Macri y su proceso de toma de decisiones
Por Carlos A. Villalba (*)
“Se produjo medio millón y medio de
comentarios en el primer minuto de pase de video.
¿Cómo
es posible?
La gente no ha respondido, eso es físicamente imposible.
Esos números existen porque la mayor
parte de esos comentarios los hicieron robots,
entes digitales fingiendo ser personas.
Profundicen en esas identidades y no
encontrarán a nadie;
sin nombres reales, sin números de la
Seguridad Social, sin direcciones, sin empleos,
solo una corriente de odio. Profundicen
más, descubrirán que muchos de esos robots
están funcionando en un lugar llamado
Oficina de Coordinación Política.
No solo se produjo ese video fácil, se
falsificó el odio y las mentiras que lo acompañan”.
Presidenta Elizabeth Keane, HOMELAND,
Temporada 6
Los dos ambientes, separados por un espejo
falso, están suavemente perfumados. Se habla casi en susurros y las alfombras
del quinto piso del edificio ubicado en uno de los tantos “Palermos” de la
Ciudad de Buenos Aires acolchonan los pasos de sus habitantes. Una mesa
rectangular con diez sillas completa el escenario en el que instalarán a la
representación de toda una sociedad. Del otro lado se ubican los que pueden ver
sin ser vistos, voyeurs a sueldo que, se supone, logran captar tendencias,
detectar humores, observar conductas-signo, anotar prejuicios, enojos,
simpatías... para que sus contratantes saquen conclusiones y, al fin, los
funcionarios, sobre todo “El Ingeniero”, acomoden el libreto.
Grupos focales, cámara de Gesell, análisis de
big data, twitter, facebook, trolls, encuestas, mapeos…, toda la batería de la
mercadotecnia, un repertorio tecnológico que pretende exprimir emociones y
razones de un grupo de personas a modo de representante del conjunto del sector
del que “el cliente” quiere saberlo todo: ideas, opiniones, emociones,
motivaciones, amores y odios; un repertorio a disposición de los gerentes y
decisores de las grandes corporaciones, siempre con la conclusión de que la
sociedad “detesta las prácticas partidarias” y, especialmente, a quienes las
realizan.
El observatorio vidriado fue creado el siglo
pasado por el pediatra y psicólogo de Wisconsin, EEUU, Arnold Gesell y hoy la
usa la política argentina, con Mauricio Macri y Jaime Durán Barba a la
cabeza. En ese hábitat se construyen
los “focus group” que ya tienen más importancia entre los analistas partidarios
que las encuestas y en los que se basan, día a día, los dirigentes nacionales y
bonaerenses para sonreír o no, para defender la represión policial o anunciar
verdes brotes vitales en medio del páramo de una economía mortecina. Cartón
piedra armado en base a los resultados “cualitativos” de sus investigaciones de
micromuestras a partir de las cuales observan sus distintos escenarios, con
facilidad semejante a la de los publicistas que deciden porqué una mujer de
determinada edad compra tal o cual producto de belleza, de limpieza, una prenda
de vestir… o una marca de dulce de leche.
De la dictadura al “macrismo”
La irrupción criminal de la última dictadura
cívico-militar dejó una Argentina terremoteada; los 30.000
detenidos-desaparecidos y las decenas de miles de asesinados, prisioneros
políticos y exiliados, constituyen el rostro sangriento de un país arrasado al
que le habían arrancado la producción nacional, el trabajo, las políticas
sociales, la salud, la educación, y al que endeudaron con compromisos que
llegaban hasta la quinta generación venidera. La política se trastocó y comenzó
un proceso de deterioro del sistema de partidos políticos que arrasó con el
“voto atado” que garantizaba determinados porcentajes de seguidores, sin
importar los candidatos que representasen los colores del sector.
El “que se vayan todos” fue la expresión más
alta de ese proceso, con un descrédito no solo de los partidos políticos sino
de la política misma. Además de remontar airosamente las hipotecas de la
pobreza, el desempleo y la deuda externa, el kirchnerismo recuperó, sobre todo
para las franjas juveniles, el valor de la política, el compromiso y la
participación. La militancia.
