra por la gran cantidad de prejuicios que supone. Afectuosamente, hg
    Fecha: Sun, 12 Jun 2016 17:14:03 -0300
    De: Horacio González <horagonzalez@ciudad.com.ar>
    Para: Philippe Ries <philippe.ries@gmail.com>
    Philippe, le envío las respuestas:
    La cantidad de trabajadores de un Biblioteca Nacional no se pude regir por una estadística internacional. En nuestro caso, la ampliación vertiginosa de nuevas funciones, la adquisición de tecnologías, archivos y construcción de nuevos edificios, tanto como la creación de secciones que editaban libros de decisiva importancia para los lectores, hizo necesario el aumento del personal. Sería ingenuo pretender que allí no influyan los gremios, y que el Estado no actúe como empleador social de primera instancia, en vez de poner requisitos de acceso al trabajo a través de protocolos meritocráticos. El verdadero mérito lo construye cada institución en la práctica diaria del compromiso laboral, dónde se hallan los más sensibles aprendizajes y crecimientos de la conciencia laboral. Por otra parte, funciones esenciales a las tecnologías bilbiotecarias que otras bibliotecas tercerizan, nosotros la manteníamos dentro de la planta. Es cierto que desde el gobierno no se actuó rápidamente para regularizar toda su planta, pero eso no puede ser luego un pretexto para despedir a trabajadores comprometidos con su trabajo, que en el último tiempo han recibido injustificables humillaciones sobre su condición laboral. Las formas de ingreso al Estado son muy variadas, y las practicamos todas, pues se establecen según el tipo de responsabilidad: para altas responsabilidades hicimos concursos y los contratos transitorios no precisan más que la firma del director de la institución, siempre que se justifica la tarea que se va a cumplir. Nunca nombré a personas “de mi confianza”. No tengo ese concepto de la vida laboral. Creo que la confianza se crea en el trato diario, proviene de relaciones mutuas donde se cumplen las expectativas comunes y colectivas. Concebí la Biblioteca como una institución histórico-cultural en condiciones de interrogar y movilizar a la cultura argentina, pasada y contemporánea. Fundamos escuelas internas, editoriales e instancias de discusión sobre la lengua (Mueso de la Lengua). El software es el Aleph y fue contratado luego de un concurso internacional. Pasando por alto su absurda inferencia periodística, y pasado prudentemente por algo la indignación que genera, no le voy a decir nada más que lo referido en mi correo anterior. Usted no desconocerá los debates mundiales en este delicado tema. Estuve satisfecho con el software “enlatado”, pero con el tiempo, deberán perfeccionarse los softwares libres sobre los que en este momento trabajan las universidades del país, para que sean adoptados por las Bibliotecas nacionales que pretendan cierto autonomismo técnico-cultural en su gestión. La misión de la Bibliotecas Nacionales es preservar y acrecentar el patrimonio cultural bibliohemerográfico del país. No hay ninguna contraposición con las actividades culturales, como usted podrá comprobarlo con una rápida visita a la página web de la BN de Francia. Monsieur, su modo de formular preguntas está condicionado por fuertes prejuicios o bien se deja llevar exclusivamente por la opinión de los nuevos gobernantes, que no se caracterizan por estar bien informados en cuestiones culturales y que asimilan toda gestión a un modelo de procedimiento economicista. Hablan de pluralismo y lanzan acusaciones inverosímiles apenas parece una disidencia creativa. Desafortunadamente, encuentran oídos ligeros que aceptan sin averiguación alguna las torpes acusaciones de populismo o demagogia. Si usted conociera algo sobre mis ideas, no hubiera condescendido a hacerme algunas de sus preguntas, por cierto, bastante desafortunadas. ¿Cómo piensa que no iba a aceptar a mi sucesor? Eso sí: no me pida que coincida con sus ideas, cercanas al autoritarismo del “gran señor”, a pesar de que su obra es portadora de amables curiosidades, ni se asombre por el hecho de que comunique a mis ex colegas de la Bibliotecas Latinoamericanas mis ideas al respecto, que como es evidente, algunos comparten y otros no. Yo no me asombraría tanto por eso, sino por el hecho de que el nuevo director demora 5 ó 6 meses en asumir su cargo, mientras los “racionalizadoras del Estado”, especialistas en limpiezas administrativas y en generar servidumbres vejatorias, se dedican a denigrar a los administradores anteriores, con tal sorprendente habilidad que de tanto en tanto encuentran conciencias  inocentemente receptivas.
