lunes, 24 de abril de 2017

Tristán Bauer: El ataque al Cine Nacional es un ataque a la Cultura Nacional



Por Beatriz Chisleanschi* (Especial para Motor Económico)) Tristán Bauer fue el creador de la señal educativa Canal Encuentro que se caracterizó por su programación didáctica, dinámica y, fundamentalmente educativa. Luego pasó a estar al frente del Sistema Nacional de Medios Públicos el que ejerció durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner y al que renunció apenas llegó al gobierno Mauricio Macri.

Entre otras películas, Bauer dirigió Después de la tormenta (1991), Cortázar (1994), Evita, una tumba sin paz (1997), Iluminados por el fuego (2005) y Che, un hombre nuevo (2009).

Motor Económico lo visitó en su nueva casa, el “Instituto Patria” donde está a cargo del área de Comunicación, entre otras múltiples tareas que allí realiza, para conversar sobre la situación que atraviesa el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) a partir de la destitución de su presidente Alejandro Cacetta y las difamaciones que llevaron a la renuncia del Rector del Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), Pablo Rovito.

“Para mí no es un acontecimiento aislado sino que es un hecho que expresa las políticas que viene desarrollando el gobierno de Macri, sobre todo en las áreas culturales. Éste ataque al cine nacional es un ataque a la cultura nacional. Tanto la destitución del presidente del Instituto como la operación que se hace sobre Pablo Rovito, que termina renunciando a Enerc, manifiestan un nuevo avance del gobierno sobre políticas que se han desarrollado, consolidado y avanzado durante muchísimos años de defensa de la cinematografía nacional a partir de las distintas leyes que logramos sancionar y fuimos defendiendo durante todos estos años.”-reflexiona Bauer acerca de las medidas tomadas en el Incaa por el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto.

¿Quiénes son los grandes beneficiados con este ataque?

Como lo señalé recién, creo que de fondo es un ataque a nuestra cultura, a la producción cultural y cinematográfica, y por consiguiente, a la humanidad toda. Y tiene dos aristas, por un lado el pool que componen los dueños de las salas y que han ejercido una presión permanente, todo este grupo de empresas norteamericanas intenta que ese 10 por ciento que paga el espectador no vaya al Fondo de Fomento , sino que pretenden quedárselo ellos. Y, por otra parte, una presión muy fuerte del grupo Clarín para dejar de pagar el canon del 25 por ciento que abonan todas las radiodifusoras.

Entonces por un lado es un ataque a nuestro modelo cultural, en la idea de formar al pueblo argentino - como decía Julio Cortázar- en robots, en consumidores y por otro lado, aparece nuevamente la codicia de estos grupos que no conformes con todas las prebendas que ya tienen quieren aún más y pretenden eliminar estos dos impuestos.

¿Considera que la movilización de toda la comunidad audiovisual que se produjo, casi como un acto reflejo, puede lograr frenar este avance?

La movilización espontánea, tan fuerte de todo el sector cinematográfico, de artistas, técnicos ha servido para frenar el intento del recorte cinematográfico pero no sirvió para frenar el avance de Clarín sobre el Instituto, ya que el actual gerente, a diferencia del anterior presidente que estaba puesto por consenso y era muy respetado por todos, es un hombre del riñón y de hiper-confianza de Magnetto (Héctor). Este paso, sí, lograron darlo. Particularmente creo que no van a poder avanzar sobre lo otro, por lo que hay que sostener este estado de movilización y participación ya que es la única barrera para impedir estos avances brutales que está haciendo el gobierno de Macri.

¿Encuentra similitudes con las políticas para el sector implementadas en los años ´90?

Mucha similitud. El otro día cuando fui al Instituto me vino a la memoria cuando el gobierno de Carlos Saúl Menem quiso implementar una medida similar y cómo nos movilizamos. Incluso recuerdo una reunión en Jefatura de Gabinete donde nos recibió Bauzá (Eduardo) y que, gracias a la muy importante movilización y participación de artistas se logró frenar esa iniciativa. ¿Qué quiere decir esto? Que esta presión viene de atrás, viene del neoliberalismo de “Carlitos” Saúl Menem. Por supuesto que el gobierno kirchnerista bajo ningún concepto trabajó bajo esas políticas, pero ahora vuelve este gobierno y con él las mismas presiones.

¿Cómo se juega la soberanía cultural con este tipo de medidas?

En el caso concreto del Instituto del Cine se juega muchísimo, porque nosotros sabemos que los países productores audiovisuales, excepto Estados Unidos o la India, son aquellos países en los que el estado participa y apoya financieramente la producción audiovisual y cuando el estado se retira, la producción audiovisual prácticamente desaparece. En América Latina aún tenemos fresca la experiencia de Brasil cuando el ex presidente Fernando Color de Mello liquidó prácticamente todo vestigio de presencia estatal en el campo del fomento a la producción cinematográfica local, lo que coadyuvó en varios años durísimos sin producción. Hoy en el mundo que nos toca vivir en materia de comunicación, con el valor que adquieren la imagen y el relato audiovisual y cómo aparecen ahí nuestros artistas, ideas, sueños, nuestra música, esa expresión tan vasta de la cultura puede llegar a desaparecer si no hay un estado que la proteja. Por tanto sí, se avanza fundamentalmente sobre nuestra soberanía, que es cultural.

Como persona formada en el lenguaje audiovisual ¿cree que con estas medidas también hay una intencionalidad política de apropiación de la imagen, en tanto valor cultural, para formar ideología?

La imagen es un valor cultural fundamental y no solamente el cine sino en todos los campos de la producción audiovisual. Recuerdo cuando nosotros creamos el canal infantil Paka Paka, decíamos cómo puede ser que lleguen siete señales para niños de Estados Unidos, que nuestros niños se estén formando bajo ese modelo cultural y que nosotros no seamos capaces, con la creatividad extraordinaria que tienen nuestros escritores, nuestros dibujantes, nuestros animadores, músicos y artistas, de generar una imagen. Y así nació Paka Paka, creamos una imagen donde no había junto a una serie de productoras muy jóvenes, con una capacidad extraordinaria, con talento (que llegaron a competir a nivel internacional en los mejores festivales) y con toda una producción que caló muy fuerte en nuestra población. Tal vez el muñeco Zamba sea el ejemplo cabal de eso. Ahí te das cuenta que cuando el estado abre sus puertas aparece toda esa producción, cuando cierra sus puertas, desaparece. El caso grave del Instituto del Cine es que si avanza en esas políticas estamos frente a un apagón cultural y de creación audiovisual con todo lo que significa para un país. Es un país que no va a ver expresado sus sueños en imágenes y sonidos.

(*) Editora de Motor Ecónomico. Lic. en Ciencias de la Educación. Periodista

Fuente: Gentileza de Motor Económico, la Web de Raúl Dellatorre

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