Sin embargo, el comportamiento del electorado
quedó marcado por nuevas variables. El “elector-hincha”, que siempre defiende a
su equipo y lo sigue aunque juegue mal, se transformó en minoría. El “elector
de ocasión” hizo su irrupción triunfante en la escena ciudadana, junto al “voto
idiota” de los “alika-alicate”. A pesar del 76% de votos en contra en la
primera vuelta de las presidenciales de 2015, Mauricio Macri logró convertirse
en Presidente gracias al sufragio favorable del 51,40% de los votantes en el
ballotage. Más del 18% de aquellos que no lo votaron en primer turno
prefirieron volcarse hacia el CEO de uno de los grupos económicos más poderosos
del país, antes que a Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria,
que gobernaba al país desde hacía una docena de años.
Agrandar el aguantadero
El escenario de un electorado dividido en
tercios parece más una foto de circunstancias que una película del proceso
sociopolítico argentino. Es común escuchar que existe un tercio inclinado hacia
el campo nacional y popular -encarnado por el peronismo-, un tercio recostado
hacia un “liberalismo” que, en la Argentina, es una expresión del
conservadurismo reaccionario, antipopular y racista, y un tercio que se
balancea entre los dos.
La economía y sus efectos y la influencia cada
vez más decisiva de los medios de “comunicación” y del flamante dispositivo
tecnológico importado de la mercadotecnia, se encargan de permear los procesos
de tomas de decisiones de sectores cada vez más amplios, que rebasan los
límites de los “tercios”.
Cambiemos se asienta en ese punto. Al acercarse
a la fecha del primer desafío electoral del gobierno, los equipos de formación
de tendencias trabajan a pleno, con técnicas de ciencia ficción y con el
cinismo blindado con que le pone el pecho a lo que sea del comunicador
excluyente del sector: Mauricio Macri que, en el peor de los casos, “te la
debe”.
Los “gerentes de Estado” actúan, contraen deuda,
devalúan, reprimen a los trabajadores, violan toda norma que entorpezca sus
decisiones -incluso la Constitución Nacional-
imponen acciones judiciales y el Presidente relata otra cosa. Cuenta una
realidad que va a contramano de los hechos; un ejemplo sencillo: el lunes 17 de
abril el diario La Nación, a través de Mariano Obarrio, ambos insospechados de
ser “operados” u “operadores” del kirchnerismo, anuncia que “Macri aumentó en
un 25% la estructura del Estado”, pese a “haber prometido una reducción y
despedido 11.000 contratados”. Jorge Lanata, voz principal del Grupo Clarín,
acompañó a su colega del diario asociado con Héctor Magnetto en Papel Prensa y
mostró que, cuando Cristina Kirchner asumió
su mandato en 2007, había 10 ministerios y los elevó, a lo largo de dos
períodos a 16 y que “Macri, en tan sólo 15 meses, creó cinco”.
Un día después Macri miró para otro lado, ignoró
los datos irrefutables, tomados del sitio oficial del Ministerio de
Modernización de la Nación, y aseguró que la política transformó el Estado “en
aguantadero”, lo que no constituyó una autocrítica por los 21 ministerios, 87
secretarías de Estado, 207 subsecretarías de Estado, 687 direcciones nacionales
y generales, 122 institutos y organismos descentralizados, que suman 1124
unidades administrativas de su gestión. Desvió el eje y encubrió la realidad.
Otra de las herramientas distorsivas del
macrismo es el uso de páginas de Facebook creadas por Cambiemos y orquestadas
desde la Casa Rosada que, anónimas que se dedican a criticar la protesta
social, las luchas gremiales y a los dirigentes opositores bajo la fachada de
neutralidad o apoyo a “buenas causas” ciudadanas, como el rechazo al maltrato
animal, la defensa de la educación o el contacto con argentinos que viven en el
exterior.