     A continuación, la contratapa que escribio Horacio en Página/12:

    https://blogs.mediapart.fr/carlos-schmerkin/blog/250716/manguel-y-mediapart-la-respuesta-de-horacio-gonzalez
    ¿Cuál Borges?
    Por Horacio González *
    “Civilización” y “barbarie”. Manguel, la Babel y el combate a Crónica, un combate para la Biblioteca Nacional.
    Las críticas a la gestión en la Biblioteca Nacional, que hemos hecho junto a tantos compañeros de trabajo, han recrudecido en los últimos tiempos. Pongo como prestigioso pero rudimentario ejemplo, el vocinglero ataque de la revista digital francesa Mediapart, que se ensaña contra nosotros como si un “troll” o un robot informático especializado en iras académicas y denuestos de segunda mano, lanzara acusaciones premoldeadas desde ignotas centrales de informaciones. Se nos contrasta con un hombre que descansa en su confeccionada condición de honorable, autor de una bibliografía erudita e investigador de pulcras ensoñaciones de la cultura universal. Ya diremos quién es. Mediapart es una revista lejana, pero parece haber deducido, con una investigación súbita, que somos agentes del caos y la vulgaridad y que además tengo problemas en el riñón. Como sutilmente se sugiere que hay “barbarie”, comencemos nosotros citando a uno de los maestros en esa materia, Jorge Luis Borges, que al parecer es el numen, junto a Dante, del hombre adornado de tantos refinamientos, del que ya hablaremos.
    ¿Qué significa Borges? En primer lugar, un mito literario, tanto como lo son Osvaldo Lamborghini o Fogwill. Se figuran esos mitos a golpes rituales de lectura, no de puntillosos y garantizados documentos. A los mitos se los lee con sobresalto y perturbación. Borges creó un mundo irónico, para él mismo insoportable, una suerte de absoluto literario, que escindió su figura de acuerdo a su literatura. Primero, en un yo frágil duplicado por otra figura fantasmal que era su reproducción ética imaginaria, que asemejaba la literatura a la sangre. Luego, el manejo de concisas micro células del lenguaje, a veces llamadas hipálages, que usadas de forma constante y sistemática, le daban a su escritura una cualidad aforística, sentenciosa, irreal, tan inestable como semejante a una talla en mármol. Por medio de estos juegos de un irresponsable tímido, según su decir, tanto en la pseudo privacidad que retrató Bioy como en su cuentística y sus poemas, elegía porciones de realidad como un nombre, para convertirlo en un eco, y suministrarle lo que normalmente ellos no tienen: una secuencia arbitraria de apariciones adventicias, tomadas como sugerencias del destino.
    O sea, proporcionarles una historia a los ecos de un nombre. Este artilugio borgeano es una manera de pensar de la que ahora se apoderaron las academias, los autores de best sellers elegantes, muchos curadores de museos, los investigadores que copian sin desánimo alguno la obra de Aby Warburg, y de entre todos ellos, conozco uno del que me gustaría hablar, pues posee una aplicada audacia y consigue presentar algunos libros con el método de la “historia de los ecos de un nombre”, o sea, seguir un rastro parcial fortuito de todas las veces que aparezca en la “historia” una construcción lingüística extrema o “curiosa”. Precisamente la que desearía nombrar lo innombrable. Sutilezas como éstas son un tanto obvias para el conocedor borgeano pero pueden permanecer hoy en cualquier programa de lectura, porque siguen asombrando por su antojo metodológico, su íntima fusión entre técnica y magia, entre procedimiento y mito, entre escritura y sueño. Nunca sabremos si Borges es un naturalista del lenguaje o un rotundo inventor de metáforas. Sus adjetivaciones son precisas una vez leídas (una vez que nos acostumbramos a ellas), y si este no fuera el caso, nos parecerán puñaladas mal asestadas que rompen el corazón de una frase. Ese cubismo involuntario de su escritura no aparece en ninguna de las muestras y exhibiciones que se le dedican, con dosis mayores o menores de idolatría de peritos. Consiguen inventariar un Borges para “Ceo’s”, por más manuscritos que haya, por más compañía de Xul Solar que se le abastezca.
