Por Alejandro Teitelbaum
(*)
El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires
autorizó el uso de los celulares en las escuelas y el Ministro de Educación
Provincial declaró “Queremos entrar a la educación del Siglo XXI. Al lugar
donde ya están los alumnos”. El Ministro parece ignorar los efectos nefastos
sobre los niños y adolescentes de la adicción al uso de dichos artefactos, que
es la forma en que aquéllos han entrado en lo que él llama “la educación del
Siglo XXI”.
Michel Desmurget, un investigador francés
especializado en neurociencias cognitivas, proporciona estadísticas sobre los
efectos extremadamente nocivos del sobreconsumo de televisión y de la
utilización del lenguaje twitter sobre los niños y los adolescentes franceses
(Desmurget, TV Lobotomie, la vérité scientifique sur les effetts de la
televisión.Edit J‘Ai Lu, Paris, reedición septiembre 2013).
La “twitterización” del lenguaje en los SMS, es
decir su empobrecimiento extremo, conduce inevitablemente al empobrecimiento
del pensamiento.
Existe una interdependencia o relación
dialéctica entre la expresión oral y escrita y la formación del pensamiento
lógico, la capacidad de abstracción y de conceptualización y la capacidad de
diferenciar lo real y lo virtual.
Lev Vigotsky, que se especializó en el estudio
del desarrollo intelectual de los niños escribió: Todas las funciones psíquicas
elementales habitualmente relacionadas con el proceso de formación de conceptos
participan de hecho en él, pero de un modo completamente diferente. No se
desarrollan como procesos independientes según la lógica interna de sus propias
leyes, sino como procesos mediados por el signo o la palabra, como procesos
orientados a resolver una tarea dada, formando parte de una combinación nueva,
una nueva síntesis en la cual, cada uno de los procesos participantes adquiere
su verdadero valor funcional. En relación con el problema del desarrollo de los
conceptos, esto significa que ninguno de estos procesos, ni la acumulación de
asociaciones, ni el desarrollo de la capacidad y de la estabilidad de la
atención, ni la combinación de ideas, ni las tendencias determinantes, por muy
desarrollado que esté, puede por separado llevar a la formación de
conceptos.Por consiguiente, ninguno de esos procesos puede ser tomado como el
factor evolutivo determinante, esencial y decisivo del desarrollo de los
conceptos. El concepto es imposible sin palabras, el pensamiento en conceptos
es imposible sin el pensamiento basado en el lenguaje. El aspecto nuevo,
esencial y central de todo este proceso, que puede ser considerado con
fundamento la causa de la maduración de los conceptos, es el uso específico de
la palabra, la utilización funcional del signo como medio de formación de
conceptos. (Vigotsky, Pensamiento y Lenguaje, pag 72 de la edición electrónica
http://www.ateneodelainfancia.org.ar/uploads/Vygotsky_Obras_escogidas_TOMO_2.pdf
)
Jean Piaget, con un enfoque diferente al de
Vigotsky, resaltó también la íntima relación entre el pensamiento y el lenguaje
(Piaget, J. e Inhelder, B. (1968). Psicología del niño; Piaget, J. (1968/1976).
El lenguaje y el pensamiento en el niño. Estudio sobre la lógica del niño (I),
etc.
Las redes de comunicación electrónica como
Facebook, suelen tener consecuencias negativas para el ejercicio de la
conciencia reflexiva o introspección, uno de los elementos fundamentales (el
otro es la comunicación externa) del desarrollo de la conciencia y la formación
de la personalidad. En efecto, el momento indispensable de la introspección
(¿quién soy? ¿qué hago? ¿qué haré?) es suplantado por la comunicación
irreflexiva a terceros (a veces a una cantidad indeterminada de personas
desconocidas) de esas cuestiones existenciales.
Evgueni Morozov, un intelectual de origen
bielorruso residente en Boston, respondió a un reportaje que se publicó en El
Pais Semanal (España) el 21/12/2015 (http://elpais.com/elpais/2015/12/17/eps/1450358550_362012.html
)
Algunos de los comentarios de Morozov en el
mencionado reportaje:
“Silicon Valley hizo una especie de alianza en
los setenta con intelectuales. Siempre habrá gente, a los que llamaré idiotas
útiles, que intentarán capturar el zeitgeist [espíritu de la época]. Habrá
libros, conferencias y charlas para que esos intelectuales puedan hacer de
portavoces de la causa. Silicon Valley promueve mininarrativas. Nos habla de la
web 2.0 y, cuando se agota, habla del Internet de las cosas, de la economía
colaborativa…Identifican pequeños fragmentos, ocupan el debate durante dos años
y luego salen con una nueva historia. No hay mucho contenido en esas
narrativas. He trabajado durante suficiente tiempo en esto como para decir que son
tonterías. Después de la economía colaborativa vendrá la economía solidaria, de
los cuidados. Lo que nos dicen estas empresas es falso. Cuando voy por ahí
diciendo que para entender a Silicon Valley hay que mirar a Wall Street, al
Pentágono, a las finanzas, a la geopolítica o al imperialismo, les resulta
incómodo escucharlo porque prefieren hablar de los fondos de capital riesgo, de
los emprendedores, del garaje de Steve Jobs, del LSD…
Esos dispositivos que usamos, llamados
inteligentes, ¿nos pueden convertir en más estúpidos? Hay que impugnar la
palabra inteligente. Me gusta aplicar una perspectiva histórica. Muchos de los
dispositivos inteligentes que nos rodean reflejan intereses y compromisos de la
gente que los fabrica o configura. El motivo por el que la gente comprueba una
y otra vez su Facebook o Twitter en el teléfono es que los sistemas han sido
diseñados para crear esas dependencias. El modelo de negocio de este tipo de
servicios es así. Cuantos más clics hago, más valioso soy; ocurre, casi, como
con el condicionamiento de Pavlov. Cuantos más clics míos consiguen, más dinero
hacen conmigo, lo que hace que diseñen los servicios para maximizar esos clics.
Yo tengo una perspectiva cínica, banal y racional de que el dinero es lo que
rige el mundo. Y eso explica el modo en que se conciben los servicios. ¿Que ese
sistema nos distrae y dificulta que nos centremos? Por supuesto. ¿Es un
problema de los dispositivos inteligentes? No. Es cuestión del modelo de
negocio. Me niego a creer que no haya otra manera de generar comunicación entre
la gente sin generar distracción. Sería la derrota final de la imaginación”.
El actual Gobierno dice querer mejorar el nivel
de la educación pública –que está realmente muy bajo - pero esta desafortunada
iniciativa provincial va totalmente en el sentido opuesto y más parece
continuar la política anterior de formar generaciones robotizadas,
irreflexivas, sin espíritu crítico y sometidas dócilmente a las elites
dominantes.
(*) Autor de El papel desempeñado por las ideas y culturas
dominantes en la preservación del orden vigente. Editorial Dunken, Buenos
Aires, diciembre 2015