Política y economía
En realidad, a Macri y las corporaciones que lo
rodean poco le importan las opiniones de la ciudadanía una vez alcanzado el
objetivo de gerenciar el Estado en su beneficio, provocar el más formidable
proceso de transferencia de recursos desde los sectores de menores ingresos
hacia sus propios grupos económicos, controlar las áreas claves de la economía
local y generar el crecimiento exponencial de la deuda externa, con una rapidez
tal que ya preocupa a los organismos financieros transnacionales, a cuyos
mandatos se arrojó sin red ni paracaídas.
El círculo de corporaciones que hoy están a
cargo de la administración del Estado, con el Grupo Macri a la cabeza y en un
marco de extrema concentración y transnacionalización de la economía, ya logró
sus objetivos y puso “el tren en la vía” de la reprimarización, destrucción de
la industria nacional, debilitamiento y posterior privatización de las empresas
estatales, liberación de cualquier tipo de control sobre el accionar del
mercado y hasta provocó el debilitamiento del accionar de supremos, jueces y
fiscales. El propio mandatario, antes de una de sus escapadas a Villa la
Angostura expresó a su grupo más íntimo que su reelección no es una meta en sí
mismo.
Los manuales de todos los políticos argentinos
del presente se apoyan en dos premisas centrales con relación a las elecciones
de mitad de mandato:
- las ganan o las pierden los gobernantes (en
este caso, Macri y los suyos) y no la oposición.
- las define la evaluación que los votantes
hagan de la situación económica y sus perspectivas, que no es lo mismo que la
coyuntura económica real.
La fantaseada mejora de la economía para la
gente de a pie se fue trasladando de semestre en semestre, del mismo modo que
la “pobreza cero” se convirtió en frase de descarte. En el primer año de
Cambiemos se produjo caída del poder adquisitivo de los salarios, con
inflación, emisión y endeudamiento; despidos, que afectaron solo en el sector
formal a 250.000 trabajadores, entre expulsados y suspendidos y cierre de unos
4.500 establecimientos de diferente volumen y producción.
El laboratorio amarillo detectó en los dos
primeros meses de 2017 que la suba en los precios y el temor a la desocupación
escalaron en la preocupación de los argentinos hasta igualar y superar al tema
de la seguridad. El Presidente se convenció antes que su equipo, no ganará las
elecciones legislativas del próximo 22 octubre de la mano de la economía, por
más demencia que finja sobre “brotes”, “expectativas” o “futuros”. Otra vez se respaldó en encuestas y grupos
focales analizados por sus estadísticos, sociólogos y marketineros. Igual que
la vuelta de campana entre el crecimiento del Estado que generó su gestión y su
descalificación de “aguantadero”, salió a la búsqueda de Cristina Fernández de
Kirchner y volvió sobre el concepto de “pesada herencia”.
Saltó entonces hacia “la política”. Con su
imagen afectada por escándalos como los del Correo, Avianca, INCAA, coimas de Odebrecht o compra de armas a EE.UU.
hizo lo que se endogrupo denomina “jugar al todo o nada”. El consejo, en
particular de Jaime Durán Barba, fue el de armar un camino de doble vía, por un
lado buscar la polarización electoral, con la intención de recrear la sensación
de un “nuevo ballotage” que le permita eludir el plebiscito a su gestión de
gobierno, cargada de medidas antipopulares, e induzca a “optar” entre “lo nuevo
y lo viejo”. En simultáneo, tratar de llevar a CFK al centro del escenario,
empujarla a presentar como candidata a senadora por la provincia de Buenos
Aires y tirarle en contra aquella opción, demonizar, descalificar y enchastrar
al gobierno anterior y a cualquiera que haya estado vinculado con él; lo harán
cada día y hasta el minuto mismo de emisión del último voto, con la ayuda del
barro que armen sus espías, el sistema de medios privados o los mismos jueces
que no vacilan en convertir en una “infracción tributaria” a los que pueden ser
delitos graves de la familia presidencial como el lavado de divisas de orígenes
también irregulares.
Una jugada audaz, teniendo en cuenta que, en
todas las encuestas que ya tapan los escritorios de Balcarce 50 y de la Quinta
de Olivos, los candidatos del FpV-Peronismo
superan a cualquier supuesto aspirante
oficialista por 21 puntos porcentuales en listas de unidad y por 12 si hubiese
listas separadas.