    Fue muy estudiado pero no sería Borges, punto uno, si no diera para más, si no siguiera siendo un infinito de posibilidades no agotadas, y punto dos, si no fuera también lo contrario, una caída en la “industrialización borgeana”, de la que él mismo se burlara, con exposiciones como las que hoy realizan varias instituciones públicas. “Los ecos de un nombre” son abaratados menos por esas exposiciones –siempre en ellas hay algo interesante–, pero mucho más en este momento por personajes como Alberto Manguel –es la letra que me faltaba articular–, que supo convencer (con una provisión de detalles que sabemos bien de donde provienen) a cierto periodista de Mediapart, a algunos ilustres profesores argentinos y a alguna grácil dama bogotana de rostro dulce y dictámenes calumniosos, de que era un maestro de la averiguación lingüística. No lo negamos, lo aminoramos un poco pues además de ésta, practica otras inquisiciones. ¿Queremos con esto denigrar al prudente pero no incauto Monsieur Manguel? No, pero una verdad va emergiendo poco a poco. Primero, la deflagramos los menos creíbles para hacerlo, los que la mencionada revista llama “malos perdedores” (¿pero puede contarse así una historia, como un resultado futbolístico al caer la tarde en un estadio iluminado por la potencia de indiferentes focos?). Poco a poco, otros hombres y mujeres interesados en el asunto irán haciéndose eco de esta verdad sin estadios, multitudes ni luminarias. Pues hay una impostura de por medio cuando “se articula el nombre de Manguel”, y no es precisamente por su erudición, que es agradable; por sus historias minuciosas, que son agradables, por su humanismo profesional asociado a las causas que el buen globalizador de la moral ambiente también dictamina como agradables. De forma correcta, no faltan Mandela ni Primo Levi en sus obras.
    Conclusión: es una obra agradable, vecina al best seller laborioso, escrita sin vértigo pero basada en sus mismas ceremonias de divulgación aunque con disfraz de amenidad distinguida. Mientras repite mañosamente sus pronunciamientos –chanzas de gran señor– nos ataca por medio de articulistas indirectos en París, (¿No tenía Rosas en París a Emile Girardin, encargado de responder con prosas remuneradas los ataques contra su patrocinador, en La Presse?) En Mediapart se propone una diagramación dicotómica de la nota injuriante, con dos fotografías: se contrasta la carátula de un libro muy conocido de Manguel (una historia de la lectura, cuya tapa consiste en una pila de libros que rematan en un piadoso farol virgiliano) y la carátula del Diario Crónica de Buenos Aires con una señorita provocativa, que un suave anacronismo visual contribuye a que, en vez de pornográfica, se la vea como una belleza ya disipada, óptima para que se escriba una historia “de los ecos de una provocación”.
    Se estudiaría allí como era en los años 50 ese rasgo perseverante de ciertos periódicos populares, hoy multiplicados por doquier. Ocurre que lo que se nos critica es la incorporación del archivo de Crónica a la Biblioteca Nacional, con millones de fotografías desconocidas o inéditas de lo que se llamaron “hechos varios” (la vasta flora y fauna del acontecer de en torno a las sensaciones, sean del horror, sean del goce). Lo cierto es que Alberto Manguel sabe que ese archivo tiene una importancia fundamental para documentar los hechos más graves de la historia argentina reciente. Como Borges, que escribió sus historias de la infamia en Crítica, en la década del 30, a su manera un antecedente más complejo de Crónica, las fotos del archivo de este diario permiten reconstruir una parte de las tragedias argentinas, las que se nutren de la infamia de la sangre. Deben saber los señores de Mediapart que se han modestamente conjurado para realizar ese contraste, que se hallan en una lamentable situación. Desdeñan el valor que en su momento los organismos de derechos humanos le dieron a ese archivo, por lo que deben ser respetados los términos del convenio que se ha firmado. Para escribir esta clase de artículos, como lo ha hecho el redactor de Mediapart, se agradecería siempre releer a Bouvard y Pécuchet, ya sea para serenar la malicia o para obtener una guía irónica que le ayude a no redactar tonterías. Hay un Borges de almanaque y un Borges áspero, de crueldad aniñada, investigador irredento de su propia conciencia intrusa. “Le siège est fait” (Borges, en Guayaquil

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