Más relato que cambio
Si le acercan los sondeos que muestran que su
imagen es superior a la de los dirigentes de la CGT el Presidente no duda en
calificar a esas conducciones de mafia; reduce el paro general del 6 de abril,
que paralizó al país, a la aventura de un grupo de arriados detrás de un
choripán, e intenta ocultar que sus propias políticas sacaron multitudes a la
calle, junto a las conducciones regionales de la CGT y los cuadros gremiales
intermedios que no son los mismos que estaban detrás del famoso atril.
Lo mismo puede decirse para cada aparición de
Macri. Si los datos le indican que el paro de los maestros no es bien visto por
sectores de la ciudadanía, al otro día ordena reprimirlos en el Congreso y si a
los automovilistas les molestan los piquetes, les manda las tropas de Patricia
Bullrich y Eugenio Burzaco, sin leer la parte de la encuesta en la que el
70% de sus encuestados se oponen a que los repriman.
Así decide el Presidente de la Nación. Piensa
que su relato es capaz de ocultar la realidad y de cambiarla en beneficio
propio.
El domingo 2 de abril Macri dio otro vuelco en
su discurso después de semanas en que se multiplicaran las marchas contra su Gobierno,
como la favorable a la paritaria nacional docente, la contraria a la política
económica gubernamental realizada por los sindicatos y los movimientos
sociales, la de las mujeres en defensa de sus derechos y sus vidas, la del 24
de marzo por los Derechos Humanos, la memoria, la verdad y la justicia, la de
las CTA del 30 de marzo, o de paros como el general del 6 de abril y los
convocados por los docentes. Millones de argentinas y argentinos expresándose.
Un día antes, convocado por las mismas herramientas
que repudiaba la presidenta de ficción de Homeland, un grupo de ciudadanas y
ciudadanos expresaron su apoyo al Gobierno, con la extraña escusa de “defender”
una democracia que no estaba amenazada. El mandatario, que había desestimado la
convocatoria, rompió su propia postura, volvió a organizar los hechos según
conveniencia y convirtió los miles de manifestantes en una “mayoría que salió a
la calle”.
Lo que no dijo fue lo que desnudó “Elizabeth
Keane” en la serie que protagoniza la monumental actriz Claire Danes en el
papel de Carrie Mathison; al comprobarse que la convocatoria a la plaza fue
realizada por “robots, entes digitales fingiendo ser personas” que trabajan en
una estructura dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros, a cargo de Marcos Peña, la
Subsecretaría de Vínculo Ciudadano conducida por Guillermo Riera, con un gasto
de $ 163 millones anuales dedicados solo a las redes sociales, con sueldos que
superan los $ 800.000 mensuales. Completa la estructura formal del dispositivo
el equipo que comanda Julián Gallo y depende de la Secretaría General de la
Presidencia de Fernando de Andreis.
Sin embargo, la logística para el trabajo de
desarrollar campañas positivas o sucias se hace en otro lado del que se
desconoce dependencia y fuentes de financiación, aunque la vicepresidenta
Gabriela Michetti y Durán Barba fueron denunciados penalmente ante la Justicia
federal “por el montaje de una red de trolls oficialistas presuntamente
financiada con fondos públicos del Senado”.
Entre las 21 del 24 de febrero de 2017 y las 3
del día siguiente el hashtag #VoluntarioDocenteNoAlParo fue reenviado
22500 veces desde 3084 cuentas, en pleno ataque contra las protestas de los
maestros por la falta de convocatoria a las paritarias del sector. Ese
“disparo” tuvo un alcance potencial cercano a los 4 millones de usuarios y de
otros 43 millones en condiciones de ver el tuit.
Se trata de la “corriente de odio” de la que
habla la serie estadounidense que desnuda las trapisondas, torturas y operaciones
de la CIA. El presidente “de verdad”, usa los métodos que denuncia la
presidenta de ficción.
Gentileza para Utophia del autor del artículo, Carlos Alberto
Villalba
<carlosalbertovillalba@gmail.com>
(*)* Sicólogo y periodista argentino,
Investigador Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)